David y Jonatán: 1 Samuel 20

David huyó de Nayot de Ramá y fue adonde estaba Jonatán.

Al principio esto parece extraño. ¿Por qué dejar un lugar tan ungido, tan lleno de la presencia de Dios? ¿Y por qué David “huyó” de Nayot? ¿Se quedó Samuel allí? ¿Y qué sucedió con Saúl después de ese encuentro poderoso con el Espíritu y los profetas? La Biblia no lo dice.

Yo creo que hay dos explicaciones. Es hermoso ir a la cima de la montaña y tener una hermosa experiencia con el Espíritu. Ir a un retiro. Pasar tiempo con grandes siervos del Señor. Es cierto que esos profetas se quedaron allí. Pero la mayoría de nosotros estamos llamados a ser sal y luz en el mundo. David fue ungido para ser rey. Ha tratado de ser fiel como siervo, escudero y amigo del Rey Saúl. Y Saúl quería matarlo. David quería saber por qué. ¿Había algo malo que él hizo? Quiere disculparse. ¿Tenía que corregir algo o hacer algo más? Estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario. El hijo del rey debía saber lo que estaba pasando.

Ese hijo también era su mejor amigo. Cuando hay lazos de amor entre dos hombres, se quiere mantener esa comunicación. En su angustia, buscaba algún consuelo de su amigo. Pablo expresa varias veces en sus cartas la importancia de esa relación con un hermano cristiano. David no huyó a la casa de su padre. Ya hemos visto que sus hermanos no le ofrecerían mucho consuelo. No volvió con su esposa. Tal vez no confiaba mucho en ella. Buscó un verdadero amigo, y sabía dónde encontrarlo.

—¿Qué he hecho yo? —le preguntó—. ¿Qué crimen o delito he cometido contra tu padre, para que él quiera matarme?

En su humildad, David se examina primero a sí mismo. Cree que debe ser culpa suya. En su familia, como el más joven, estaba acostumbrado a que sus hermanos siempre lo culparon. No fue su primer instinto señalar con el dedo al rey.

—¿Morir tú? ¡De ninguna manera! —respondió Jonatán—. Mi padre no hace nada, por insignificante que sea, sin que me lo diga. ¿Por qué me lo habría de ocultar? ¡Eso no es posible!

Aunque son tan diferentes, vemos aquí una relación padre/hijo muy estrecha. Jonatán no era el único hijo, pero así como David vio algo especial en él, parece que su papá también lo vio. Y por alguna razón, Jonatán está completamente en shock de que su padre quisiera matar a David. Aparentemente no había visto nada sospechoso en el palacio.

Pero David juró y perjuró: —Tu padre sabe muy bien que tú me estimas, así que seguramente habrá pensado: “Jonatán no debe enterarse, para que no se disguste”. Pero, tan cierto como que el Señor y tú viven, te aseguro que estoy a un paso de la muerte.

Ya hemos visto los celos de Saúl. Todo el mundo estimaba a David, ¡y ahora su hijo favorito también! Cuando caemos en el odio o los celos, nos encontramos en una situación delicada.

—Dime qué quieres que haga, y lo haré —le respondió Jonatán.

Jonatán ya no lo duda, y está dispuesto a hacer lo que sea para ayudar a su amigo.

—Sabes —dijo David—, mañana es la fiesta de luna nueva, y se supone que yo debo sentarme a la mesa para comer con el rey. Pues bien, deja que me esconda en el campo hasta pasado mañana por la tarde. Si tu padre me extraña, dile que yo insistí en que me dejaras ir en seguida a Belén, mi pueblo, pues toda mi familia estaba reunida allá para celebrar su sacrificio anual. Si él responde que está bien, entonces no corro ningún peligro. Pero, si se enfurece, con eso sabrás que ha decidido acabar conmigo. Ya que en presencia del Señor has hecho un pacto conmigo, que soy tu servidor, te ruego que me seas leal. Si me consideras culpable, no hace falta que me entregues a tu padre; ¡mátame tú mismo!

A pesar de todo lo que le ha pasado con su suegro, David sabe que Saúl lo estaría esperando en la mesa para la fiesta de luna nueva. David inventa una situación (otra mentira) para poner a prueba al rey. David sospecha que Saúl usaría la comida para matarlo.

Lo triste es que parece que David no confía del todo en la lealtad de su amigo, a pesar de un pacto que habían hecho. La verdad es que a veces cuando alguien tiene que escoger la lealtad a un amigo o a la familia, puede escoger la familia. David le recuerda que hicieron el pacto en presencia del Señor. David se humilla y se llama servidor de Jonatán. Y le pide que él mismo lo mataría si Jonatán realmente cree que David es culpable de algún pecado contra su familia.

—¡No digas tal cosa! —exclamó Jonatán—. Si llegara a enterarme de que mi padre ha decidido hacerte algún daño, ¿no crees que te lo diría?

10 David le preguntó: —Si tu padre te responde de mal modo, ¿quién me lo hará saber?

Jonatán no creía que David pensara así. Es un amigo fiel. Pero David sólo quiere saber cómo averiguar lo que Saúl estaba planeando.

11 Por toda respuesta, Jonatán invitó a David a salir al campo. Una vez allí, 12 le dijo: —David, te juro por el Señor, Dios de Israel, que a más tardar pasado mañana a esta hora averiguaré lo que piensa mi padre. Si no corres peligro, de alguna manera te lo haré saber. 13 Pero, si mi padre intenta hacerte daño, y yo no te aviso para que puedas escapar, ¡que el Señor me castigue sin piedad, y que esté contigo como estuvo con mi padre! 14 Y, si todavía estoy vivo cuando el Señor te muestre su bondad, te pido que también tú seas bondadoso conmigo y no dejes que me maten. 15 ¡Nunca dejes de ser bondadoso con mi familia, aun cuando el Señor borre de la faz de la tierra a todos tus enemigos! 16 ¡Que el Señor pida cuentas de esto a tus enemigos!

Jonatán ya sabe el destino de David. Sabe que él mismo, aunque es el hijo del rey, no heredará el trono. No solo quiere a David y jura por el Señor advertirle y protegerle, sino que también piensa en el bienestar de su familia. Es casi como si tuviera una premonición de su muerte. Es David, a quien su padre quiere matar, que realmente debería temer, pero es Jonatán quien tiene teme por su propia vida y su familia.

De ese modo Jonatán hizo un pacto con la familia de David, 17 pues quería a David como a sí mismo. Por ese cariño que le tenía, le pidió a David confirmar el pacto bajo juramento. 

¿No es lo que nos manda hacer la ley? ¿Amar al prójimo como a mí mismo? Pero la verdad es que esta es una amistad muy especial. Hay personas con la que hay cariño. El mundo no lo entiende. ¿Has tenido un Jonatán en tu vida? ¿Realmente sabes lo que es amar a alguien con tanto cariño hasta el punto de hacer una especie de pacto con él?

18 Además le dijo: —Mañana es la fiesta de luna nueva. Cuando vean tu asiento desocupado, te van a extrañar. 19 Pasado mañana, sin falta, ve adonde te escondiste la otra vez, y quédate junto a la piedra de Ézel. 20 Yo fingiré estar tirando al blanco y lanzaré tres flechas en esa dirección. 21 Entonces le diré a uno de mis criados que vaya a buscarlas. Si le digo: “Mira, las flechas están más acá, recógelas”; eso querrá decir que no hay peligro y podrás salir sin ninguna preocupación. ¡Tan cierto como que el Señor vive! 22 Pero, si le digo: “Mira, las flechas están más allá”, eso querrá decir que el Señor quiere que te vayas, así que ¡escápate! 23 ¡Que el Señor sea siempre testigo del juramento que tú y yo nos hemos hecho!

No sabemos por qué hizo un plan tan detallado para que David supiera el estado de ánimo de su padre, pero David lo aceptó. Para Jonatán, ese juramento era muy importante.

24 David se escondió en el campo. Cuando llegó la fiesta de luna nueva, el rey se sentó a la mesa para comer 25 ocupando, como de costumbre, el puesto junto a la pared. Jonatán se sentó enfrente, mientras que Abner se acomodó a un lado de Saúl. El asiento de David quedó desocupado. 26 Ese día Saúl no dijo nada, pues pensó: «Algo le habrá pasado a David, que lo dejó ritualmente impuro, y seguramente no pudo purificarse». 27 Pero, como al día siguiente, que era el segundo del mes, el puesto de David seguía desocupado, Saúl le preguntó a Jonatán:

—¿Cómo es que ni ayer ni hoy vino el hijo de Isaí a la comida?

La Biblia apenas menciona a la esposa de Saúl. Era la costumbre en esa época que los varones comieran juntos. Parece que solo cuatro se sentaban en esa mesa. La ausencia de David seguramente sería muy notoria.

28 Jonatán respondió: —David me insistió en que le diera permiso para ir a Belén. 29 Me dijo: “Por favor, déjame ir. Mi familia va a celebrar el sacrificio anual en nuestro pueblo, y mi hermano me ha ordenado que vaya. Hazme este favor, y permite que me dé una escapada para ver a mis hermanos”. Por eso es que David no se ha sentado a comer con Su Majestad.

Otra mentira. Pero cuando estamos en situaciones complicadas, a veces nos sentimos obligados a mentir. Parece un poco extraño, dada la naturaleza de su relación, que David no le pidiera permiso a Saúl para ir y ver a su familia.

30 Al oír esto, Saúl se enfureció con Jonatán. —¡Hijo de mala madre! —exclamó—. ¿Crees que no sé que eres muy amigo del hijo de Isaí, para vergüenza tuya y de tu desgraciada madre? 31 Mientras el hijo de Isaí viva en esta tierra, ¡ni tú ni tu reino estarán seguros! Así que manda a buscarlo, y tráemelo, pues está condenado a morir.

Así se revela el corazón del rey. No ama a su esposa: la llama “mala madre,” “desgraciada madre.” Saúl ya sabe muy bien la amistad que existe entre los dos hombres. Sabiéndolo, es extraño que espere que Jonatán le traiga a David para que muera.

32 —¿Y por qué ha de morir? —le reclamó Jonatán—. ¿Qué mal ha hecho?

33 Por toda respuesta, Saúl le arrojó su lanza para herirlo. Así Jonatán se convenció de que su padre estaba decidido a matar a David. 34 Enfurecido, Jonatán se levantó de la mesa y no quiso tomar parte en la comida del segundo día de la fiesta. Estaba muy afligido porque su padre había insultado a David.

