Aniquilación significa “reducción a la nada, destrucción o ruina de algo o de alguien.” En la teología, refiere a Dios completamente aniquilando, destruyendo, a los incrédulos para que ya no existen más.
Al principio parece una doctrina atractiva. ¿De verdad merecen los impíos sufrir eternamente? Muchos creen que un Dios de amor no permitiría un castigo eterno. ¿Y cómo se puede disfrutar de las bendiciones del cielo con el conocimiento que seres queridos están sufriendo un tormento eterno? ¡Y tal vez aun viendo a ellos! (ve Lucas 16:22-26) Así que algunos proponen que los salvos tendrán vida eterna y bendecida, más los impíos simplemente serán aniquilados. Dicen que es la consecuencia natural del pecado, el cual es auto-destructivo.
Aunque puede ser difícil para el hombre moderno aceptar el concepto de un castigo eterno en el infierno, vamos a ver que la Biblia lo enseña, y cristianos a través de los siglos lo han creído (algunas sectas, como los Adventistas del Séptimo Día y los Testigos de Jehová, enseñan aniquilación).
Para evaluar cualquier doctrina tenemos que estudiar la Biblia cuidadosamente, y no depender de lo que tiene lógica para la mente del siglo 21. Aquí hay algunos versículos utilizados para apoyar aniquilación:
- Malaquías 4:1-3: »Miren, ya viene el día, ardiente como un horno. Todos los soberbios y todos los malvados serán como paja, y aquel día les prenderá fuego hasta dejarlos sin raíz ni rama —dice el Señor Todopoderoso—. Pero para ustedes que temen mi nombre, se levantará el sol de justicia trayendo en sus rayos salud. Y ustedes saldrán saltando como becerros recién alimentados. El día que yo actúe ustedes pisotearán a los malvados, y bajo sus pies quedarán hechos polvo —dice el Señor Todopoderoso—. Como siempre, no se puede construir una doctrina de un solo versículo. Se tiene que interpretar la escritura en la luz de toda la Biblia.
- Mateo 10:28: No teman a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma. Teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno. Dicen que si matan el alma, la persona ya no existe más, pero aquí Jesús habla de la profundidad del castigo, que va más allá de muerte física.
- Juan 3:16: Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Como vamos a ver, perderse, o perecer, no significa que una persona ya no existe.
- Juan 6:51: Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Este pan es mi carne, que daré para que el mundo viva. Dicen que son solamente los que comen el pan, los que conocen a Jesús, que vivirán para siempre. Pero es un argumento del silencio.
- A veces reclaman que 1 Corintios 15 enseña que solamente los creyentes se levantarán con cuerpos inmortales que nunca perecerán. Claro que eso es el enfoque del capítulo, pero nunca dice que los demás no se levantarán. El énfasis es que la muerte no es el fin; el alma es inmortal.
- 2 Pedro 2:6: Además, condenó a las ciudades de Sodoma y Gomorra, y las redujo a cenizas, poniéndolas como escarmiento para los impíos. ¿Destruirá Dios a los impíos como destruyó a Sodoma? ¿O son un ejemplo del juicio severo que espera a los que perseveran en sus pecados?
- Apocalipsis 20:14-15: La muerte y el infierno fueron arrojados al lago de fuego. Este lago de fuego es la muerte segunda. Aquel cuyo nombre no estaba escrito en el libro de la vida era arrojado al lago de fuego. Supuestamente los que son arrojados al lago son destruidos, pero demasiadas escrituras hablan de un fuego eternal que nunca se apaga.
Los que predican aniquilación ponen mucho énfasis en la palabra “destruir.” Pero si estudiamos con cuidado el uso de la palabra en la Biblia vamos a ver que “destruir” no significa “aniquilar.” Por ejemplo, en Juan 2:19 Jesús dice: Destruyan este templo, y lo levantaré de nuevo en tres días. Jesús habla de su muerte; su alma no fue destruida. Se levantó, nunca a morir otra vez.
La Biblia frecuentemente usa “eterno” para describir el castigo de los malignos:
- Isaías 66:24: Entonces saldrán y contemplarán los cadáveres de los que se rebelaron contra mí. »Porque no morirá el gusano que los devora, ni se apagará el fuego que los consume: ¡repulsivos serán a toda la humanidad!»
- Jeremías 23:40: “Y los afligiré con un oprobio eterno, con una humillación eterna que jamás será olvidada.”
- Jeremías 25:9: “Los traeré contra este país, contra sus habitantes y contra todas las naciones vecinas, y los destruiré por completo: ¡los convertiré en objeto de horror, de burla y de eterna desolación! —afirma el Señor—. ¡Aquí se usa las palabras “destruir” y “eterna” en la misma frase!
- Daniel 12:2: Y del polvo de la tierra se levantarán las multitudes de los que duermen, algunos de ellos para vivir por siempre, pero otros para quedar en la vergüenza y en la confusión perpetuas.
- Mateo 18:8: Si tu mano o tu pie te hace pecar, córtatelo y arrójalo. Más te vale entrar en la vida manco o cojo que ser arrojado al fuego eterno con tus dos manos y tus dos pies.
- Mateo 22:13: «Átenlo de pies y manos, y échenlo afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes.» Varias veces Jesús usaba estas palabras. ¡Es difícil llorar o rechinar los dientes si ya no existes!
- Mateo 25:41: Luego dirá a los que estén a su izquierda: «Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.”
- Marcos 9:46–48: Y si tu pie te hace pecar, córtatelo. Más te vale entrar en la vida cojo, que ser arrojado con los dos pies al infierno. Y si tu ojo te hace pecar, sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser arrojado con los dos ojos al infierno, donde «su gusano no muere, y el fuego no se apaga.»
- 2 Tesalonicenses 1:9: Ellos sufrirán el castigo de la destrucción eterna, lejos de la presencia del Señor y de la majestad de su poder.
- Apocalipsis 14:11: El humo de ese tormento sube por los siglos de los siglos. No habrá descanso ni de día ni de noche para el que adore a la bestia y su imagen, ni para quien se deje poner la marca de su nombre.
- Apocalipsis 20:10: El diablo, que los había engañado, será arrojado al lago de fuego y azufre, donde también habrán sido arrojados la bestia y el falso profeta. Allí serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
Dios no manda a nadie al infierno. No es su voluntad que nadie perece (2 Pedro 3:9). El escritor inglés C. S. Lewis dijo que el pecado es el hombre diciendo a Dios toda su vida: “Vete y déjame en paz”. El infierno es Dios diciendo al hombre: “Tu puedes tener tu deseo.”
La Biblia claramente enseña un castigo eterno en el infierno. Esa realidad debe motivarnos a compartir la esperanza de vida eterna con las multitudes alrededor de nosotros que están de camino para ese infierno. Pero no uses el infierno como un arma para atemorizar o condenar a la gente. Jesús no vino a condenar sino a salvar a los perdidos. Qué sigamos su ejemplo.