De una depresión profunda a una esperanza viva   Lamentaciones 3

Una lamentación es una expresión de pena o dolor, o una queja. Es muy posible que tú tengas tus propios lamentos que escribir. Jeremías, uno de los profetas más importantes de la Biblia, agonizó sobre su vida y su país, y escribió sus lamentos en un breve libro después de sus profecías.  Sabemos que el cristiano debe estar gozoso, pero muchos, incluso en temporadas supuestamente alegres como la Navidad, luchan con los lamentos, la tristeza y la depresión. A veces tenemos que expresar nuestro pesar para llegar a una nueva esperanza.

1Yo soy aquel que ha sufrido la aflicción
bajo la vara de su ira.
2 Me ha hecho andar en las tinieblas;
me ha apartado de la luz.
3 Una y otra vez, y a todas horas,
su mano se ha vuelto contra mí.

Sufriendo bajo la vara de la ira de Dios

¿Puedes sentir la agonía en el corazón del profeta? ¿Te parece extraño que un varón de Dios hable así? ¿Te resulta difícil expresar honestamente tus sentimientos al Señor? ¿Hay algo que debas escribir en tu diario o decirle a Dios?

Parece que a Jeremías le resultó difícil comprender por qué su país estaba sufriendo bajo el juicio de Dios. ¿Sabes lo que es sentir que Dios te ha abandonado? ¿Hay momentos en los que andas en las tinieblas?  No porque estés en pecado, sino porque hay tanta oscuridad y confusión a tu alrededor. El sufrimiento de Jeremías fue continuo; la mano de Dios volvió y revolvió contra él todo el día.

4 Me ha marchitado la carne y la piel;
me ha quebrantado los huesos.
5 Me ha tendido un cerco
de amargura y tribulaciones.
6 Me obliga a vivir en las tinieblas,
como a los que hace tiempo murieron.

El sufrimiento, parte de esta vida

¿Crees que como cristiano todo debe ser felicidad, prosperidad y salud? ¿Dónde dice eso la Biblia? ¿Los siervos del Señor (como Jeremías) sufrieron solo en el Antiguo Testamento? Estudia nuevamente la vida del apóstol Pablo, o incluso de Jesucristo. Pregunta a las familias de víctimas de asesinatos en masa, a los cristianos en Siria o a los hermanos en Nigeria. O todos que han perdido a un ser querido en esta pandemia. El cristiano no está exento de la tragedia. Jeremías estaba sufriendo física y emocionalmente. ¿Te sientes muerto o acabado a veces? ¿Está tu vida llena de amarguras y tribulaciones? Hay cristianos que piensan que son malos cristianos porque hay tanta amargura en sus vidas. Vivimos en un mundo caído y complejo. Hay muchas cosas difíciles de entender. Pero sigue leyendo:

7 Me tiene encerrado, no puedo escapar;
me ha puesto pesadas cadenas.
8 Por más que grito y pido ayuda,
él se niega a escuchar mi oración.
9 Ha sembrado de piedras mi camino;
ha torcido mis senderos.

Cuando parece que Dios no escucha tu oración

¿Has contemplado tus opciones para salir del dolor? ¿Suicidio? ¿Divorcio? ¿Negando tú fe? Para el cristiano, no son opciones, y Jeremías lo sabía. Cuando uno acepta a Cristo, se convierte en su esclavo, con sus cadenas de amor, pero a veces esas cadenas son pesadas. E incluso si intentas pecar, puedes encontrarte encerrado por su presencia. Gritas y pides ayuda de Dios.  Eso está bien. Él siempre escucha tu llanto, pero puede parecer que no, porque no te responde como quieres. Sigue clamando.  Vale la pena. ¿Tuviste una vida bastante buena y cómoda, y luego el Señor la cambió? Puedes estar confundido, incluso enojado, pero sigue caminando con el Señor, incluso cuando haya piedras en tu camino.

14 Soy el hazmerreír de todo mi pueblo;
todo el día me cantan parodias. (
DHH: a todas horas soy el tema de sus burlas.)

¿Qué están comentando sobre ti en tu iglesia o en tu familia?

