Jeremías 29  El Señor tiene un futuro y una esperanza para ti

11 Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.

¡Qué linda promesa! Es una de las promesas más «populares» en la Biblia, por razones obvias, pero también es una de las más abusadas, porque a menudo se saca totalmente de contexto. Somos muy expertos en ignorar el contexto de las promesas bíblicas y reclamarlas para nosotros, pero muchas se dieron a personas específicas con condiciones específicas. Empecemos por el comienzo del capítulo:

1Ésta es la carta que el profeta Jeremías envió desde Jerusalén al resto de los ancianos que estaban en el exilio, a los sacerdotes y los profetas, y a todo el pueblo que Nabucodonosor había desterrado de Jerusalén a Babilonia.

Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel, a todos los que he deportado de Jerusalén a Babilonia.

¿Para quién es la promesa?

Aunque hay principios generales que podemos extraer – con cuidado – de cualquier promesa, no podemos ignorar quién la recibió. No se le dio a todo el pueblo de Dios, sino sólo a los cautivos en Babilonia. Es importante notar que aunque Nabucodonosor los llevó allí, Dios dice que Él es quien los llevó al cautiverio. Nabucodonosor fue solo su instrumento.

Este pueblo corre un gran peligro. Además, una y otra vez los falsos profetas proclamaron que pronto serían liberados y volverían a casa, y todo estaría bien. Quieren creer eso. Todavía no reconocen la gravedad de su pecado o la situación actual. Así que podemos decir que esta promesa tiene una aplicación especial para:

  • Aquellos que experimentan el juicio de Dios
  • Aquellos en cautiverio o esclavitud
  • Los que están lejos de casa, en un lugar que no quieren estar (como una prisión).

No está dirigida a personas en la voluntad de Dios, que le sirvan fielmente y disfruten de la vida, aunque hay seis principios aquí que se aplican a todos.

«Construyan casas y habítenlas; planten huertos y coman de su fruto. Cásense, y tengan hijos e hijas; y casen a sus hijos e hijas, para que a su vez ellos les den nietos. Multiplíquense allá, y no disminuyan.

Primer principio: Prepárate para el largo plazo y aprovecha al máximo tu situación

Puede ser la cárcel o simplemente una circunstancia muy incómoda, pero tu instinto natural es tratar de salir de ella. Definitivamente no quieres confesar que Dios puede tener un propósito en ella y puede dejarte allí por un tiempo. Claro que a veces no tiene nada que ver con tu pecado, y realmente eres una víctima del diablo o personas malvadas. No quiero decir que no debas, por ejemplo, apelar una sentencia injusta. Pero busca al Señor para discernir cómo responder, y el mensaje que Él tiene para ti.

El principio general sigue siendo válido: No pierdas el tiempo. No caigas en una actitud de auto-compasión de “ay de mí.” Haz tu mejor esfuerzo para vivir una vida normal y sacar lo que puedas de la situación. Multiplícate, que puede incluir:

  • Aumentar tu conocimiento a través del estudio
  • Profundizar tu vida espiritual a través de la oración
  • Edificar la iglesia a través de la evangelización y el discipulado

Haz lo que puedas para mantener una vida familiar normal, manteniendo las tradiciones familiares y disfrutando de tus hijos. Trata de protegerlos de la fealdad de la situación. Puede ser una celda o un apartamento sucio, pero haz todo lo posible para arreglarlo y convertirlo en un hogar. Dios puede cortar tu sentencia, pero vive como si estuvieras allí un tiempo. Esto no significa que creas que la situación es buena, sino que estás de pie y tu circunstancia no te robará de una vida digna. José y María sufrieron el rechazo de su familia y vecinos, e hicieron un viaje peligroso a Egipto con el niño Jesús, pero aun así suplieron un hogar adecuado para criar al Hijo de Dios.

Además, busquen el bienestar de la ciudad adonde los he deportado, y pidan al Señor por ella, porque el bienestar de ustedes depende del bienestar de la ciudad.»

Segundo principio: Bendice a tu opresor

Esto es más difícil. Puede que tú quieras luchar contra el sistema y el gobierno o destruir sus edificios. Pero al final del día, sólo te lastimas a ti mismo. Dondequiera que estés, cuando la sociedad que te rodea prospere y esté en paz, tú también prosperarás. Como capellán de la prisión, yo vi esto suceder con frecuencia. Cuando un reo hizo algo en contra de la administración o destruyó algo, todos se cerraron y sufrían. Gracias a Dios, los reclusos cristianos fueron instrumentos de paz; mediaron conflictos y fomentaron un ambiente positivo. Así hicieron la vida más fácil para todos.

