Algo que nos roba de la presencia de Dios

 “Yo habito en un lugar santo y sublime, pero también con el contrito y humilde de espíritu, para reanimar el espíritu de los humildes y alentar el corazón de los quebrantados.” Isaías 57:15

¡Qué maravilla! El Dios del universo habita en un lugar increíble; santo y sublime. Varias escrituras nos dan visiones del esplendor del cielo, pero este Dios también descendió en forma de hombre para morar entre nosotros. Todavía quiere habitar entre nosotros, pero no mora en templos ni en palacios. Cuando Jesús vino a este mundo, nació en un pesebre y nunca tenía una casa propia. Ahora Él mora en los corazones de hombres y mujeres como tú y yo, pero Dios no habita en cualquier corazón. Isaías dice que Dios habita con el contrito, humilde, y quebrantado de corazón. Nosotros somos sus templos; templos del Espíritu Santo. Me recuerda de las bienaventuranzas; Jesús dijo que son dichosos los pobres en espíritu, los que lloran, los humildes, y los que tienen hambre y sed de justicia.

Este versículo tiene mucha importancia para nuestro estudio de la humildad. Si quieres experimentar la presencia de Dios, la humildad no es una opción. Esta palabra dice que el corazón contrito, humilde, y quebrantado es el corazón que agrada a Dios. Él está muy cerca de tales personas. Él busca a tales personas. ¿Eres tú una de ellas? ¿Cómo está tu corazón? ¿Cómo está tu templo? ¿Limpio? ¿Puro?

La presencia de Dios toca al espíritu del humilde para reanimarlo, reavivarlo, fortalecerlo, y consolarlo. Y alienta al corazón del quebrantado. Dios está usando el desánimo, la depresión, y las experiencias que quebrantan el corazón para humillarte. Pero entonces, en su gran amor, te alienta, te consuela, y te fortalece. ¡Que hermoso es para el quebrantado de corazón experimentar ese toque del Señor!

HUMILDAD FALSA

¿Es tu corazón un templo limpio y humilde; una morada apropiada para el Señor del universo? Por desgracia, he hablado con muchos cristianos que no están experimentando la presencia sanadora del Señor. Pueden ser quebrantados de corazón y parecer contritos, pero solo Dios sabe si son humildes. Un arrepentimiento genuino es necesario para ser contrito. Es común estar engañado y creerse humilde, cuando de verdad es otra manifestación del orgullo que se llama humildad falsa, y roba al cristiano de la bendición de la presencia de Dios. Un padre de la iglesia primitiva, Chrystosomos, dijo: “Hay un extraño orgullo que se presenta como el estándar de la humildad. Esta falsa humildad es casi en su totalidad el producto de la hipocresía santurrona.”

¿Cuáles son las características de una humildad falsa?

  • Un enfoque en el “yo.” La persona humilde se olvida de sí mismo. Por su propia naturaleza, la humildad no habla de sí misma ni atrae mucha atención a sí misma. Muchas veces la persona humilde no cree que es humilde. Es muy consciente de su pecado y necesidad de Cristo.
  • Humildad falsa es una fachada que puede parecer humilde. La persona habla mucho de su humildad. Pablo dice de tales personas en 2 Timoteo 3:5: Aparentarán ser piadosos, pero su conducta desmentirá el poder de la piedad. ¡Con esa gente ni te metas!(DHH: No tengas nada que ver con esa clase de gente.)
  • Problemas con la autoestima. No tiene un concepto saludable ni una perspectiva clara de sí mismo. En un momento dice que no es nada y no merece nada; al otro momento se vanagloria y anhela la aprobación y alabanza de otras personas. Los que se exaltan muchas veces tienen una autoestima muy baja. La falsa humildad no es atractiva.
  • No experimenta la gracia y la libertad del Espíritu. La falsa humildad para en Romanos 7:24: ¡Soy un pobre miserable! Todavía está bajo la ley, laborando para ser un buen cristiano, y nunca procede a Romanos 7:25: ¡Gracias a Dios soy librado de este cuerpo mortal por medio de Jesucristo nuestro Señor! 
  • Manifiesta una modestia falsa que no puede aceptar cumplidos genuinos de otros. Unos ejemplos:
    • “¡Que buena predica!” “Oh, no era nada. Toda la gloria a Cristo. Es su Palabra.” Pero adentro quiere oír aún más alabanzas.
    • “Qué bonita está esa camisa.” “Oh, es vieja.” Cuando de verdad la compraste el otro día y pagaste bastante. En realidad estás esperando más cumplidos acerca de la camisa.
    • “Eso era un estudio muy bueno.” “Gracias, pero creo que no salió muy bien. Lo hice con mucha prisa.” Cuando de verdad agonizabas horas con el estudio y estabas esperando esos cumplidos.

La persona humilde acepta con gracia un cumplido, pero no los necesita para fortalecer su ego. Puede gozarse en el fruto de sus propios logros, pero también regocijarse con otros que Dios ha bendecido. La humildad falsa manipula a otros para recibir más alabanza. No es honesta ni genuina. Consta de desaprobación de su propia santidad, dones, talentos y logros con el fin de recibir elogios o adulaciones de los demás. La persona verdaderamente humilde sabe quién es, y no tiene que probar nada a nadie. Manifiesta gozo y confianza dados por Dios, que son atractivos a otros. Humildad no significa que debemos derrumbarnos. No confundas la humildad con el auto menosprecio, lo cual es una manera de vivir tímida y buscar excusas.

La verdadera humildad es un realismo informado por la Biblia. Celebra las habilidades genuinas que Dios nos ha dado, y también reconoce nuestras debilidades. Pablo es un buen ejemplo, como escribe en 1 Corintios 15:9-10: Admito que yo soy el más insignificante de los apóstoles y que ni siquiera merezco ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. (Si se para allí sería humildad falsa.) Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia que él me concedió no fue infructuosa. Al contrario, he trabajado con más tesón que todos ellos, aunque no yo sino la gracia de Dios que está conmigo.

Un ejemplo aún mejor, como en toda la vida, es nuestro Señor Jesucristo. Estudia su vida a ver un ejemplo de una autoestima saludable.

Si crees que esta falsa humildad te describe, no te condenes a ti mismo ni te desanimes. Dios está abriendo tus ojos porque te ama y anhela morar en ti. Una parte importante de humillarte y crecer es ser honesto acerca de donde estás. Dios quiere revivirte y darte nuevo ánimo. No es fácil hallar el balance entre humildad y orgullo, pero Dios te mostrará si estás cayendo en una humildad falsa, y te dará las circunstancias necesarias para humillarte.