¿Eres más como Abraham o Jesús en tu trato de la mujer?

Yo creo que Dios me ha llamado principalmente a ser un padre espiritual, alentando a hombres a tomar su lugar en el reino de Dios. Pero eso de ninguna manera significa que yo estoy en contra de las mujeres, o que no quiero que ellas alcancen todo su destino. Una masculinidad sana se regocija en la mujer y lo femenino; no es amenazada por ellas, y no usa ni abusa a la mujer.

Génesis 12: ¡Vete Abraham!

El capítulo comienza con Dios mandando a Abraham a salir de su país. Es la primera llamada de Dios, y él responde en obediencia, tomando a su esposa Sarai con él (Génesis no dice nada de cómo se sentía ella):

El Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré. Al encaminarse hacia la tierra de Canaán, Abram se llevó a su esposa Saray, a su sobrino Lot, a toda la gente que habían adquirido en Jarán, y todos los bienes que habían acumulado.  (Versículos 1 y 7)

El capítulo termina con Faraón mandando a Abraham a salir de su país:

¡Anda, toma a tu esposa y vete!»  Y el faraón ordenó a sus hombres que expulsaran a Abram y a su esposa, junto con todos sus bienes.  (Versículos 19 y 20)

¿Qué pasó entre el llamado de Dios para salir (lo cual fue dado principalmente a Abraham), y Faraón ordenando a sus hombres a expulsarlos (que se centra en Sarai)?

Es una de las historias más tristes en la vida de este gran patriarca (lee toda la historia en Génesis 12:10-20). Había una hambruna en Canaán. Abram decide abandonar la tierra que Dios le dio (aparentemente sin consultar con Dios), e ir a Egipto. Es el principio de una larga historia de los hebreos descendiendo a Egipto, que casi nunca servía para su bien.

Usando (abusando) a su mujer para su propio beneficio

En este caso, Abram está preocupado por su propia seguridad. Dios bendijo a Abram con una mujer muy hermosa. En su hogar Abram estaba muy contento con ella, pero ahora su hermosura era una carga: Tiene miedo que lo van a matar para tomarla. Así que inventa la mentira que ella es su hermana. No dice cómo Sarai sentía al respecto, pero es probable que su estancia en el palacio incluía algunas noches con el rey. Eso funcionó para Abram; gracias a ella, el faraón le trató muy bien y le dio muchos animales y sirvientes. Pero Dios no estaba contento, y afligió a Faraón y a su casa con enfermedades graves. Por fin se supo la verdad. Porque Dios todavía estaba con Abram, él salió con su vida, su esposa, y todas las posesiones que había acumulado en Egipto.

Es un caso trágico de un hombre (¡de Dios!) usando a su mujer para su propio beneficio, sin tener en cuenta el bienestar o la salud ni de ella ni de su matrimonio.

Mujeres apoyan a Jesús

Un avance rápido hasta Jesús. El contraste en cómo Jesús trataba a las mujeres en Lucas 8:1-3 es muy impresionante:

Después de esto, Jesús estuvo recorriendo los pueblos y las aldeas, proclamando las buenas nuevas del reino de Dios. Lo acompañaban los doce, y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades: María, a la que llamaban Magdalena, y de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cuza, el administrador de Herodes; Susana y muchas más que los ayudaban con sus propios recursos.

Todos conocemos a los Doce, y ellos reciben casi toda nuestra atención, pero este sombrío grupo de mujeres aparece de vez en cuando, sobre todo en la cruz y la resurrección. No nos da su número, pero había muchas. Varias son mencionadas específicamente:
• María Magdalena, una de las mujeres más conocidas de los Evangelios, que había sido liberado de siete demonios.
• Juana, una mujer importante, esposa de Cusa, el administrador del Rey Herodes. Ella podía dejar a su marido y viajar con este predicador itinerante, algo muy inusual para la época. María y Juana fueron testigos de la resurrección.
• Susana, de quien no sabemos nada más.

