2 Corintios 6:3-13: Los altibajos de servir a Cristo

Piedras de tropiezo

Por nuestra parte, a nadie damos motivo alguno de tropiezo, para que no se desacredite nuestro servicio.

Las piedras de tropiezo lastiman a muchos creyentes, traen reproche al nombre de Cristo y desacreditan ministerios enteros. El camino cristiano ya es duro; no necesitamos a otros creyentes (sobre todo a líderes) para hacerlo aún más difícil. Jesús promete un juicio severo por cualquiera que haga que sus “pequeños” tropiecen (Mateo 18:6).

  • ¿Caminas y ministras de una manera que no hagas tropezar a nadie?
  • ¿Hay alguna piedra que tú has puesto en el camino de un hermano? ¡Quítala! ¡Haz su caminata más cómoda!
  • ¿Te has tropezado y has sufrido a causa de algún cabezón necio? ¿O porque alguien te usó para sus propios propósitos y beneficios? ¿Te culpaste, cuando en realidad ellos te hicieron tropezar? ¡No dejes que ellos te desanimen de servir al Señor! ¡La culpa no es tuya!

Si tú has tropezado, Dios quiere levantarte y ayudarte a seguir adelante. ¡Pero no te des la vuelta al mismo camino, como un perro que vuelve a su vómito, para tropezar de nuevo! Mantén los ojos abiertos para iglesias o líderes que puedan servir como piedras de tropiezo.

¿Cómo te acreditas a ti mismo?

Más bien, en todo y con mucha paciencia nos acreditamos como servidores de Dios:

¿No es orgulloso recomendarse o acreditarse a sí mismo? ¡Parece que no! Si amas a tus ovejas y las ves en peligro, hay que levantarte para advertirlas y rescatarlas. Puede ser necesario señalar los errores de otros (y defender la integridad de tu ministerio):

  • ¿A quién sirven? ¿A Dios?
  • ¿Buscan primero su reino, para extenderlo?
  • ¿Tienen el corazón humilde de Cristo para servir, hasta lavar los pies? ¿O quieren ser servidos?
  • ¿Buscan poder, alardeando?

¿Cómo se recomienda Pablo a sí mismo?

En sufrimientos, privaciones y angustias; en azotes, cárceles y tumultos; en trabajos pesados, desvelos y hambre.

Parece que Pablo no tiene mucho que recomendarse. No son las muestras que esperamos de los grandes hombres de Dios, pero Pablo quiere recordar a los corintios del amor y sacrificio que él demostró cuando los llevó al Evangelio.

¿Crees que lo tienes difícil? ¿Cuánto has sufrido?

  • ¿Todavía servirías a Cristo si te llevara a la cárcel?
  • ¿Cuántos golpes puedes soportar antes de dejar el ministerio para otro trabajo?
  • ¿Conoces hambre y noches sin sueño como resultado de tu dedicación al pueblo de Dios?
  • ¿Tienes la paciencia para seguir adelante a pesar de las dificultades y la angustia? Es posible que ellas no sean por algún pecado o debilidad, sino que son parte de servir a Cristo.

¿O has aceptado la mentira común de que la vida cristiana debería ser fácil y sin problemas? Ten cuidado con los que nunca tienen batallas en sus vidas.

Servimos con pureza, conocimiento, constancia y bondad; en el Espíritu Santo y en amor sincero; con palabras de verdad y con el poder de Dios; con armas de justicia, tanto ofensivas como defensivas;

¿Y tú? ¿Sigues siendo paciente, bondadoso y cariñoso bajo el estrés? Esos son frutos del Espíritu Santo. ¿Te mantienes puro y honesto frente a la tentación de la porno en Internet y miente como una manera fácil de salir de los problemas? Una vida justa (junto con las armas de la Palabra, oración y el poder del Espíritu), es la mejor defensa contra los ataques del mundo y del enemigo. Pablo estaba rodeado de angustia y tumulto, pero él tenía una fe inquebrantable y una comunión íntima con su Señor que le permitieron un ministerio poderoso.

