Éxodo 14: Entre la espada y la pared

Puede ser que Moisés pensó que había terminado la parte más difícil de su trabajo cuando dejó Egipto atrás. Dios no le había dado muchos detalles acerca del viaje a la tierra prometida; simplemente la promesa de alcanzarla y poseerla. Pero Moisés iba a descubrir que Dios tenía muchas lecciones para ellos en el camino, y que su propio pueblo podría ser tan desafiante como el faraón.

1El Señor habló con Moisés y le dijo: «Ordénales a los israelitas que regresen y acampen frente a Pi Ajirot, entre Migdol y el mar. Que acampen junto al mar, frente a Baal Zefón. El faraón va a pensar: “Los israelitas andan perdidos en esa tierra. ¡El desierto los tiene acorralados!” Yo, por mi parte, endureceré el corazón del faraón para que él los persiga. Voy a cubrirme de gloria, a costa del faraón y de todo su ejército. ¡Y los egipcios sabrán que yo soy el Señor!» Así lo hicieron los israelitas. 

¿Estás en un desvío?

Si crees que después de aceptar a Cristo y dejar “Egipto” tu vida va a ser pura bendición y prosperidad, creo que te espera una sorpresa. Dios tiene mucho que enseñarte en este viaje al cielo. La vida es dura, y pocas cosas de valor se obtienen fácilmente. Al igual que Israel, tú puedes encontrarte en un desvío:

  • Puedes sentir que Dios te ha traicionado.
  • Tus problemas pueden parecer tan grandes como los ejércitos de Faraón y tan profundos como el Mar Rojo.
  • No ves ninguna salida.

Caminar con Dios no siempre tiene sentido

Dios había manifestado su poder al faraón con meses de plagas y milagros para convencerle de que dejara ir a su pueblo. Ahora Israel es libre y está en camino a la tierra prometida, pero Dios los llevó por la ruta larga para que no encontraran la guerra, se desanimasen y volviesen a Egipto. Ya están descubriendo que caminar con Dios a menudo no tiene sentido para nosotros. No siempre es un camino fácil.

¿No habian sufrido suficiente en su esclavitud? Nunca tenían vacaciones, y ahora están de viaje hacia una tierra completamente desconocida. Parece apropiado descansar unos días, acampando junto al mar. Todavía no confían mucho en Moisés, pero finalmente él cumplió su promesa de liberación, y ellos obedientemente siguen sus instrucciones. Ahora están festejando en la playa. No sabemos si Moisés reflexionó sobre las consecuencias de obedecer este mandato, y la dificultad de manejar a miles de ex esclavos desesperados y enojados en ese desierto, pero eso no le impide obedecer a Dios.  Había visto todos las plagas y milagros de primera mano, y ya había aprendido que incluso si no tiene sentido, hay que obedecer a Dios. Moisés tenía la ventaja de escuchar la voz audible de Dios, y después de su experiencia con la zarza ardiente ya no iba a discutir con Él. Dios le dijo lo que iba a suceder, pero no se le permitió decirle a la gente; muchas veces el líder no puede compartir todo lo que Dios le comunica.

Dios los estaba guiando directamente a una situación imposible. Sin intervención divina será desastrosa, y Moisés probablemente sería el primero en morir. ¿Crees que servir al Señor, conocer su voluntad y escuchar su voz siempre resultan en una vida más bendecida y fácil? ¿Te das cuenta de que Dios puede enviarte a un desastre?

¿Estás dispuesto a sufrir para que Dios se glorifique?

¿Consigue Dios más gloria con la curación de la gripe, o un cáncer terminal? Dios colocó a su pueblo amado y elegido bajo un estrés increíble, en una situación imposible, para que Él pudiera recibir más gloria. En el proceso, la fe de ellos se fortalecería. ¿Estás dispuesto a pasar por situaciones desesperadas para que Dios se glorifique? ¿O te parece que Dios está jugando contigo? ¿Te ha prometido una vida «que fluye leche y miel,» pero en este momento te encuentras en un lugar espinoso, doloroso y seco? ¿Sigues luchando con algún pecado? ¿Te encuentras entre la espada y la pared, sin ninguna salida?

