Rios de agua viva

En Ezequiel 47:1 un hombre (¿o un ángel? ve Ezequiel 40:3) le hizo a Ezequiel volver a la entrada de la casa de Dios. ¿Quieres morar en la casa de Dios?  Sería bonito, pero Dios tiene algo aún mejor para nosotros.  No permanecemos cerrados en la casa; el enfoque de este pasaje es el río que sale de debajo del umbral de la casa. Al principio las aguas son poco profundas, hasta los tobillos de Ezequiel (3).

Le hizo pasar por esas aguas. Agua es agua, ¿verdad? Sí, pero agua puede ser muy peligrosa. Pregunta a los japoneses que sobrevivieron el maremoto de 2011. En Isaías 43:2 las aguas son pruebas: Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán.

¿Es posible que, por temor, permaneces en las aguas pocas profundas?  ¿No confías en la palabra de Dios que Él estará contigo en las aguas profundas?  ¿Estás pasando por unas aguas profundas ahora?  ¡El Señor está a tu lado y no te dejará hundir en esas aguas!  ¡Puede ser que tienes que pasar por las aguas de pruebas para llegar a un lugar de mucha bendición! ¿Has entrado en el fluir del río de vida?

Agua también es la fuente de vida. En Ezequiel el río seguía creciendo, sin ningún tributario, hasta las rodillas y entonces los lomos.  ¡Este no es un río normal! Llegó a ser un río que no se pudo pasar.  Israel ya había experimentado cruzando tal río (el Jordán) cuando entró en la tierra prometida (Josué 3).   Pero Ezequiel ni entró a nadar en este río ni lo cruzó.  El Señor le hizo volver por la ribera del río (6) porque quería mostrarle algo (7): Había muchos árboles frutales. Sus hojas nunca caerán, ni faltará su fruto. Su fruto será para comer y su hoja para medicina (12).

Ezequiel y todos sus oyentes ya conocían muy bien el primer Salmo:

Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado;  antes en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche.  Y será como el árbol plantado junto a arroyos de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.

¡Yo quiero ser uno de esos árboles!  ¿Estás plantado junto a las aguas vivas del Señor? ¿Meditas en la Palabra de Dios?   ¿Estás dando fruto?  Si estás haciendo todo conforme a la voluntad de Dios y todavía no hay fruto, ¿es posible que todavía no es tu tiempo?

Yo quiero también entrar en esas aguas.  Versos 8 y 9 de Ezequiel 47 dicen que:

  • Las aguas sanarán todo lo que toquen.
  • Toda alma que nadare en el agua vivirá.
  • Todo lo que entrare en el rio vivirá.

Un río salía de Edén, al principio de la Biblia (Génesis 2:10).  Un río, y un árbol de la vida, aparecen otra vez al fin de la Biblia, en Apocalipsis 22:1 y 2:   Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.  En el medio de la plaza de ella, y de la una y de la otra parte del río, estaba el árbol de la vida, que lleva doce frutos, dando cada mes su fruto: y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.

En Génesis vemos la primera creación, en Apocalipsis la nueva creación.  Pero la nueva no es física; no sigue las leyes naturales de esta tierra. El templo de Dios ahora es el cuerpo de Jesús, nosotros los creyentes.  El río de vida sale de la iglesia, y crece hasta ser un gran río, trayendo vida a todo el mundo. Los doce arboles representan el pueblo de Dios, un pueblo que tenía doce tribus y entonces doce apóstoles.

En Juan 7:37-39 Jesús dijo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.  El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su corazón. (Y esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él.)

A través del Espíritu Santo estamos ahora saboreando las aguas vivas.  Dios está construyendo un templo santo. Hay unas gotas cayendo a un mundo sediento. Cristo nos invita a beber hasta que un gran río fluya para llevar sanidad y vida. Todavía hay contaminación en el rio, y lamentablemente aun a veces traiga destrucción.  Pero Apocalipsis dice que cuando Cristo viene habrá un templo hermoso, lleno de adoración, y un río de aguas limpias y resplandecientes trayendo sanidad a las naciones.

Comienza con cada creyente.  En Juan 4 Jesús habló de fuentes de agua viva brotando del interior del cristiano.  ¿Cómo está esa fuente en tu vida? ¿Está brotando? ¿O tienes sed?  ¿Has entrado en las aguas profundas?  ¿Eres parte de este templo de Dios?

Hay una canción hermosa por Jesús Adrián Romero:

Cansado del camino, sediento de ti.

Un desierto he cruzado, sin fuerzas he quedado. Vengo a ti.

Luché como soldado y a veces sufrí. Y aunque la lucha he ganado, mi armadura he desgastado.

Vengo a ti.

Sumérgeme en el río de tu Espíritu. Necesito refrescar éste seco corazón sediento de ti.

Esa fuente, ese río, está disponible dondequiera que estés en este instante. Tú puedes vivir en un gran desierto, pero Dios quiere edificar un templo hermoso en esa prisión o esa ciudad violenta.  Y quiere que ríos de agua viva fluyan de ese templo para traer sanidad y vida a tu comunidad. Juan 7 tiene una promesa:  Ven a Jesús, bebe de esa agua viva, y  Él te llenará de nuevo con su Espíritu Santo.  Te edificará juntamente con otras piedras vivas como un templo hermoso, y ríos de agua viva fluirán.