DOS CLAVES MÁS PARA UN AVIVAMIENTO Nehemías 9

Bajo el liderazgo de Nehemías, hubo un avivamiento en Jerusalén. Comenzó con la Palabra, la adoración, y  el compromiso de los padres para alinear a sus familias con la voluntad de Dios. Todo eso es genial.  Sirve de fundamento.  Pero para durar, un avivamiento necesita algo más. Cuando el Espíritu de Dios se mueve, vemos la santidad de Dios y nuestro pecado con nueva claridad.  Tenemos que humillarnos, confesar nuestro pecado, y dejarlo. Necesitamos un arrepentimiento genuino.

1El día veinticuatro de ese mes los israelitas se reunieron para ayunar, se vistieron de luto y se echaron ceniza sobre la cabeza. Habiéndose separado de los extranjeros, confesaron públicamente sus propios pecados y la maldad de sus antepasados, y asumieron así su responsabilidad.

Quinta clave para un avivamiento: La confesión y el arrepentimiento

Después de 24 días buscando al Señor, están listos para algo más.  ¿Cuáles son los elementos de un arrepentimiento genuino?

Humillarse. ¿Cuándo fue la última vez que ayunaste?  Nuestra carne lo resiste.  Ya vimos en el capítulo ocho que Dios quería que disfrutasen de la mejor comida.  Pero también hay que aprender a negarte a ti mismo y crucificar la carne y sus deseos.  El ayuno no obliga a Dios ni gana su favor, sino que le demuestra a Dios tu seriedad y sinceridad.  Te da la oportunidad de examinarte y reflexionar.  Todo es más claro en un ayuno. También era costumbre de los judíos vestirse de luto y echar ceniza sobre la cabeza como un signo de humillación y luto.  ¿Qué más puedes hacer hoy en día para demostrar un corazón quebrantado?

Santificarse.  No es de moda en la iglesia hablar de santificación, y mucho menos practicarla.  Todo es prosperidad y disfrutar las cosas del mundo, pero Dios dice que la amistad con el mundo es enemistad con Dios (Santiago 4:4).  Los judíos se separaron de los extranjeros.  Hay cosas que tenemos que dejar si vamos a tener un avivamiento.  No es para decir que todas esas cosas son pecaminosas.  Con moderación pueden estar bien, pero cuando buscamos a Dios con todo nuestro corazón, vamos a apagar la televisión, la computadora y todas las distracciones del mundo.

Confesión.

Confesar tus propios pecados en público.  Muchos creen que es mejor confesar solo a Dios; que la confesión es para los católicos, cuando confiesan a un sacerdote. Pero Santiago 5:16 dice: confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados. Una característica de los avivamientos a través de los siglos es la confesión pública del pecado. Cuando alguien confiesa su pecado, motiva a otros a confesarlo también.  Hay una libertad en confesar pecado. En un avivamiento ya no estamos preocupados con las apariencias, sino que queremos a Dios y su plenitud.  Odiamos nuestro pecado y queremos dejarlo.  Pero ten cuidado. Cuando confesamos en público, no es necesario dar muchos detalles del pecado, ni nombrar a otras personas. Tenemos que evitar la tendencia a glorificar el pecado.

Confesar los pecados de la iglesia, el país y tus antepasados. Como sacerdote, tú intercedes por la misericordia de Dios, que Él perdonara los pecados del pueblo. Muestra un cambio importante de actitud; ya no estamos juzgándolos por su pecado, sino estamos quebrantados de corazón. Reconocemos que somos parte de esa familia, esa iglesia y ese país; su pecado, en parte, es nuestro también. Nos identificamos con ellos.

Asumir la responsabilidad de nuestro pecado y nuestros fracasos.  Desde Adán hasta nosotros, somos expertos en culpar a otros; somos “víctimas.”  En el verdadero arrepentimiento, aceptamos la responsabilidad por nuestras decisiones y acciones, y sus consecuencias.

3Durante tres horas leyeron el libro de la ley del Señor su Dios, y en las tres horas siguientes le confesaron sus pecados y lo adoraron.

Durante siete días, todos los días, todo el pueblo pasó tres horas leyendo la Biblia, y luego tres horas respondiendo a la Palabra en confesión y adoración.   Impresionante, ¿verdad?  De esa manera la Palabra puede realmente tocar sus corazones. ¿Cuántos tienen tanta hambre que dedicarían seis horas al día a buscar al Señor?