A veces nuestro pecado y rebelión nos llevan allí. Dios todavía puede ser misericordioso, pero tenemos que enfrentar las consecuencias. Pero también es posible que hayas oído la voz de Dios y estés caminando en obediencia. Por supuesto, Dios te dará una salida. Muchas veces durante el éxodo los esclavos se preguntaban si hicieron lo correcto al salir de Egipto. Habrían regresado si pudieran. Tú puedes tener dudas si vale la pena seguir a Jesús, ya que parece que solo te causa más problemas, y no estás experimentando la paz y la prosperidad prometidas. Da un paso atrás e intenta ver el gran propósito de Dios en tu prueba:

  • ¿Cómo quiere glorificarse?
  • ¿Quiere mostrar su poder a alguien?
  • ¿O juzgar a alguien?

Puede parecer que Dios está mandándote a hacer algo que solo traerá más problemas a tu familia o tu iglesia. Si estás pensando en hacer las cosas a tu manera, olvídalo. Es cierto que podrías evitar algunos problemas, pero estarás en pecado, y tu iglesia y tu familia sufrirán.

Y cuando el rey de Egipto se enteró de que el pueblo se había escapado, tanto él como sus funcionarios cambiaron de parecer en cuanto a los israelitas y dijeron: «¡Pero qué hemos hecho! ¿Cómo pudimos dejar que se fueran los israelitas y abandonaran su trabajo?» Al momento ordenó el faraón que le prepararan su carro y, echando mano de su ejército, se llevó consigo seiscientos de los mejores carros y todos los demás carros de Egipto, cada uno de ellos bajo el mando de un oficial. El Señor endureció el corazón del faraón, rey de Egipto, para que saliera en persecución de los israelitas, los cuales marchaban con aire triunfal. Todo el ejército del faraón —caballos, carros, jinetes y tropas de Egipto— salió tras los israelitas y les dio alcance cuando éstos acampaban junto al mar, cerca de Pi Ajirot y frente a Baal Zefón.

Ya hemos hablado de lo difícil que es para algunos racionalizar a Dios endureciendo el corazón del faraón, pero la decisión del rey para dejarlos ir parece más un lapso momentáneo que un verdadero cambio de corazón. Faraón fue destruido por la muerte de su hijo y quería alivio, pero su verdadero carácter se reveló rápidamente.

Alinéate con el plan de Dios

Tu jefe o esposa puede sorprenderte con un cambio repentino de opinión. Lo que parecía tan endurecido de repente se vuelve tierno, y luego se endurece con la misma rapidez. ¡Mucho está sucediendo más allá de las apariencias! ¡Dios está trabajando para lograr sus propósitos! Claro que los egipcios no se dan cuenta de eso. Pueden sentirse confundidos y preguntarse «¿Por qué hice eso»? No pueden ver la mano de Dios. ¿Y tú? ¿Crees en la soberanía de Dios? ¿Crees que Él está trabajando para bien en todo lo que le sucede a los que lo aman y lo siguen? Cuando veas un cambio repentino de corazón, ora por lo que Dios quiere lograr, y alinéate con sus propósitos. No luches contra ellos, aunque pueden incluir un encuentro desagradable con el enemigo. Estos esclavos, no entrenados y mal equipados, no eran rival para el ejército del faraón, y sin Dios, tú no eres rival para el diablo.

10 El faraón iba acercándose. Cuando los israelitas se fijaron y vieron a los egipcios pisándoles los talones, sintieron mucho miedo y clamaron al Señor. 11 Entonces le reclamaron a Moisés: —¿Acaso no había sepulcros en Egipto, que nos sacaste de allá para morir en el desierto? ¿Qué has hecho con nosotros? ¿Para qué nos sacaste de Egipto? 12 Ya en Egipto te decíamos: “¡Déjanos en paz! ¡Preferimos servir a los egipcios!” ¡Mejor nos hubiera sido servir a los egipcios que morir en el desierto!

¿Cómo respondes cuando el diablo se acerca?

Es la primera mañana del campamento. Algunos se levantaron temprano para disfrutar del sol y el agua. Finalmente estaban libres y caminando con Dios. Estaban felices, e ignorantes de los planes del enemigo. De repente todo cambió, y un pánico se apoderó de ellos. ¿Y tú? Tal vez pensabas que habías acabado con las drogas y el alcohol, o habías superado algún otro pecado, solo para enfrentarlo de nuevo, burlándote de ti y casi hasta el punto de vencerte. ¿Qué haces?

