El sufrimiento es parte de la experiencia humana universal, pero es difícil para nosotros comprenderlo, y hacemos todo lo posible para escapar de él. En medio de este dolor, muchos nunca reciben el consuelo que necesitan. Algunos cristianos afirman que «Cristo sufrió, para que yo no tenga que sufrir,» pero Dios nunca nos prometió una vida libre del sufrimiento. De hecho, Él vino a vivir entre nosotros y padecer en la cruz. Cristo, nuestro sumo sacerdote, nos acompaña en nuestro sufrimiento; es el Dios de toda consolación. ¡Nosotros tenemos algo de gran valor para ofrecer a gente afligida!
Pablo tuvo muchas oportunidades de ser consolado, ya que soportó mucho sufrimiento. Él comienza esta carta enseñándonos cómo recibir consuelo, y cómo darlo.
3 Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, 4 quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren. 5 Pues así como participamos abundantemente en los sufrimientos de Cristo, así también por medio de él tenemos abundante consuelo. 6 Si sufrimos, es para que ustedes tengan consuelo y salvación; y si somos consolados, es para que ustedes tengan el consuelo que los ayude a soportar con paciencia los mismos sufrimientos que nosotros padecemos. 7 Firme es la esperanza que tenemos en cuanto a ustedes, porque sabemos que así como participan de nuestros sufrimientos, así también participan de nuestro consuelo.
¡Nueve veces en cinco versículos Pablo usa la palabra “consuelo” o “consolación”! Consuelo es mucho más que una palmadita en la espalda y decir que todo estará bien. El diccionario dice que consolar es: “aliviar la pena o aflicción, dando fuerza, esperanza y ánimo.” La palabra griega tiene un significado mucho más rico: el consolador viene a tu lado, como un abogado defensor en el tribunal. Es el nombre que el Nuevo Testamento usa para el Espíritu Santo. Consolar es estar ahí para alguien, entrar en su dolor y caminar con él en su tribulación.
Consuelo implica sufrimiento
Si todo está bien, no hay necesidad de consuelo. Si quieres consuelo abundante, vas a tener sufrimiento abundante: cuanto más sufrimos por Cristo, tanto más Dios nos colmará de su consuelo por medio de Cristo (verso 5, NTV). Para Pablo, sufrir por Cristo era un gran privilegio: Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte (Filipenses 3:10). ¿Es el anhelo de tu corazón? ¿Puedes aceptar el sufrimiento para llegar a ser más como Cristo?
¿Por qué permite Dios el sufrimiento?
- Él es el Dios de toda consolación. Compartimos un poco más en su naturaleza cuando recibimos consuelo y lo compartimos con otros. Sobre todo, disfrutamos de una experiencia más profunda del Espíritu Santo, el Consolador. Y llegamos a ser más compasivos, ya que la compasión se relaciona con el consuelo.
- Dios nos consuela, pero luego espera que nosotros consolamos a otros, permitiendo el flujo del Espíritu Santo en el Cuerpo de Cristo. ¡Mientras más des consuelo, más fluirá el Consolador a través de ti, y más consuelo recibirás! Pero para recibir consuelo, necesitas problemas. Sin tribulaciones no hay necesidad de consuelo; no conocerás la profundidad de la compasión y el amor de Dios, y no podrás consolar a otros. Si conoces a gente que siempre vive la vida buena, ya puedes estar consciente de que difícil es para ellos consolar a otros y tener una compasión genuina. Si recibes consuelo, pero no consuelas a otros, apagarás la obra del Espíritu.
- El consuelo produce una perseverancia paciente. Puedes aguantar mucho más si sabes que no estás solo; alguien está contigo en la prueba. Si nunca has recibido consuelo, será muy difícil consolar a otros. Es lógico, entonces, que el pastor o líder sufra más, para que esté mejor equipado para ministrar consuelo.
El gran sufrimiento de Pablo
8 Hermanos, no queremos que desconozcan las aflicciones que sufrimos en la provincia de Asia. Estábamos tan agobiados bajo tanta presión, que hasta perdimos la esperanza de salir con vida: 9 nos sentíamos como sentenciados a muerte.
¡Esto es fuerte! ¡Este es Pablo, el gran apóstol y el gran varón de fe! ¿Sabes lo que es perder la esperanza de salir con vida? ¿La vida es tan abrumadora que sentiste sentenciado a muerte? No es siempre algo físico; a veces el dolor emocional es aún más fuerte. Hay muchos tipos de sufrimiento, ¡y todos duelen!