  • “Se llama a sí mismo cristiano, pero Dios no hace nada por él. Si Dios trata a su gente así, no quiero parte ni suerte en esa religión.”
  • “Tiene que estar en pecado porque todo le va mal.”
  • “Él no tiene fe suficiente para derrotar al enemigo.”

Tal vez antes de aceptar a Jesús muchos te respetaban.  Tuviste éxito, con un estilo de vida muy cómodo.  Ya no; ahora se burlan de ti.

18 Y digo: «La vida se me acaba,
junto con mi esperanza en el Señor.»

La vida y la esperanza se acabaron

Te puedes sentirte acabado y desesperado. Comenzaste esta nueva vida sirviendo a Cristo con gran expectativa, pero tus sueños se quebrantan y te sientes vacío.

19 Recuerda que ando errante y afligido,
que me embargan la hiel y la amargura.
20 Siempre tengo esto presente,
y por eso me deprimo. (
RVR: mi alma está abatida dentro de mí)

Caes en una depresión; no puedes escapar del dolor. Pero luego, en la hora más oscura, el Señor trae algo a tu memoria.  Lees algo, escuchas algo, o alguien te dice algo.

21 Pero algo más me viene a la memoria,
lo cual me llena de esperanza:

¡Algo me llena de esperanza!

¡Qué gran transformación! De repente, con un solo recuerdo, ¡Jeremías está lleno de esperanza!  Si Dios puede restaurar la esperanza de alguien tan afligido, ¿no crees que Él puede restaurar la tuya también?

22 El gran amor del Señor nunca se acaba, (RVR: Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos)
y su compasión jamás se agota.

A pesar de las circunstancias, otra vez más el amor de Dios tocó al corazón del profeta desesperado. Puede que ahora estés lejos del Señor, en un hoyo oscuro, pero Él siempre te ama y es compasivo contigo: ¡Estás vivo! ¡No has sido consumido!

Yo creo que Pablo experimentó lo mismo:  Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros.  Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados;  perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos.  Dondequiera que vamos, siempre llevamos en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que también su vida se manifieste en nuestro cuerpo.  Pues a nosotros, los que vivimos, siempre se nos entrega a la muerte por causa de Jesús, para que también su vida se manifieste en nuestro cuerpo mortal (2 Corintios 4:7-11).

23 Cada mañana se renuevan sus bondades;
¡muy grande es su fidelidad!

Dios es fiel.  ¿Te ha fallado?  El hombre te puede fallar, pero no hay nadie tan fiel como el Señor. Búscalo temprano en la mañana.  Él quiere renovar sus bondades en tu vida, pero necesitas ese tiempo en su presencia para aclarar tu mente.

24 Por tanto, digo:
«El Señor es todo lo que tengo.
¡En él esperaré!»

El Señor es todo lo que tengo

¡Haz esta declaración en fe! ¿A quién más puedes esperar? ¡Dios es tu única esperanza! Dile: “A pesar de todo, ¡espero en ti, Señor Jesús! No tenga nada más, pero te tengo a ti, y tú eres suficiente.” ¿Lo crees?

25 Bueno es el Señor con quienes en él confían,
con todos los que lo buscan.
26 Bueno es esperar calladamente
a que el Señor venga a salvarnos.
27 Bueno es que el hombre aprenda
a llevar el yugo desde su juventud.

28 ¡Déjenlo estar solo y en silencio,
porque así el Señor se lo impuso!
29 ¡Que hunda el rostro en el polvo!
¡Tal vez haya esperanza todavía!
30 ¡Que dé la otra mejilla a quien lo hiera,
y quede así cubierto de oprobio!

