2 Crónicas 32: 24-33 Ezequías falla el examen final

El rey Ezequías de Judá era un hombre de mucha fe. Su celebración de la Pascua dio a luz a un avivamiento, y, más tarde, una derrota milagrosa de su enemigo. Pero Dios todavía quería formarle más; ahora su corazón será probado. A veces es más fácil luchar contra un gran ejército que tratar con nuestros propios demonios interiores.

24Por aquellos días Ezequías se enfermó gravemente y estuvo a punto de morir. Entonces oró al Señor, quien le respondió y le dio una señal extraordinaria.

Otro milagro más

En tu vida, ¿has experimentado una serie de altibajos? Así era la vida de Ezequías. Acaba de experimentar un gran milagro y estaba en la cima de su carrera, cuando fue golpeado con una enfermedad mortal. De hecho, Dios le dijo que iba a morir. Algunos perderían toda esperanza y se enojarían con Dios, pero Ezequías había aprendido el poder de la oración. Dios le curó y le dio una señal milagrosa. Isaías (38:1-8) y este pasaje de 2 Reyes (20:1-11) nos dan los detalles:

El profeta Isaías hijo de Amoz fue a verlo y le dijo: «Así dice el Señor: “Pon tu casa en orden, porque vas a morir; no te recuperarás.” »

Ezequías volvió el rostro hacia la pared y le rogó al Señor: «Recuerda, Señor, que yo me he conducido delante de ti con lealtad y con un corazón íntegro, y que he hecho lo que te agrada.» Y Ezequías lloró amargamente.

No había salido Isaías del patio central, cuando le llegó la palabra del Señor: «Regresa y dile a Ezequías, gobernante de mi pueblo, que así dice el Señor, Dios de su antepasado David: “He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a sanarte, y en tres días podrás subir al templo del Señor. Voy a darte quince años más de vida. Y a ti y a esta ciudad los libraré de caer en manos del rey de Asiria. Yo defenderé esta ciudad por mi causa y por consideración a David mi siervo.” »

Entonces Isaías dijo: «Preparen una pasta de higos.» Así lo hicieron; luego se la aplicaron al rey en la llaga, y se recuperó.

Ezequías le había preguntado al profeta: —¿Qué señal recibiré de que el Señor me sanará, y de que en tres días podré subir a su templo?

Isaías le contestó: —Ésta es la señal que te dará el Señor para confirmar lo que te ha prometido: la sombra ha avanzado diez gradas; ¿podrá retroceder diez?

 —Es fácil que la sombra se alargue diez gradas —replicó Ezequías—, pero no que vuelva atrás.

Entonces el profeta Isaías invocó al Señor, y el Señor hizo que la sombra retrocediera diez gradas en la escala de Acaz.

¡Mira el poder de la oración! ¡Acércate confiadamente al trono de Dios! Y prepárate para las batallas que Dios permita:  para probarte, para que creciera tu fe, y para mostrarte su poder y amor. ¿Fue inconveniente enfermarse? ¡Claro! ¿Fue agradable? ¡Por supuesto que no! ¡Pero no se puede experimentar la sanidad de Dios si no se enferma! Ezequías recibió una extensión de quince años, un milagro que se pensaría que lo dejaría eternamente agradecido. De hecho, Isaías (38:10-20) registra un hermoso himno de Ezequías, probablemente inspirado por su amor por David y los Salmos.

Himno de acción de gracias de Ezequías

«Yo decía: “¿Debo, en la plenitud de mi vida,
pasar por las puertas del sepulcro
y ser privado del resto de mis días?”
Yo decía: “Ya no veré más al Señor
en esta tierra de los vivientes;
ya no contemplaré más a los seres humanos,
a los que habitan este mundo.”
Me quitaron mi casa, me la arrebataron,
como si fuera la carpa de un pastor.
Como un tejedor, enrollé mi vida,
y él me la arrancó del telar.
¡De la noche a la mañana acabó conmigo!
Pacientemente esperé hasta la aurora,
pero él, como león, me quebró todos los huesos.
¡De la noche a la mañana acabó conmigo!
Chillé como golondrina, como grulla;
¡me quejé como paloma!
Mis ojos se cansaron de mirar al cielo.
¡Angustiado estoy, Señor!
¡Acude en mi ayuda!

