La perla

Varios años atrás vendimos nuestra casa en Nueva York para mudarnos para Costa Rica. Vivíamos seis años en esa casa, el tiempo más largo de cualquier lugar en nuestra vida matrimonial. La venta ocasionó unas reflexiones sobre lo que es lo más importante en la vida, y Dios me habló claramente en esta palabra de Mateo 13:44-46:

»El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió a esconder, y lleno de alegría fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo.

»También se parece el reino de los cielos a un comerciante que andaba buscando perlas finas. Cuando encontró una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.

Después de jubilarme del Sistema Penitenciario Federal, esperamos  en el Señor varios años para el próximo paso. Fue un tiempo frustrante de sentirse cada vez más infeliz y confundido acerca de nuestras vidas, una experiencia que un pastor mío dijo es «a menudo el preludio de Dios explotando en tu vida.» ¡Gloria a Dios! Un santo muy sabio dijo: «No podemos aspirar seriamente a Dios antes de que estemos en serio descontentos con nuestras vidas.» No suena muy espiritual, pero en esa temporada sentimos serio descontento. Después, pude ver que Dios lo permitió para llevarnos a ese punto. No había nada malo con nosotros; ¡era la obra de Dios!

La primera cosa que casi todo el mundo nos preguntaba fue: «¿Qué van a hacer allí?» Yo quería decir que teníamos un ministerio glorioso esperándonos, y compartir las grandes cosas que esperábamos hacer, pero el hecho fue que teníamos muy poca idea de lo que íbamos a hacer. No fuimos con ninguna organización; no había ninguna posición esperándonos. Fuimos con el deseo de ser mentores para pastores jóvenes y sus familias, proporcionando capacitación, ánimo, y consejo para ellos, pero no sabíamos quién sería. ¡Pero eso estuvo bien!

En estas parábolas del reino, Jesús habla de dos cosas distintas. El primer hombre no sabía lo que estaba buscando; puede ser que descubrió el tesoro por accidente. El segundo hombre fue en busca de una perla especial. Él tenía conocimiento de perlas, y buscaba la mejor antes de comprarla. El tesoro, la perla de gran precio, que nos impulsó a hacer ese cambio radical consistía de dos cosas; en nuestro caso eran cosas que habíamos conocido para muchos años, pero tal vez habíamos perdido de vista cuán preciosas son. El primero y más grande tesoro es Jesús. Más que cualquier otra cosa, fuimos a Costa Rica creyendo que sería un lugar de mayor intimidad con Él. El otro (lo cual de ninguna manera está en competencia con Jesús) fue nuestro matrimonio. Nos dábamos cuenta de que gran tesoro es; un regalo y una bendición de Dios. Había sido probado y zarandeado, y estábamos buscando un lugar para experimentar más a fondo todo lo que Dios tiene para nosotros como pareja. Obviamente, estas dos cosas pueden suceder en cualquier lugar, pero creíamos que de alguna manera Dios había escogido a Costa Rica para nosotros en ese momento de nuestras vidas.

Al escuchar estas parábolas e identificar el tesoro que nosotros estábamos dejando a todo para perseguir, imagina mi sorpresa cuando escuché una predica que identificó las cinco cosas que son parte de la vida del reino que Dios tiene para nosotros, mucho mejor que cualquier cosa que podamos imaginar:
1. La intimidad con Jesús.
2. Relaciones enriquecidas (nuestro matrimonio, hermanos en la iglesia, y amistades).
3. Experimentando nuestro destino único (en especial un ministerio para mi esposa, y para nosotros juntos).
4. Decisiones específicas que alteran el curso de nuestras vidas (¡dejando todo!).
5. Descubrimiento continuo (aquí pensé en la gente linda, la cultura y las maravillas naturales de Costa Rica y América Latina que esperaban nuestro descubrimiento).

Entonces el pastor nos dio la segunda parte de su mensaje: Esta búsqueda de la perla de gran precio, esta vida que Dios nos ofrece, no es segura. Es una aventura; es arriesgada. Confieso que en ese momento de mi vida tendía de optar más por lo seguro, pero la realidad es que estábamos aburridos. No estábamos listos para pasar a una comunidad de jubilados y tomárselo con calma. ¡La verdad es que anhelamos la aventura! La gran seguridad es saber que Dios está con nosotros, y Él utiliza todos los aspectos riesgosos de la aventura para nuestro bien. El pastor lo hizo aún más incómodo: Se trata de llevar una cruz. Sufrimiento. Un corazón quebrantado. Porque cuando uno ama de verdad y se involucra en la vida de personas necesitadas, habrá angustia. Pero sorprendentemente, ¡un corazón quebrantado se hace más grande!

El punto final del mensaje era la necesidad de hambre suficiente profunda y larga para discernir lo que Dios nos está ofreciendo. No es agradable estar vacío o hambriento. Hacía algún tiempo que teníamos esa hambre. Tuvimos que llegar casi a un punto de desesperación para por fin despertar y ver lo que Dios nos estaba ofreciendo.

Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Dios quiere esta vida del reino para ti, aún más que la quieres para ti mismo. Él abrirá las puertas. Sí, es difícil dejar las posesiones. Sí, se siente extraño dejar a su país. Es muy duro dejar familia atrás. Pero Jesús también dijo:

—Les aseguro —respondió Jesús— que todo el que por mi causa y la del evangelio haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o terrenos, recibirá cien veces más ahora en este tiempo (casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y terrenos, aunque con persecuciones); y en la edad venidera, la vida eterna. Pero muchos de los primeros serán últimos, y los últimos, primeros (Marcos 10:29-31).

No estoy emocionado con las persecuciones. Realmente no estaba pensando en lo que iba a recibir de vuelta. No estaba dejando tanto como muchos discípulos del Nuevo Testamento dejaron, pero nos sentíamos tremenda libertad en dejar todo. De una manera, habría sido más fácil quedarnos  en los Estados Unidos y continuar con la vida cómoda que habíamos conocido para seis años, pero anhelábamos mucho más. Hay muy poco de nuestras posesiones que realmente necesitamos. Hay tanto exceso. He gastado tanto dinero en mejoras a la casa y otras cosas que sería gastado mucho mejor para el Reino. Era la hora para ir a buscar a esa perla y abrir el tesoro todavía desconocido que Dios tiene para nosotros. Ahora, varios años después, puedo confirmar que Dios sabe mejor que nosotros. No ha sido siempre fácil, pero yo sé que estar en Costa Rica es la voluntad de Dios para nosotros. Puede ser que haya cosas ahora en tu vida que no tienen sentido. Confía en Dios, escucha para la voz de su Espíritu, y síguele dondequiera que vaya.