Es impresionante que Pablo sea tan transparente, especialmente con una iglesia que cuestionó su autoridad. Algunos, al enterarse de su sufrimiento, lo verían como un mal ejemplo de fe y victoria. De hecho, el líder necesita discernimiento en cuanto comparte de su vida personal. Si una iglesia cree que su pastor está derrotado y lleno de dudas, puede impactar a toda la congregación. Por otro lado, una iglesia tiene que saber que los pastores también son humanos y pasan por pruebas como cualquier otra persona. Muchos pastores mantienen una fachada de vivir siempre en victoria y sin pruebas, lo que produce una artificialidad en la iglesia.
¿Por qué permite Dios un sufrimiento tan intenso para su siervo escogido?
9Pero eso sucedió para que no confiáramos en nosotros mismos sino en Dios, que resucita a los muertos.
Muchos hombres se jactan de ser autosuficientes. Eso lo hace más difícil ser cristiano, ya que tenemos que renunciar a nuestra independencia y confiar totalmente en Dios. Dios nos permite sufrir hasta que llegamos a un punto en el que no tenemos más remedio; tenemos que confiar en Él. ¡El mismo Pablo todavía tenía que aprender esa lección! Cuanto más talentoso y capaz seas, más tienes que sufrir para llegar a ese punto. Tal vez si conscientemente renunciamos a nuestra independencia y le entregamos todo a Dios, podríamos evitar algunas de estas pruebas. ¿Podría ser que en tu prueba Dios simplemente quiere enseñarte a confiar en Él?
¿Y si morimos en el proceso? No hay problema, porque ¡Dios resucita a los muertos! No te desesperes, aun cuando te sientas la pena de muerte en tu vida, ¡porque Dios da nueva vida!
Tú, la iglesia, y Dios: todos tienen su parte
10 Él nos libró y nos librará de tal peligro de muerte. En él tenemos puesta nuestra esperanza, y él seguirá librándonos, 11 mientras tanto, ustedes nos ayudan orando por nosotros.
- Dios no te guarda del peligro mortal, pero te librará de él. Él es fiel y justo; tal como te ha liberado en el pasado, Él te librará en el futuro. A veces esa liberación puede ser incluso a través de la muerte, quitándote de este mundo para estar con Él.
- Tú tienes que mantener tu esperanza en Dios. Fija tus ojos en Dios en medio de la prueba y confía en Él, basado en su fidelidad en el pasado. Puedes sentirte tentado a confiar en tu propio ingenio, tu dinero, u otras personas, pero tarde o temprano todos ellos te fallarán.
- La iglesia tiene que orar. Pablo reconoce que él necesita las oraciones de otros. Dios lo ha arreglado así; somos parte de un cuerpo y nos necesitamos mutuamente.
- La versión amplificada dice “cooperando con sus oraciones para nosotros – ayudando y trabajando junto con nosotros.”
- ¿Intercedes fielmente por los que sufren? Desde la comodidad de tu hogar tú puedes ayudar a hermanos que sufren en otras partes del mundo. Busca maneras de mantener la comunicación con ellos.
- Aunque parece increíble, ¡a ellos les gustaría saber cuáles son tus necesidades para que puedan orar por ti! ¡A menudo las personas en las circunstancias más difíciles son los guerreros más fieles de oración!
- Si nadie sabe lo que está sucediendo en tu vida, no pueden orar por ti ni consolarte.
- Si le dices a alguien que vas a orar por él, ¡hazlo! Si alguien me dice que tiene una cita médica importante el jueves, esa mañana me gusta enviarle un mensaje de texto para que sepa que alguien está orando.
11 Así muchos darán gracias a Dios por nosotros a causa del don que se nos ha concedido en respuesta a tantas oraciones.
Hay un fruto más de nuestras oraciones: Dios recibe la acción de gracias y adoración por el derramamiento de su gracia y favor. Por eso es tan importante compartir cómo Dios ha contestado la oración, y averiguar y dar gracias a Dios por sus respuestas.
¿Ves las muchas maneras en que Dios trabaja por medio de nuestro sufrimiento? No siempre lo hace más fácil cuando se está desesperando de la vida, pero nuestro padecimiento le da la oportunidad a otros de recibir la bendición de consolarnos, orar por nosotros y ver las oraciones contestadas.
En este preciso momento Dios quiere derramar su consuelo sobre tu vida. No importa cuán desesperada sea tu situación, Él está a tu lado. Recibe su consuelo, y dale gracias por su fidelidad. ¡No estás solo!