1 Corintios 16:1-4: Ofrendas

¡Llegamos al final de esta tremenda carta de Pablo a los corintios!  ¡Y aún hay otra carta más que él mandó a ellos! (Este siervo escribió un libro sobre 2 Corintios también.) Parece que hay otra carta más, ya perdida.  ¡Ahora es nuestra responsabilidad poner la rica enseñanza de esta carta en práctica!

Como todos los escritores que terminan una carta, Pablo quiere tocar a unas cosas de interés personal.  Primero, la colección para los hermanos judíos en Jerusalén.  Ellos eran pobres; posiblemente todavía estaban sufriendo persecución.  Sabemos que algunos judíos (incluso los cristianos) todavía tenían prejuicios contra los gentiles, por lo que sería impresionante para los cristianos gentiles ayudar a sus hermanos judíos. Este es un buen ejemplo para nosotros: ayudar a hermanos de otra raza o cultura.  Esto sigue el modelo de Hechos, de los ricos compartiendo con los pobres, para que haya igualdad entre los cristianos de todo el mundo.  Lamentablemente, no es así hoy.  Aunque los hermanos del país más rico (EE.UU.) ayudan a otros, aún mantienen un estilo de vida radicalmente más próspero.

Aquí Pablo nos da algunas normas para esa colección:

1En cuanto a la colecta para los creyentes, sigan las instrucciones que di a las iglesias de Galacia. El primer día de la semana, cada uno de ustedes aparte y guarde algún dinero conforme a sus ingresos, para que no se tengan que hacer colectas cuando yo vaya. Luego, cuando llegue, daré cartas de presentación a los que ustedes hayan aprobado y los enviaré a Jerusalén con los donativos que hayan recogido. Si conviene que yo también vaya, iremos juntos.

  • Alguien fuera de la iglesia, pero con autoridad en ella (como un apóstol), conoce sus necesidades y las comparte con todas las iglesias, junto con instrucciones para asegurar la integridad de la colección.
  • Aunque Pablo no obligó a nadie a donar, su expectativa era la participación de todos.
  • Pablo cree que sería mejor separar algo de dinero semanalmente, el primer día de la semana, posiblemente en un culto de adoración.   Esto le da a cada persona la oportunidad de reflexionar, orar y seguir su propia conciencia.  Pablo no quiere que esperen hasta un gran culto cuando él venga, para obligar a los hermanos  a dar una gran ofrenda.  Pablo quiere dedicar su tiempo con ellos para edificar la iglesia, no perder el tiempo rogando a la gente que ofrende. (Yo he estado en servicios cuando alguien viene a ministrar y dedica más tiempo a la ofrenda que a  predicar.) Es responsabilidad de cada persona (o familia) separar y ahorrar su dinero y entregarlo a Pablo cuando venga.
  • Deben ofrendar conforme a sus ingresos (RVR: según haya prosperado). Lamentablemente, muchas veces los más pobres dan proporcionalmente más que los ricos.  Si Dios te ha prosperado, es tu responsabilidad compartir esa bendición con otros.
  • No simplemente mandan el dinero o hacen una transferencia, impersonalmente.  La misma iglesia escoge a algunos para llevar el dinero a Jerusalén, un viaje muy difícil en ese entonces.  Esto garantiza que ni Pablo (en este caso), ni ninguna organización, puedan quitar nada de la colección. También sirve para edificar un puente entre las dos iglesias.  Pablo sigue a cargo con del asunto; él dará cartas de presentación, y si es posible, los acompañará.

Cuando nos metemos en asuntos de dinero, hay muchas oportunidades para el abuso.  Es algo muy serio robar a hermanos en Cristo, ya sean aquellos que ofrendan o los que reciben.  Ten cuidado con tu dinero; entrégalo solo a alguien de confianza. En tu iglesia pon salvaguardas para garantizar la integridad del asunto.  Por ejemplo, cada iglesia debe compartir abiertamente sus ingresos y cómo los usa, ya sea para el salario del pastor, el templo o misiones.  Todos los que donan a esa iglesia tienen el derecho de saber lo que está sucediendo con su dinero.

¡Qué gran privilegio es ayudar a otros creyentes!  Que Dios te prospere y te dé sabiduría sobre cómo compartir ese dinero.