Yo crecí en una iglesia que no permitía a nadie participar en la Santa Cena hasta su confirmación, alrededor de los 13 años. Cuando era niño, estaba celoso de mis padres (y luego de mi hermana mayor), cuando recibieron la comunión. Pensé que era algo muy especial, un momento íntimo con el Señor. Finalmente llegó el día de mi confirmación y primera comunión. Después de tanta expectativa la recibí, y ¡nada! Esa decepción fue el primer paso para que dejara a la iglesia y al Señor.
Por desgracia, esa es la experiencia de muchos cristianos. Reciben la comunión como una obligación, algo que cada iglesia hace de vez en cuando. Pero muchas veces incluso el pastor no parece muy entusiasmado con la Cena; la celebra al final del servicio cuando todos quieren irse, y dice casi nada al respecto. Los que se criaron en la iglesia católica quieren evitar el misterio y la casi idolatría de la misa, con la creencia que el vino realmente se convierte en la sangre de Jesús, y el pan se convierte en su cuerpo. Nosotros creemos que son símbolos (es pan y jugo que tomamos), pero muchos han perdido la creencia de cristianos a lo largo de los siglos de que la Cena es un medio de gracia. Cristo nos ordenó participar en ella; a la mesa se manifiesta su presencia, y recibimos su gracia.
En la primera parte del capítulo 10, Pablo nos advierte de la posibilidad de ser descalificado y perder nuestro premio, citando el ejemplo de Israel. Uno de sus pecados fue la idolatría, y Pablo comienza su enseñanza acerca de la Cena con otra advertencia: Por tanto, mis queridos hermanos, huyan de la idolatría (verso 14). Los que practicaban la idolatría ofrecían comida y bebida a los ídolos, y también celebraban banquetes como parte de su idolatría. Pablo no quiere ninguna confusión entre ellos y la Santa Cena.
El problema de la idolatría
19 ¿Qué quiero decir con esta comparación? ¿Que el sacrificio que los gentiles ofrecen a los ídolos sea algo, o que el ídolo mismo sea algo? 20 No, sino que cuando ellos ofrecen sacrificios, lo hacen para los demonios, no para Dios, y no quiero que ustedes entren en comunión con los demonios.
No ocurre nada con la comida sacrificada a un ídolo, que no es más que madera o hierro (como Pablo ya dijo en 8:4-6). Pero detrás de cada ídolo o religión falsa hay un demonio, y los que participan en sus ceremonias entran en comunión con esos demonios. Hay gran riesgo de ser endemoniado.
21 No pueden beber de la copa del Señor y también de la copa de los demonios; no pueden participar de la mesa del Señor y también de la mesa de los demonios.22 ¿O vamos a provocar a celos al Señor? ¿Somos acaso más fuertes que él?
Aparentemente, algunos creyentes seguían participando en la idolatría (la mesa de los demonios), y también la iglesia (la Santa Cena). No puedes vivir en dos mentes. Dios es un dios celoso, y sería casi blasfemo participar en ambas. Hoy no participamos en una comida (una mesa) de demonios, ¿pero hay otras formas en que participamos en cosas de demonios? ¿En el entretenimiento, por ejemplo? No puedes servir a dos amos. Hay que escoger a Dios y renunciar a los demonios.
18 Consideren al pueblo de Israel como tal: ¿No entran en comunión con el altar los que comen de lo sacrificado?
Aquellos que eran judíos ya entendían el concepto de sacrificios: Entraron en comunión con Dios, quien recibió el sacrificio del altar, y también en comunión con otros que comieron la comida sacrificada.
Lo que aprendemos acerca de la Cena en el capítulo 10
16 Esa copa de bendición por la cual damos gracias, ¿no significa que entramos en comunión con la sangre de Cristo? Ese pan que partimos, ¿no significa que entramos en comunión con el cuerpo de Cristo?