¿Solo ahora Jonatán está convencido del peligro que corre David? Ahora Saúl ha perdido no solo a su ministro del arpa, sino también a su propio hijo. Jonatán esta enfurecido. Los hombres tan afligidos como Saúl tienden a alienar a sus familias y terminan muy solos.

No es la primera vez que Saúl quiere matar a su hijo. En 1 Samuel 14, Jonatán, sin saber la orden de su papa, revivió comiendo miel, rompiendo así el juramento de Saúl, y el rey estaba dispuesto a matarlo.

35 Por la mañana Jonatán salió al campo para encontrarse con David. Uno de sus criados más jóvenes lo acompañaba. 36 Jonatán le dijo: «Corre a buscar las flechas que voy a lanzar».

El criado se echó a correr, y Jonatán lanzó una flecha que lo sobrepasó. 37 Cuando el criado llegó al lugar donde la flecha había caído, Jonatán le gritó: «¡Más allá! ¡La flecha está más allá! 38 ¡Date prisa! ¡No te detengas!» Y así continuó gritándole Jonatán. Cuando el criado recogió la flecha y se la trajo a su amo, 39 lo hizo sin sospechar nada, pues solo Jonatán y David sabían de qué se trataba. 40 Entonces Jonatán le dio sus armas al criado. «Vete —le dijo—; llévalas de vuelta a la ciudad».

Todo eso para advertir a David del peligro.

41 En cuanto el criado se fue, David salió de su escondite y, luego de inclinarse tres veces, se postró rostro en tierra. En seguida se besaron y lloraron juntos, hasta que David se desahogó.

Otra demostración del amor puro que existía entre los dos. Y no solo amor, sino también respeto. Son pocas veces en la Biblia que se ve a dos hombres llorar juntos. Fue un momento muy doloroso para David. De allí en adelante su vida se cambiaría.

42 «Puedes irte tranquilo —le dijo Jonatán a David—, pues los dos hemos hecho un juramento eterno en nombre del Señor, pidiéndole que juzgue entre tú y yo, y entre tus descendientes y los míos». Así que David se fue, y Jonatán regresó a la ciudad.

Jonatán cumplió su promesa, como si fuese necesario para tranquilizar a David de que estaba a salvo. Y los dos amigos se separaron. Hasta donde sabemos, solo se vieron una vez más. Pero esos lazos de amor, ese pacto, ese compromiso entre dos hombres, puede sostenerlos a través de muchas pruebas.

Salmo 59

Hay algunos Salmos que indican la ocasión de su composición. Para este Salmo, la Biblia dice: “Mictam de David, cuando Saúl había ordenado que vigilaran la casa de David con el propósito de matarlo.” No hay manera de confirmar lo que la tradición de los judíos de hace milenios ha atribuido a estos Salmos, pero probablemente sean veraces.

Así que acompañemos a nuestro amigo David, tal vez en la misma noche en que Mical lo ayudó a huir de su hogar, posiblemente terminando cualquier relación con ella hasta después de la muerte de Saúl. Sería una vida muy difícil para Michal. Saúl se la dio a otro hombre, y cuando David se la pidió de vuelta, se la arrebataron de ese esposo, quedó sin hijos y, según todas las apariencias, era muy infeliz compartiendo el palacio de David con sus otras esposas. Pero David no estaba pensando en Michal esa noche.

1 Líbrame de mis enemigos, oh Dios;
protégeme de los que me atacan.
Líbrame de los malhechores;
sálvame de los asesinos.

Su protector y defensor es enteramente Dios. Aunque David ya ha demostrado ser un gran guerrero, no confía en su fuerza ni el apoyo de sus compañeros. Su confianza descansa en Dios.

¡Mira cómo me acechan!
Hombres crueles conspiran contra mí
sin que yo, Señor, haya delinquido ni pecado.
Presurosos se disponen a atacarme
sin que yo haya cometido mal alguno.
¡Levántate y ven en mi ayuda!
¡Mira mi condición!

No siempre somos completamente inocentes, pero aquí sabemos que David había servido fielmente a Saúl. Dios lo sabe todo, y David confía aún más en su Señor cuando ve la maldad de Saúl y sus hombres.

Tú, Señor, eres el Dios de los Ejércitos,
eres el Dios de Israel.
¡Despiértate y castiga a todas las naciones;
no tengas compasión de esos malvados traidores!
 Selah

Desde la perspectiva del Nuevo Testamento, David no es muy misericordioso ni compasivo. Vemos esto a menudo en sus Salmos. Pero la verdad es que nuestro Dios es un gran guerrero, el Dios de los Ejércitos. Él viene a juzgar a las naciones y a castigar a los malhechores. No hay nadie ni ninguna nación que esté exenta de su juicio: ningún pastor, ningún rey. David siempre ha buscado el camino recto.

Porque ellos vuelven al atardecer,
aúllan como perros
y merodean la ciudad.
Echan espuma por la boca,
lanzan espadas por sus fauces
y dicen: «¿Quién va a oírnos?».
Pero tú, Señor, te ríes de ellos;
te burlas de todas las naciones.

A ti, fortaleza mía, vuelvo los ojos,
pues tú, oh Dios, eres mi refugio.
10     Tú eres el Dios en quien puedo confiar.

Cuando los hombres enviados por Saúl llegaron a su pueblo al atardecer, merodearon la ciudad sin preocuparse por el bienestar de la hija del rey. Frente a sus amenazas, David sigue confiando en su Dios.

Tú irás delante de mí
para hacerme ver la derrota de mis enemigos.
11 Pero no los mates,
para que mi pueblo no lo olvide.
Zarandéalos con tu poder; ¡humíllalos!
¡Tú, Señor, eres nuestro escudo!
12 Por los pecados de su boca,
por las palabras de sus labios,
que caigan en la trampa de su orgullo.
Por las maldiciones y mentiras que profieren,
13     consúmelos en tu enojo;
¡consúmelos hasta que dejen de existir!
Así todos sabrán que Dios gobierna en Jacob
y hasta los confines de la tierra. Selah

David huye de su hogar sabiendo que Dios va delante de él. No piensa en su propia vindicación, sino en la gloria de Dios. Quiere que todos sepan que Dios reina, que él es soberano. David confía en que verá a sus enemigos derrotados, pero no pide su muerte. A veces la muerte es una salida más fácil. Quiere que sus enemigos vivan para que el pueblo de Israel recuerde lo que hizo Saúl.

Si David no los mata, ¿qué puede hacer Dios? Zarandearlos con su poder y humillarlos. Pero parece una contradicción: No los quiere muertos, sino consumidos en su enojo, hasta que dejen de existir. Ese parece ser su fin, su muerte.

El pecador provoca su propia caída, en la trampa de su orgullo. David señala los pecados de su boca: sus palabras, sus maldiciones y sus mentiras. A menudo es nuestra boca la que nos causa más problemas.

14 Porque ellos vuelven al atardecer,
aúllan como perros
y merodean la ciudad.
15 Van de un lado a otro buscando comida,
y aúllan si no quedan satisfechos.

No fue solo una vez que estos hombres causaron problemas a su pueblo.

16 Pero yo cantaré a tu poder
y por la mañana alabaré tu amor;
porque tú eres mi protector,
mi refugio en momentos de angustia.

17 A ti, fortaleza mía, te cantaré salmos,
pues tú, oh Dios, eres mi refugio.
Tú eres el Dios en quien puedo confiar.

Después de desahogar su corazón y entregar sus enemigos al Señor, David afirma su confianza en Dios como su protector y refugio. Tres veces en estos dos versículos declara que siempre alabará a Dios.

¿Necesitas protección ahora? ¿Estás en un momento de angustia? ¿Conoces a Dios como tu refugio? ¿Tienes fe en que Dios peleará tu batalla? ¿Es el Señor tu fortaleza? ¿Cantas alabanzas a Dios todo el día? ¡Hay poder en la alabanza!

Saúl intenta matar a David: 1 Samuel 19

1Saúl les comunicó a su hijo Jonatán y a todos sus funcionarios su decisión de matar a David.

Saúl no es muy sabio. Debería saber algo sobre la amistad de David y Jonatán. Si todo el pueblo estaba impresionado con David, seguramente alguien hará lo necesario para protegerlo. Queremos ser transparentes ante Dios y otros, pero a veces no es sabio compartir demasiado. Necesitamos ser perspicaces sobre con quién hablamos. ¿Hay un Saúl en tu vida ahora mismo, tan lleno de celos que quisiera matarte?

Pero, como Jonatán le tenía tanto afecto a David, le advirtió: «Mi padre Saúl está buscando una oportunidad para matarte. Así que ten mucho cuidado mañana; escóndete en algún sitio seguro, y quédate allí. Yo saldré con mi padre al campo donde tú estés, y le hablaré de ti. Cuando averigüe lo que pasa, te lo haré saber».

Allí está de nuevo. El “pero”. No importan los planes malvados del diablo; cuando estamos en el Señor siempre habrá un “pero.” Jonatán arregló esto para que no hubiera ninguna duda en el corazón de David de que Saúl quería matarlo. Gracias a Dios, el Señor estaba velando por David. Nunca permitiría que Saúl lo matara. Dios brindó esta amistad tan especial para ayudar a David. ¿Tienes un Jonatán que te respalda y se preocupa por ti? ¿Tienes un “pero”?

Jonatán le habló a su padre Saúl en favor de David: —¡No vaya Su Majestad a pecar contra su siervo David! —le rogó—. Él no le ha hecho ningún mal; al contrario, lo que ha hecho ha sido de gran beneficio para Su Majestad. Para matar al filisteo arriesgó su propia vida, y el Señor le dio una gran victoria a todo Israel. Su Majestad mismo lo vio y se alegró. ¿Por qué ha de pecar contra un inocente y matar a David sin motivo?

¿Tienes esa valentía para interceder por un hombre inocente? Cuando yo trabajaba como capellán (pastor) en las cárceles federales de Estados Unidos, aunque eso pudiera poner en peligro mi trabajo, a veces yo intercedía por un prisionero inocente. Jonatán le recuerda a su papá todo lo que ha hecho David. Dice que sería un pecado matarlo. ¿Escuchará Saúl a su hijo? Siempre es posible cometer un error, pero aún hay esperanza si podemos aceptar el consejo sabio de los demás. Cuando nos cerramos a los demás, ya estamos en una situacion muy grave.

Saúl le hizo caso a Jonatán, y exclamó: —Tan cierto como que el Señor vive, te juro que David no morirá.

He sugerido que Saúl puede haber sido bipolar. O puede ser el demonio que lo estaba molestando. Gracias a Dios, escucha a su hijo y promete no matar a David. Pero, ¿es un hombre de palabra?