La reacción natural es el miedo. Estoy seguro de que lo has sentido, con tu estómago en nudos. Ellos tenían el instinto correcto: clamaron al Señor. Pero no esperaron su respuesta, y su queja a Moisés revela que no fue un grito de fe. Dios no está allí físicamente, y ellos no están acostumbrados a escuchar su voz; así que todo su miedo y la ira se dirigen a Moisés.

Ten cuidado de no defenderte o dar demasiada importancia al grito desesperado de alguien aterrorizado. La respuesta de Israel es típica de la forma en que reaccionamos ante situaciones desesperadas:

  • En lugar de culpar a Dios, culpan al representante de Dios (quien parece responsable de la molestia), y no aceptan responsabilidad por sus decisiones. Lo mismo puede suceder con tu hijo, tu esposa o tu iglesia.
  • Pierden perspectiva y olvidan la visión de una vida mejor y una tierra prometida. Solo pueden ver el desierto y la posibilidad muy real de destrucción.
  • Su vida vieja, de esclavitud al pecado y a Satanás, parece atractiva en comparación con la incertidumbre y las pruebas de caminar con Dios. Es posible abandonar la fe y volver al mundo.

Lo peor que un líder puede hacer es ponerse a la defensiva y empezar a culpar a sus subordinados, o capitular ante sus demandas. Aquí es donde se revela su verdadero carácter. Su respuesta puede hacer o deshacer toda la misión. Afortunadamente, Moisés hizo lo correcto:

13 —No tengan miedo —les respondió Moisés—. Mantengan sus posiciones, que hoy mismo serán testigos de la salvación que el Señor realizará en favor de ustedes. A esos egipcios que hoy ven, ¡jamás volverán a verlos! 14 El Señor mismo peleará por ustedes. Solo quédense tranquilos.

El Señor peleará por ti

Es cierto que habrá momentos en que tendrán que luchar, pero ahora sólo tienen que disfrutar del espectáculo. No se trata de ellos; se trata completamente de Dios. A menudo somos demasiado listos para luchar. Muchas veces Dios te llama a  estar quieto, descansar en Él y confiar en Él, pero ellos tienen que deshacerse de su temor para que Dios pelee por ellos. Es muy difícil para Dios trabajar con personas temerosas; el miedo destruye su fe. Tantas veces en su Palabra Dios nos dice “No temas,” pero no es fácil obedecer ese mandato. Si algo está sucediendo en tu vida que te llena de miedo, la palabra de Dios para ti es: «No temas. Yo estoy contigo. Tengo todo bajo control.”

Varias veces la enseñanza sobre la guerra espiritual en el capítulo seis de Efesios nos dice “está firme.” Cuando estás bajo ataque y lleno de miedo, una de las peores respuestas es vacilar y correr  de una persona a otra, buscando consejo o ayuda; lleno de fe un día, y listo a darte por vencido al siguiente. Desarrolla estabilidad en los buenos tiempos para que puedas mantenerte firme ante la adversidad.

Moisés todavía no conocía los detalles, pero él había visto suficiente del poder de Dios para tener la certeza que Dios los salvaría. Si tú eres un hijo de Dios, tal vez no sepas cómo Dios lo haga, pero es seguro que tu liberación vendrá. Si Israel tiene esa fe y puede dejar su miedo, nunca volverán a ver a los egipcios. Sería genial si fuese así con todos tus enemigos: experimentas unas horas de estrés, luego Dios hace un gran milagro y nunca más vuelves a verlos. Eso puede suceder, aunque nuestra fe débil y vacilante, y los intentos de resolver las cosas a nuestra manera, pueden obstaculizarlo. La verdad es que hay algunos enemigos que volverás a ver, pero Dios te dará la victoria en cada batalla. ¿Crees que el Señor es capaz de pelear tus batallas? ¿Por qué insistes en luchar  con tus propias fuerzas? ¡Él puede hacerlo mucho mejor que tú! ¡Dale tus batallas hoy, y verás qué gran guerrero Él es!

15 Pero el Señor le dijo a Moisés: «¿Por qué clamas a mí? ¡Ordena a los israelitas que se pongan en marcha! 16 Y tú, levanta tu vara, extiende tu brazo sobre el mar y divide las aguas, para que los israelitas lo crucen sobre terreno seco.17 Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios, para que los persigan. ¡Voy a cubrirme de gloria a costa del faraón y de su ejército, y de sus carros y jinetes! 18 Y cuando me haya cubierto de gloria a costa de ellos, los egipcios sabrán que yo soy el Señor.»

