Como movilizar a tu gente Nehemías 3

Hasta ahora has hecho un buen trabajo: Todos están convencidos de que hay un trabajo importante que hacer. Ahora se probará tu capacidad para gestionar y delegar. Si tú eres un perfeccionista, o insistes en hacer la mayor parte del trabajo solo, probablemente nunca lograrás la tarea y te agotarás en el proceso.

1Entonces el sumo sacerdote Eliasib y sus compañeros los sacerdotes trabajaron en la reconstrucción de la puerta de las Ovejas. La repararon y la colocaron en su lugar, y reconstruyeron también la muralla desde la torre de los Cien hasta la torre de Jananel. El tramo contiguo lo reconstruyeron los hombres de Jericó, y el tramo siguiente, Zacur hijo de Imrí.

La gente está motivada y lista para trabajar. Sólo necesitan a alguien con un plan; alguien que los guíe. Muchos líderes fallan aquí.  No saben cómo manejar a la gente.  No tienen un plan preparado.  Han orado mucho para que Dios levante a la gente, y cuando Dios responde y la gente dice “manos a la obra,” no tienen ninguna obra preparada. Así perdemos mucha gente.

Este es el modelo que siguió Nehemías con gran éxito para completar la obra:

  • Asignó varias familias y varios grupos una puerta o una sección de la muralla.  En este caso está formado por los sacerdotes y los hombres de Jericó.  Muchas veces es mejor buscar a gente de la misma profesión, el mismo idioma,  o el mismo pueblo; gente que ya tiene una conexión natural.  Es más fácil hacer la obra así; ya entienden las costumbres de ese lugar y, con el favor de Dios, habrá menos conflicto.
  • Cuando dividimos la obra de esta manera, es manejable.  Al ver la muralla entera destruida y el mucho trabajo necesario para repararla, es fácil sentirse desanimado.  Al asignársele solo una puerta, por ejemplo, sientes la fuerza para hacer la obra. Y cuando ves la puerta nueva, te sientes bien, como se ha hecho tu parte. Posiblemente por eso, cuando terminaron con la Puerta de las Ovejas, los sacerdotes seguían trabajando en la muralla. En nuestro caso, en lugar de decir: “vamos a pintar a toda la iglesia,” o, “evangelicemos a toda la ciudad,” asigna un cuarto en el templo a cada grupo para pintar, o una cuadra en la ciudad para evangelizar.
  • Trabajando así, habrá una competencia sana entre los grupos para cumplir con la obra y hacerla con excelencia.  Por su naturaleza, los hombres compiten. Arregla el trabajo para hacerlo casi como un juego, y sé muy liberal para elogiar y reconocer la buena obra de todos.  No es para la vanagloria; necesitamos ese reconocimiento. Muchas veces falta en la iglesia.

¿Puedes ver un gran problema? 

Ellos no tenían experiencia construyendo murallas.  Cada familia va a hacer una obra distinta – y tal vez inferior.  La muralla no será perfecta ni uniforme.  ¡Está bien!  Muchas veces tenemos expectativas muy altas de nuestras iglesias (¡y de nuestras familias!), y la gente se desanima.  Creen que nunca podrán alcanzar tu nivel de perfección, y resulta que no hacen nada.   Es más importante para todos trabajar, que tener una muralla perfecta.

¿Recuerdas que Jesús dijo que el reino de Dios es de los niños?  ¿Te acuerdas de tus hijos?  Tal vez querían ayudarte, pero no hicieron la obra de acuerdo con tus expectativas, y salieron desanimados, posiblemente llorando, y con la mentalidad que no soy lo suficiente bueno para agradar a papá.  Y la próxima vez no querrán ayudarte.  No, puede que no sea conforme a las normas del mundo, pero puede agradar a Dios. La meta es construir la muralla, no hacerla perfecta.  Salomón la hizo perfecta, y fue derribada.

Siguen trabajando

A continuación el capítulo nombra las familias.  Todos tuvieron su parte; no era una opción para participar o no. De vez en cuando Nehemías nota algo de interés:

Los de Tecoa reconstruyeron el siguiente tramo de la muralla, aunque sus notables no quisieron colaborar con sus dirigentes.

Parece que este es el único caso en que algunos, notables, se rebelaron y no quisieron colaborar.  Es impresionante que los demás respetaran la autoridad de Nehemías y aceptaran la parte que les fue asignada. Muchas veces habrá alguien, algún grupo notable, que no quiera participar.  No te apures.  Sigue con los demás.  Cuando los rebeldes observan a todos trabajando y el muro levantado, estarán convencidos de su pecado.

12 Salún hijo de Halojés, que era gobernador de la otra mitad del distrito de Jerusalén, reconstruyó el siguiente tramo con la ayuda de sus hijas.

Posiblemente este hombre no tenía hijos varones, pero fue impresionante para esa época que las hijas también trabajaban. Y tú, incluye a todos en  la obra del Señor.  Incluso si su trabajo no se ajusta a los estándares del mundo, utiliza a los ancianos y los discapacitados.

20 El tramo siguiente, es decir, el sector que va desde la esquina hasta la puerta de la casa del sumo sacerdote Eliasib, lo reconstruyó con entusiasmo Baruc hijo de Zabay.

En cada grupo hay una variedad de personas: hay algunas calladas y otras muy entusiastas.  La tarea del líder es dirigir ese entusiasmo para animar a todo el grupo, sin hacer que los demás se sientan menospreciados. Si el líder sabio puede manejar el entusiasmo, será contagioso, al igual que el desánimo puede ser contagioso.  El líder sabio sabe cómo responder a las quejas, para que no se conviertan en un cáncer, y sabe cómo apoyar el entusiasmo, incluso cuando no está exactamente en línea con sus expectativas.  Muchas veces los mismos líderes apagan el entusiasmo de la gente.  No lo hagas.

¿Dirían otros que haces tu obra con entusiasmo?  Sería interesante saber por qué Baruc lo hizo así; él era  diferente a la mayoría.  Queremos motivar a la gente a trabajar con entusiasmo.

23 Benjamín y Jasub reconstruyeron el sector que está frente a sus propias casas. Azarías, hijo de Maseías y nieto de Ananías, reconstruyó el tramo que está junto a su propia casa.

Se supone que la gente tendría más interés en algo frente a su propia casa o a la par.  Estamos encantados con un proyecto en nuestro vecindario, o algo que afecta a nuestra propia familia.

Nehemías tuvo un gran desafío.  Después de toda la preparación, si la gente no hace su parte, sería una tarea imposible.  He visto a muchos pastores que hacen la mayor parte del trabajo en la iglesia: arreglan las sillas, limpian el templo, sacan copias y dirigen la mayoría de los servicios.  No debería ser así. Queremos enseñar a la gente a responsabilizarse de su iglesia, su hogar y sus vidas.  Queremos personas maduras, responsables y trabajadores.

Hay muchos con visiones amplias, que han escuchado del Señor.  Incluso pueden recaudar fondos para la obra.  Pero hay pocos que realmente saben cómo movilizar a la gente para hacer la obra.  Tenemos mucho que aprender de Nehemías.