Entonces Jonatán llamó a David y, después de contarle toda la conversación, lo llevó ante Saúl para que estuviera a su servicio como antes.

Por el momento, todo parece estar bien. David vuelve al palacio. Jonatán cree en la palabra de su padre. Pero, ¿cuánto durará la paz?

Volvió a estallar la guerra. David salió a pelear contra los filisteos, y los combatió con tal violencia que tuvieron que huir.

Otra victoria para David. Y otra oportunidad para que el demonio influya en Saúl. Recuerda, el diablo vino parar hurtar, matar y destruir. A ti también. Habrá un reposo de vez en cuando. Pero mantente alerta, porque en un momento de debilidad te atacará de nuevo.

Sin embargo, un espíritu maligno de parte del Señor se apoderó de Saúl. Estaba sentado en el palacio, con una lanza en la mano. Mientras David tocaba el arpa, 10 intentó clavarlo en la pared con la lanza, pero David esquivó el golpe de Saúl, de modo que la lanza quedó clavada en la pared. Esa misma noche David se dio a la fuga.

¿Es Saúl responsable de su locura? Yo creo que sí. Alguien que está realmente poseído por un demonio puede perder todo el control de sus acciones. Y no es inusual que un demonio ataque a la misma persona que quiere echarlo fuera en el Nombre de Jesús. Tratar de matar a David mientras ministraba la misma música que le trajo alivio es evidencia de lo perdido que está Saúl. La buena noticia es que Dios no permitiría que esa lanza tocara a David. Y David tuvo la sensatez de huir de la casa, la casa que compartía con la hija de Saúl.

11 Entonces Saúl mandó a varios hombres a casa de David, para que lo vigilaran durante la noche y lo mataran al día siguiente. Pero Mical, la esposa de David, le advirtió: «Si no te pones a salvo esta noche, mañana serás hombre muerto». 12 En seguida ella descolgó a David por la ventana, y así él pudo escapar. 13 Luego Mical tomó un ídolo y lo puso en la cama con un tejido de pelo de cabra en la cabeza, y lo cubrió con una sábana.

Gracias a Dios, Mical defiende a su esposo y lo ayuda a escapar. Pero, ¿por qué había un ídolo en la casa? ¿Era de Mical? ¿Algo que ella trajo del hogar oprimido de su padre? Ya está aprendiendo a mentir y engañar a su padre.

14 Cuando Saúl mandó a los hombres para apresar a David, Mical les dijo: «Está enfermo». 15 Pero Saúl los mandó de nuevo a buscar a David: «Aunque esté en cama, ¡tráiganmelo aquí para matarlo!» 16 Al entrar en la casa, los hombres vieron que lo que estaba en la cama era un ídolo, con un tejido de pelo de cabra en la cabeza. 17 Entonces Saúl le reclamó a Mical: —¿Por qué me has engañado así? ¿Por qué dejaste escapar a mi enemigo?

Ella respondió: —Él me amenazó con matarme si no lo dejaba escapar.

Si alguna vez te has encontrado entre tus padres y tu conyugue, ya sabes lo complicado que es. Empuja a una persona a mentir y engañar a uno o al otro. Como padre, Saúl obviamente está equivocado al poner a su hija en esta situación. Parece que todos tenían temor a Saúl, y ella no tiene el coraje de enfrentarse a su papá. Obviamente, es un golpe muy fuerte para la joven pareja. Un golpe que dejó heridas duraderas en los corazones de David y Mical.

18 Después de huir y ponerse a salvo, David fue a Ramá para ver a Samuel y contarle todo lo que Saúl le había hecho. Entonces los dos se fueron a vivir a Nayot. 

Nuevamente vemos algo del corazón justo de David. No busca venganza ni mata a Saúl. A pesar de su unción para ser el futuro rey de Israel, no trata de lograrlo con sus propias fuerzas. Va directo a quien lo había ungido. Al hombre más espiritual del país. Samuel conoce muy bien a Saúl, y seguramente le duele mucho escuchar de la profundidad de la caída de quien había sido un hijo espiritual para él. Pero el Señor ya había trabajado en el corazón de Samuel, y él había dejado a Saúl en manos de Dios. Esto no es solo una reunión. No, David reconoce que hay una puerta cerrada. No volverá a su casa con Mical ni a su trabajo en el palacio ni al ejército de Saúl después de que todo se calme.

Que doloroso es pasar por esto en su matrimonio, con su suegro y con sus amados compañeros en el ejército. Que Dios te dé la sabiduría de saber cuándo es necesario tomar una medida tan drástica.

19 Cuando Saúl se enteró de que David estaba en Nayot de Ramá, 20 mandó a sus hombres para que lo apresaran. Pero se encontraron con un grupo de profetas, dirigidos por Samuel, que estaban profetizando. Entonces el Espíritu de Dios vino con poder sobre los hombres de Saúl, y también ellos cayeron en trance profético. 

Nayot de Ramá era un lugar muy ungido. Allí vivía un grupo de profetas, llenos del Espíritu Santo. Tal llenura no era muy común en esa época, pero Samuel, en su vejez, había encontrado un ministerio muy valioso al dirigir ese grupo. Seguramente Saúl sabía que era un centro del ministerio del Espíritu, pero no le importa. Envía a sus hombres para apresurar a David, y posiblemente también a Samuel. Pero la presencia de Dios es tan poderosa que con solo entrar al lugar, el Espíritu vino con poder sobre esos hombres. ¡Que tengamos una presencia tan poderosa en nuestras iglesias que todos los que entren allí caigan bajo el poder del Espíritu!

No sabemos exactamente qué fue este trance profético, ni cómo estaban profetizando. Es casi seguro que no están dando profecías sobre el futuro. Puede que sean mensajes de Dios, pero lo más probable es que se trate de una alabanza estática, similar a las lenguas que cayeron sobre los discípulos en el aposento alto.

21 Al oír la noticia, Saúl envió otro grupo, pero ellos también cayeron en trance. Luego mandó un tercer grupo, y les pasó lo mismo. 22 Por fin, Saúl en persona fue a Ramá y llegó al gran pozo que está en Secú.

—¿Dónde están Samuel y David? —preguntó.

—En Nayot de Ramá —alguien le respondió.

Dos grupos más experimentaron lo mismo. Y Saúl no entendió el mensaje de que buscaba la vida de David en vano. Aquí él tendría la oportunidad de arrepentirse, confesar su pecado a David y reconocer que era hora de que renunciara a su puesto de rey. Él podría pasar un buen rato con este grupo de profetas, encontrando sanidad, liberación y restauración. Dios incluso hizo su parte. En una situación muy rara, este hombre oprimido por demonios que buscaba la vida de David también cayó bajo el poder.

23 Saúl se dirigió entonces hacia allá, pero el Espíritu de Dios vino con poder también sobre él, y Saúl estuvo en trance profético por todo el camino, hasta llegar a Nayot de Ramá. 24 Luego se quitó la ropa y, desnudo y en el suelo, estuvo en trance en presencia de Samuel todo el día y toda la noche. De ahí viene el dicho: «¿Acaso también Saúl es uno de los profetas?»

Dios ni siquiera esperó a que llegara a Nayot. Durante todo el camino estuvo en trance profético. Perdió todo el control, y allí estuvo todo el día y toda la noche, desnudo, en el suelo, lleno del Espíritu y profetizando. Lamentablemente, es posible experimentar hermosas manifestaciones del Espíritu en la iglesia, pero si no hay un cambio de corazón, uno puede despertarse al día siguiente e ignorar todo lo que Dios quería hacer. La noticia se divulgó en todo el país. ¿Hubo una transformación en la vida del rey? ¿Es Saúl ahora uno de los profetas?

Salmo 16

¡Qué rápido pasa el tiempo! Parece que fue hace muy poco tiempo cuando David era un muchacho que cantaba salmos a su Señor con su lira en el campo con sus ovejas. El enemigo más feroz era un león. No sabemos cuánto tiempo ha pasado, pero su vida ha cambiado radicalmente. Todo empezó con la unción del aceite y la llenura del Espíritu Santo. Luego se convirtió en un héroe nacional al matar a Goliat. Vivió en el palacio del rey y aprendió a manejar la inestabilidad de Saúl. Con buena gana mató a dos cientos filisteos y presentó sus prepucios al rey. ¡Y ya tiene una esposa! Qué pena que no haya podido disfrutar su luna de miel. Hubo una campaña tras otra. Pasaba más tiempo en su tienda con los soldados que en la cama con su esposa. En medio de todo, siempre buscaba a Dios. Estaba muy consciente de cómo Dios milagrosamente lo protegía. Está muy agradecido con Dios, y nunca quiere perder esa intimidad con su Creador.

1 Protégeme, oh Dios,
porque en ti busco refugio.

En el campo de batalla o en el palacio, David no confiaba en sus armas, en su fuerza ni en los demás soldados. Cuando estaba cansado o desanimado, siempre buscaba refugio en Dios.

Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú.
Fuera de ti, no poseo bien alguno».

David vio las riquezas del palacio y cómo corrompían a Saúl. Está agradecido por las alabanzas del pueblo y por su mujer. Pero en medio de estas tentaciones y bendiciones, Dios siempre está en primer lugar. Él sabe que Dios es la fuente de estas bendiciones. Sin él, David no sería nadie.

En cuanto a los santos que están en la tierra,
son los nobles en quienes está toda mi delicia.

Ha aprendido algo que sería muy importante en su reino: la importancia de la congregación de los santos y de los otros líderes del país. David mantuvo un equilibrio entre su éxito y la humildad. La gente vio su autenticidad, y para David fue toda su complacencia. Había algo en David que los atraía hacia este joven, y David mantuvo una buena relación con ellos.

Aumentarán los dolores
de los que corren tras otros dioses.
¡Jamás derramaré sus ofrendas de sangre
ni con mis labios pronunciaré sus nombres!

David había escuchado suficiente de la historia de Israel para saber que otros dioses e ídolos habían servido como piedras de tropiezo para su país. Entre sus propios soldados había visto a algunos ofrecer sacrificios a otros dioses, y vio la destrucción que esto trae a ellos y a sus familias. Ahora, con una esposa y más responsabilidad, David dice “jamás”. Hará todo lo posible en su hogar y reino para mantener la pureza del culto a Yahvé.

Tú, Señor, eres mi herencia y mi copa;
eres tú quien ha afirmado mi porción.
Bellos lugares me han tocado;
¡preciosa herencia me ha correspondido!

Vivir en el palacio y pelear con lo mejor de Israel. Ser el yerno del rey. David se siente un hombre muy bendecido, y le da toda la gloria al Señor. Aunque es joven, ya piensa en su herencia. Solo quiere a Dios como herencia. Es Dios quien lo sostiene.