La palabra griega traducida “comunión” o “participación” es koinonia. Para el cristiano, esa palabra habla del compañerismo, o la comunión, que tenemos con el Señor y con otros creyentes. Yodos somos uno en Cristo, y la celebración de la Cena es la cumbre de la expresión de esa comunión. El Nuevo Testamento habla varias veces de la unión que tenemos con Cristo y de Cristo viviendo en nosotros. Estos símbolos de la vida de Jesús (pan y vino) entran en nosotros; son un tipo de alimento espiritual que nos llena y toca todo nuestro ser. Debes esperar a salir de la Cena fortalecido en el Espíritu.
¿Qué significa “entrar en comunión con el cuerpo de Cristo?” Por supuesto, con Cristo mismo, pero también nuestra comunión con otros creyentes: Hay un solo pan del cual todos participamos; por eso, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo (verso 17). Participamos en la Cena como individuos, pero la Cena también celebra nuestra unidad (un tema que Pablo va a desarrollar más en el capítulo 12). La comunión, por su propia naturaleza, debe ser celebrada como una congregación. Pablo habla de “un solo pan;” puede ser apropiado para todos compartan un pan.
Otros problemas con la Cena en la segunda parte del capítulo 11
18 En primer lugar, oigo decir que cuando se reúnen como iglesia hay divisiones entre ustedes, y hasta cierto punto lo creo. 19 Sin duda, tiene que haber grupos sectarios entre ustedes, para que se demuestre quiénes cuentan con la aprobación de Dios.
En lugar de la unidad que la comunión debe demostrar, las divisiones que Pablo ya mencionó se manifestaron también en la Cena. Parece que hubo casi una competencia entre varios grupos, para demostrar contaron con la aprobación de Dios.
20 De hecho, cuando se reúnen, ya no es para comer la Cena del Señor, 21 porque cada uno se adelanta a comer su propia cena, de manera que unos se quedan con hambre mientras otros se emborrachan. 22 ¿Acaso no tienen casas donde comer y beber? ¿O es que menosprecian a la iglesia de Dios y quieren avergonzar a los que no tienen nada? ¿Qué les diré? ¿Voy a elogiarlos por esto? ¡Claro que no!
33 Así que, hermanos míos, cuando se reúnan para comer, espérense unos a otros. 34 Si alguno tiene hambre, que coma en su casa, para que las reuniones de ustedes no resulten dignas de condenación.
No es malo tener una comida junto con la Cena; era la costumbre de la iglesia primitiva (“fiestas de amor fraternal”). Pero había desorden en la práctica de la Cena en Corinto:
- No permitieron que algunos (¿los pobres?) comieran la rica comida que otros trajeron, y ellos se quedaron con hambre.
- Otros se emborracharon con mucho vino.
- Algunos comían antes que los otros.
Ellos habían perdido la reverencia y el significado de la Cena. Pablo dice que en esas condiciones sería mejor comer en casa antes del servicio. Estos abusos (como el alimento para los ídolos), pueden sentir ajenos a nosotros, pero yo creo que tampoco nosotros entendemos la importancia de la Cena.
Cómo celebrar la Cena
23 Yo recibí del Señor lo mismo que les transmití a ustedes: Que el Señor Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan, 24 y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este pan es mi cuerpo, que por ustedes entrego; hagan esto en memoria de mí.»
La iglesia recibió las instrucciones y el mandato para la Cena directamente del Señor Jesús. Tomar la Cena a la ligera menosprecia a nuestro Salvador, quien inició la Cena la noche en que fue traicionado, en la intimidad del aposento alto. Tenemos que hacer todo lo necesario para que la Cena no se convierta en nada más que un ritual o un hábito piadoso.
Hacemos la Cena en memoria de Jesús, y todo el enfoque debe estar en nuestro Salvador. La celebración puede incluir una lectura de los evangelios, alabanzas sobre la obra salvadora de Jesús y un tiempo abierto de oración. La Cena nos recuerda que el punto central de nuestra fe es Jesús: su vida, su sacrificio en la cruz y su victoria en la resurrección. Como dice el comentarista Gordon Fee: “Es un recordatorio constante y repetido – así como una experiencia – de la eficacia de esa muerte para nosotros.”
Hoy hablamos tanto sobre los beneficios de Cristo y cómo tener éxito en la vida que podemos perder de vista lo más importante: la cruz, la restauración de nuestra relación con Dios y el perdón de los pecados.