¿Qué aprendemos acerca de ellas de esta Escritura?
• Por lo general, viajaron con Jesús y los Doce, lo que también era muy inusual para la época.
• La mayor parte había experimentado una liberación o curación por Jesús. En gratitud servían a Jesús y sus discípulos y los seguían.
• Era un grupo variopinto, con una que era endemoniada, y la esposa de un funcionario del gobierno de alto rango entre ellas.
• Los gastos diarios del ministerio de Jesús fueron pagados en gran parte por estas mujeres, que tenían ingresos disponibles. Era inusual para mujeres tener acceso a tanto dinero.

Un grupo paralelo a los Doce

Nuestro conocimiento es limitado, y no queremos deducir demasiado, pero esto parece radical. Rabinos del día no enseñaban a mujeres ni las permitían participar plenamente en la sinagoga; las asignaban un lugar inferior. Jesús obviamente dio la bienvenida a estas mujeres y su apoyo. Ellas jugaban un papel importante en el ministerio, a su manera tan importante como los Doce. Y parece que ellas evitaban la crisis de fe y otras cuestiones que muchos de los Doce batallaban rutinariamente. Aunque nunca tenían la autoridad de los hombres, eran muy activas en el ministerio de Jesús. Así ha sido para toda la historia de la iglesia, y debe ser hoy. Ninguna mujer vino a ser entre los Doce, ni hubo ninguna presión para hacerlas parte de ese círculo íntimo de discípulos. Ningún hombre trataba de juntarse a este grupo especial de mujeres que tomó cuidado de Jesús y sus discípulos. Tanto comprendían, aceptaban, y se regocijaban en el papel importante que desempeñaban en el ministerio.

La familia de Jesús: Los que ponen la Palabra en práctica

Curiosamente, más adelante en el mismo capítulo (versículos 19-21) hay una referencia a otra mujer importante en la vida de Jesús, otra María, su madre:

La madre y los hermanos de Jesús fueron a verlo, pero como había mucha gente, no lograban acercársele.  —Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren verte —le avisaron.

Pero él les contestó: —Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica.

Se supone que las mujeres que acabamos de mencionar estaban en la multitud. Los que informaron a Jesús acerca de María creían que iba a dejar todo para verla, o por lo menos asegurar que pudo entrar en la habitación. En su lugar, vuelve con una declaración bastante cáustica que profundamente hirió a su madre. En efecto, dijo: «¿Quiénes son ellos? Solamente es mi familia terrenal. Tengo una familia mucho más grande que esa. Cualquier persona que realmente escucha la Palabra de Dios y la toma en serio, la pone en práctica, es tan importante como ellos. Ni siquiera estaban aquí para oír esta Palabra, pero ustedes sí, estaban. Así que ustedes son mi verdadera familia.»

Igualdad entre hombres y mujeres

En medio de esa declaración vemos una verdad poderosa que afecta nuestro tema de la mujer: igualdad absoluta entre hombres y mujeres. Dios no hace acepción de personas. La posición de su madre, la que nosotros pensaríamos debe darle un privilegio especial, significaba poco. Los que hacen la voluntad de Dios – sean hombres o mujeres – son la verdadera familia de Dios. Es evidente que hay diferentes funciones, como acabamos de ver en el inicio del capítulo, pero todos son iguales en los ojos de Dios. Eso también fue radical para el día.

Hemos recorrido un largo camino desde Sarai, quien fue tratada como propiedad y objeto de sexo, y no tenía voz ninguna. En Cristo, las mujeres están exaltadas y dado igualdad con los hombres. Celebramos las diferencias entre hombres y mujeres, y mujeres son liberadas para disfrutar el destino que Dios tiene para ellas. Pero más importante que cualquier diferencia de género es verdaderamente escuchar a la Palabra de Dios y ponerla en práctica. ¿Cómo te va con eso? ¿Compartes la actitud de Jesús hacia mujeres? ¿O eres más como Abram, usando o abusando a mujeres para tu propio beneficio?