¿Oras por lo que te oprime? Dios lo repite: «Fui yo quien te deportó.» ¿Puedes creer que Dios es soberano y por alguna razón ha permitido esta circunstancia en tu vida?

Muchos hablan de cómo está cayendo su país. Incluso parece que muchos cristianos así lo esperan, para reivindicar su teología y sus ideas políticas. ¡Eso es pecado! No debemos abandonar nuestro país ni esperar que caiga, sino orar por él y buscar su paz y prosperidad. Los cristianos fueron responsables de muchas de las bendiciones que disfrutamos hoy; no deben abandonarlo y altivamente verlo autodestruir.

Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: «No se dejen engañar por los profetas ni por los adivinos que están entre ustedes. No hagan caso de los sueños que ellos tienen. Lo que ellos les profetizan en mi nombre es una mentira. Yo no los he enviado», afirma el Señor.

Tercer principio: Guárdate del engaño espiritual

En esta situación eres particularmente susceptible al engaño espiritual. Quieres abrazar la doctrina de salud, riquezas, y prosperidad. Quieres creer que Dios siempre sana y nunca permite el sufrimiento. Incluso puedes sentir que la fe que te han enseñado no ha funcionado, por lo que es hora de probar algo diferente. Algunos incluso se dedican a la brujería y otras prácticas demoníacas en busca de alivio. Ten mucho cuidado con lo que ves en Internet o en la televisión. Cíñete a la Biblia. Busca a un pastor piadoso que escuche a Dios y predique su Palabra, y escucha con atención lo que él dice acerca de las impresiones que recibes en tu espíritu.

10 Así dice el Señor: «Cuando a Babilonia se le hayan cumplido los setenta años, yo los visitaré; y haré honor a mi promesa en favor de ustedes, y los haré volver a este lugar. 11 Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.

Cuarto principio: Confía en los planes de Dios para ti

Tu sufrimiento no durará para siempre. Dios ha establecido un tiempo que probablemente tú no puedas acelerar; no importa lo que hagas. Confía en que Él será fiel y traerá liberación en el momento adecuado. Y recuerda, puede que tú tengas que pasar por el mismo proceso como Israel. Los judíos pasaron varios siglos esperando a su Mesías, pero Jesús llegó en el momento adecuado. Ahora sabemos que el Imperio Romano fue el ambiente perfecto para la difusión del Evangelio. A la hora señalada, Jesús vendrá otra vez. Su venida te da certeza de que:

  • Él vendrá a ti. Puede parecer que Jesús está lejos de ti en este momento, pero Él vendrá a ti.
  • Él cumplirá sus promesas a ti, la palabra que Él te ha dado.
  • Él tiene planes para ti.
  • Él quiere hacerte prosperar, pero puede ser que antes de la prosperidad tengas que soportar su entrenamiento y disciplina.
  • Dios tiene una esperanza y un futuro para ti. A veces puedes sentir que no vale la pena vivirla; estás demasiado lejos de Dios y has destruido demasiado. Puedes sentirte desesperado. ¡Dios quiere darte una nueva esperanza! Tu futuro está en sus manos, y Él puede redimir los peores errores.

12 Entonces ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme, y yo los escucharé. 13 Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón. 14 Me dejaré encontrar —afirma el Señor—, y los haré volver del cautiverio. Yo los reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde los haya dispersado, y los haré volver al lugar del cual los deporté», afirma el Señor.

Quinto principio: Busca al Señor con todo tu corazón

Esta es una parte fundamental para avanzar hacia el futuro que Dios ha preparado para ti:

  • Invoca al Señor.
  • Ven a Él.
  • Órale.
  • Búscale con todo tu corazón.

Cuando tú haces eso, Él te promete:

  • Ser encontrado por ti.
  • Hacerte volver de tu cautiverio y recuperar tu vida.

Aquellos que vinieron a Jesús encontraron paz, el favor de Dios, y una nueva relación con Él.