Lo bueno y lo malo

En lo que sigue, sus afirmaciones contrastantes son tan extremas que Pablo puede parecer esquizofrénico. ¿Es tu vida así a veces, como un niño fluctuante, llevado por doquiera por las ondas? Un día puede haber una unción hermosa en tu iglesia, y en el otro puedas querer renunciar al pastoreado. O puedes estar enamorado de tu esposa un día, y el otro estar listo para el divorcio. Hay una enseñanza popular de que si haces todo conforme a la Palabra, todo estará bien; las experiencias negativas resultan del pecado, la incredulidad o el fracaso. Pero si la experiencia de Pablo es normal, los altibajos son parte de la vida, sobre todo para el líder cristiano. El dicho es cierto: Esto también pasará. Parte de la madurez es reconocer eso y no desesperarse en los días oscuros, y dar gracias a Dios por el don de un día bueno.  Así, Pablo describe los altibajos de su ministerio:

por honra y por deshonra (DHH: Unas veces se nos honra, y otras veces se nos ofende),

por mala y por buena fama;

veraces, pero tenidos por engañadores (NTV: Somos sinceros, pero nos llaman impostores);

conocidos, pero tenidos por desconocidos (NTV: Nos ignoran aun cuando somos bien conocidos);

como moribundos, pero aún con vida;

golpeados, pero no muertos;

10 aparentemente tristes, pero siempre alegres (NTV: Hay dolor en nuestro corazón, pero siempre tenemos alegría);

pobres en apariencia, pero enriqueciendo a muchos;

como si no tuviéramos nada, pero poseyéndolo todo.

Anhelamos la fama, la felicidad y la prosperidad, pero cuando Pablo fue martirizado no tuvo posesiones materiales ni dinero, y fue despreciado por muchos. Sin embargo, dejó un legado que perdura hasta hoy. ¿Estás dispuesto a aceptar y soportar ambos extremos? Las cosas a tu alrededor siempre cambian, pero Cristo nunca cambia. Regocíjate en Cristo, incluso en la aflicción, consciente de que tu valor y emociones no se basan en las circunstancias, tu popularidad o tu riqueza, sino en Dios.

Corazones abiertos

11 Hermanos corintios, les hemos hablado con toda franqueza; les hemos abierto de par en par nuestro corazón. 12 Nunca les hemos negado nuestro afecto, pero ustedes sí nos niegan el suyo. 13 Para corresponder del mismo modo —les hablo como si fueran mis hijos—, ¡abran también su corazón de par en par!

Pablo suena como Dios en muchas profecías del Antiguo Testamento: un amante no correspondido que ha hecho muchas cosas solo para ser rechazado. Estos son sus hijos espirituales, y Pablo anhela su amor. El desafío (en cualquier tipo de relación) es seguir amando, rechazando la amargura, como lo hace Dios con nosotros. Esto puede ser difícil si has encontrado la misma oposición que Pablo experimentaba. Ante la tentación de cerrar tu corazón:

  • Habla libremente y honestamente, dándoles todos los consejos de Dios.
  • Abre tu corazón de par en par a ellos.
  • No les niegues tu cariño. Al igual que el afecto de un padre por sus hijos, expresa lo que hay en tu corazón.

Creo que Pablo diría que el rechazo de los corintios lo lastimó  más que todos los golpes que tuvo que soportar. ¿Tienes a alguien que te haya ministrado mucho y que esté sufriendo porque le has dado la espalda? Si tú has sido decepcionado por un pastor o un padre espiritual, si has cerrado tu corazón y estás reteniendo tu afecto, confía en Dios y abre tu corazón de par en par. Dios anhela restaurar esa relación.

Es una lucha diaria seguir a Cristo, sobre todo en el ministerio. No estás mal si pasas por tribulaciones. Coge ánimo del ejemplo de Pablo para seguir adelante, firme en tu esperanza en Dios y fiel a tu llamado.