Esperanza en tu tormenta Hechos 27

¿Estás pasando por una tormenta? O, aun peor, ¿has sufrido un naufragio? Puede pasar incluso a alguien andando como Jesús anduvo, en el poder del Espíritu, como el apóstol Pablo y su experiencia como prisionero, de viaje para Roma. Me recuerda de muchos reos que me contaron sus experiencias con el transporte de prisioneros en autobús o avión (la cual se llama en EEUU «Con Air»). Terminamos este estudio en los capítulos finales de Hechos con lo que puede ser una película.

Comenzamos el capítulo 27 con Pablo, sus compañeros y otros presos en un barco. El guarda, Julio, era un tipo amable, que permitió a Pablo visitar a sus amigos en el puerto de Sidón. Desde el principio del viaje se encontraron con muchos problemas:

Tuvimos que navegar despacio por varios días y, después de serias dificultades, por fin nos acercamos a Gnido; pero teníamos viento en contra, así que cruzamos a la isla de Creta, navegando al resguardo de la costa de la isla con menos viento, frente al cabo de Salmón. Seguimos por la costa con mucha dificultad y finalmente llegamos a Buenos Puertos, cerca de la ciudad de Lasea. Habíamos perdido bastante tiempo. El clima se ponía cada vez más peligroso para viajar por mar, porque el otoño estaba muy avanzado, y Pablo comentó eso con los oficiales del barco. (NTV)

Todo estaba en contra:

  • La navegación fue lenta
  • A duras penas llegaron
  • El viento los era desfavorable
  • Siguieron con dificultad
  • Se había perdido mucho tiempo
  • Era peligrosa la navegación

¿Suena como tu vida a veces? ¿Te parece que no estás avanzando? ¿Todo lo que haces es con serias dificultades? Sigues adelante, ¿pero con dificultad? ¿Es el viento desfavorable (como los discípulos experimentaron en el lago cuando Jesús vino caminando sobre las aguas)? ¿Has perdido mucho tiempo? ¿Es peligroso tu camino?

Pablo quería ir a Roma y predicar el evangelio. Era un apóstol ungido por Dios, uno de los apóstoles más importantes de toda la historia, pero Dios no le hizo el camino fácil. Hay algunos predicadores hoy que proclaman que si solo tienes fe, no habrá vientos contrarios ni dificultades en el camino, pero la Biblia nos enseña algo diferente. Lee otra vez la vida de Jesús y las experiencias de Pablo en sus viajes misioneros.

En este viaje, como algunos de sus viajes anteriores, tenían que cambiar sus planes a causa de condiciones desfavorables, y llegan a Buenos Puertos. Por fin, ¡algo que suena bueno! Pero no era tan bueno: No era adecuado para invernar. ¿Qué van a hacer? Pues, Dios le da una palabra a Pablo el preso:

10 «Señores, veo que nuestro viaje va a ser desastroso y que va a causar mucho perjuicio tanto para el barco y su carga como para nuestras propias vidas».

Si Dios te da una palabra, aun si eres preso, comparte esa palabra. Hay mucha necesidad de verdaderos profetas que advirtiesen a este mundo del juicio venidero y el desastre por venir si siguen su camino equivocado. Pero hoy, como en aquel entonces, la mayoría no quiere escuchar la palabra de Dios. El centurión daba más crédito al timonel y al dueño del barco, y siguió la decisión de la mayoría, pero muchas veces la mayoría está equivocada. Si Dios te advierte de algún peligro, ¡escúchalo!

El verso 13 dice «creyeron que podían conseguir lo que querían» cuando comenzó a soplar un viento suave del sur. Al contrario de la palabra de Dios, y conforme a la sabiduría del mundo y las apariencias, el mundo cree que puede conseguir lo que quiere, pero es un engaño. Así se puede encontrarse en lugares muy peligrosos, porque no controlamos el clima. El tiempo cambia. Muy pronto vino un viento huracanado, el Nordeste. Mira como Lucas describe lo que pasó:

14El clima cambió abruptamente, y un viento huracanado (llamado «Nororiente») sopló sobre la isla y nos empujó a mar abierto. 15 Los marineros no pudieron girar el barco para hacerle frente al viento, así que se dieron por vencidos y se dejaron llevar por la tormenta.

16 Navegamos al resguardo del lado con menos viento de una pequeña isla llamada Cauda, donde con gran dificultad subimos a bordo el bote salvavidas que era remolcado por el barco. 17 Después los marineros ataron cuerdas alrededor del casco del barco para reforzarlo. Tenían miedo de que el barco fuera llevado a los bancos de arena de Sirte, frente a la costa africana, así que bajaron el ancla flotante para disminuir la velocidad del barco y se dejaron llevar por el viento.

18 El próximo día, como la fuerza del vendaval seguía azotando el barco, la tripulación comenzó a echar la carga por la borda. 19 Luego, al día siguiente, hasta arrojaron al agua parte del equipo del barco. 20 La gran tempestad rugió durante muchos días, ocultó el sol y las estrellas, hasta que al final se perdió toda esperanza.