Pero ¿qué podía decir?
Pues él mismo envió esta enfermedad.
Ahora caminaré con humildad durante el resto de mis años
a causa de esta angustia que he sentido.
 Señor, tu disciplina es buena,
porque lleva a la vida y a la salud.
¡Tú restauras mi salud
y me permites vivir!
Sin duda, fue para mi bien
pasar por tal angustia.
Con tu amor me guardaste
de la fosa destructora,
y le diste la espalda a mis pecados.
El sepulcro nada te agradece;
la muerte no te alaba.
Los que descienden a la fosa
nada esperan de tu fidelidad.
Los que viven, y sólo los que viven,
son los que te alaban,
como hoy te alabo yo.
Todo padre hablará a sus hijos
acerca de tu fidelidad.

»El Señor me salvará,
y en el templo del Señor
todos los días de nuestra vida
cantaremos con instrumentos de cuerda.»

¡Es fácil ser muy espiritual después de experimentar un gran milagro! Lamentablemente, aunque Ezequías hizo bien en las batallas y superó pruebas con gran éxito, no lo hizo bien cuando Dios puso su humildad a prueba:

25 Pero Ezequías no correspondió al favor recibido, sino que se llenó de orgullo. Eso hizo que el Señor se encendiera en ira contra él, y contra Judá y Jerusalén.

La batalla más dura

Ese enemigo viejo apareció de nuevo: El orgullo. Esta es una batalla interna y sutil, ¡pero más dura que todo el ejército asirio!

El orgullo de Ezequías se manifiesta en una falta de agradecimiento por la bondad que Dios se le mostró. La persona que experimenta un gran milagro puede sentirse superior a otros. Posiblemente Ezequías empezó a creer que merecía la bendición de Dios, y no respondió a su curación con humilde adoración y agradecimiento, dando la gloria a Dios. ¡Ten cuidado con el orgullo en tu corazón! ¡Alaba a Dios por su bondad, y dale las gracias por oraciones contestadas!

Orgullo no parece tan grave que merecería la ira de Dios contra todo el país, pero reveló un problema grave de corazón, y Dios estaba furioso. Como resultado de su orgullo, toda la nación sufrió. ¿Te das cuenta de que la ira de Dios puede caer sobre tu familia o iglesia a causa de tu orgullo? ¿Te motiva a humillarte?

Arrepentimiento y restauración

A pesar de su falla inicial, Ezequías respondió a la corrección, tal vez con la ayuda de Isaías, y se arrepintió en humildad:

26 Entonces Ezequías se humilló y se arrepintió de su soberbia, junto con el pueblo de Jerusalén. De modo que el enojo del Señor no cayó sobre ellos durante la vida de Ezequías.

Tal como la fidelidad de un líder puede afectar a su pueblo, aparentemente el orgullo de Ezequías les contaminó. Cuando él se arrepintió y humildemente confesó su pecado delante de ellos, también ellos se arrepintieron, evitando la ira de Dios. Eso abrió el camino para el mayor éxito de Ezequías, pero también su mayor fracaso.

27 Ezequías era muy rico y altamente honrado. Construyó edificios especiales para guardar sus tesoros: plata, oro, piedras preciosas y especias, así como los escudos y otros objetos de valor. 28 También construyó muchos depósitos para su grano, vino nuevo y aceite de oliva; e hizo muchos establos para su ganado y corrales para sus rebaños de ovejas y cabras. 29 Construyó muchas ciudades y adquirió enormes rebaños y manadas, porque Dios le había dado grandes riquezas.

Muchos creyentes hoy en día se centran en esas grandes riquezas. No hay duda que Dios puede dar riquezas – pero la Biblia nunca dice que el servicio fiel las garantiza. Esto parece especialmente verdadero en el Nuevo Testamento, donde Dios ya no se trata de establecer un reino terrenal. Seguramente Juan Bautista, Jesús, Pedro y Pablo eran tan fieles como Ezequías, pero en vez de riquezas, cada uno recibió una muerte cruel.

