Éxodo 24  ¿Estás listo para un encuentro con Dios?

1También le dijo el Señor a Moisés: «Sube al monte a verme, junto con Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel. Ellos podrán arrodillarse a cierta distancia, pero sólo tú, Moisés, podrás acercarte a mí. El resto del pueblo no deberá acercarse ni subir contigo.»

Moisés fue y refirió al pueblo todas las palabras y disposiciones del Señor, y ellos respondieron a una voz: «Haremos todo lo que el Señor ha dicho.» Moisés puso entonces por escrito lo que el Señor había dicho.

Obediencia total

Moisés descendió del Monte Sinaí, llevando la ley de Dios a su pueblo. ¡Imagina esta multitud escuchando esas palabras! No está claro si Moisés pidió una respuesta, o si fue espontánea, pero con gusto las recibió: Esta es una buena palabra, y queremos obedecerla. Igual a otras ocasiones, son unánimes (y tal vez demasiados rápidos) para prometer hacer todo lo que Dios ha mandado. ¡Vale la pena reflexionar sobre todas las implicaciones de lo que afirmamos!

Es importante darle a la iglesia la oportunidad de considerar sinceramente si están dispuestos a obedecer a Dios. Es bueno tener una respuesta afirmativa unánime, como Israel aquí, pero hablar es fácil. Es fácil pasar al frente o levantar la mano en la iglesia, pero puede cambiar al día siguiente, en casa o en el trabajo.

Escribe lo que Dios dice

No sabemos si Dios le mandó hacerlo, pero con la palabra fresca en su memoria, Moisés escribió todo lo que Dios había dicho. Gracias a Dios por los líderes (hoy y en el pasado), que cuidadosamente preservan la Palabra de Dios. Con esto acabado, Dios llama a Moisés para que suba otra vez para un encuentro nuevo. Esta vez los setenta ancianos, junto con Aarón y sus hijos, lo acompañan.

Si tú eres pastor y has tenido un encuentro poderoso con Dios, tienes la oportunidad y el privilegio de traer a otros contigo (tal vez a un retiro) para también estar con Dios. Aquí solo Moisés realmente pudo acercarse a Dios; los demás siguen en adoración.

A la mañana siguiente, madrugó y levantó un altar al pie del monte, y en representación de las doce tribus de Israel consagró doce piedras.Luego envió a unos jóvenes israelitas para que ofrecieran al Señor novillos como holocaustos y sacrificios de comunión. La mitad de la sangre la echó Moisés en unos tazones, y la otra mitad la roció sobre el altar. Después tomó el libro del pacto y lo leyó ante el pueblo, y ellos respondieron:—Haremos todo lo que el Señor ha dicho, y le obedeceremos.

Moisés tomó la sangre, roció al pueblo con ella y dijo: —Ésta es la sangre del pacto que, con base en estas palabras, el Señor ha hecho con ustedes.

Es difícil saber la cronología exacta aquí. Parece que Moisés compartió la ley verbalmente, consiguió el acuerdo del pueblo de someterse a ella, preparó a los ancianos para que subieran con él y luego escribió lo que había compartido. A la mañana siguiente hubo una ceremonia más formal cuando él leyó lo que había escrito.

Preparación para el culto

Aunque Dios aún no había dado instrucciones para el culto, Moisés lo tomó muy en serio. Me recuerda de lo que un pastor podría hacer hoy:

  • Levantarse temprano para prepararse para el servicio y buscar al Señor.
  • Ir a la iglesia (aquí, al pie de la montaña) y preparar al lugar espiritualmente para un encuentro con Dios. Si van a compartir la Santa Cena, se puede preparar la mesa.
  • Presentar alguna representación (como las doce piedras) de los distintos grupos de la congregación. Por ejemplo, podría ser una bandera para cada célula, o una para las damas, los jóvenes, etcétera.
  • Contar con la ayuda de un grupo de hombres jóvenes (o podría ser un equipo de oración o adoración) que llegue temprano y prepare el ambiente con oración y adoración. Moisés hizo un esfuerzo consciente para involucrar tanto a los ancianos como a los jóvenes.
  • Ahora llega la gente. La sangre de los sacrificios me recuerda a guiar a la congregación a la presencia de Dios con la confesión y aseguramiento del pecado perdonado a través de la sangre derramada de Jesucristo.
  • Compartir la Palabra de Dios.
  • Conseguir una respuesta de la gente. Es bueno recordarles que son parte de un nuevo pacto y animarlos a renovar su compromiso con Cristo.
  • El enfoque en el pacto conduce naturalmente a la celebración de la Cena del Señor. En lugar de rociar la sangre sobre la gente (externamente), todos tienen la oportunidad de participar (internamente) de la copa, que simboliza la sangre del Nuevo Pacto.

Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y los setenta ancianos de Israel subieron10 y vieron al Dios de Israel. Bajo sus pies había una especie de pavimento de zafiro, tan claro como el cielo mismo. 11 Y a pesar de que estos jefes de los israelitas vieron a Dios, siguieron con vida, pues Dios no alzó su mano contra ellos.