15 Ustedes podrán decir: «El Señor nos ha dado profetas en Babilonia», 16 pero esto es lo que dice el Señor acerca del rey que ocupa el trono de David, y acerca de todo el pueblo que aún queda en esta ciudad, es decir, de sus hermanos que no fueron con ustedes al exilio. 17 Así dice el Señor Todopoderoso: «Voy a mandar contra ellos la espada, el hambre y la pestilencia. Haré que sean como higos podridos, que de tan malos no se pueden comer. 18 Los perseguiré con espada, hambre y pestilencia, y haré que sean motivo de espanto para todos los reinos de la tierra, y que sean maldición y objeto de horror, de burla y de escarnio en todas las naciones por donde yo los disperse. 19 Porque ustedes no han escuchado ni han hecho caso de las palabras que, una y otra vez, les envié por medio de mis siervos los profetas —afirma el Señor—.

Sexto principio: Dios juzgará a los falsos profetas y maestros

¿Cual fue el verdadero problema de los judíos? No escucharon a Dios, sino a lo que querían escuchar. Me preocupa la falta de predicación verdaderamente bíblica en muchas iglesias y lo que veo en Internet y en la televisión. Dios juzgará severamente a los falsos profetas. ¡Ten cuidado con lo que escuchas! ¡Ya has sufrido demasiado! ¡No te dejes engañar por un falso profeta! Los líderes religiosos y maestros de la ley eran los más fuertes en denunciar a Jesús; incluso enseñaron que era del diablo.

También hay una tendencia a tener envidia de:

  • Aquellos que parecen prosperos
  • Aquellos que cooperaron con el gobierno para evitar la cárcel
  • Aquellos que todavía disfrutan de la buena vida a pesar de su pecado

Su tiempo llegará. De hecho, puede ser mejor que en su misericordia Dios te llamó tu atención y te dio la oportunidad de arrepentirte.

20 »Pero ahora todos ustedes los exiliados que hice deportar de Jerusalén a Babilonia, ¡obedezcan mi palabra!» 21 Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel, acerca de Acab hijo de Colaías, y de Sedequías hijo de Maseías, que les profetizan una mentira en mi nombre: «Voy a entregarlos en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y él los matará ante sus propios ojos. 22 Por culpa de ellos, todos los deportados de Judá que están en Babilonia pronunciarán esta maldición: “Que haga el Señor contigo lo mismo que hizo con Sedequías y Acab, a quienes el rey de Babilonia asó en el fuego.” 23 Porque cometieron una infamia en Israel: adulteraron con la mujer de su prójimo y dijeron mentiras en mi nombre, cosas que jamás les ordené. Yo lo sé, y de eso soy testigo», afirma el Señor.

Estos profetas hablaron mentiras en el nombre del Señor y estaban en pecado sexual. Tú puedes conocer a supuestos siervos de Dios que están en pecado, jactándose y engañando a la gente. Dios los juzgará. Mantente alejado de ellos. Jeremías fue uno de muy pocos que predicaron la Palabra de Dios, y puede que sea lo mismo hoy. Si quieres disfrutar de los buenos planes que Dios tiene para ti, estudia y guarda la Palabra de Dios. Está llena de promesas, pero ten cuidado de no aplicarlas mal y ser engañado.

¿Se aplica Jeremías 29:11 a ti? No importa tu situación, Dios tiene planes para ti. Él no quiere destruirte. Él quiere que tengas una esperanza y un futuro que lo glorifique. El contexto completo de Jeremías 29 da una comprensión mucho más rica de eso. ¡Dios quiere hacer maravillas en tu vida!

Cuando nació Jesús, el pueblo de Judá anhelaba la esperanza y un Mesías en medio de su opresión. Pero tenía un concepto equivocado de la vida bendita. Esperaban a un rey como David que restauraría su prosperidad y soberanía. Dios tenía grandes planes para su futuro, pero muchos no lo reconocieron cuando Él estuvo aquí en la tierra. Tu verdadera esperanza y futuro no es la prosperidad mundana, sino una persona: Jesucristo.

 

Job: Zarandeado como al trigo

La última vez que vi a alguien tamizar harina, yo era un niño pequeño viendo a mi mama preparar un pastel. Puede que tú no eres un agricultor, ni siquiera has tamizado harina, pero creo que ya sabes lo que significa ser zarandeado como al trigo: refinar, pasar por el molino, ser examinado, o pasar por una prueba. Satanás pidió permiso para zarandear a los discípulos de Jesús  como al trigo. ¿Es cierto que Satanás tiene ese acceso a tu vida? ¿Es posible que algo de lo que estás experimentando ahora es el resultado de Satanás zarandeándote?

