Éxodo 19: 10-25 La boda: Sellando el Pacto

Dios hizo su propuesta a este pueblo y la han acepetado. Ahora es el momento para hacer oficial este pacto, este “matrimonio.” Hoy está de moda celebrar una boda en el pico de una montaña remota o en la playa, pero incluso la boda más espectacular de hoy no se compara con la “boda” que Dios preparó para su pueblo escogido:

10 Después el Señor le dijo a Moisés: «Desciende y prepara al pueblo para mi llegada. Conságralos hoy y mañana, y haz que laven sus ropas. 11 Asegúrate de que estén preparados para el tercer día, porque ese día el Señor descenderá sobre el monte Sinaí a la vista de todo el pueblo. 12 Marca un límite alrededor del monte y dile al pueblo esta advertencia: “¡Tengan cuidado! No suban al monte, ni siquiera toquen los límites. Cualquiera que toque el monte, será ejecutado. 13 Ninguna mano puede tocar a la persona o al animal que traspase el límite, sino que esa persona morirá apedreada o atravesada con flechas. Ellos tendrán que morir”. Sin embargo, cuando se oiga un toque prolongado del cuerno de carnero entonces el pueblo podrá subir al monte».

Moisés bajó de la montaña nuevamente, con otra tarea. Esta es una cuestión de vida o muerte: Si Moisés no comunica todo lo que Dios le dijo, o minimiza la gravedad de la desobediencia, es casi seguro que alguien morirá.

La consagración requerida

Necesitan dos días para prepararse, lavar la ropa y establecer límites alrededor de la montaña. El tercer día tiene una importancia especial para Dios; Jesús resucitó al tercer día. Al tercer día, se deja la muerte atrás para encontrar una nueva vida con Dios. Tienes que estar preparado para el tercer día.

Durante muchos años la iglesia se tomó muy en serio la preparación para un encuentro con Dios. En Europa y América del Norte se bañaron el sábado por la noche. En los días previos a las duchas de agua caliente (en climas frios), por lo general era el único baño de la semana. Simbólicamente, se limpiaron para el Día del Señor. Se preparó ropa limpia (ropa de domingo); nunca irían a la iglesia con la misma ropa que usaban toda la semana. Idealmente, estas cosas externas iban acompañadas de auto-examen y confesión de pecado. Al llegar a la iglesia, la mayoría de las iglesias tenían una oración de confesión al comienzo del servicio, para preparar a todos a encontrarse con Dios y escuchar su Palabra. ¿Podría a veces convertirse en mero ritual? ¡Por supuesto! Pero ellos sintieron la necesidad de consagración antes de entrar en la presencia de Dios. En América Latina, durante muchos años los hermanos se arrodillaron cuando entraron en el templo y oraron para consagrarse. Algunos aún se prepararon en ayunas. Lamentablemente, hoy la mayoría de las iglesias son tan informales que no hay temor de Dios. ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste una predicación sobre la consagración, o cómo prepararse para encontrarse con Dios?

Límites

A nadie le gustan los límites. Hoy sería muy controvertido seguir los límites que la Biblia nos da de quién es parte del cuerpo de Jesús. Pero los límites son necesarios. Ponemos límites a nuestros hijos para su bienestar:

  • «No, tú no puedes girar dentro de la lavadora.»
  • «No, un niño de ocho añitos no puede conducir el carro.»

De la misma manera, Dios pone límites a lo que podemos hacer. Este capítulo es una demostración muy gráfica de las consecuencias de romper los límites que Dios nos da.

Siempre hay personas que quieren experimentar con el pecado. Es como la prohibición de comer la fruta en el Edén; la hizo aún más tentadora. En este caso puede ser tentador tocar rápidamente la montaña para ver qué sucedería; ¡tal vez recibirían el poder divino que Dios quería negarles! Pero cuando Dios dice «no toques,» lo toma en serio. No ayuda a nadie tomar su palabra a la ligera y diluir sus prohibiciones. En el Sinaí, incluso nadie podría poner una mano sobre el delincuente, o él también moriría (como alguien electrocutado); sería apedreado o atravesado con flechas. Y si tu perro no tiene correa y es uno de esos perros que no siempre te escucha, él también moriría si tocara la montaña.

