Estoy terminando este libro durante los Juegos Olímpicos en Rio de Janeiro, que exaltan la capacidad física de muchos atletas. ¡No hay muchas oportunidades para humillarse allí! Pero no es solo en el deporte o el mundo del entretenimiento. Estamos muy lejos de la mente de Jesucristo: “Todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.” Dios tiene una recompensa para ti, y ¡es mucho mejor que una medalla de oro!
Hemos dedicado bastante tiempo al estudio de cómo humillarnos, y ahora vamos a terminar con la promesa: Si tú haces tu parte y te humillas, entonces Dios hará su parte, y te enaltecerá. ¿Cómo? Nuestro ejemplo otra vez es Jesucristo. Él se humilló hasta el extremo, como vimos en Filipenses 2. No hay nadie en este mundo que se humille a sí mismo como Jesucristo se humilló a sí mismo. El verso 9 de ese capítulo dice que por eso, como consecuencia de lo que hizo Jesús voluntariamente:
- Dios lo exaltó hasta lo sumo
- Dios le otorgó el nombre que está sobre todo nombre
- Toda rodilla se doblará ante el nombre de Jesús, en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra
- Toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor (Filipenses 2:9-11)
Me parece que fue una recompensa muy rica, ¿verdad? Se humilló por unos 33 años, sembró esa humildad, para cosechar esta recompensa por toda la eternidad. ¿Qué más quieres? ¿Puedes pensar en otra cosa que el Padre pueda hacer para exaltar a su hijo?
Tu Padre tiene el mismo corazón para ti. Él ya dio lo mejor de sí, su hijo, por tu salvación. No sabemos cuán grande es la recompensa para nosotros, pero parece que la medida en que vamos a ser exaltados depende de cómo nos humillemos en esta vida. Jesús dijo que aquellos que se jactan en esta vida, que se exaltan a sí mismos, ya han recibido toda su recompensa (Mateo 6:2, 5, 16). Aquí hay solo una pequeña parte de lo que la Biblia dice acerca de nuestra recompensa:
- Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman (1 Corintios 2:9).
- Ha hecho de nosotros un reino, sacerdotes al servicio de Dios su Padre (Apocalipsis 1:6).
- Jesús y su Padre hacen su vivienda en nosotros (Juan 14:23).
- Nosotros, los creyentes, vamos a juzgar al mundo (1 Corintios 6:2).
Tenemos la seguridad que vamos a recibir una recompensa cada vez que nos humillamos:
- El que se humilla para dar un vaso de agua a un pequeño no perderá su recompensa (Mateo 10:42).
- El Padre ve cuando te humillas en secreto, y te recompensará (Mateo 6:18).
- Cuando te humillas, dejas tu orgullo y amas a tus enemigos, haciéndoles bien, tendrás una gran recompensa y serás un hijo del Altísimo. (Lucas 6:35)
Gran parte de la recompensa viene después de la muerte, pero también hay una recompensa ahora: Ya tienes todos los privilegios de un hijo del Rey. 1 Pedro 5:6 te promete que Dios te exaltará a su debido tiempo. Confía en Él.
A pesar de toda esta enseñanza bíblica, si todavía quieres exaltarte, y no te humilles a ti mismo, entonces Dios te humillará. Créeme, es mejor humillarte a ti mismo. Recuerda que Cristo es el mejor ejemplo de cómo humillarse, pero si necesitas otro ejemplo bíblico, estudia la vida de Moisés. Números 12:3 dice que él era el hombre más humilde, pero también era un hombre muy capaz, con mucha autoridad. ¡Un hombre humilde puede hacer muchas cosas por el Señor!
Humillarte a ti mismo revela la calidad de tu fe. ¿Puedes esperar ser exaltado en el cielo? ¿O tienes que conseguir todo ahora? ¿Puedes confiar en que Dios cuidará, hasta el extremo que iba Jesús, confiando en que Él estaría bien como un bebé en un sucio establo? ¿Sabes quién eres en Cristo? ¿O aún confías en las cosas de este mundo que te hacen sentir como alguien con valor? No te enfoques demasiado en humillarte a ti mismo; enfócate en Jesús. Mientras lo ames y camines con Él, tu corazón se transformará, y sin siquiera darte cuenta, te sorprenderás por tu sumisión, obediencia y servicio.