Bendeciré al Señor, quien me aconseja;
aun de noche mi corazón se instruye.
Siempre tengo presente al Señor;
con él a mi derecha, nada me hará caer.

David se encuentra en situaciones complicadas. Con Saúl. Con una nueva esposa. Responsabilidades con el ejército. Muchos peligros en el campo de batalla. ¿Cómo navega por todo esto? Espera y escucha la voz del Señor. Incluso en sueños. Él tiene el mejor consejero. Tiene plena confianza en que Dios está a su diestra, y por lo que no será conmovido, sino que siempre permanecerá firme.

Por eso mi corazón se alegra
y se regocijan mis entrañas;
mi cuerpo también vivirá confiado.

¡Su corazón, sus entrañas y su cuerpo! Toda su vida está impactada por esta presencia de Dios. El gozo del Señor su fortaleza es. No solo su espíritu, sino también su cuerpo reposará confiadamente.

10 No me abandonarás en los dominios de la muerte;
no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel.
11 Me has dado a conocer el camino de la vida;
me llenarás de alegría en tu presencia
y de dicha eterna a tu derecha.

David termina el salmo con varias declaraciones de fe. ¿Puedes decir lo mismo en tu vida?

  • Dios nunca le abandonará. Dios te ha prometido que nunca te desamparará.
  • Dios no permitirá que sufra corrupción, al menos mientras siga siendo su siervo fiel.
  • Dios le ha revelado el camino de la vida, el camino angosto. ¿Por qué buscar otro camino? Él confía en que Dios siempre lo guiará. ¿Estás caminando por el camino de la vida?
  • Dios le llenará de alegría en su presencia. En medio de su vida tan plena ahora, nunca puede descuidar ese tiempo íntimo en la presencia de Dios. Su alma busca esa presencia. En la tribulación, es allí que Dios le llena de gozo. ¿Cuánto tiempo pasas en la presencia de Dios? ¿Sabes lo que es estar lleno de alegría en su presencia?
  • Quiere estar cerca de Dios eternamente. Sabe que solo allí encuentra bendición, delicias y deleites. ¿Qué tan cerca dirías que estás de Dios?

David se casa con Mical: 1 Samuel 18:17-30

17 Un día Saúl le dijo a David: —Aquí tienes a Merab, mi hija mayor. Te la entrego por esposa, con la condición de que me sirvas con valentía, peleando las batallas del Señor.

Apenas había encontrado esa paz y reposo en su Señor, cuando David se enfrentó a algo completamente nuevo y diferente. Estaba sirviendo al rey en el palacio y no tenía oportunidad de conocer chicas. Había una muchacha en Belén que David había pensado que sería una buena pareja. Hermosa, humilde y amante de Dios. David estaba acostumbrado a los cambios de opinión y las cosas inesperadas con Saúl, pero esto fue una sorpresa. ¿Casarse con la hija del rey?

Es cierto que Saúl prometió su hija al que venciere a Goliat (17:25). Pero la voz suave y apacible del Espíritu le advirtió: Ten cuidado. ¿Podría ser una trampa? ¿Siempre me vería obligado a servir al rey? ¿Soy realmente un guerrero? ¿Siempre quiero pelear batallas? ¿Cuál es la expectativa del rey? ¿Y si no puedo cumplir con sus expectativas? Ya había visto demasiado del furor del rey. ¿Y por qué agregó Saúl otra condición, que David lo sirviera con valentía?

No es de extrañar que David tuviera esa preocupación. Gracias a Dios, tenemos al Espíritu Santo para advertirnos del peligro, incluso en algo que puede parecer muy atractivo. Saúl no solo vio este matrimonio como una manera de eliminar a David, sino que es obvio que no tenía mucho amor por su hija. La estaba usando como peón, sin pensar en el dolor que le causaría perder a su esposo en la batalla.

Saúl pensaba: «Será mejor que no muera por mi mano, sino a mano de los filisteos».

18 Pero David le respondió: —¿Quién soy yo? ¿Y quiénes son en Israel mis parientes, o la familia de mi padre, para que yo me convierta en yerno del rey?

Aquí tenemos esa palabra tan importante en las Escrituras: “pero”. David prestó atención a esa voz del Espíritu. Algo no le sentaba bien. Y en la sabiduría que Dios le había dado, David encuentra una manera de parecer humilde. Probablemente era genuina. Procedía de una familia campesina, y no se consideraba digno de ser el esposo de la hija del rey.

19 Sin embargo, cuando llegó la fecha en que Saúl había de casar a su hija Merab con David, Saúl se la entregó por esposa a Adriel de Mejolá.

Aquí vemos algo de la debilidad de Saúl. Parece que ya habían fijado una fecha para la boda de Merab con David. ¿Había superado David sus inquietudes? ¿Quería Merab casarse con David? No sabemos nada de la mentalidad de la pareja. Pero cuando llegó el día, Saúl se la entregó a otro. Una vez mas, parece que no tenía en mente a Merab ni su felicidad. Ella existía solo para servir a los propósitos de su padre.

20 Mical, la otra hija de Saúl, se enamoró de David. Cuando se lo dijeron a Saúl, le agradó la noticia 21 y pensó: «Se la entregaré a él, como una trampa para que caiga en manos de los filisteos». Así que volvió a decirle a David: —Ahora sí vas a ser mi yerno.

Es posible que Saúl haya escuchado las preocupaciones de David, o que Merab le haya dicho a su papá que quería casarse con Adriel. No lo sabemos. Pero Saúl seguía con su malvada intención de buscar una forma “inocente” de matar a David. Saúl sólo tenía dos hijas (no era mujeriego como más tarde lo sería David), y por suerte, la otra se enamoró de David. Tal vez para entonces David ya se había acostumbrado a la idea de ser el yerno del rey, o también se enamoró de Mical. Veremos que sería un matrimonio complicado. Vale la pena en la búsqueda de una pareja estudiar bien a sus padres y su familia. Nunca menciona a la madre. Pero cuando el padre tiene tantos problemas como los tuvo Saúl, debe ser una advertencia. Para un hombre honorable y estable, casarse con la hija del rey tiene muchas implicaciones. Tal como casarse con la hija de un pastor o de alguien muy conocido puede complicar la relación.

22 Entonces Saúl ordenó a sus funcionarios: —Hablen con David en privado y díganle: “Oye, el rey te aprecia, y todos sus funcionarios te quieren. Acepta ser su yerno”.

Ahora Saúl es más sutil y más manipulador. Envía a sus funcionarios con el mensaje. Lo hacen sentir muy especial y querido. No mencionan nada sobre Mical ni de su amor por David. Es la oportunidad de ser el yerno del rey.

23 Esto se lo repitieron a David, pero él respondió: —¿Creen que es cosa fácil ser yerno del rey? ¡Yo no soy más que un plebeyo insignificante!

No dice que no directamente. Solo les recuerda que es un hombre pobre e insignificante

24 Los funcionarios le comunicaron a Saúl la reacción de David. 25 Pero Saúl insistió: —Díganle a David: “Lo único que el rey quiere es vengarse de sus enemigos, y como dote por su hija pide cien prepucios de filisteos”.

Si David no puede aceptar el puesto de yerno de rey por gracia porque no cree merecerlo, Saúl le dará la oportunidad de ganárselo. Yo sé que es una cultura diferente y un tiempo diferente. Yo sé que el prepucio era la señal de ser parte del pueblo escogido de Dios. Tengo que confesar que todavía no entiendo del todo por qué nuestro Dios escogería ese miembro tan íntimo e importante de un hombre para mutilarlo. Y tengo que preguntarme qué clase de hombre querría cien prepucios como precio por su hija. Obviamente Saúl tenía algo más siniestro en mente.

En realidad, lo que Saúl quería era que David cayera en manos de los filisteos.

Otra vez vemos la falta total de amor por su hija. Él sabe que Mical ama a David. ¡Pero Saúl quiere que David muera antes de la boda! Le da una asignación muy desagradable y peligrosa a propósito.

26 Cuando los funcionarios de Saúl le dieron el mensaje a David, no le pareció mala la idea de convertirse en yerno del rey. Aún no se había cumplido el plazo 27 cuando David fue con sus soldados y mató a doscientos filisteos, cuyos prepucios entregó al rey para convertirse en su yerno. Así fue como Saúl le dio la mano de su hija Mical.

La idea le vino bien a David. No era amante de los filisteos, y siempre estaba dispuesto a aceptar un desafío. Le dio la sensación de ganarse el derecho de casarse con la hija del rey. Y David le dio a Saúl el doble. En lugar de cien prepucios, le dio doscientos. La imagen de cortarlos y presentárselos al rey no es nada bonita.

Lamentablemente para Saúl, su esperanza de matar a David en el proceso no se cumplió. No dice nada sobre la boda, pero David ahora tiene su primera esposa. Y como sucede a menudo cuando luchamos contra el Señor, Saúl termina aún más desesperado y frustrado.

28 Saúl se dio cuenta de que, en efecto, el Señor estaba con David, y de que su hija Mical lo amaba. 29 Por eso aumentó el temor que Saúl sentía por David, y se convirtió en su enemigo por el resto de su vida.

Este fue un punto de inflexión para Saúl. Él había amado a David. David le dio mucho alivio de los ataques de los espíritus inmundos. Pero es como si uno de esos espíritus se apoderara de Saúl y él se olvidara de eso. No piensa en el bienestar de su hija.

La envidia es poderosa. El Espíritu Santo se había apartado de Saúl, y era obvio para él que el Señor estaba con David. Pero en lugar de arrepentirse, su corazón se endureció aún más. Sin razón alguna, Saúl sentía temor de David. Ahora no hay remedio. David será su enemigo de por vida.

¿Alguna vez has conocido a alguien como Saúl? Podría ser un pastor que tuviste. O un pariente. O un buen amigo. El hombre cae en el pecado. Y digo hombre aquí, porque casi siempre son los varones los que siguen este camino de odio y venganza. La mujer tiene su propia manera de tratar de destruir a otra mujer que le hizo mal. Son situaciones muy complicadas y dolorosas, pero el Espíritu Santo te puede dar la sabiduría y la fuerza para navegar la relación. Y siempre es posible que Dios pueda tocar y transformar el corazón de esa persona.

30 Además, cada vez que los jefes filisteos salían a campaña, David los enfrentaba con más éxito que los otros oficiales de Saúl. Por eso llegó a ser muy famoso.