Estos versos parecen a apuntar a una conclusión triunfante de su reinado, pero las pruebas no habían terminado. Cuando el verso siguiente comienza “sin embargo”, nos dice que algo está al punto de cambiar. Dios quería conocer más de su corazón, y, por desgracia, Ezequías no pasó esta prueba.

31 Sin embargo, cuando los príncipes de Babilonia enviaron una embajada para investigar acerca de la señal extraordinaria que había tenido lugar en el país, Dios se retiró de Ezequías para probarlo y descubrir todo lo que había en su corazón.

Fracasar en el examen final

Babilonia, un imperio naciente, había oído hablar de la bendición de Dios para Ezequías y el signo natural impresionante. Ellos querían saber más, y Ezequías tenía la oportunidad de hablarles de su Dios, y darle la gloria. Dios sabía que esta sería una prueba fuerte y se apartó de él por un período, para revelar su corazón. Eso puede significar que Isaías también se retiró de él. ¿Puede ser que Dios se retire de ti por un tiempo, para revelar todo lo que haya en tu corazon? ¿Qué sería revelado?

Crónicas no dice nada más acerca de la prueba, pero 2 Reyes 20:12-19 nos dice:

Poco tiempo después, Merodac-baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, le envió saludos a Ezequías junto con un regalo, porque se enteró de que Ezequías había estado muy enfermo. Ezequías recibió a los enviados de Babilonia y les mostró todo lo que había en sus casas del tesoro: la plata, el oro, las especias y los aceites aromáticos. También los llevó a conocer su arsenal, ¡y les mostró todo lo que había en sus tesoros reales! No hubo nada, ni en el palacio ni en el reino, que Ezequías no les mostrara.

Entonces el profeta Isaías fue a ver al rey Ezequías y le preguntó: —¿Qué querían esos hombres? ¿De dónde vinieron?

Ezequías contestó: —Vinieron de la lejana tierra de Babilonia.

—¿Qué vieron en tu palacio? —preguntó Isaías.

—Lo vieron todo —contestó Ezequías—. Les mostré todo lo que poseo, todos mis tesoros reales.

Entonces Isaías dijo a Ezequías: —Escucha este mensaje del Señor: “Se acerca el tiempo cuando todo lo que hay en tu palacio —todos los tesoros que tus antepasados han acumulado hasta ahora— será llevado a Babilonia. No quedará nada, dice el Señor. Algunos de tus hijos serán llevados al destierro. Los harán eunucos que servirán en el palacio del rey de Babilonia”.

Entonces Ezequías dijo a Isaías: —Este mensaje que me has dado de parte del Señor es bueno.

Pues el rey pensaba: «Por lo menos habrá paz y seguridad mientras yo viva».

Las riquezas tienden a hacernos muy egocéntricos. En lugar de hablar a los babilonios acerca de Dios, tontamente Ezequías les mostró todo su tesoro, para impresionarlos con sus riquezas. Tal vez él dio por sentado que Dios lo protegería de cualquier ataque por otra nación. Una vez más, no parece un pecado tan grave, pero creo que nosotros hemos desarrollado una fuerte tolerancia por el pecado.

Cuando los babilonios salieron, Dios viene de nuevo a Ezequías, hablándole a través de su amigo Isaías. No era una buena palabra; debe quebrantar su corazón. Pero Ezequías es indiferente que sus descendientes sufrirían, y no se humilló para pedirle a Dios que los salvara (como su vida fue salvada). En su lugar, con un aire de autosuficiencia, dice que la palabra es buena – porque él tendría paz y seguridad en su vida.

32 Los demás acontecimientos del reinado de Ezequías y sus actos de devoción están registrados en La visión del profeta Isaías, hijo de Amoz, que está incluida en El libro de los reyes de Judá y de Israel. 33 Y durmió Ezequías con sus padres, y lo sepultaron en el lugar más prominente de los sepulcros de los hijos de David, honrándole en su muerte todo Judá y toda Jerusalén; y reinó en su lugar Manasés su hijo.

