¿Quién mejor que el apóstol Pedro para enseñarnos acerca de la humildad? El conocía muy bien lo que es enaltecerse, humillarse, y ser humillado por el Señor. Conocía muy bien lo difícil que es para un joven humillarse. Como un hombre mayor, Pedro tiene algunos consejos muy sabios sobre cómo humillarse.
El sufrimiento y la humildad
A nadie le gusta sufrir, pero Pedro aconseja a estos hermanos que están sufriendo: alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo (1 Pedro 4:13). El sufrimiento es humillante. Esa es una de las razones principales por las que Dios permite el sufrimiento en tu vida; es difícil enaltecerse en ello. A veces puedes sufrir porque te has humillado a ti mismo. Cristo fue humillado en la cruz; padeció porque se humilló a sí mismo y no resistió a sus acusadores. Pedro fue testigo de los sufrimientos de Cristo, y escribe de su propia experiencia. Ahora Pedro está participando en los padecimientos de Cristo, pero está confiado en que Dios lo exaltará, y habrá aún más gozo, porque compartimos en su gloria: Al contrario, alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también sea inmensa su alegría cuando se revele la gloria de Cristo (4:13).
Exhortaciones a los ancianos
A los ancianos que están entre ustedes, yo, que soy anciano como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe con ellos de la gloria que se ha de revelar, les ruego esto: cuiden como pastores el rebaño de Dios que está a su cargo, no por obligación ni por ambición de dinero, sino con afán de servir, como Dios quiere. No sean tiranos con los que están a su cuidado, sino sean ejemplos para el rebaño. Así, cuando aparezca el Pastor supremo, ustedes recibirán la inmarcesible corona de gloria (1 Pedro 5:1-4).
Los ancianos deben ofrecer un ejemplo a los jóvenes. Un joven puede discernir fácilmente si alguien se enaltece y llama la atención a sí mismo. Puede ser más sutil en un anciano, pero también es fácil para el anciano engañarse a sí mismo y pensar que ya no está sujeto al pecado del orgullo. Puede ser muy capaz de hacer que la jactancia y exaltarse a sí mismo parezca espiritual. Un líder debe practicar estas exhortaciones para humillarse:
- Mantén el corazón de un pastor. Cuida al rebaño que Dios te ha encargado. No es tuyo, sino el rebaño de Dios, y tú tienes que rendirle cuentas a Él por tu cuidado de ello.
- Mantén el corazón de un siervo. Hazlo de buena voluntad, no por obligación ni para impresionar a otros. Anhela serviral pueblo de Dios. Aunque no tengas la emoción, el gozo y la energía de la juventud, servir te ayuda a mantener un espíritu humilde.
- Lucha contra la ambición del dinero. El deseo por seguridad en las finanzas puede ser mayor para un anciano, pero tenemos que depender del Señor y nunca usar a la gente a nuestro cargo para obtener ganancias personales.
- No seas un tirano ni grosero con quienes están a tu cuidado.
- Sé un buen ejemplo en tu vida diaria. Muchas veces el ejemplo es más importante que las palabras.
Exhortaciones a los jóvenes
Así mismo, jóvenes, sométanse a los ancianos. Revístanse todos de humildad en su trato mutuo, porque
«Dios se opone a los orgullosos,
pero da gracia a los humildes».
Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo. Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes (1 Pedro 5:5-7).
Un joven tiene mucha pasión y energía. Es difícil para un joven humillarse. Un joven, más que nadie, quiere probarse a sí mismo y levantarse. Hay mucha competencia con otros jóvenes: para una mujer, un trabajo, el éxito – incluso una posición en la iglesia. Pedro recuerda muy bien su juventud y las luchas que tenía. Él sabe que no es fácil para un joven someterse a un anciano, pero el mandato del Señor a los jóvenes es: Sométanse a los ancianos. Revístanse de humildad en su trato mutuo. ¿Qué joven quiere ser sumiso a otros? ¿O revestirse de humildad? ¡Quiere revestirse de poder y honor y buena apariencia y las últimas modas! ¡Un joven tiende a la rebelión!
Si un joven puede humillarse y confiar en Dios, Dios puede exaltarlo y hacer maravillas en su vida. No tiene que pasar por muchos años alardeando y exaltándose a sí mismo para luego ser quebrantado por el Señor. Lamentablemente, la mayoría de nosotros somos tercos y lentos para aprender esta lección.