Luego los levitas Jesúa, Baní, Cadmiel, Sebanías, Buní, Serebías, Baní y Quenaní subieron a la plataforma y en alta voz invocaron al Señor su Dios. Y los levitas Jesúa, Cadmiel, Baní, Jasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías y Petaías clamaron:

¡Levántate y alaba al Señor!

Esta es una de las oraciones más hermosas de la Biblia.  Dieciséis hombres participaron en esta invocación y oración, en alta voz.  Es una linda historia de los hechos de Dios para el pueblo de Israel.  Es bueno leerla para recordarnos esa historia.  Muchas oraciones bíblicas cuentan lo que Dios ha hecho, no porque Él no lo sepa, sino porque sirve como un fundamento para nuestras peticiones y nos da una perspectiva más amplia.  No voy a incluir toda la oración aquí, pero léela, y órala. Comienza con una invitación a toda la congregación para participar en esta alabanza:

5«¡Vamos, bendigan al Señor su Dios
desde ahora y para siempre!
¡Bendito seas, Señor!
¡Sea exaltado tu glorioso nombre,
que está por encima de toda bendición y alabanza!

6»¡Sólo tú eres el Señor!
Tú has hecho los cielos,
y los cielos de los cielos
con todas sus estrellas.
Tú le das vida a todo lo creado:
la tierra y el mar
con todo lo que hay en ellos.
¡Por eso te adoran los ejércitos del cielo!

Después de humillarse, ya es tiempo de alabar al Señor. Me gusta el concepto que tenían de los ejércitos del cielo que adoraban a Dios por su creación.  Y tú, estando en la naturaleza y viendo las maravillas de Dios ¿te mueve a adorarle?

15  »Saciaste su hambre con pan del cielo;
calmaste su sed con agua de la roca.
Les diste posesión de la tierra
que bajo juramento les habías prometido.
16 Pero ellos y nuestros padres fueron altivos;
no quisieron obedecer tus mandamientos.
17 Se negaron a escucharte;
no se acordaron de las maravillas
que hiciste por ellos.
Fue tanta su terquedad y rebeldía
que hasta se nombraron un jefe
para que los hiciera volver
a la esclavitud de Egipto.
Pero tú no los abandonaste
porque eres Dios perdonador,
clemente y compasivo,
lento para la ira y grande en amor.

26 »Pero fueron desobedientes:
se rebelaron contra ti,
rechazaron tu ley,
mataron a tus profetas
que los convocaban a volverse a ti;
¡te ofendieron mucho!
27 Por eso los entregaste a sus enemigos,
y éstos los oprimieron.
En tiempo de angustia clamaron a ti,
y desde el cielo los escuchaste;
por tu inmensa compasión les enviaste salvadores
para que los liberaran de sus enemigos.
28 Pero en cuanto eran liberados,
volvían a hacer lo que te ofende;
tú los entregabas a sus enemigos,
y ellos los dominaban.
De nuevo clamaban a ti,
y desde el cielo los escuchabas.
¡Por tu inmensa compasión
muchas veces los libraste!

Dios los bendijo con prosperidad, pero lamentablemente esas cosas no mantienen nuestros corazones cerca del Señor.  En lugar de agradecerle y servirle, ellos respondieron con:

  • Desobediencia
  • Rebelión
  • Rechazo de su Palabra
  • Matar a sus profetas
  • Ofender de muchas maneras al Señor

Dios se ve obligado a responder a esa rebelión, y son entregados a sus enemigos y oprimidos por ellos. Muchos solo claman al Señor en su angustia, y Dios, en su gran misericordia, nos escucha, nos envía salvadores y nos libera.  ¿Pero conduce al arrepentimiento genuino?  Aquí, como en muchos casos, una vez libres de su dolor, volvieron a hacer lo mismo.  Luego, nuevamente, están dominados por sus enemigos, y otra vez claman a Dios, y nuevamente Él los libra.  Y así va por muchos años.  Por desgracia, es la experiencia de muchos cristianos también. Si es tuya, Dios quiere librarte de ese ciclo vicioso.

29 Les advertiste que volvieran a tu ley,
pero ellos actuaron con soberbia
y no obedecieron tus mandamientos.
Pecaron contra tus normas,
que dan vida a quien las obedece.
En su rebeldía, te rechazaron;
fueron tercos y no quisieron escuchar.