Cuando la mano de Dios está sobre tu vida, cuando estás lleno del Espíritu Santo, el Señor puede prosperarte en todo lo que emprendas. Eso solo aumenta el odio y envidia de alguien como Saúl. Obviamente Dios está exaltando a David, y protegiéndolo. Y él ha ganado los corazones del ejército y del pueblo por su valentía. Cuando Dios te está levantando para cumplir sus propósitos, puede tocar los corazones de toda una congregación o un pueblo entero para que te respeten y aprecien. Puede causar muchos celos, y existe la tentación de volverse orgulloso. Hay mujeres muy atraídas por un hombre de Dios que hace grandes cosas en el Nombre del Señor. Hay que tener mucho cuidado de no caer en una trampa del diablo en ese punto.

 

Salmo 13

Sería algo nuevo para David: Enfrentarse no sólo a espíritus inmundos, sino también a un hombre (¡el rey!) que le teme y quiere eliminarlo. Apenas está empezando años de ser perseguido por Saúl. En esos momentos, puede sentirse abandonado por el Señor. Confundido. No fue su culpa. Puede que se haya preguntado ¿por qué? ¿Cuánto más podré soportar? ¿Hasta cuándo tengo que vivir en el palacio de este hombre medio loco? Cada vez David buscó al Señor. Este puede ser uno de los muchos Salmos que expresaban su lucha.

¿Hasta cuándo, Señor, me tendrás en el olvido?
¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro?

Durante años David había cultivado la intimidad con su Dios. Como todo niño, había luchado con sus hermanos y con animales silvestres, pero siempre sintió la presencia de Dios y su ayuda en cómo responder al enemigo. Ahora se enfrenta a espíritus inmundos, y a un rey que podía ser bipolar. Un momento era todo cariño y al siguiente quería matarlo. Y a David le fue difícil encontrar esa intimidad que había disfrutado en el campo, a solas con su Dios.

¿Hasta cuándo he de atormentar mi mente con preocupaciones
y he de sufrir cada día en mi corazón?
¿Hasta cuándo mi enemigo triunfará sobre mí?

Hablando de su rebano, ¿cómo estaban sus preciosas ovejas? ¿Especialmente la pequeña que había rescatado del foso del león? Y aunque pudieran ser muy irritantes, ¿qué pasa con sus hermanos? Era la primera vez que estaba lejos de casa, y extrañaba mucho a su papá. David sabe que debe confiarle a Dios todos estos asuntos, pero la verdad es que estaba preocupado por su futuro y su deseo de ser fiel a Dios. Le preocupaba que el diablo triunfara sobre él.

Señor y Dios mío,
mírame y respóndeme; ilumina mis ojos.
Así no caeré en el sueño de la muerte;
así no dirá mi enemigo: «Lo he vencido»;
así mi adversario no se alegrará de mi caída.

David siempre le abrió su corazón con Dios en sus salmos, confesando honestamente sus temores, sus pecados y sus necesidades. Eso le dio la confianza para pedir ayuda. Lo confiesa como su Señor y Dios, el que está a cargo de toda su vida. Y por eso espera la respuesta de Dios. Quiere saber cómo manejar estas nuevas situaciones. No quiere avergonzarse, decepcionar a Dios ni darle la ventaja al enemigo.

Pero yo confío en tu gran amor;
mi corazón se alegra en tu salvación.
Cantaré salmos al Señor,
porque ha sido bueno conmigo.

Como sucede muchas veces cuando nos acercamos a Dios, al principio David se siente abandonado y solo quiere escapar de la batalla y terminar esta prueba. Pero una vez más encuentra gozo en la presencia de su Señor. Recuerda todo lo que Dios ha hecho por él. Siente su amor. Y tiene fe y confianza en que Dios cuidará de él. Puede dejar todo en manos del Señor y alabarlo.

Los celos del rey Saúl: 1 Samuel 17:55-18:16

Cuán rápido pueden cambiar las cosas. Al principio del capítulo 17 David es el héroe. Totalmente inesperado, pero orquestado por Dios. De repente David es el centro de la atención nacional. Ahora el rey lo llama a su palacio. ¡Pero luego quiere matarlo! Cuando Dios te escoge y te unge, cuando él te eleva y de repente eres muy popular, atrae la atención del enemigo y los celos de la gente insegura.

Este pasaje puede parecer problemático. En el capítulo 16 David ya estaba en el palacio de Saúl, y era su escudero, muy querido por el rey. Por alguna razón Dios permitió ese capítulo fuera de secuencia. Aunque David ya habló con Saúl en la pelea con Goliat, puede ser que en la presión de la batalla Saúl no le prestara mucha atención, posiblemente pensando que Goliat lo mataría fácilmente. Pero ahora está impresionado por la valentía del joven, y quiere saber más sobre él.

55 Anteriormente Saúl, al ver a David enfrentarse con el filisteo, le había preguntado a Abner, general de su ejército: —Abner, ¿quién es el padre de ese muchacho?

—Le aseguro, Su Majestad, que no lo sé.

56 —Averíguame quién es —le había dicho el rey.

57 Tan pronto como David regresó, después de haber matado a Goliat, y con la cabeza del filisteo todavía en la mano, Abner lo llevó ante Saúl.

David no tuvo tiempo de hablar con sus hermanos ni de descansar. ¡El rey lo llamó! Vino a él con la cabeza de Goliat en la mano.

58 —¿De quién eres hijo, muchacho? —le preguntó Saúl.

—De Isaí de Belén, servidor de Su Majestad —respondió David.

Lo llama “muchacho.” Es muy joven. Obviamente aún estaría en la casa de su padre. David responde al rey con gran respeto.

1 Samuel 18:1-2 Una vez que David y Saúl terminaron de hablar, Saúl tomó a David a su servicio y, desde ese día, no lo dejó volver a la casa de su padre.

Parece que Saúl le pidió permiso a Isaí, pero David  era tan importante para él que no podía volver a casa. Un día fue un pastor de ovejas en un pueblito pequeño. Al día siguiente estaba en el palacio del rey. Dios lo tiene en un camino exprés hacia la madurez.

Jonatán, por su parte, entabló con David una amistad entrañable y llegó a quererlo como a sí mismo. Tanto lo quería que hizo un pacto con él: Se quitó el manto que llevaba puesto y se lo dio a David; también le dio su túnica, y aun su espada, su arco y su cinturón.

No sólo a Saúl le gustaba David, sino también al hijo del rey. Esta amistad es un hermoso ejemplo del amor puro que puede existir entre dos hombres. Obviamente, había algo en David que atraía otros hacia él. Hoy en día apenas entendemos este compromiso de una amistad entrañable que se traduce en un pacto, sellado por el intercambio de cosas personales.

¿No es curioso que casi parezca extraño leer que Jonatán amaba a David como a sí mismo? ¿No es amar a tu prójimo como a ti mismo el segundo mandamiento más importante? ¿Sabes lo que es tener una amistad entrañable? Qué triste que hoy en día muchos piensen automáticamente en una relación homosexual. Dios quiere que tengamos buenos amigos. Es algo hermoso.

Cualquier encargo que David recibía de Saúl, lo cumplía con éxito, de modo que Saúl lo puso al mando de todo su ejército, con la aprobación de los soldados de Saúl y hasta de sus oficiales.

Esto es un paso gigantesco para un joven y una manifestación importante del favor de Dios en su vida. ¿No es esto lo que Dios quiere hacer cuando su mano está sobre nosotros? Otros te buscarán para diversas tareas porque todo lo que haces lo haces bien. Dios quiere que logres todo con éxito, y que se te dé más y más autoridad. No dice qué le pasó a Abner, quien estaba a cargo del ejército, ni cómo respondió Abner a David. En lugar de sentir celos, todos los soldados y otros oficiales amaban a David.

Ahora bien, cuando el ejército regresó, después de haber matado David al filisteo, de todos los pueblos de Israel salían mujeres a recibir al rey Saúl. Al son de liras y panderetas, cantaban y bailaban, y exclamaban con gran regocijo:

«Saúl mató a sus miles,
¡pero David, a sus diez miles!»

Este es un vistazo de la cultura de la época: Mujeres que salían a vitorear al vencedor, cantando y danzando. Era otra novedad para este muchacho. Pero ese tipo de alabanza puede causar problemas. Es agradable recibir ese tipo de elogios, pero a Saúl no le sentó bien. Tal vez sea mejor evitarlos, ya que pueden alimentar las preocupaciones de alguien que tiene autoridad sobre ti.

Disgustado por lo que decían, Saúl se enfureció y protestó: «A David le dan crédito por diez miles, pero a mí por miles. ¡Lo único que falta es que le den el reino!» Y a partir de esa ocasión, Saúl empezó a mirar a David con recelo.

Desde el principio, Saúl era un hombre inseguro. ¡Cuán rápido pueden cambiar los sentimientos! Es casi como Saúl estuviera profetizando el futuro reino de David.

10 Al día siguiente, el espíritu maligno de parte de Dios se apoderó de Saúl, quien cayó en trance en su propio palacio. Andaba con una lanza en la mano y, mientras David tocaba el arpa, como era su costumbre, 11 Saúl se la arrojó, pensando: «¡A este lo clavo en la pared!» Dos veces lo intentó, pero David logró esquivar la lanza.

El espíritu maligno aparece de nuevo. Sigue atormentando a Saúl, y ahora se apodera de él. David lo ministra como siempre con su arpa, pero esta vez, en lugar de paz y alivio, Saúl intenta a matar a la misma persona que amaba, la misma que lo servía.

¿Has visto manifestaciones de espíritus malignos? ¿Crees que están operando en el mundo de hoy? ¿Cuál es la mejor manera de responder en una situación como esta?

12 Saúl sabía que el Señor lo había abandonado, y que ahora estaba con David. Por eso tuvo temor de David 13 y lo alejó de su presencia, nombrándolo jefe de mil soldados para que dirigiera al ejército en campaña. 14 David tuvo éxito en todas sus expediciones, porque el Señor estaba con él. 15 Al ver el éxito de David, Saúl se llenó de temor. 16 Pero todos en Israel y Judá sentían gran aprecio por David, porque él los dirigía en campaña.

A continuación se presenta un resumen importante de lo rápido que puede cambiar la situación. A menudo, cuando alguien se aleja del Señor, las cosas rápidamente van de mal en peor, y se inicia un ciclo vicioso empieza. Mira los pasos aquí:

  • Por su pecado de no cumplir las órdenes del Señor, Dios había abandonado a Saúl.
  • En cambio, Dios estaba con David. David estaba en el palacio, y era evidente cada día que la mano de Dios estaba ahora con él.
  • En esa situación, en lugar de buscar a Dios y arrepentirse, muchos tienen miedo de la persona que Dios bendice.
  • Saúl aleja a David de su presencia, nombrándolo jefe de mil soldados con la esperanza de que David fuera asesinado, o al menos estuviera lejos de las alabanzas del pueblo y de su hijo Jonatán.
  • Pero en todo lo que emprende, Dios lo bendice, y David tiene éxito en todas sus expediciones.
  • Eso aumenta aún más el temor de Saúl.
  • Mientras tanto, por su excelencia al dirigir a sus soldados y su evidente cuidado de ellos, todos sintieron un gran aprecio por David.