La humildad se manifiesta en la sumisión a otros, y la forma en que se comporta con ellos. Romanos 13 nos enseña que la humildad se manifiesta en sumisión a toda la autoridad establecida por Dios: las leyes del país, la policía, tu jefe y el pastor de tu iglesia. ¿De verdad quieres humillarte? Busca quién tiene la autoridad en cada situación en tu vida y sométete a su autoridad.
¿Se opone Dios a ti?
La razón por la que Pedro nos da esta exhortación está en Proverbios 3:34, “Dios se opone a los orgullosos (soberbios), pero da gracia a los humildes.”
Es un fundamento de cómo Dios funciona. ¿Ves cómo este versículo se relaciona con lo que dijo Jesús?
Dios humillará (se opone) al que se enaltece (al orgulloso), pero da gracia (enaltece) a los humildes (el que se humilla).
Si Dios se opone a ti, Él es tu enemigo. Estás luchando contra Dios. Muchos jóvenes, incluso los cristianos, luchan contra Él, pero no es fácil luchar contra Dios. Tarde o temprano, Dios siempre prevalecerá, y en el proceso tú sufrirás mucho. Es mucho mejor tener a Dios como tu amigo. ¿Sientes que Dios se opone a ti? ¿Puedes estar luchando contra Dios a causa de tu orgullo? Ríndete a Dios, y humíllate. Así recibirás su prometida gracia.
La gracia de Dios es un don. Es su favor inmerecido. No puedes ganar su gracia. Una parte muy importante de humillarse es llegar al punto de confesar “no puedo.” Muchos jóvenes quieren demostrar que “yo puedo:” a sí mismos, a sus novias y al mundo. Pero Dios te dice: “No puedes.” En tu fuerza, sin Dios, no puedes. Es una lección muy difícil para la mayoría de nosotros. Tú quieres ser un buen cristiano y un buen pastor, pero fracasarás una y otra vez hasta que reconozcas que es solo por la gracia de Dios que puedes seguir a Cristo. Todos nosotros fallamos y necesitamos a Dios. Pedro sabe que un joven necesita mucha gracia si él va a seguir a Jesús, pero tiene que humillarse para recibir este don de gracia.
¿Estás experimentando la gracia de Dios en tu vida? ¿Comprendes lo que es la gracia? ¿Muestras gracia a otros? ¿O tienes expectativas de perfección de ellos? Si te humillas ante Dios, hallarás mucha gracia, de parte de Dios, y también de otros.
Hay que humillarse bajo la mano de Dios
El verso 6 dice: “Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo.” En primer lugar tenemos que humillarnos bajo la mano de Dios. Luego, con nuestra confianza en Dios, podemos humillarnos con otras personas, y Dios te exaltará. ¿Cuándo? A su debido tiempo. Confía en Dios que Él sabe el tiempo debido.
Mientras esperas ese tiempo, el verso 7 dice “…. echa toda tu ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de ti.” Muchas veces es debido a la ansiedad que nosotros tratamos de exaltarnos a nosotros mismos:
- Puedes temer que si te humillas, otros van a abusarte.
- Puedes creer que no vas a conseguir un buen trabajo con un buen salario.
- Puedes pensar que esa muchacha no se sentirá atraída por un hombre humilde.
Pero exaltarse es incredulidad. No creemos lo que dijo Jesús. No creemos que Dios nos exaltará. Y así andamos cargados, ansiosos, y aprovechando cada oportunidad para enaltecernos. Humillarse es confiar en Dios con todo. Puedes humillarte sin temor de abusos o pérdida, porque Dios cuidará de ti. Echa toda tu ansiedad sobre Dios. Él es fiel a su palabra. ¡Cuán hermosas son sus promesas! ¡Dios te enaltecerá! ¡Dios te dará gracia! ¡Dios cuidará de ti!
Tú puedes estar harto ya de esta cuestión de humillarte. Ya tienes bastante tiempo esperando que Dios te exalte, y no está sucediendo. Estás empezando a pensar que es hora de exaltarte a ti mismo. Otros te están instando a que lo hagas. Te enfrentas a situaciones que hacen que sea difícil someterte a otros. Te sientes desanimado de la posibilidad de seguir a Cristo. Hay una prueba tras otra. Pues, anímate. ¡Dios sabe lo que Él está haciendo! Es probable que Él esté quitando otra capa del “yo” y dándote más oportunidades de aprender a humillarte a ti mismo. Está tranquilo. Déjalo ir. Relájate. Él quiere que sepas de una manera más profunda que Él es Dios.