30 »Por años les tuviste paciencia;
con tu Espíritu los amonestaste
por medio de tus profetas,
pero ellos no quisieron escuchar.
Por eso los dejaste caer en manos
de los pueblos de esa tierra.
31 Sin embargo, es tal tu compasión
que no los destruiste ni abandonaste,
porque eres Dios clemente y compasivo.

Cuando caemos en pecado, Dios nos envía profetas y pastores para advertirnos y amonestarnos a través de su Espíritu. Él tiene mucha paciencia, por lo que podemos pasar muchos años en nuestra rebelión y creer que hemos escapado al juicio de Dios. Si nos arrepentimos, Dios es misericordioso.  Pero Israel no se había arrepentido. En lugar de tener corazones tiernos en respuesta al amor y la misericordia de Dios, como muchos de nosotros, ellos respondieron con:

  • Soberbia
  • Desobediencia, pecando contra sus normas
  • Rechazando a Dios, no escuchándolo
  • Terquedad

Otra vez caen en manos de sus enemigos, pero aun en ese juicio, Dios sigue siendo compasivo y clemente.  No te abandona ni te destruye; todavía quiere restaurarte.

32 »Y ahora, Dios nuestro,
Dios grande, temible y poderoso,
que cumples el pacto y eres fiel,
no tengas en poco los sufrimientos
que han padecido nuestros reyes,
gobernantes, sacerdotes y profetas,
nuestros padres y todo tu pueblo,
desde los reyes de Asiria hasta hoy.
33 Tú has sido justo en todo
lo que nos ha sucedido,
porque actúas con fidelidad.
Nosotros, en cambio, actuamos con maldad.
34 Nuestros reyes y gobernantes,
nuestros sacerdotes y antepasados
desobedecieron tu ley
y no acataron tus mandamientos
ni las advertencias con que los amonestabas.
35 Pero ellos, durante su reinado,
no quisieron servirte
ni abandonar sus malas obras,
a pesar de que les diste muchos bienes
y les regalaste una tierra extensa y fértil.

Ahora llegan a su situación actual.  Son destruidos por el pecado de sus antepasados y por su propio pecado.  Y a pesar de estos días de avivamiento, todavía están sufriendo:

36»Por eso ahora somos esclavos,
esclavos en la tierra
que les diste a nuestros padres
para que gozaran de sus frutos y sus bienes.
37 Sus abundantes cosechas son ahora de los reyes
que nos has impuesto por nuestro pecado.
Como tienen el poder, hacen lo que quieren
con nosotros y con nuestro ganado.
¡Grande es nuestra aflicción!

Sí, están de vuelta en su tierra, pero esa tierra está en ruinas y ellos todavía son esclavos.  Otros disfrutan de los frutos de la tierra y de sus labores. Perdieron casi todo. Todavía están experimentando las consecuencias de su pecado y el pecado de sus antepasados.  No hay una salida instantánea o fácil. ¿Has experimentado eso?  ¿Confinado en una prisión?  ¿O con muchas obligaciones financieras? ¿O en un matrimonio problemático? Se necesita fe para seguir creyendo, buscando a Dios y confiando en Él. Después de siete días de confesar su pecado, ¿cuál es el siguiente paso?  ¿La siguiente clave para un avivamiento?

38 »Por todo esto, nosotros hacemos este pacto y lo ponemos por escrito, firmado por nuestros gobernantes, levitas y sacerdotes.»

Sexta clave para un avivamiento: Guiar a la gente para hacer un pacto, un compromiso firme de servir a Dios, y ayudarlos ser fieles a ese pacto.

Hacen un pacto y lo firman.  Juntos, se comprometen a cambiar, a seguir a Dios. Si hay esperanza de progreso en su fe, el liderazgo tiene que ser fiel a la Palabra de Dios y ministrar al pueblo bajo su cuidado. Necesitan ese compromiso y el apoyo de toda la comunidad.  Es similar a los votos en una boda, en lo bueno y en lo malo. En una boda sus familiares, las amistades y la comunidad de fe están presentes como testigos y para apoyarlos en su matrimonio.

Han hecho mucho progreso. Estos fueron días maravillosos de oración, adoración y entrega a Dios. Pero hay dos claves más para experimentar un avivamiento genuino y duradero.

 

 

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