El miedo paraliza. La gente quería volver atrás; Dios les mandó seguir adelante. ¿Podría ser esa la palabra de Dios para ti en este momento? ¿Estás entre la espada y la pared? ¿Estás pensando en volver al mundo? ¿O ya has vuelto? ¿Tienes que simplemente enfrentar al enemigo y seguir adelante en el camino que Dios te ha mostrado?

La parte de Moisés

Después de sus palabras llenas de fe para el pueblo, Moisés fue corriendo a Dios con su propio grito para auxilio, pero Dios no le parece muy compasivo. ¿Es posible que Dios esperara que Moisés mismo pensara en este plan para liberación? ¿O simplemente esperaba que Moisés tuviera más confianza en que Dios los salvaría?

Lo que Moisés no hace es tan importante como lo que hace: No “declara” que el ejército egipcio se dará la vuelta, o que Israel lo derrotará en una batalla. Claro que a veces Dios puede ayudar a su pueblo derrotar al enemigo en una batalla, pero aquí Dios tenía algo mucho más dramático para ellos. Yo tengo muchas inquietudes con todas las “declaraciones” que escucho, casi mandando a Dios lo que Él tiene que hacer. Si llegan a otro mar con los filisteos detrás de ellos, y Moisés “declara” con mucho denuedo y mucha fe que ese mar se abrirá tal como sucedió aquí, él sería humillado, y su pueblo muerto. Tenemos que esperar en Dios en cada situación, discernir su voluntad, y obedecerla.

¿Podría Dios moverse soberanamente para abrir el mar si Moisés no levantara su vara? Estoy seguro de que puede, pero casi siempre Dios elige trabajar a través de nosotros, edificar nuestra fe, poner a prueba nuestra obediencia y mostrar  a la gente bajo nuestro cuidado que somos confiables. Si Moisés se burla del plan de Dios y decide no extender su mano, probablemente toda esta gente moriría.

19 Entonces el ángel de Dios, que marchaba al frente del ejército israelita, se dio vuelta y fue a situarse detrás de éste. Lo mismo sucedió con la columna de nube, que dejó su puesto de vanguardia y se desplazó hacia la retaguardia, 20 quedando entre los egipcios y los israelitas. Durante toda la noche, la nube fue oscuridad para unos y luz para otros, así que en toda esa noche no pudieron acercarse los unos a los otros.

Dios pelea por Israel

Todo está listo. Ahora Dios se mueve soberanamente y coloca al ángel y la columna de nube entre Israel y sus enemigos. Ni siquiera podían verse unos a otros. El pueblo de Dios estaba en la luz, mientras que el enemigo estaba en tinieblas. No es siempre una nube visible, pero Dios todavía puede poner a tus enemigos en tinieblas, mientras tú caminas en la luz. Dios puede protegerte, y su ángel puede guiarte y guardarte del enemigo.

21 Moisés extendió su brazo sobre el mar, y toda la noche el Señor envió sobre el mar un recio viento del este que lo hizo retroceder, convirtiéndolo en tierra seca. Las aguas del mar se dividieron, 22 y los israelitas lo cruzaron sobre tierra seca. El mar era para ellos una muralla de agua a la derecha y otra a la izquierda.

Mucho se ha escrito acerca de exactamente cómo sucedió esto, pero no es necesaria una explicación científica. Dios dividió las aguas e Israel cruzó por tierra seca. Lo que parecía una situación imposible, de repente se convirtió en una cuestión de entrar al mar, en seco, y caminar hacia el otro lado. De este modo, el enemigo se quedó atrás.

23 Los egipcios los persiguieron. Todos los caballos y carros del faraón, y todos sus jinetes, entraron en el mar tras ellos.24 Cuando ya estaba por amanecer, el Señor miró al ejército egipcio desde la columna de fuego y de nube, y sembró la confusión entre ellos: 25 hizo que las ruedas de sus carros se atascaran, de modo que se les hacía muy difícil avanzar. Entonces exclamaron los egipcios: «¡Alejémonos de los israelitas, pues el Señor está peleando por ellos y contra nosotros!»