Pero Dios no es inaccesible; sólo tenemos que acercarnos en su tiempo y en sus términos. En este caso, el sonido de la trompeta sería la señal. Para nosotros, es por fe en Jesucristo, simbolizada en las aguas del bautismo. A través de Cristo podemos «tocar la montaña.»

14 Así que Moisés descendió a donde estaba el pueblo. Consagró a la gente para la adoración, y ellos lavaron sus ropas. Les dijo: 15 «Prepárense para el tercer día y, hasta entonces, absténganse de tener relaciones sexuales».

Relaciones íntimas prohibidas

Además de la preparación individual, Moisés consagró la congregación, posiblemente con sus oraciones y rociando agua (más tarde sería con sangre). No sabemos los detalles, pero todos tenían que estar presentes.

Moisés agrega otra prohibición que no se mencionó anteriormente; tal vez esperó hasta ahora porque sabía que sería controvertido: «¿Quién es Moisés para decirme que no puedo tener relaciones? ¿Qué tiene que ver mi relación con Dios con lo que hago en mi cama?» El mundo cree que abstenerse de tener relaciones sexuales hasta el matrimonio, o las prohibiciones bíblicas sobre ciertas prácticas sexuales, son anticuados y fuera de lugar. Pero en esta tierra, la unión sexual es una de las expresiones más cercanas de la unión que se encuentra en la trinidad. Está intrínsecamente conectada con la espiritualidad, y, por lo tanto, quizás ofrece el mayor riesgo de corrupción.

¿Cómo sabrían si alguien desobedeciera esta prohibición? Si una pareja en la cama no puede resistir sus deseos, ¿realmente pensarán: «No podemos hacer esto porque tenemos que estar consagrados a Dios»? Sin duda, sería una gran prueba de obediencia, no muy diferente de la lucha de novios para abstenerse de relaciones sexuales. Nadie más lo sabría; solo Dios sabe lo que sucede detrás de puertas cerradas y en tu mente.

16 En la mañana del tercer día, retumbaron truenos y destellaron relámpagos, y una nube densa descendió sobre el monte. Se oyó un fuerte y prolongado toque de cuerno de carnero, y todo el pueblo tembló.17 Moisés llevó a la multitud fuera del campamento para encontrarse con Dios, y todos se pararon al pie de la montaña. 18 El monte Sinaí estaba totalmente cubierto de humo, porque el Señor había descendido sobre él en forma de fuego. Nubes de humo subían al cielo como el humo que sale de un horno de ladrillos, y todo el monte se sacudía violentamente.19 A medida que el sonido del cuerno de carnero se hacía cada vez más fuerte, Moisés hablaba y Dios le respondía con voz de trueno. 

Truenos y relámpagos

¡Muy impresionante! ¡Imagina un culto en tu iglesia con estas manifestaciones del poder de Dios! Algunos pueden intentar replicarlo, pero no hay nada como este tercer día. Intenta visualizar y sentir lo que estaba sucediendo; fue un día como ningún otro:

  • Te despiertas con truenos y relámpagos, y la nube más gruesa que hayas visto.
  • Suena una trompeta, y todos tiemblan, incluso los hombres más machos.
  • A pesar del temor, de alguna manera Moisés reúne a la gente y ellos marchan hacia el pie de la montaña. Van a encontrarse con Dios.
  • Fuego sale de la nube, arrojando aún más humo; puedes sentir su calor.
  • La montaña y el suelo tiemblan.
  • Cubren los oídos para evitar el sonido insoportablemente fuerte e interminable de la trompeta.