Es mucho para que un joven como David lo maneje. ¿Alguna vez has sentido celos de alguien que casi te consumieron? ¿O has sido el blanco de los celos de otra persona? ¿Cómo reaccionas cuando ves que Dios bendice claramente a alguien y pone su mano sobre él? Siempre es una tentación vanagloriarse cuando Dios te bendice, tienes éxito y todos te aprecian. ¿Cuál es la mejor manera de manejar estas situaciones?

Salmo 20

La gran victoria sobre Goliat fue la primera de muchas para David. Se sintió profundamente conmocionado al llegar al campo de batalla y ver a sus hermanos mayores, a todo el ejército de Israel e incluso a su rey desmayarse frente a Goliat. Posiblemente reflexionando sobre ese día, escribió este Salmo, intercediendo por sus compatriotas y alabando al Señor por su victoria.

1Que el Señor te responda cuando estés angustiado;
que el nombre del Dios de Jacob te proteja.

David sabe que la única esperanza para Israel es Dios. Todas sus armas y sus soldados no eran suficientes para proteger a su país. En ese campo de batalla estaban angustiados y desesperados, pero aún no estaban clamando al Señor. El Señor es el único auxilio en la angustia. David ha visto y confía en el poder y la protección del nombre de Yahvé.

Que te envíe ayuda desde el santuario;
que desde Sión te dé su apoyo.

Dios nos ofrece su ayuda y apoyo. Fluyen del lugar de su presencia, donde él mora, si los esperamos. Dios te salva y te sostiene.

Que se acuerde de todas tus ofrendas;
que acepte tus holocaustos. 

No compramos la bendición de Dios con ofrendas y sacrificios; son manifestaciones de nuestra obediencia y nuestro agradecimiento por todo lo que él ha hecho en nuestras vidas. Sin pedirlo, cuando se los ofrecemos de corazón recto, Dios siempre recuerda y acepta lo que le ofrecemos.

Que te conceda lo que tu corazón desea;
que haga que se cumplan todos tus planes.

Cuando andamos en esa fe y dependencia de Dios, él entiende y te concede los deseos de tu corazón. Tenemos que someterle nuestros planes; es Dios quien nos permite cumplir todos nuestros planes. Él quiere verte feliz y próspero. David tenía un corazón conforme al corazón de Dios. Su deseo era que Dios fuera glorificado y derrotara a sus enemigos. Dios puso un plan sencillo en su corazón para destruir a su enemigo y lo cumplió.

Nosotros celebraremos tu victoria
y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las banderas.

Es importante no tener celos del hombre que Dios usa para lograr la victoria. La derrota de Goliat no fue para glorificar a David, sino para glorificar a Dios y liberar a todo su país. Así celebramos con nuestros hermanos sus victorias.

Que el Señor cumpla todas tus peticiones.

Puede que no sea posible que todas nuestras peticiones se cumplan, pero a menudo no lo tenemos porque no le pedimos a Dios. David nos anima a pedirle, sabiendo que otros nos están apoyando en nuestras peticiones y que a Dios le encanta cumplirlas y glorificarse.

Ahora sé que el Señor
salvará a su ungido,
que le responderá desde su santo cielo
y con su poder le dará grandes victorias.

Ya no es solo su anhelo o su esperanza. David sabe que el Señor siempre quiere defender y salvar a su ungido, ya sea el rey Saúl, David o cualquier persona que él haya ungido. Cuando él unge a alguien, Dios le responderá, le manifestará su poder y le dará grandes victorias. Todo para su honra y gloria.

Estos confían en sus carros de guerra,
aquellos confían en sus corceles,
pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios.

Los filisteos confiaban en sus armas y sobre todo en su paladín. Lamentablemente, Israel no tenía arma secreta ni carros de guerra impresionantes, y por eso tembló frente a Goliat. Qué fácil es para nosotros confiar en la plata, los títulos y las bendiciones del mundo. Solo cuando confiemos en nuestro Dios veremos la victoria.

Ellos se doblegan y caen,
pero nosotros nos levantamos y nos mantenemos firmes.
¡Concede, Señor, la victoria al rey!
¡Respóndenos cuando te llamemos!

Los que confían en la carne y las cosas del mundo se doblegarán y caerán. David vio esto dramáticamente con Goliat. Mientras sus hermanos querían huir, David se levantó y se mantuvo firme. Llamó al Señor y Dios lo escuchó y le concedió la victoria.

¿En qué o en quién confías? ¿Cuál es la manifestación de esa confianza? ¿Hay una situación en tu vida ahora mismo que tienes que levantarte con fe y luchar como David contra algún paladín? ¿En tus luchas actuales, te mantienes firme? ¿O vacilas mucho? ¿Eres como las olas del mar, sacudidas y arrastradas de un lado a otro por el viento?

 

Goliat: 1 Samuel 17:1-54

Ahora veremos un paso gigante en el desarrollo de este joven. Él no lo buscaba, pero Dios le ofreció la oportunidad de liberar a su país y vencer a un gigante. Es una de las historias más amadas y conocidas de la Biblia. Y con razón. Tiene todo el drama de la victoria de alguien inesperado que tiene una gran fe en Dios y destruye al enemigo.

1 Los filisteos reunieron sus ejércitos para la guerra, concentrando sus fuerzas en Soco, pueblo de Judá. Acamparon en Efesdamín, situado entre Soco y Azeca. 

No hay nada nuevo ni diferente. Los filisteos siempre estuvieron en guerra con Israel. Así como no es nada sorprendente que el diablo esté librando una guerra contra ti ahora. Pero hay algunas cosas importantes que notar aquí:

  • Reunieron sus ejércitos. Son serios. Un solo ejército no fue suficiente para el ataque que querían lanzar contra Israel. ¿Podría el diablo estar juntando sus fuerzas contra ti? Puede que no sea un solo demonio el que te ataca. Hay un ataque coordinado para hurtarte, matarte y destruirte.
  • Concentraron sus fuerzas. A menudo hay más unidad entre nuestros enemigos que en la iglesia.
  • Ya están en el territorio de Judá. Están en Soco. Están en tierra que pertenece al pueblo de Dios. Una cosa es luchar contra el enemigo cuando salimos al mundo, en su territorio. Pero es posible que ya estén dentro de tu casa, dentro de una iglesia, dentro de territorio que pertenece a Dios.
  • Acamparon allí. Se juntaron. Se concentraron. Acamparon. Están preparados para perseverar hasta derrotarte.

Al igual que estos filisteos, el diablo no descansa. ¿Eres consciente de algún campamento enemigo en tu vida? ¿Hay  varios que se han juntado contra ti? Puede ser un enemigo con el que has luchado durante mucho tiempo. ¿Lo has permitido entrar en tu hogar o en tu corazón?

¿Cómo responde el pueblo de Dios?

Por su parte, Saúl y los israelitas se reunieron también y, acampando en el valle de Elá, ordenaron sus filas para la batalla contra los filisteos. 

Tal vez ya sepas que Saúl no siempre fue un buen guerrero. No siempre estaba listo para la batalla. Dejó a su ejército sin armas. Pero esta vez se juntaron y acamparon. Se pusieron en orden de batalla. Están listos.

Saben muy bien la importancia del orden y la unidad para ganar una batalla. Si tú no te has juntado con otros guerreros en tu iglesia o tu familia, tú eres un blanco para los ataques del enemigo. Existe un gran riesgo de un ataque mortal. Si no has acampado y no tienes la mentalidad de dedicarte a derrotar al enemigo, es probable que caigas en batalla. No es como si peleas en oración media hora en tu tiempo devocional o en la iglesia, y ya estás fuera de peligro. Tenemos que acampar y ponernos en orden de batalla para resistir los ataques del enemigo.

 

Con el valle de por medio, los filisteos y los israelitas tomaron posiciones en montes opuestos.

Así guerreaban en aquel entonces. Los dos ejércitos frente a frente, en orden de batalla. Para Israel, esta es una batalla más. Casi rutinaria.

Creo que la mayoría de las iglesias hacen lo mismo. Es una rutina. Cantan las mismas alabanzas. Acampan como siempre en los cultos del jueves y del domingo. O un culto virtual. Reprenden al diablo. Gritan y declaran. Pero nunca marchan. Nunca derrotan al enemigo.

El problema para Israel es que esta vez hay algo nuevo. Y hay algo nuevo en las batallas de hoy. Son más intensas, más peligrosas.

Un famoso guerrero, oriundo de Gat, salió del campamento filisteo. Su nombre era Goliat, y tenía una estatura de casi tres metros. Llevaba en la cabeza un casco de bronce, y su coraza, que pesaba cincuenta y cinco kilos, también era de bronce, como lo eran las polainas que le protegían las piernas y la jabalina que llevaba al hombro. El asta de su lanza se parecía al rodillo de un telar, y tenía una punta de hierro que pesaba casi siete kilos. Delante de él marchaba un escudero.

¿Cómo se siente al ver este paladín? Oh, yo sé que somos personas de fe. Ya sabemos que David derrotó a Goliat. Pero imagina a un soldado en Israel. La verdad es que su apariencia te tiene que asustar. Y la realidad es que sentimos ese mismo terror cuando nos enfrentamos a Goliat. ¿Hay algún paladín en tu vida en este momento? ¿Hay algo o alguien que te intimide y parezca tan aterrador como Goliat?

Goliat se detuvo ante los soldados israelitas, y los desafió: «¿Para qué están ordenando sus filas para la batalla? ¿No soy yo un filisteo? ¿Y no están ustedes al servicio de Saúl? ¿Por qué no escogen a alguien que se me enfrente? Si es capaz de hacerme frente y matarme, nosotros les serviremos a ustedes; pero, si yo lo venzo y lo mato, ustedes serán nuestros esclavos y nos servirán». 10 Dijo además el filisteo: «¡Yo desafío hoy al ejército de Israel! ¡Elijan a un hombre que pelee conmigo!» 

“Dadme un hombre.” El enemigo nos desafía. Le corresponde a Saúl responder a este reto. El diablo quiere luchar con un hombre. Un solo hombre puede marcar la diferencia. El hombre es el blanco de sus ataques. Por desgracia, a veces los hombres no responden, y depende de la mujer pelear la batalla.

