1 Corintios 12: Ustedes son el cuerpo de Jesús

Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo (27).

Pablo usa esta frase asombrosa para resumir una de las enseñanzas más ricas en la Biblia acerca de la iglesia. La iglesia no es un club social o una organización religiosa.  No es opcional para el creyente; cuando tú aceptas a Jesús, ya eres miembro de su cuerpo.  Nuestra fe consiste de una relación con Dios y con otros creyentes; es difícil ser un verdadero cristiano y practicar tu fe solo.  Cristo ya no está caminando en esta tierra, pero su cuerpo está muy presente.  Milagrosamente, hay millones de cuerpos de Jesús en todas partes del mundo. Si están funcionando conforme al plan de Dios, con cada miembro en su lugar y manifestando sus dones espirituales, cada iglesia tiene la capacidad de ministrar como Jesús ministró.

12 De hecho, aunque el cuerpo es uno solo, tiene muchos miembros, y todos los miembros, no obstante ser muchos, forman un solo cuerpo. Así sucede con Cristo. 13 Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo —ya seamos judíos o gentiles, esclavos o libres—, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.

Para demostrar la diversidad y la unidad de la iglesia, Dios utiliza algo que cada persona conoce íntimamente: el cuerpo humano.  Si el cuerpo va a funcionar, cada miembro tiene que cumplir su tarea y cooperar con los demás miembros. Habría caos si no obedecieran a la cabeza (el cerebro), o (en el caso de la iglesia), a Jesucristo. La sangre de Jesús fluye espiritualmente por todo su cuerpo, purificándolo y aportando nutrientes a sus miembros.

Unidad en el cuerpo

La unidad fluye de nuestra experiencia común del Espíritu Santo en bautismo (en el Espíritu, en agua, o en ambos), y bebiendo de su plenitud. El Espíritu es como el agua (la fuerza vital esencial).  El cuerpo no funciona si no todos están bebiendo del Espíritu.

  • Hay una igualdad absoluta en este cuerpo.  No hay diferencia  entre blanco y negro, rico y pobre, poderoso y humilde.  El Espíritu destruye todas esas divisiones en el vínculo de amor. Todo prejuicio es un pecado que destruye la iglesia y lastima a su Señor.
  • Esta unidad es tan importante que Pablo lo repite dos veces más:
    • Ahora bien, el cuerpo no consta de un solo miembro sino de muchos (14).
    • Lo cierto es que hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo (20).
  • Hay expresiones de ese cuerpo a nivel local (una congregación), y también a nivel mundial (todos los creyentes en la iglesia universal).

Jesús suplicó a su Padre en Juan 17 por la unidad de la iglesia, y creo que su oración es muy eficaz.  Pero es obvio que una estrategia clave de Satanás es dividir a la iglesia.  Tenemos que cuidarnos y hacer todo lo posible para mantener su unidad.

15 Si el pie dijera: «Como no soy mano, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser parte del cuerpo. 16 Y, si la oreja dijera: «Como no soy ojo, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser parte del cuerpo. 17 Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿qué sería del oído? Si todo el cuerpo fuera oído, ¿qué sería del olfato? 18 En realidad, Dios colocó cada miembro del cuerpo como mejor le pareció. 19 Si todos ellos fueran un solo miembro, ¿qué sería del cuerpo?

Así como tu pie no puede decidir separarse de tu cuerpo porque está cansado de ser pisado todo el tiempo, no es posible que decidamos que ya no queremos ser parte del Cuerpo de Jesús.  La rebelión no es permitida. ¿Alguna vez has visto uno de esos programas sobre la función de nuestros cuerpos? ¡La complejidad es absolutamente increíble! No entiendo cómo alguien podría pensar que simplemente sucedió o evolucionó: “En Él vivimos, nos movemos y existimos” (Hechos 17:28). Es un milagro de Dios que algo tan complejo puede funcionar más o menos sin problemas durante unos ochenta años. La iglesia, el Cuerpo de Jesús, es igualmente compleja, e igualmente dependiente de Dios para funcionar.

¡Necesitamos a cada miembro!