De repente Moisés habla; ya no hay ningún defecto en su hablar. No sabemos lo que habló, ​​pero en respuesta, tal vez por la primera vez, oímos la voz misma de Dios. ¡Dios responde a un hombre! ¡Qué confirmación increíble de Moisés como su siervo escogido! ¿Te imaginas a ti mismo como Moisés en esta escena? ¿Qué dirías tú para comenzar el «culto»?

¿Dónde están el temor y el asombro en nuestras iglesias? Obviamente, es un tiempo diferente, pero ¿crees que deberíamos tomarnos un poco más en serio encontrar a Dios y escuchar su voz?

20 El Señor descendió sobre la cumbre del monte Sinaí y llamó a Moisés a la cima. Así que Moisés subió al monte. 21 Entonces el Señor le dijo a Moisés: —Baja de nuevo y advierte al pueblo que no traspase los límites para ver al Señor, porque quien lo haga morirá. 22 Incluso los sacerdotes que se acercan al Señor con regularidad deben purificarse para que el Señor no arremeta contra ellos y los destruya.

Todo el fuego y el humo solo estaban preparando el escenario. Moisés sube a través de la nube y se reúne con Dios. Imagina la gente verlo subir; probablemente pensaron que nunca volverían a verlo. Ahora Moisés tiene que bajar una vez más, para advertirles de nuevo que no traspasen los límites. Aún con todo el fuego y el humo, algunos serían tentados a violar el claro mandato (al igual que en pocos días construirían un becerro de oro). Solo Moisés pudo acercarse a Dios. Los sacerdotes se les permitiría,  pero solo con una consagración especial.

Anteriormente (versículo 11) dijo que Dios descendería a la vista de todo el pueblo, pero eso no significa que en realidad vieron al Señor. Algunos (especialmente los musulmanes) ven una contradicción con el versículo «Nadie puede ver a Dios y vivir» (Éxodo 33:20), pero realmente no hay contradicción.

23 —Pero, Señor —protestó Moisés—, la gente no puede subir al monte Sinaí. Tú ya nos lo advertiste; me dijiste: “Marca un límite alrededor del monte para que quede apartado como santo”.

Mejor ser cuidadoso

Parece que Moisés no entendió lo que Dios estaba diciendo. ¿Podrían subir los sacerdotes o no? Había comprendido que nadie más podía. Antes de cometer algún error, él tiene que saber exactamente lo que Dios quiere.

24 Pero el Señor dijo: —Baja ahora y trae a Aarón cuando vuelvas. Mientras tanto, no permitas que los sacerdotes ni el pueblo traspasen el límite para acercarse al Señor; de lo contrario él arremeterá contra ellos y los destruirá.

25 Entonces Moisés descendió a donde estaba el pueblo y les dijo lo que el Señor había dicho.

Moisés tenía razón para su precaución: Un solo hombre (el hermano de Moisés, Aarón), podría acompañarlo. Si tú no estás seguro de algo, es mejor que no lo hagas. Si Moisés hubiera entendido que todos los sacerdotes podían subir, habría una gran masacre ese día. Puede parecer demasiado legalista para algunos, pero ¡no arriesgues la ira de Dios porque relajas sus mandamientos!

Moisés había pasado por algunos momentos difíciles con el faraón y el pueblo, pero eso valió la pena para encontrarse con Dios de esta manera. ¡Esta fue claramente la experiencia de toda una vida!

Pastor, tú tienes el gran privilegio de llevar a tu pueblo a la presencia de Dios. Tú puedes llevarlos a un retiro lejos de la ciudad para realmente encontrarse con Dios. ¡Y tómate tu propio tiempo para ir a la montaña y encontrarte con Dios! Tu experiencia, como la de Moisés, puede involucrar algunos altibajos. Padre, tú tienes el mismo privilegio con tu familia.

Así fue la “boda” que Dios celebró para sellar el pacto con su pueblo. ¡Imagina las bodas del Cordero! Es un capítulo increíble, ¿no? Casi abrumador. Léelo varias veces. Deja que impacte tu visión de Dios y el ministerio.