El hombre mejor conocido que Satanás casi destruyó es Job. En el primer capítulo de su libro, Satanás se presenta en la corte celestial, donde Dios está jactándose acerca de este hombre intachable y recto:

Entonces el Señor preguntó a Satanás:

—¿Te has fijado en mi siervo Job? Es el mejor hombre en toda la tierra; es un hombre intachable y de absoluta integridad. Tiene temor de Dios y se mantiene apartado del mal.

Satanás le respondió al Señor:

—Sí, pero Job tiene una buena razón para temer a Dios: 10 siempre has puesto un muro de protección alrededor de él, de su casa y de sus propiedades. Has hecho prosperar todo lo que hace. ¡Mira lo rico que es! 11 Así que extiende tu mano y quítale todo lo que tiene, ¡ten por seguro que te maldecirá en tu propia cara!

12 —Muy bien, puedes probarlo —dijo el Señor a Satanás—. Haz lo que quieras con todo lo que posee, pero no le hagas ningún daño físico.

Entonces Satanás salió de la presencia de Señor.

Satanás no está impresionado con Job, y me imagino que muchas personas hoy en día dirían lo mismo. ¡Por supuesto Job está muy contento con Dios! ¡Ha derramado bendiciones tremendas sobre él!

  • Dios puso un muro de protección alrededor de él, su familia, y todos sus bienes. ¿Tienes ese muro? ¿Lo quieres? ¡Dios puede proveerlo! Si por alguna razón ese muro no está presente y parece que el maligno ha entrado en tu casa, pregúntate a ti mismo y pídele a Dios: ¿Qué ha sucedido? ¡A veces abrimos el portón! Pídele a Dios que en su misericordia Él edifique ese muro de nuevo.
  • Dios bendijo la obra de sus manos. Todo lo que hizo prosperó, trayéndole grandes riquezas. El profeta Hageo (1:6) habla de la experiencia opuesta, donde se trabaja duro sin nada que mostrar a cambio. ¿Cuál es tu experiencia? La «bolsa rota» generalmente es el resultado de prioridades equivocadas. No hay ninguna garantía de riquezas, pero ¿es evidente la bendición de Dios en la obra de tus manos?

Job tenía una vida casi perfecta, pero está a punto de ser probado. Satanás propone que Dios quitara su mano de Job, a ver cómo reacciona. Satanás es muy egoísta, y sabe que la mayoría de nosotros también somos egoístas. Así que Satanás cree que Job sólo sirve a Dios por las bendiciones que recibe. Si Dios quita esas bendiciones, Satanás está confiado que Job maldecirá a Dios a su cara. ¿Y tú? ¿Cómo reaccionas cuando sufres reveses? ¿Te sientes ahora que Dios ha quitado su mano de tu vida y tu familia? ¿Cómo has respondido?

En este caso, Dios le da permiso a Satanás a meterse con Job como él desee. A veces la prueba puede ser simplemente perder la bendición de Dios y permitir consecuencias naturales en tu vida. Hay tres cosas importantes que tener en cuenta aquí:

  1. Dios tiene el control absoluto sobre Satanás. Dios está en su trono y Satanás se le presente (sí, ¡en su presencia!), junto con los otros ángeles. No es una competencia de iguales.
  2. Satanás hace sólo lo que Dios le permite hacer. Si él te está atacando, es sólo porque Dios sabe que tú puedes soportarlo, y tiene un propósito en ello para ti.
  3. ¡No seas engañado a pensar que Satanás no existe! La Biblia dice claramente que él es un ser espiritual que se meta con tu vida.

Dios puso solo una restricción sobre Satanás: que no tocara a Job mismo. Satanás  comienza de inmediato y devasta al hombre, con todos sus hijos muertos y la mayoría de sus posesiones perdidas. Lo único que el tipo no pierde era su esposa. Sin embargo, Job todavía adora a Dios:

«Desnudo salí del vientre de mi madre
y desnudo estaré cuando me vaya.
El Señor me dio lo que tenía
y el Señor me lo ha quitado.
¡Alabado sea el nombre del Señor!».

