¿Quién es tu maestro?  Romanos 6:15-23

¿Vamos a seguir pecando para que Dios  nos muestre más de su gracia maravillosa?

Pablo vuelve a la misma pregunta del primer versículo del capítulo, y ahora, en esta segunda parte, postula otro argumento más para refutar a los que buscan excusas para pecar:

15Entonces, ¿qué? ¿Vamos a pecar porque no estamos ya bajo la ley sino bajo la gracia? ¡De ninguna manera!

Cuando aceptamos a Cristo como Salvador, Él perdona nuestros pecados y nos da una vida nueva, y el Padre nos adopta como sus hijos. Pero Cristo también es Señor, y una entrega sincera es un compromiso para obedecerle como maestro.

16 ¿Acaso no saben ustedes que, cuando se entregan a alguien para obedecerlo, son esclavos de aquel a quien obedecen? Claro que lo son, ya sea del pecado que lleva a la muerte, o de la obediencia que lleva a la justicia.

Esclavos de la obediencia

Tú puedes creer que eres libre, pero la verdad puede ser que eres un esclavo. ¿Quién es tu maestro? Es el que obedeces.  Puedes decir que tú eres un cristiano, pero si siempre obedeces los deseos de tu naturaleza pecaminosa, estás engañado. ¿Crees que estás bien porque obedeces a Cristo cuando tienes las ganas?  El mismo Jesús dijo en Mateo 6:24, en el contexto del amor al dinero: Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Es una mentira que puedes servir al pecado y también a Dios.

Muchos “esclavos del pecado” no piensa en el fin de sus acciones; solamente se gozan del placer del momento. El fin de ese camino es la muerte, pero si sigues en obediencia a Cristo, te lleva a la justicia: una relación con Dios, y la satisfacción profunda de hacer lo recto.

17 Pero gracias a Dios que, aunque antes eran esclavos del pecado, ya se han sometido de corazón a la enseñanza que les fue transmitida.

Todos sabemos cómo es ser un esclavo del pecado; cuando te entregas a Cristo, Él te libra de esa esclavitud. ¿Cómo?

  • Escuchando la palabra de Dios, la enseñanza que nos fue transmitida por los apóstoles en el Nuevo Testamento (y debe ser transmitida fielmente por los siervos de Cristo hoy en día). Lamentablemente, muchas veces la enseñanza actual es un evangelio falso de prosperidad y bendición que ignora el arrepentimiento y el costo del discipulado.
  • Una sumisión de corazón a sana enseñanza. Aceptamos y nos sometemos a la autoridad de la Biblia; no solamente con unas palabras repetidas en una oración para salvación, sino de corazón.

Es un proceso que continúa para toda la vida: Seguimos estudiando y escuchando la palabra, de corazón sincero, con el compromiso de poner en práctica todo lo que el Espíritu nos enseña. Así aprendemos la sumisión no solamente a la Biblia, sino también a Dios y a sus siervos.

18 En efecto, habiendo sido liberados del pecado, ahora son ustedes esclavos de la justicia.

El cristiano es liberado, no para pecar, sino para ser un eslavo de Cristo y de justicia. Si eres un esclavo del pecado será casi imposible hacer lo recto. No condenes al esclavo del pecado; ofrécele otra opción, de libertad y salvación y la posibilidad de impactar al mundo para el bien.

19 Hablo en términos humanos, por las limitaciones de su naturaleza humana. Antes ofrecían ustedes los miembros de su cuerpo para servir a la impureza, que lleva más y más a la maldad; ofrézcanlos ahora para servir a la justicia que lleva a la santidad.

Sirve a la justicia que lleva a la santidad

Pablo repite lo que dijo en el verso 13, pero habla en términos humanos, porque somos limitados en nuestro entendimiento espiritual (¿que dijera Pablo usando términos divinos?).

Otra vez hace referencia a esa pendiente resbaladiza del pecado, la que vimos en Romanos 1. Cuando comienzas a servir a la impureza, te lleva más y más a la maldad, pero si ofreces ti mismo a la justicia, momento por momento, en cada decisión, te lo llevará a la santidad.

20 Cuando ustedes eran esclavos del pecado, estaban libres del dominio de la justicia.

Los que no conocen a Cristo, si lo saben o no, son esclavos del pecado; están bajo el dominio de satanás. Sin el poder de Dios, no es posible someterse al dominio de la justicia.

21 ¿Qué fruto cosechaban entonces? ¡Cosas que ahora los avergüenzan y que conducen a la muerte!

¿Qué fruto cosechabas?

Cosechamos lo que sembramos (Gálatas 6:7-8: Cada uno cosecha lo que siembra.  El que siembra para agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza cosechará destrucción; el que siembra para agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna).

Cuando sembraste a tus deseos pecaminosos, cosechaste vergüenza, y estabas de camino para la muerte. Puede ser que tú todavía estás experimentando esa cosecha.  Como dice la versión Dios Habla Hoy: ¿qué provecho sacaron entonces? Es fácil a veces romantizar el pasado, pero ¿qué provecho sacaste de ese estilo de vida? Es bueno recordarnos de la realidad fea de la vida vieja.

22 Pero ahora que han sido liberados del pecado y se han puesto al servicio de Dios, cosechan la santidad que conduce a la vida eterna.

Puesto al servicio de Dios

¡Qué bueno es estar en el camino de santidad que conduce a la vida eterna, libre del pecado!  El pecado ya no se apodera de ti.  Eres libre, y una vez libre, tienes que ponerte conscientemente al servicio de Dios.

23 Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor.

Varias veces Pablo ha dicho lo mismo, para que sería imposible perder su sentido:  El pecado tiene un fin, una paga, que es la muerte; tarde o temprano, te lleva allí.  Pero Dios te ofrece vida; te ofrece un don.  No lo mereces y no puedes ganarlo; lo consigues solo en una relación con Jesucristo: Es vida eterna.

¿Has recibido ese don? ¿Estás experimentando la libertad que vimos en este pasaje? ¿O estás todavía bajo el dominio del pecado? ¡Cristo te librará!

Tú puedes tener muchos años caminando con Cristo, pero en este momento puedes estar en una lucha con el pecado. Posiblemente ya has caído en ello. ¡Despiértate! ¡Es un engaño! Esa mujer, o la pornografía, pueden parecer muy atractivo, pero destruirán tu matrimonio. Esa oportunidad de ganar dinero ilícito puede parecer una salida fácil de tus problemas económicos, pero te puede llevar a la cárcel.  El pecado te destruye.  ¡Cristo vino para librarte del pecado! ¡Vuelve al camino de santidad! ¡Puedes! No es tarde. Cristo está esperándote. Te llama ahora.