Consejos para la persona desesperada y afligida que necesita nueva esperanza

  • Confía en el Señor. Dios recompensa la fe; es bueno con los que confían en Él.
  • Búscalo. No hay acepción de personas con Dios; todos los que lo buscan lo hallarán.
  • Espera calladamente la salvación de Dios. Evita la ansiedad y mucha actividad para salvarte a ti mismo. Tal como Jesús vendrá otra vez a este mundo y lo esperamos, Él vendrá a salvarte si lo esperas.
  • Lleva el yugo del Señor.  Jeremías conocía muy bien ese yugo. En la carne lo resistimos; tenemos que aprender a llevarlo. Es mejor aprenderlo en la juventud, pero son los jóvenes los que más se resisten. Si puedes enseñar a tus hijos a llevarlo, será de mucho provecho. Si ya eres mayor, ¡más vale tarde que nunca!
  • Acepta tu soledad. Acepta que Dios es soberano y Él ha permitido tus circunstancias.
  • Humíllate. Hunde el rostro en el polvo. Dios exalta al humilde.
  • Deja que Dios pelee tus batallas. Como dijo Jesús, da la otra mejilla a tu enemigo.  No temas el oprobio.

31 El Señor nos ha rechazado,
pero no será para siempre.
32 Nos hace sufrir, pero también nos compadece,
porque es muy grande su amor.
33 El Señor nos hiere y nos aflige,
pero no porque sea de su agrado.

A Dios no le agrada afligir ni causar dolor

¿Crees eso? No le agradó a Dios crucificar a su Hijo, y no le agrada afligirte o causarte dolor.  Pero Cristo aprendió la obediencia por lo que padeció; Dios permite y usa nuestras aflicciones. Podemos pasar por algunos días muy oscuros, pero no duran para siempre. Él te compadecerá.

34 Cuando se aplasta bajo el pie
a todos los prisioneros de la tierra,
35 cuando en presencia del Altísimo
se le niegan al hombre sus derechos
36 y no se le hace justicia,
¿el Señor no se da cuenta? (
DHH: son cosas que el Señor condena)

¿Estás sufriendo una injusticia?  ¿Estás encarcelado, y eres inocente? ¿Te han negado tus derechos? Dios lo sabe, y se levantará en tu defensa. Entrega tu caso al Señor.

37 ¿Quién puede anunciar algo y hacerlo realidad
sin que el Señor dé la orden?
38 ¿No es acaso por mandato del Altísimo
que acontece lo bueno y lo malo?
39 ¿Por qué habría de quejarse en vida
quien es castigado por sus pecados?

Algo que poderosamente refuerza la esperanza es meditar en la soberanía de Dios:  Todo está bajo su control; Cristo reina. ¿Crees que no pasa nada en este mundo si Dios no lo permite?

40 Hagamos un examen de conciencia (DHH: Reflexionemos seriamente en nuestra conducta; RVR: Escudriñemos nuestros caminos)
y volvamos al camino del Señor.
41 Elevemos al Dios de los cielos
nuestro corazón y nuestras manos.
42 Hemos pecado, hemos sido rebeldes,
y tú no has querido perdonarnos.

Un llamado al arrepentimiento

No creo que Jeremías fuera un pecador tan malo, pero estaba en una lucha fuerte.  Él comenzó este lamento lejos de Dios, desesperado y cercano a la muerte. ¡Mira la transformación en este pasaje! Ahora tiene la visión aclarada. Reconoce que la fuente del sufrimiento en este mundo es el pecado y, como resultado, hace un llamado al arrepentimiento. Dios no quiso perdonarlos porque no se humillaron. Todavía estaban rebeldes. Un arrepentimiento genuino es poderoso.

  • Examina tu conciencia. Escudriña tus caminos. Reflexiona seriamente en tu conducta. Pide la ayuda del Espíritu Santo.  Confiesa todo pecado.
  • Vuelve a los caminos del Señor. Es común que incluso los cristianos maduros se desvíen poco a poco de sus caminos. Deja el pecado y cambia tu rumbo.
  • Eleva tus manos y tu corazón a Dios en adoración.  Entra en su presencia con acción de gracias y alabanzas. Allí hallarás una nueva esperanza.  Puede que las circunstancias no cambien, pero tu corazón se transformará y Dios cambiará tu lamento en baile, en medio de la tormenta.

Acompaña a Jeremías.  Tú puedes estar afligido y deprimido como el profeta, o puede que ya hayas salido de esa depresión con una nueva esperanza. Vale la pena entrar en el lamento de un hermano en Cristo o de un familiar. Siempre es bueno humillarse y buscar a Dios con un corazón arrepentido.