Esperanza  Romanos 5:1-5

Tú puedes estar pasando por problemas económicos o familiares, o sentir desesperado, con muchas luchas interiores, pero hay esperanza para ti. ¿Cómo puedo decir eso? Yo tengo el testimonio fiel de los evangelios, y el hecho histórico de la vida de Jesucristo.  El Hijo de Dios vino a este mundo, vivía entre nosotros, murió, resucitó, y ahora mismo reina con su Padre.  Esa victoria, y el testimonio de millones de creyentes, me da una esperanza segura que Cristo vendrá otra vez y yo viviré para siempre con mi Salvador.

Lamentablemente, vamos a padecer mucho y tener esa esperanza probada. Mira lo que dice Romanos 5:1-5:

En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.  También por medio de él, y mediante la fe, tenemos acceso a esta gracia en la cual nos mantenemos firmes. Así que nos regocijamos en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios.  Y no sólo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado.

Todo comienza con la fe:  Fe que Cristo vino y puso su vida como sacrificio por tus pecados. Con esa fe sencilla, sin ninguna obra de parte tuya, eres justificado, declarado no culpable con todos tus pecados borrados, y libre para comenzar una vida nueva. Tú ya has sido justificado.  Es hecho.

En consecuencia, hay tres realidades para tu vida actual, que también experimentamos por medio de la fe:

  • Hay paz. Tienes paz con Dios.  Antes eras su enemigo; Dios estaba enojado contigo y tu estabas lejos de Dios.  Ahora tienes paz, shalom, un estado de bienestar total. Pegado así a Dios, tendrás paz en medio de la tormenta.
  • Hay estabilidad. Tienes acceso a su gracia, su favor inmerecido.  Tal como no podías salvarte a ti mismo, tampoco puedes vivir la vida cristiana por tus propias esfuerzas.  Es la gracia de Dios que te mantiene firme; no es tu mucha oración, ni todo tu estudio bíblico, ni los servicios en la iglesia, ni los días de ayuno.  Esas cosas son buenas, pero no te mantienen firme.  Es la gracia de Dios. La Reina Valera dice: por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia.  Es como tienes que pasar por una puerta a una vida nueva.  Cristo te acompaña.  No sabes lo que hay al otro lado.  Tienes que dejar tus buenas obras y orgullo y esfuerzos, y por fe entrar en una nueva manera de vivir.
  • Hay gozo. No necesariamente porque las circunstancias son buenas; nuestro gozo fluye de una certeza interior que hay algo más que esta vida terrenal.  Y sí, hay.  Somos creados para alcanzar la gloria de Dios y vivir en su presencia en un paraíso eterno, sin el pecado y padecimiento de este mundo caído. Romanos 3:23 dice que hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios, pero Cristo nos restaura a la intención original de Dios. Como dice la Biblia Dios Habla Hoy: tener parte en la gloria de Dios.

Pero hay otra fuente de gozo también: Tus sufrimientos.  Establecido en una relación de paz con Dios, y viviendo por medio de su gracia, nos regocijamos en ellos. ¿Cómo? Dios nunca glorifica el padecimiento.  No lo buscamos.  Es feo, y le duele vernos pasar por estas tribulaciones, pero tienen un propósito lindo en los planes de Dios. Como dice Santiago 1:2-4: Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.

No hay un atajo a la esperanza; llegamos a tenerla por medio de un proceso ordenado y supervisado por Dios:

  1.  Comienza con el sufrimiento. Ello puede alejarte de Dios. Te das por vencido. En el extremo, te quitas la vida.  O buscas alivio en alcohol, drogas, o sexo. Pero si por fe tienes esa paz con tu Dios, has entrado en la gracia, y tienes una visión de la eternidad, vas a pasar al segundo paso.
  2. Perseverancia.  No es fácil.  Pero venga lo que venga, sigues fiel en los caminos del Señor, confiado en su palabra y su obra en tu vida. Sigues corriendo la carrera y no miras para atrás. Cuando no te sientes nada, cuando no ves ninguna salida, perseveras. Los que no tienen las fuerzas para perseverar nunca llegan al tercer paso.
  3. Entereza de carácter. Has pasado la prueba.  Eres probado; tal vez sales abofeteado, pero de pie. Hay pocos hombres de carácter íntegro, profundo, y honorable. Por fin estás listo para el premio.
  4. Esperanza.  Es difícil para un joven tener verdadera esperanza.  Se tiene que pasar por muchas tribulaciones para aprender la perseverancia y tener el carácter probado. Si estás desesperado, examínate: ¿Tienes la certeza que eres justificado, perdonado, e inocente de todo pecado delante de Dios? ¿Has entrado en una vida de gracia? ¿Están tus ojos fijados en la gloria de Dios, en el cielo? ¿O en cosas terrenales? ¿Estás perseverando? ¿Cómo respondes al padecimiento?

Entramos en esta vida cristiana por media de la fe. Es el fundamento. El amor de Dios nos sostiene hasta que terminamos con una esperanza firme, pero hay una cosa más esencial: El Espíritu Santo.  Dios nos da su Espíritu para apoderarnos. ¿Has recibido ese don? ¿Estás experimentando el amor de Dios?  El Espíritu derrama su amor en tu corazón; si tu corazón está vacío y frío, ¿tienes al Espíritu?

El contexto de Romanos 5 es la fe y esperanza de Abraham frente a algo que sería imposible en lo natural: engendrar a un hijo en su vejez, con su esposa ya vieja y estéril. Abraham fracasó con Agar, dudando la promesa de Dios, y sufría con ese hijo Ismael. Empezó una lucha que dura hasta el día de hoy entre árabe y judío.  Pero Abraham no se dio por vencido, y recibió la promesa de Dios.

Había una misionera (que era parte de mi iglesia) que trabajaba para muchos años en Nigeria como enfermera.  De repente, mucha gente se enfermó con una fiebre, y muchos se murieron.  Ninguna medicina la tocó. Dos compañeras misioneras se murieron. Ella misma se enfermó y estaba muy grave. ¿Cómo puede Dios permitir a sus siervas sufrir tanto y morir después de tantos años de servicio fiel? ¿Por qué no las sanó? Pues, poco a poco se recuperó.  La enfermedad todavía era un misterio y muchos estaban sufriendo, pero sacaron sangre de ella para estudiar qué fue que la curó. Encontraron a un anticuerpo que solamente ella tenía.  De ese anticuerpo desarrollaron una medicina que resultó en la curación de miles de personas.  La enfermedad se llama fiebre de Lasa, una fiebre hemorrágica semejante a Ebola. Ella se recuperó completamente y tenía muchos años más de servicio al Señor.  Google Lily Pinneo para leer más acerca de ella.

Dios tiene sus propósitos para cada vida, ¡aun en el padecimiento!

  • Tú puedes estar perplejo porque, como Lily, has servido a Dios fielmente y las cosas van de mal en peor. Confía que Dios está trabajando en medio de esas pruebas y déjale formar en ti un carácter piadoso.
  • Tú puedes estar alejado de Dios y en pecado, o puedes conocer a alguien en ese estado. ¡No están tan alejados que Dios no puede tocarlos! ¡Hay esperanza para ellos!
  • Tu puedes sentir diferente que los demás, bendecido por Dios, pero encontrando que tu vida no es como esperabas.
  • O como Abraham, has esperado para muchos años y tu esperanza casi se acaba. No te desmayes. ¡Dios es fiel!

¡Estudia esta palabra para que el Espíritu de Dios te llene de esperanza!