Nada más notable es registrado sobre su vida. Él está recordado por actos de devoción a Dios y las muchas cosas buenas que sucedieron durante su reinado. Se le dio un lugar prominente en el cementerio real y fue honrado por todo el pueblo, pero fracasó en su oportunidad para hacer un impacto duradero en su nación. Él se acomodó en comodidad complaciente en medio de todas sus riquezas y fama, y falló una última prueba.

¿Su mayor fracaso?

Ezequías claramente amaba al Señor y le temía, sobre todo en su juventud, pero por alguna razón nunca lo comunicó a sus hijos. Tal vez ellos vieron que la riqueza y el estatus se habían vuelto más importante que Dios, y no sentían ninguna necesidad de temer a Dios ni servirle. El reinado de Manasés sería desastroso, aunque con tiempo se volvió a Dios. ¡Eso nos da esperanza para nuestros hijos descarriados!

Manasés tenía doce años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años. Pero hizo lo que ofende al Señor, pues practicó las repugnantes ceremonias de las naciones que el Señor había expulsado al paso de los israelitas. Reconstruyó los santuarios paganos que su padre Ezequías había derribado; además, erigió altares en honor de los baales e hizo imágenes de la diosa Aserá. Se postró ante todos los astros del cielo y los adoró. Construyó altares en el templo del Señor, lugar del cual el Señor había dicho: «En Jerusalén habitaré para siempre.» En ambos atrios del templo del Señor construyó altares en honor de los astros del cielo. Sacrificó en el fuego a sus hijos en el valle de Ben Hinón, practicó la magia, la hechicería y la adivinación, y consultó a nigromantes y a espiritistas. Hizo continuamente lo que ofende al Señor, provocando así su ira.

Tomó la imagen del ídolo que había hecho y lo puso en el templo de Dios, lugar del cual Dios había dicho a David y a su hijo Salomón: «En este templo en Jerusalén, la ciudad que he escogido de entre todas las tribus de Israel, habitaré para siempre. Nunca más arrojaré a los israelitas de la tierra en que establecí a sus antepasados, siempre y cuando tengan cuidado de cumplir todo lo que les he ordenado, es decir, toda la ley, los estatutos y los mandamientos que les di por medio de Moisés.» Manasés descarrió a los habitantes de Judá y de Jerusalén, de modo que se condujeron peor que las naciones que el Señor destruyó al paso de los israelitas.

El Señor les habló a Manasés y a su pueblo, pero no le hicieron caso. Por eso el Señor envió contra ellos a los jefes del ejército del rey de Asiria, los cuales capturaron a Manasés y lo llevaron a Babilonia sujeto con garfios y cadenas de bronce.  Estando en tal aflicción, imploró al Señor, Dios de sus antepasados, y se humilló profundamente ante él. Oró al Señor, y él escuchó sus súplicas y le permitió regresar a Jerusalén y volver a reinar. Así Manasés reconoció que sólo el Señor es Dios (2 Crónicas 33:1-13).

Cuando yo era un capellán en las prisiones, conocí a muchos hombres que buscaban al Señor después de tocar fondo y estar atados con cadenas. ¡Alabado sea Dios por su misericordia y gracia a los que le buscan! Después de las cosas horrendas que hizo Manasés, Dios fue conmovido por su humildad y oraciones, y le restauró su reino. ¡Qué esperanza para los presos de hoy que Dios puede restaurarlos a sus familias!

¿Y tú?

¿Qué herencia dejarás? ¿Cuentas bancarias gordas y grandes casas? ¿O hijos (e hijos espirituales) que aman al Señor? ¿Cómo te va en las pruebas que Dios trae a tu vida? Seguramente habrá pruebas. Guárdate del orgullo. Da a Dios las gracias y la gloria que merece. No fracases en tu examen final después de salir bien en las otras pruebas.

11 respuestas a «2 Crónicas 32: 24-33 Ezequías falla el examen final»

  1. Muy bello estudio, ennlo personal, me gusta mucho aprender de reyes y crónicas, pero tu angulo al respecto me ha parecido muy edificante, no lo había visto de esa manera. DIOS Te Bendiga mucho!

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