Desafortunadamente, todas las manos tienden a congregarse en un lugar, todos los pies en otro lugar, etc. Resulta en un cuerpo  disfuncional y deformado. Al contrario de lo que Pablo dice aquí, esas manos a menudo creen que son superiores a los pies y no los necesitan, por lo que terminamos siendo un hombre cojo que no puede caminar, y ciertamente no refleja la presencia gloriosa de Jesús en el mundo. Tenemos que aceptar todos los dones y todas las expresiones del cuerpo, y discernir dónde Dios quiere colocar a los miembros. No nos corresponde a nosotros cuestionar dónde estamos colocados; Dios sabe mejor que nosotros cómo edificar su cuerpo.

21 El ojo no puede decirle a la mano: «No te necesito». Ni puede la cabeza decirles a los pies: «No los necesito». 22 Al contrario, los miembros del cuerpo que parecen más débiles son indispensables, 23 y a los que nos parecen menos honrosos los tratamos con honra especial. Y se les trata con especial modestia a los miembros que nos parecen menos presentables, 24 mientras que los más presentables no requieren trato especial. Así Dios ha dispuesto los miembros de nuestro cuerpo, dando mayor honra a los que menos tenían, 25 a fin de que no haya división en el cuerpo, sino que sus miembros se preocupen por igual unos por otros.

Esto es de sentido común, pero lamentablemente muchos cristianos no comprenden la importancia de esta enseñanza tan sencilla.  Si tú has lastimado un pie, sabes cómo puede impactar toda tu vida.  Cada función de cada miembro del cuerpo es importante.  No se puede decir que uno es más importante que el otro.  Existe una coordinación maravillosa entre los miembros del cuerpo, pero si empiezan a pelear entre sí, el cuerpo no puede funcionar. ¿Has oído hablar de enfermedades autoinmunes, donde las defensas del cuerpo atacan al mismo cuerpo?  ¡Qué lástima que aflija también al Cuerpo de Jesús!

Los miembros tienen que preocuparse mutuamente por igual, reconociendo el valor único de cada uno. Si permitimos que Dios organice a los miembros en el cuerpo como Él quiere, mantendremos nuestra unidad.

Dios se deleita en hacer cosas contrarias a nuestras expectativas, dando mayor honor a los miembros que el mundo no estima. En Jesús, el miembro más débil es indispensable.  Nunca debe haber competencia entre los miembros del cuerpo. En el cuerpo humano tratamos las partes más íntimas con gran cuidado; así que en el cuerpo de Jesús tratamos a los miembros que no parecen tan presentables con un honor especial.

26 Si uno de los miembros sufre, los demás comparten su sufrimiento; y, si uno de ellos recibe honor, los demás se alegran con él.

Para compartir el sufrimiento o la alegría de otros, tenemos que saber lo que está sucediendo en sus vidas.  En tu cuerpo, si te duele el pie, todo el cuerpo lo sabe.  En la iglesia, nadie debe sufrir aislado. Tenemos que compartir verdaderamente el sufrimiento de otros y, aunque puede ser difícil si atraviesas muchas tribulaciones, también tienes que alegrarte con el miembro que recibe honor.  No lo envidies.

Al nivel mundial, si el cuerpo de Jesús está sufriendo en otro país, debemos compartir su sufrimiento.  Aquí también necesitamos saber lo que está pasando.  Si hay cristianos en otros países que sufren, sería un pecado ignorarlo y vivir como si todo estuviera bien.

¿Cómo está tu experiencia en la iglesia?

Esta es una enseñanza tan simple y básica, pero tan importante. En más de 40 años que he estado sirviendo al Señor, rara vez he experimentado una iglesia que funciona como el Cuerpo de este capítulo.  ¿Por qué? ¿Por qué nos parece tan difícil poner en práctica el plan sencillo que Cristo tiene para su iglesia?   ¿Es porque Satanás sabe el poder de un cuerpo sano?

El capítulo termina con estas palabras que presentan el siguiente: Ahora les voy a mostrar un camino más excelente (31).  Esta enseñanza acerca de los dones y el cuerpo de Jesucristo es maravillosa, pero hay algo aún mejor; algo esencial para que el cuerpo funcione bien.