Hay una gran necesidad de hombres de valor, hombres de Dios, que se pongan de pie para la gloria y la honra del Señor. El diablo y el mundo están desafiando al pueblo de Dios. Nosotros estamos acampados en nuestros templos. Hacemos todo como lo hicimos en el pasado. Pero no respondemos al desafío de Goliat. ¿Por qué?

11 Al oír lo que decía el filisteo, Saúl y todos los israelitas se consternaron y tuvieron mucho miedo.

Hay algunas palabras importantes aquí. Primero, al oír lo que decía. Son meras palabras. Pero las palabras son importantes. Son poderosas. El enemigo opera mucho con palabras. Goliat no hizo nada. En toda esta historia, Goliat realmente no hizo nada. Pero ellos vieron su altura, y le escucharon. Ten mucho cuidado con lo que ves y con lo que escuchas. Usa el escudo de la fe para proteger tu corazón y revelar las mentiras del diablo. No permitas que sus palabras, ni las palabras de sus siervos, permanezcan en tu corazón. Permanece en la Palabra de Dios. Usa esta espada del Espíritu para desarmar al filisteo.

¿Qué pasó con Saúl y la unción del Espíritu Santo? Pues, el Espíritu ya había dejado a Saúl. Pero él era muy experimentado en batalla. Saúl era un hombre alto, más alto que todos los hombres de Israel. Y seguramente Dios va a ayudar a su pueblo. ¿Se les olvidó que ellos tienen a alguien mucho más fuerte en batalla que cualquier paladín?

Hay otras palabras en este versículo que revelan el fracaso de los hebreos: se consternaron y tuvieron mucho miedo.

Comparar las diversas traducciones de esa palabra “se consternaron” nos ayuda a entender lo que sentían:

  • Se acobardaron
  • Perdieron el ánimo
  • Se conturbaron
  • Se sintieron desfallecer de temor
  • Quedaron aterrados y profundamente perturbados
  • Se turbaron
  • Se amedrentaron
  • Se quedaron atónitos
  • Se desanimaron

Es común sentirse así cuando Goliat nos desafía; cuando perdemos la fe y la visión de nuestro Dios Todopoderoso. Esas palabras explican por qué muchos no marchan. Parece que no hay esperanza para Israel. No hay nadie, desde el rey hasta el soldado más joven, que tenga la valentía de marchar y responder al desafío del paladín.

Pero Dios no ha abandonado a su pueblo. Él también tiene algo nuevo. Alguien completamente diferente que va a derrotar al paladín. Alguien totalmente inesperado. Un solo muchacho entre toda esa gente. Tú puedes ser esa persona hoy. Dios ya está preparándote para una batalla muy importante, para responder al desafío del enemigo y traer algo nuevo a la iglesia. Ya sabes que guerrear como siempre, con las mismas alabanzas y los mismos programas, no es suficiente para este paladín. Dios necesita a alguien con el corazón de David. Un corazón conforme al corazón de Dios. ¿Tienes ese corazón?

12 David era hijo de Isaí, un efrateo que vivía en Belén de Judá. En tiempos de Saúl, Isaí era ya de edad muy avanzada, y tenía ocho hijos. 13 Sus tres hijos mayores habían marchado a la guerra con Saúl. El primogénito se llamaba Eliab; el segundo, Abinadab; el tercero, Sama. 14 Estos tres habían seguido a Saúl por ser los mayores. David, que era el menor, 

Los tres hermanos mayores ya habían ido a la guerra. Siguieron a Saúl. Siguieron a un rey que ya perdió su reino. Siguieron a un hombre rechazado por Dios. Ten cuidado a quién sigues.

15 solía ir adonde estaba Saúl, pero regresaba a Belén para cuidar las ovejas de su padre.

Mientras sus hermanos seguían a Saúl, David lo dejó. Sí, había ido, pero no le gustó lo que vio. Tal vez pudo ver que Dios también lo había dejado. Y volvió a apacentar sus ovejas. David no estaba buscando la gloria. Vio cosas que no le agradaron, y volvió a sus ovejas. No tienes que buscar ni crear la oportunidad. Sigue a Dios. Sigue haciendo fielmente lo que Dios te ha dado para hacer. A su tiempo, Dios arreglará todo.

16 El filisteo salía mañana y tarde a desafiar a los israelitas, y así lo estuvo haciendo durante cuarenta días.

Más de un mes de lo mismo. El diablo no se cansa. Todos los días él sigue presentando las mismas tentaciones y el mismo desafío. Creo que él tiene que preguntarse: ¿Dónde están los varones de Dios? ¿Por qué nadie responde a mi desafío?

Como lo hace a menudo, Dios utiliza a otra persona y una tarea común y corriente para colocar a su hombre y preparar el escenario para la victoria de su pueblo.

17 Un día, Isaí le dijo a su hijo David: «Toma esta bolsa de trigo tostado y estos diez panes, y vete pronto al campamento para dárselos a tus hermanos. 18 Lleva también estos diez quesos para el jefe del batallón. Averigua cómo les va a tus hermanos, y tráeme una prueba de que ellos están bien. 

Dios tiene que llevar a David al campo de batalla, pero no le da una palabra profética. Utiliza a su padre y la asignación de algo que puede parecer de poca importancia. David puede pensar: “Llevar panes y queso a mis hermanos no me sirve de nada. No quiero hacerlo.” Pero nuestra obediencia en estas cosas normales prepara el camino.

Mientras tanto, en el campo de batalla, están desesperados. Pero no se menciona a Dios. En lugar de humillarse y clamar al Señor en esta situación tan complicada, siguen con la apariencia de un ejército, lo cual no lo son.

19 Los encontrarás en el valle de Elá, con Saúl y todos los soldados israelitas, peleando contra los filisteos».

Pues, en realidad no estaban peleando. Solo estaban jugando, luciendo como si estuvieran peleando.

20 David cumplió con las instrucciones de Isaí. Se levantó muy de mañana y, después de encargarle el rebaño a un pastor, tomó las provisiones y se puso en camino. Llegó al campamento en el momento en que los soldados, lanzando gritos de guerra, salían a tomar sus posiciones. 21 Los israelitas y los filisteos se alinearon frente a frente. 

David no tiene idea de que él sería el gran héroe del día. Simplemente se levantó en obediencia a su padre. Tal vez tú no sepas lo que Dios tiene preparado para ti cuando sales en obediencia a una palabra de tu esposa, tu jefe, tu pastor o tu Dios. David llega justo a tiempo para escuchar el grito de combate.

Durante más de un mes han estado haciendo lo mismo. Me sorprende nuevamente la cantidad de veces que en la iglesia hacemos todos los movimientos, damos el grito de victoria y supuestamente estamos listos para vencer al diablo. Pero no respondemos al verdadero desafío.

22 David, por su parte, dejó su carga al cuidado del encargado de las provisiones, y corrió a las filas para saludar a sus hermanos. 23 Mientras conversaban, Goliat, el gran guerrero filisteo de Gat, salió de entre las filas para repetir su desafío, y David lo oyó. 24 Cada vez que los israelitas veían a Goliat huían despavoridos. 

David dejó su carga con el hombre que guardaba el bagaje, y corrió hacia el ejército. ¡Qué diferente de Saúl, que se escondió en el bagaje cuando fue llamado a reinar! Estaban en orden de batalla. Dieron el grito de combate. Pero todo cambia cuando el paladín sale y desafía a Israel. Todos estos hombres huyeron con gran miedo. ¡Qué mal ejemplo damos a nuestros hijos y jóvenes cuando huimos de los desafíos del enemigo!

25 Algunos decían: «¿Ven a ese hombre que sale a desafiar a Israel? A quien lo venza y lo mate, el rey lo colmará de riquezas. Además, le dará su hija como esposa, y su familia quedará exenta de impuestos aquí en Israel».

26 David preguntó a los que estaban con él:

—¿Qué dicen que le darán a quien mate a ese filisteo y salve así el honor de Israel? ¿Quién se cree este filisteo pagano, que se atreve a desafiar al ejército del Dios viviente?

Nadie más estaba pensando en quitar el oprobio del pueblo de Dios. Están cegados por su temor. Ni siquiera la atractiva recompensa de las riquezas, la hija del rey y la exención de impuestos es suficiente para motivarlos. No están pensando en la posibilidad de victoria para Dios ni en la gloria que él recibiría.

Solo David puede ver la realidad de la batalla: Un filisteo que no tiene a Dios no es el que provoca al Dios viviente y a su pueblo. ¿Quién o qué está provocando a Dios y a su iglesia hoy?

A David no le importan la fama, las riquezas ni la mujer. Él solo quiere quitar el oprobio de su Dios y de su pueblo. Más tarde le dieron a la hija del rey, Mical, y ella solo le causó dolores de cabeza.

27 —Al que lo mate —repitieron— se le dará la recompensa anunciada.

28 Eliab, el hermano mayor de David, lo oyó hablar con los hombres y se puso furioso con él. Le reclamó:

—¿Qué has venido a hacer aquí? ¿Con quién has dejado esas pocas ovejas en el desierto? Yo te conozco. Eres un atrevido y mal intencionado. ¡Seguro que has venido para ver la batalla!

29 —¿Y ahora qué hice? —protestó David—. ¡Si apenas he abierto la boca!

Otros pueden haberte menospreciado. Tú eres más joven. Has tenido problemas en la vida. Tus padres, tus hermanos, tus profesores, tu jefe siempre te han menospreciado. Eres la última persona que otros creen que haría grandes cosas para Dios.

Hasta el gran profeta Samuel se equivocó. Él pensó que este mismo Eliab sería el escogido de Dios. Pero a Dios le gusta exaltar al vil, al despreciado del mundo. Como ya vimos en 1 Samuel 16, el hombre mira la apariencia. Dios mira el corazón. Dios conoce tu corazón. No importa lo que digan los demás.

Solo David pudo ver la realidad de la situación: ¿No es mero hablar? ¡Las acusaciones del diablo cuando te condena son meras palabras!

30 Apartándose de su hermano, les preguntó a otros, quienes le dijeron lo mismo. 

A veces tenemos que apartarnos de aquellos que desprecian nuestra fe. Aquellos que no son serios. Podría ser una iglesia o algunos amigos. David perseveró. No permitió que los malhechores lo desanimaran.

31 Algunos que oyeron lo que había dicho David se lo contaron a Saúl, y este mandó a llamarlo. 32 Entonces David le dijo a Saúl:

—¡Nadie tiene por qué desanimarse a causa de este filisteo! Yo mismo iré a pelear contra él.