25 De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto, cada vez que beban de ella, en memoria de mí.»
En la Cena Jesús inició el nuevo pacto. Tradicionalmente sellaron un pacto con sangre; en este caso fue la sangre de Jesús. Cuando tomamos la copa, damos gracias por la fidelidad de Jesús a ese pacto, y reafirmamos nuestro compromiso con el pacto.
26 Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga.
En la cena proclamamos la muerte de Jesús a las potestades, a los demonios y al mundo entero; a la vez, soltamos el poder de su sangre derramada. En la Cena miramos para atrás, a la cruz, y al futuro, cuando Cristo venga y todos participemos en las Bodas del Cordero (Mateo 26:29).
27 Por lo tanto, cualquiera que coma el pan o beba de la copa del Señor de manera indigna, será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor.
Espero que la importancia de esta Cena sea clara. Pablo ya ha descrito la «manera indigna:» los abusos de los Corintios, y tomar la Cena a la ligera. Pecar contra el cuerpo y la sangre de Jesús es muy grave. Participar en la Cena de manera indigna (con los abusos que Pablo menciona o cualquier otra cosa que la desprecia) se convierte en culpable. La persona que oficia en la Cena es responsable de ayudar a la congregación a tomar la Cena correctamente; incluso orientar a los nuevos creyentes. Aunque nos acercamos a la mesa con gozo y acción de gracias, también hay que acercarnos con mucha reverencia, aún temor. En el pasado, los líderes de la iglesia tenían la tarea de confirmar que los participantes tenían un buen entendimiento del significado de la Cena.
28 Así que cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa.
31 Si nos examináramos a nosotros mismos, no se nos juzgaría; 32 pero si nos juzga el Señor, nos disciplina para que no seamos condenados con el mundo.
Una parte muy importante de la Cena (que muchas veces pasamos por alto) es un autoexamen. ¿Hay alguien a quien tenemos que perdonar (ver Mateo 5:23-24)? ¿Hay un pecado que confesar, o arrepentimiento necesario? Aunque puede ser incómodo, cuando se abre así a la obra del Espíritu Santo y la disciplina y corrección del Señor, Dios puede obrar en nuestras vidas. Si no pasamos por este proceso, podemos ser condenados con el mundo.
29 Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condena. 30 Por eso hay entre ustedes muchos débiles y enfermos, e incluso varios han muerto.
Es posible traer condenación sobre ti mismo si no tomas la cena correctamente. Otra vez, es la responsabilidad del líder ayudar a la gente a “discernir el cuerpo.” ¿Qué significa eso? Algunos dicen que es la iglesia (el cuerpo de Cristo), ya que Pablo ya habló sobre los problemas en la unidad de los corintios y su práctica de la cena, y en el capítulo 12 habla más sobre ese cuerpo. O puede ser tomar la Cena sin discernir el significado del sacrificio del cuerpo de Jesús. La Cena es tan importante y poderosa, que tomarla de manera incorrecta puede provocar debilidad, enfermedad y aún la muerte.
Debido a estas precauciones, algunos pueden creer que no son dignos y no quieren participar en la Cena. Pero nadie es digno, y no tomar la Cena es desobedecer el mandato de Jesús. Anima a la iglesia a que la Cena sea la oportunidad de examinarse, arrepentirse, arreglar lo que tienen que arreglar, y luego con mucho gozo y gratitud al Señor recibir la comunión.
Para terminar la Cena es bueno ministrar a los hermanos en oración, darles a todos la oportunidad hacer una oración de petición o gratitud, o adorar al Señor en canción. Jesús está muy presente en ese momento, y muchas veces el Señor ministra sanidad o liberación en esa atmósfera.
¿No crees que Cristo merece lo mejor para su Cena? Cada parte debe ser dirigida por el Espíritu, y no simplemente seguir la misma rutina. Debemos dedicar mucha oración para prepararnos, con mucha expectativa de un encuentro sobrenatural con el Señor. Yo creo que estamos en gran peligro de tomar la Cena en una “manera indigna.” Mi oración por ti es que la Cena sea un tiempo rico de comunión con Cristo y su iglesia.