Aunque fue muy dolorosa, Job recibió un “A” en esta primera prueba. ¿Cómo te va en tus pruebas? ¿Sigues adorando al Señor? ¿Estás consciente que todo lo que tienes viene de Dios, y que Dios no es obligado a bendecirte? Si pierdes todo, como Job ¿lo aceptarías como lo hizo Job?

Dios está muy complacido con su hijo, y se jacta de él la próxima vez que Satanás se presenta en su corte celestial (Job 2:3):

 Entonces el Señor preguntó a Satanás:

—¿Te has fijado en mi siervo Job? Es el mejor hombre en toda la tierra; es un hombre intachable y de absoluta integridad. Tiene temor de Dios y se mantiene apartado del mal. Además ha conservado su integridad a pesar de que tú me incitaste a que le hiciera daño sin ningún motivo (RVR: para que lo arruinara sin causa).

¿Era realmente Dios que le hizo daño a Job y lo arruinó sin causa? En esta escritura parece ser una posibilidad. Satanás no tiene el poder para controlar ni nuestras vidas ni la naturaleza. Hay veces  cuando las tragedias en nuestras vidas no tienen sentido ninguno.

Job probablemente intentó a recuperar su vida, con la esperanza que esta tragedia fue temporal.  Estaba agradecido que todavía tenía su buena salud. Él no sabe que Satanás no había terminado con él:

 Satanás respondió al Señor:

—¡Piel por piel! Cualquier hombre renunciaría a todo lo que tiene para salvar su vida. Así que extiende tu mano y quítale la salud, ¡ten por seguro que te maldecirá en tu propia cara!

—Muy bien, haz con él lo que quieras —dijo el Señor a Satanás— pero no le quites la vida.

Curiosamente, Satanás no persigue la esposa de Job, lo cual devastaría a Job totalmente, sino ataca su cuerpo. La única restricción que Dios le da es que no lo matara, aunque en el capítulo tres veremos que Job habría preferido la muerte a los sufrimientos que tuvo que soportar. Esta vez se dice claramente (3:7) que fue Satanás quien afligió a Job con forúnculos. Incluso su esposa le insta a maldecir a Dios y morir, pero Job sigue fiel y persevera en esta prueba increíble. Al final del libro, todo le es restaurado y terminó su vida feliz y bendecido.

Sabemos que Job es un libro anciano, escrito mucho antes de la venida de Jesús. ¿Es posible que algo semejante puede suceder hoy en día? Mira a Lucas 22:31-32, la noche que Jesús fue traicionado:

»Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido zarandearlos a ustedes como si fueran trigo. Pero yo he orado por ti, para que no falle tu fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, fortalece a tus hermanos.

¿No es cierto que suena notablemente como Job? Justo al momento cuando Jesús está de experimentar su muerte horrorosa, Satanás viene pidiendo permiso para zarandear a sus mismos discípulos, y ¡Jesús lo permite! No le dice a Pedro: «¡Yo le reprendí y le dije que no toque a ninguno de ustedes!» ¡Me encantaría si Cristo hubiera dicho eso! ¡Pero Jesús lo permite! Él sabe lo que va a suceder, y sabe que es posible que la fe de Pedro pudiera fallar. (Nota que aquí Jesús no le llama Pedro [la roca], sino su nombre dado, Simón.) El único consuelo para Pedro es que Jesús está orando para él. Jesús ya sabe cómo todo terminará. Él hará todo lo necesario para que Pedro sobreviviera, pero por un rato va a pasar por una prueba difícil, y se apartará de Jesús.

Satanás pidió permiso para zarandear a todos los discípulos, pero Jesús tenía una tarea especial para Pedro: Cuando ha vuelto a Jesús tiene que fortalecer a los otros discípulos en sus tribulaciones. A veces tienes que pasar por tu propia tribulación para entonces ministrar a otros que están pasando por sus pruebas.

¿Es posible que Satanás ha solicitado acceso a tu vida? ¿Te está zarandeando el diablo en este momento? ¡Dios está en control! ¡Jesús sabe lo que está pasando! Satanás no puede hacer nada más allá de lo que Dios le permitiera. Tú no puedes entender por qué Dios lo permite, y tal vez nunca lo entenderás. ¿Puedes seguir adorando a Dios a pesar del sufrimiento? ¿Te das cuenta de que todo lo que tienes es un don de Dios? Si ya has salido de la prueba, este sea el momento para ministrar a otros que Satanás está zarandeando.

¡Jesús está orando por ti! ¡Esto también pasará!