La intervención divina puede ser tan impresionante que aun el pecador más empedernido puede ver la mano de Dios contra sí mismo. Parecería que al ver la oscuridad descender sobre ellos, y la columna colocarse entre ellos e Israel, Egipto se daría cuenta de que está vencido, y se arrepentiría. Si los egipcios hubieran vuelto atrás en ese momento, podrían haber sobrevivido, pero Dios quería juzgarlos definitivamente. A menudo, si caemos en pecado, nuestro orgullo no nos permite abandonarlo, sin importar cuán obvios sean los signos. Desafortunadamente, cuando nos damos cuenta de lo que está sucediendo, puede ser demasiado tarde.

Dios puede «atascar las ruedas» de aquellos que vienen contra ti y sembrar confusión en tus enemigos. ¡Varias veces los enemigos de Israel se destruyeron a sí mismos!

26 Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Extiende tu brazo sobre el mar, para que las aguas se vuelvan contra los egipcios y contra sus carros y jinetes.» 27 Moisés extendió su brazo sobre el mar y, al despuntar el alba, el agua volvió a su estado normal. Los egipcios, en su huida, se toparon con el mar, y así el Señor los hundió en el fondo del mar. 28 Al recobrar las aguas su estado normal, se tragaron a todos los carros y jinetes del faraón, y a todo el ejército que había entrado al mar para perseguir a los israelitas. Ninguno de ellos quedó con vida.

Juicio

¿Fue Dios cruel? ¿O fue más cruel mantener a la gente esclavizada durante cientos de años? ¿No fue esto solo justicia? Es cierto que hubo egipcios que no tuvieron nada que ver con los esclavos, y perdieron la vida debido al corazón endurecido del faraón. Cuando llega el juicio, los inocentes también sufren. Nuestra cultura orgullosa está convencida de que no necesita a Dios. Están empeñados a vivir como quieran y resistir el plan de Dios. Pero así como el faraón fue juzgado, asi el juicio vendrá sobre ellos. Dios solo está esperando la oportunidad de glorificarse más.

29 Los israelitas, sin embargo, cruzaron el mar sobre tierra seca, pues para ellos el mar formó una muralla de agua a la derecha y otra a la izquierda. 30 En ese día el Señor salvó a Israel del poder de Egipto. Los israelitas vieron los cadáveres de los egipcios tendidos a la orilla del mar. 31 Y al ver los israelitas el gran poder que el Señor había desplegado en contra de los egipcios, temieron al Señor y creyeron en él y en su siervo Moisés.

Israel soportó horas de ansiedad. Se quejaron y manifestaron su falta de fe, pero al final todo estuvo bien. Nunca volvieron a ver a los egipcios. Tenían un milagro inolvidable para fortalecer su fe, lo cual  sigue siendo una fuente de aliento para el pueblo de Dios hoy. Ellos aprendieron a temer a Dios y a confiar en Él, y su confianza en Moisés también se fortaleció.

La importancia del líder

¿Y Moisés? Él fue la clave de este milagro. Sin sus palabras de fe, la gente habría entrado en pánico y perecido. Necesitaban su fuerza mientras él caminaba con ellos a través de esta prueba. Si Moisés se hubiera desmayado, todo estaría perdido. Su parte no fue muy difícil; simplemente tenía que escuchar la voz de Dios, comunicar al pueblo lo que tenían que hacer, y levantar su vara y sus manos un par de veces. No fue difícil físicamente, pero la carga de miles de personas es muy pesada. Moisés se mantuvo firme e hizo exactamente lo que Dios le mandó que hiciera. ¿Estaba ansioso a veces? Creo que sí. Pero Moises también tuvo una experiencia inolvidable que edificó su fe. Y, como siempre, Dios fue absolutamente fiel. Pastor o líder, tu iglesia depende de ti. Marido o padre, tu familia depende de ti. ¡No te desesperes cuando aparezca  el diablo! ¡Permanece firme y confiado que Dios tiene una salida! Escucha la voz de Dios como si tu vida dependiese de ello, porque ese es el caso, y también las vidas que Dios te ha confiado. Camina con ellos a través del mar, y permanece con ellos hasta que venzan al enemigo. Si Dios te manda que te quedes quieto, no seas tan macho que insistas en pelear la batalla tú mismo.

¿Quién es tu faraón? ¿Cuál es tu Mar Rojo? ¿Qué te parece imposible hoy? ¿Está tu fe decayendo? ¿O puedes confiar en que tu vida está en manos de Dios? ¿Estás reteniendo una liberación milagrosa porque no quieres levantar la mano o la vara? ¿Es este el momento de entrar en medio del mar con fe?