Esperanza para el más malvado   2 Crónicas 33:6-16

En Isaías 64 vimos cómo Dios sale al encuentro de los que practican la justicia, pero se enoja con los que persisten en su pecado, como la gente de Romanos 1. Frente a la ira de Dios, ¿qué esperanza hay para ellos?

Para comprender la grandeza de la misericordia de Dios, vayamos a 2 Crónicas 33 y la historia de Manasés, el rey más malvado de toda la historia de Judá:

6 Sacrificó en el fuego a sus hijos en el valle de Ben Hinón, practicó la magia, la hechicería y la adivinación, y consultó a nigromantes y a espiritistas. Hizo continuamente lo que ofende al Señor, provocando así su ira.

9 Manasés descarrió a los habitantes de Judá y de Jerusalén, de modo que se condujeron peor que las naciones que el Señor destruyó al paso de los israelitas.

Sería difícil encontrar a alguien más malvado, pero el Señor aún le llama al arrepentimiento. Tiene paciencia con nosotros. ¿Te sorprende que Manasés no lo escuche?

10 El Señor les habló a Manasés y a su pueblo, pero no le hicieron caso.

Cuando persistimos en el pecado, habrá juicio, y casi siempre es feo:

11 Por eso el Señor envió contra ellos a los jefes del ejército del rey de Asiria, los cuales capturaron a Manasés y lo llevaron a Babilonia sujeto con garfios y cadenas de bronce.

En los 21 años que ministraba como capellán en las prisiones, yo vi a miles de hombres caer preso porque no le hicieron caso del llamado de Dios. Manasés perdió su reino y su familia. Muchos de los que no caen preso todavía pierden su reputación, su familia y sus bienes. Es duro caer en manos del Dios vivo.

Ahora, llevado a otro país con ganchos, ¿qué vas a hacer? En mi experiencia, en la prisión, en la crisis, casi todos claman a Dios.  Hacen votos y muchas promesas. ¿Manasés está tan endurecido que no busca a Dios? No, incluso este rey tan orgulloso y malvado se humilló:

12 Estando en tal aflicción, imploró al Señor, Dios de sus antepasados, y se humilló profundamente ante él.

¿No tiene Manasés que hacer algo para ganarse el favor del Señor? Está claro que no merece nada. ¿No tiene Manasés que demostrar su sinceridad? ¿No tiene que sufrir mucho tiempo?

13 Oró al Señor, y él escuchó sus súplicas y le permitió regresar a Jerusalén y volver a reinar. Así Manasés reconoció que sólo el Señor es Dios.

Tu Dios tiene un corazón tierno incluso para el peor pecador. ¡Quiere que sepamos que solo Él es Dios! ¿Pero es un arrepentimiento genuino? El tiempo dirá. Todos hemos oído hablar de la religión carceleria , los que se arrepienten por conveniencia, pero no perseveran en practicar la justicia.  Gracias a Dios, muchos alegremente siguen sirviendo al Señor y hacen grandes cosas para Él.

14 Después de esto, Manasés construyó una alta muralla exterior en la Ciudad de David, la cual iba desde el oeste de Guijón, en el valle, hasta la puerta del Pescado, y rodeaba Ofel. Además, colocó jefes militares en todas las ciudades fortificadas de Judá 15 y sacó del templo del Señor los dioses extranjeros y el ídolo, arrojando fuera de la ciudad todos los altares que había construido en el monte del templo del Señor y en Jerusalén. 16 Luego reconstruyó el altar del Señor, y en él ofreció sacrificios de comunión y de acción de gracias, y le ordenó a Judá que sirviera al Señor, Dios de Israel.

¿Cuál fue el fruto de su arrepentimiento?

  • Reconstruyó los muros que fueron derribadas por su pecado y negligencia.
  • Entrenó a su pueblo para ganar batallas, colocando líderes militares.
  • Sacó todos los ídolos del país y los arrojó.
  • Restauró el altar de adoración y ofrendó al Señor.
  • Tomó su posición de autoridad como líder del pueblo de Dios, ordenándolos que sirviesen al Señor.

¿Qué haría hoy alguien genuinamente arrepentido?

  • Construya muros de protección para su hogar y haga lo que sea necesario para proteger espiritualmente a su familia y su iglesia.
  • Reconocer la realidad de la guerra espiritual y prepararse a sí mismo y a su familia para los ataques del enemigo.
  • Examinar su vida, su hogar, y su familia en busca de cualquier cosa que pueda ofender a Dios,  quitarlo y arrojarlo. Eliminar todos los ídolos.
  • Separar un lugar de comunión con su Dios. Ofrecer sacrificios de alabanza y acción de gracias.  Ofrendar de su tiempo y sus recursos para la obra de Dios. Toda su vida sería un sacrificio vivo.
  • Tomar su lugar como cabeza de su casa. Saber cómo ejercer la autoridad espiritual. Animar a otros a servir al Señor, y compartir su testimonio y las buenas nuevas que transformaron su vida.

Si Dios transformó así la vida del rey más malvado de Judá, yo sé que Él puede transformar tu vida. ¡Hay esperanza para ti!

¿Conoces a alguien que parezca demasiado endurecido?  ¡Hay esperanza para él! ¡Dios aún puede restaurar lo que perdiste!

¡Humíllate!  ¡Clama al Señor! No esperes hasta que te apresan con ganchos. Y si ya estás en Babilonia, confía en Dios. Es un dios de redención y restauración.