21 Nadie había comido en mucho tiempo. Finalmente, Pablo reunió a la tripulación y le dijo: «Señores, ustedes debieran haberme escuchado al principio y no haber salido de Creta. Así se hubieran evitado todos estos daños y pérdidas. (NTV)

  • El barco no podía hacerle frente al viento
  • A duras penas pudieron sujetar el bote salvavidas
  • Comenzaron a arrojar la carga por la borda
  • Pasaron muchos días sin que aparecieran ni el sol ni las estrellas
  • La tempestad seguía arreciando
  • Perdieron al fin toda esperanza de salvarse
  • Llevaban mucho tiempo sin comer

No dice lo que hicieron los hermanos durante estos días. Estoy seguro que estaban orando y ayudando a los demás. En esta dura prueba, estoy confiado que ellos, más que nadie, mantenían sus fuerzas y su esperanza. Pero también parece que pasaron unos 14 días (verso 27) sin recibir ninguna palabra del Señor. ¿Sabes cómo es estar en una tormenta tan grande que te parece que vas a morir, y no recibes ninguna respuesta a tus oraciones? Te puede parecer que la tormenta nunca se acabará. Día tras día estás luchando para sobrevivir.

21 Llevábamos ya mucho tiempo sin comer, así que Pablo se puso en medio de todos y dijo: «Señores, debían haber seguido mi consejo y no haber zarpado de Creta; así se habrían ahorrado este perjuicio y esta pérdida. 22 Pero ahora los exhorto a cobrar ánimo, porque ninguno de ustedes perderá la vida; solo se perderá el barco. 23 Anoche se me apareció un ángel del Dios a quien pertenezco y a quien sirvo, 24 y me dijo: “No tengas miedo, Pablo. Tienes que comparecer ante el emperador; y Dios te ha concedido la vida de todos los que navegan contigo”. 25 Así que ¡ánimo, señores! Confío en Dios que sucederá tal y como se me dijo. 26 Sin embargo, tenemos que encallar en alguna isla».

Por fin los marineros están dispuestos a escuchar la palabra de Dios, y Dios mandó un ángel a Pablo. ¡Imagínate ver a un ángel en esa situación! Pablo los dice claramente esas palabras que nadie quiere escuchar: Debían haber seguido mi consejo. Si guardamos la palabra de Dios, podemos evitar mucha pérdida, pero Dios puede redimir incluso esa situación, sobre todo si hay alguien como Pablo abordo.

La primera palabra que el ángel le dio a Pablo fue: No tengas miedo. ¡Incluso Pablo tenía miedo! Es la palabra de Dios para ti en tu tormenta ahora. Hay planes que Dios tiene para ti. Puedas sufrir mucha pérdida en el proceso; aquí van a perder la barca. Hace muchos años aprendí que a Dios no le importa mucho si perdemos dinero y cosas materiales; Él siempre puede darte más dinero. Tu vida vale más que el dinero.

Por fin, después de dos semanas, se hallaron cerca de alguna isla. Los marineros quieren abandonar el barco:

En un intento por escapar del barco, los marineros comenzaron a bajar el bote salvavidas al mar, con el pretexto de que iban a echar algunas anclas desde la proa (30).

Pero Pablo (quien lo recibió por revelación, porque no era marinero) le dice al centurión que si no se quedan en el barco, los demás no podrán salvarse, y esta vez el centurión le escucha. Dios le ha dado autoridad al Pablo el preso. Me recuerda de José y su autoridad en la prisión de Egipto. De la misma manera Dios te dará autoridad en tu prisión o tu trabajo.

33 Estaba a punto de amanecer cuando Pablo animó a todos a tomar alimento: «Hoy hace ya catorce días que ustedes están con la vida en un hilo, y siguen sin probar bocado. 34 Les ruego que coman algo, pues lo necesitan para sobrevivir. Ninguno de ustedes perderá ni un solo cabello de la cabeza». 35 Dicho esto, tomó pan y dio gracias a Dios delante de todos. Luego lo partió y comenzó a comer. 36 Todos se animaron y también comieron. 37 Éramos en total doscientas setenta y seis personas en el barco. 38 Una vez satisfechos, aligeraron el barco echando el trigo al mar.

Pablo era tan confiado que animó a todos a tomar alimento; delante de todos él dio gracias a Dios, tomó pan, y lo partió. ¿No te recuerda de Jesús alimentando a la multitud? Así Dios quiere usarte para animar y bendecir a todos que te rodean. A veces tienes que levantarte y bendecir y partir el pan de vida.

42 Los soldados pensaron matar a los presos para que ninguno escapara a nado. 43 Pero el centurión quería salvarle la vida a Pablo, y les impidió llevar a cabo el plan. Dio orden de que los que pudieran nadar saltaran primero por la borda para llegar a tierra, 44 y de que los demás salieran valiéndose de tablas o de restos del barco. De esta manera todos llegamos sanos y salvos a tierra.

Otra vez más Dios salvó a Pablo. Todavía le queda mucho en el viaje, pero para el momento Pablo y todos en ese barco están bien. Yo pido al Señor que en tu tormenta ahora todos en tu compañía, toda tu familia, lleguen a tierra firme salvos y sanos. Dios nos da tiempos de descanso y bendición antes de entrar en el barco otra vez para encontrar otras tormentas más, pero el deseo de tu Padre es enseñarte en la tormenta que Él tiene todo bajo su control. Cada tormenta es otra oportunidad más para que Dios manifestara su poder. Si siempre hay grande bonanza en tu vida, no necesitas a Dios. Como Jesús dijo a sus discípulos cuando reprendió al viento: ¿Porque tienes tanto miedo? ¿Todavía no tienes fe? (Marcos 4:40) Tu puedes estar en una tormenta ahora, pero Jesús tiene autoridad sobre el mar y el viento, y Él te ha dado esa autoridad a ti también. Esfuérzate y sé valiente.