¡Este joven tiene que animar al rey! ¡Pero Saúl está incrédulo!

33 —¡Cómo vas a pelear tú solo contra este filisteo! —replicó Saúl—. No eres más que un muchacho, mientras que él ha sido un guerrero toda la vida.

Cuando tomamos la decisión de marchar, otros tratarán de desanimarnos. Dicen que es imposible, y señalan todas las razones por las que sería imposible. A veces un rey, un pastor o un padre pueden sentir celos o miedo de un joven con tanta fe.

34 David le respondió: —A mí me toca cuidar el rebaño de mi padre. Cuando un león o un oso viene y se lleva una oveja del rebaño, 35 yo lo persigo y lo golpeo hasta que suelta la presa. Y, si el animal me ataca, lo agarro por la melena y lo sigo golpeando hasta matarlo. 36 Si este siervo de Su Majestad ha matado leones y osos, lo mismo puede hacer con ese filisteo pagano, porque está desafiando al ejército del Dios viviente. 37 El Señor, que me libró de las garras del león y del oso, también me librará del poder de ese filisteo.

—Anda, pues —dijo Saúl—, y que el Señor te acompañe.

David es muy sabio. Él aplica lo que aprendió en cosas ordinarias a esta situación especial. Se dio cuenta de que Dios estaba usando esas experiencias para entrenarlo. Cuando tienes el corazón de David, verás la mano de Dios en todo. No hay tiempo perdido con el Señor. El empieza desde lo pequeño, y cuando aprendemos la lección, nos envía situaciones más complicadas, pero aplicamos los mismos principios a esas situaciones. Así es que nuestra fe se edifica.

No es en vano lo que estás haciendo en ese trabajo ahora. La madre en casa aprende cosas muy importantes. Hay que ver la mano de Dios y la lección que tiene para ti en todas las experiencias.

38 Luego Saúl vistió a David con su uniforme de campaña. Le entregó también un casco de bronce y le puso una coraza. 39 David se ciñó la espada sobre la armadura e intentó caminar, pero no pudo porque no estaba acostumbrado.

—No puedo andar con todo esto —le dijo a Saúl—; no estoy entrenado para ello.

De modo que se quitó todo aquello. 

El mundo y la religión quieren vestirte con sus ropas. Quieren ponerte muchas cosas, pero no son necesarias. No es posible andar, y mucho menos marchar, con todas esas cargas. ¿Qué tienes que quitarte para marchar?

40 Tomó su bastón, fue al río a escoger cinco piedras lisas, y las metió en su bolsa de pastor. Luego, honda en mano, se acercó al filisteo. 41 Este, por su parte, también avanzaba hacia David detrás de su escudero. 42 Le echó una mirada a David y, al darse cuenta de que era apenas un muchacho, trigueño y buen mozo, con desprecio 43 le dijo:

—¿Soy acaso un perro para que vengas a atacarme con palos?

Y maldiciendo a David en nombre de sus dioses, 44 añadió:

—¡Ven acá, que les voy a echar tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo!

Hay muchos creyentes que marchan hasta este punto. Han hecho todo bien. Pero frente a frente con el diablo, no pueden. Huyen asustados, como todos los demás.

45 David le contestó:

—Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien has desafiado. 46 Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos; y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo echaré los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras del campo, y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel. 47 Todos los que están aquí reconocerán que el Señor salva sin necesidad de espada ni de lanza. La batalla es del Señor, y él los entregará a ustedes en nuestras manos.

Para marchar, tenemos que saber que la batalla es de Dios. No es para vanagloriarnos o jactarnos. Vamos en el nombre de Jesús. Es a Dios a quien el mundo está provocando. Si te enfrentas al enemigo porque te ha provocado y quieres vengarte, fracasarás.  Tu objetivo es que sepan que hay un Dios vivo. Que Cristo salva y sana.

Dios no salva con la armas del mundo. Lamentablemente, muchas veces la iglesia pelea con esas armas. Para ganar la batalla, tenemos que entender que la batalla es de Dios.

48 En cuanto el filisteo avanzó para acercarse a David y enfrentarse con él, también este corrió rápidamente hacia la línea de batalla para hacerle frente. 49 Metiendo la mano en su bolsa sacó una piedra, y con la honda se la lanzó al filisteo, hiriéndolo en la frente. Con la piedra incrustada entre ceja y ceja, el filisteo cayó de bruces al suelo. 50 Así fue como David triunfó sobre el filisteo: lo hirió de muerte con una honda y una piedra, y sin empuñar la espada. 51 Luego corrió adonde estaba el filisteo, le quitó la espada y, desenvainándola, lo remató con ella y le cortó la cabeza.

Lo que importa no es nuestra elocuencia. O la calidad del sistema de sonido. O lo buena que es la música. Podemos hacer algo muy humilde, pero cuando lo hacemos con fe, Dios se levanta y pelea.

Cuando los filisteos vieron que su héroe había muerto, salieron corriendo. 52 Entonces los soldados de Israel y de Judá, dando gritos de guerra, se lanzaron contra ellos y los persiguieron hasta la entrada de Gat y hasta las puertas de Ecrón. Todo el camino, desde Sajarayin hasta Gat y Ecrón, quedó regado de cadáveres de filisteos. 53 Cuando los israelitas dejaron de perseguir a los filisteos, regresaron para saquearles el campamento. 54 Luego David tomó la cabeza de Goliat y la llevó a Jerusalén, pero las armas las guardó en su tienda de campaña.

A ese ejército solo le faltaba a un hombre de fe para movilizarlo. Le corresponde a Saúl, pero él es un fracaso. Este joven pastor lo hizo con fe. Es la chispa que necesitan. No queremos súper-estrellas. Queremos movilizar a todo el pueblo de Dios para hacer proezas.

¿Puedes tú ser ese David que quitará el oprobio de la iglesia de Cristo? ¿Tienes el corazón de David, un corazón conforme al corazón de Dios? ¿Cuál es el desafío que el diablo tiene en tu vida ahora? ¿Quién es tu Goliat? No seas como Saúl y el ejército de Israel. Tira la piedra que Dios te da en fe y derrota al enemigo.

 

Salmo 36

En el palacio con Saúl, David fue testigo por primera vez de la depravación humana. En Belén vivió una vida protegida, disfrutando del amor de sus padres y la belleza de la naturaleza. Tenía un corazón inclinado a Dios y no tenía motivos para buscar placeres pecaminosos. Había oído hablar de Satanás, pero no tenía experiencia de primera mano con ese diablo. Todo eso cambió en el palacio. Vio a un hombre que puede amar como un padre en un momento, pero luego convertirse en un maníaco, tratando de matar a ese hijo. Vio su soberbio y cómo el poder lo corrompió. Esto llevó a David a acercarse aún más a su Dios. Posiblemente durante esos meses, ministrando a Saúl con su arpa, compuso este Salmo.

1 El pecado habla al malvado
en lo profundo de su corazón.

David vio las raíces profundas del pecado, en lo profundo del corazón del hombre. No era algo superficial o pasajero, sino algo fundamentalmente malvado en su corazón. Aquí David trata al pecado como una persona que habla. Pueden ser los pensamientos del propio corazón o las mentiras del diablo. ¡Nunca escuches al pecado!

No hay temor de Dios
delante de sus ojos.

Cuando Saúl fue atormentado, perdió todo temor de Dios. El pecado destruye nuestra perspectiva y no tenemos reverencia hacia Dios ni comprensión de las consecuencias de nuestro pecado.

Cree que merece alabanzas,
al punto de no hallar aborrecible su propio pecado.
Sus palabras son malvadas y engañosas;
ha perdido el buen juicio
y la capacidad de hacer el bien.
Aun en su lecho trama hacer iniquidad;
se aferra a su mal camino
y no rechaza la maldad.

De varias maneras, David describe la corrupción total del hombre separado de Dios. En lugar de aborrecer su pecado y arrepentirse, lo justifica. Es tan arrogante que cree que merece alabanza. En ese estado no tenemos capacidad para hacer el bien. La mente está distorsionada y no actúa con sabiduría. Una vida así no atrae a David. ¡Corre a su Dios!

Tu amor, Señor, llega hasta los cielos;
tu fidelidad alcanza las nubes.
Tu justicia es como las altas montañas;
tus juicios, tan profundos como el mar.

Comparado con el corazón limitado y egocéntrico del hombre, Dios es infinito. La grandeza de su amor y fidelidad no se puede medir. Su justicia está más allá de nuestra comprensión.

Tú, Señor, cuidas de hombres y animales;
¡cuán precioso, oh Dios, es tu gran amor!
Todo ser humano halla refugio
a la sombra de tus alas.

¡David y sus ovejas conocían muy bien el cuidado de Dios! Cuando vio a Saúl atormentado, corrió a la hermosa sombra de las alas de Dios. Allí tú y yo también encontramos refugio y el abrazo amoroso de nuestro Dios.

Se sacian de la abundancia de tu casa;
les das a beber en el río de tus delicias.
Porque en ti está la fuente de la vida
y en tu luz podemos ver la luz.

¿El poder del trono? ¿El orgullo que a menudo acompaña a una posición de autoridad? ¿La tentación de las riquezas o los placeres de la carne? ¡De ningún modo! En la casa y la presencia de Dios hay abundancia para saciarnos. Hay un río de agua viva, el Espíritu Santo, del cual podemos beber. Hay una fuente interior que brota para vida eterna. Y el Señor hace brillar su luz en nuestro camino. ¿Por qué morar en la oscuridad? ¿Por qué buscar algo en el mundo?

10 Extiende tu amor a los que te conocen
y tu justicia a los de corazón sincero.
11 Que no me aplaste el pie del orgulloso
ni me desarraigue la mano del impío.
12 Vean cómo fracasan los malvados:
¡fueron derribados y no pueden levantarse!

Estoy seguro de que David también sentía afecto por Saúl. Le dolía ver a este hombre con tanto potencial destruirse a sí mismo. Vio sus fracasos. Vio a un rey derribado. Dios nos da muchas oportunidades, pero llega el momento en que ya es demasiado tarde y no podemos levantarnos. David reconoce el peligro de la mano y el pie de los orgullosos e impíos. ¿Cuál es la respuesta? Una relación personal con Dios. Llegar a conocerlo. Dios extiende su amor a quienes lo conocen. Y mantener un corazón sincero. Dios extiende su justicia a ellos.

Sí, esos meses en el palacio no fueron fáciles. David se enfrentó a espíritus inmundos y vio a un gran hombre destruirse a sí mismo. Pero aprendió mucho en el proceso.