Comer y beber en presencia de Dios

Con la congregación despedida después de aceptar el pacto, Moisés y los ancianos escalan la montaña. ¡Imagina la belleza inefable de este brillante pavimento azul! La expectativa es que un hombre no puede sobrevivir en esa gloriosa presencia de Dios, pero Dios los llamó allá, y no alzó la mano contra ellos.

¿Qué comieron y bebieron? ¿Lo trajeron con ellos? ¿O fue Dios mismo quien lo proporcionó? No sabemos. Una vez más, me recuerda a la Cena del Señor. ¡Es impresionante que la comida y la bebida sean parte de una ocasión tan solemne y gloriosa! Pero concuerda con otras visiones que tenemos del corazón de Dios. ¡Le gustan las comidas!

¿Puedes ver a Dios y vivir?

Primero, es importante notar que la única descripción es de lo que estaba “debajo de sus pies.” Posiblemente no vieron nada más, de forma similar a la visión de Dios en Isaías 6, que solo describe el trono, las orlas de su manto y los serafines. La luz cegadora lo haría imposible ver a Dios. Ezequiel tiene una visión similar de una forma en un trono (Ezequiel 1:26-28). Aquí, en Éxodo 24, la palabra hebrea traducida «vieron» en el versículo 11 (ver en una visión) es diferente que la palabra en el versículo 10 (ver con sus ojos). Otro relato de esta experiencia (Deuteronomio 4:15) dice: El día que el Señor les habló en Horeb, en medio del fuego, ustedes no vieron ninguna figura.

Textos bíblicos que aluden a ver a Dios

Jacob llamó a ese lugar Penuel, porque dijo: «He visto a Dios cara a cara, y todavía sigo con vida. (Génesis 32:30)

»Cuando un profeta del Señor
se levanta entre ustedes,
yo le hablo en visiones
y me revelo a él en sueños.
 Pero esto no ocurre así
con mi siervo Moisés,
porque en toda mi casa
él es mi hombre de confianza.  Con él hablo cara a cara,
claramente y sin enigmas.
Él contempla la imagen de Señor
(Números 12:6-8).

—¡Estamos condenados a morir! —le dijo a su esposa—. ¡Hemos visto a Dios! (Jueces 13:22)

Mientras yo observaba esto,
se colocaron unos tronos,
y tomó asiento un venerable Anciano.
Su ropa era blanca como la nieve,
y su cabello, blanco como la lana.
Su trono con sus ruedas
centelleaban como el fuego
(Daniel 7:9).

Algunos de estos probablemente fueron visiones. Incluso Moisés, hablando a Dios cara a cara, solo vio a su forma, y en realidad nadie lo describe.

Textos bíblicos que niegan la posibilidad de ver a Dios

Este versículo parece específicamente prohibir ver el rostro de Dios: Pero debo aclararte que no podrás ver mi rostro, porque nadie puede verme y seguir con vida (Éxodo 33:20).

 A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo unigénito, que es Dios y que vive en unión íntima con el Padre, nos lo ha dado a conocer (Juan 1:18).

Al único inmortal,
que vive en luz inaccesible,
a quien nadie ha visto ni puede ver,
a él sea el honor y el poder eternamente. Amén
            (1 Timoteo 6:16).

Entonces, ¿cuál es la conclusión? Es posible estar en la abrumadora presencia de Dios e incluso tener indicios de su apariencia, pero parece probable que en realidad nadie lo ha visto jamás en toda su gloria.

Moisés no sube solo

12 El Señor le dijo a Moisés: «Sube a encontrarte conmigo en el monte, y quédate allí. Voy a darte las tablas con la ley y los mandamientos que he escrito para guiarlos en la vida.»

13 Moisés subió al monte de Dios, acompañado por su asistente Josué, 14 pero a los ancianos les dijo: «Esperen aquí hasta que volvamos. Aarón y Jur se quedarán aquí con ustedes. Si alguno tiene un problema, que acuda a ellos.»

Fue glorioso ver el pavimento ante el Señor, pero Moisés se acerca más aun y permanece allí, para recibir las tablas de piedra con la ley. Y Moisés no va solo; Josué va con él. Josué no fue incluido entre aquellos que Dios llamó a subir, pero parece que a donde fue Moisés, Josué fue también. ¡Y Dios no lo castiga! ¿Tienes un Josué que traes contigo a la presencia de Dios?

Jur no fue mencionado antes (a menos que él fuera uno de los 70 ancianos). Moisés lo dejó a él y Aarón a cargo, mientras él subió con Josué. No sé si el grupo era consciente cuando subieron que tenían que quedarse allí todos los 40 días que Moisés estaba en la cima de la montaña. Es difícil saber exactamente cómo eso funcionó, ya que Aarón tuvo su desafortunado incidente con el becerro de oro mientras Moisés estaba en la montaña.

¿Estás dispuesto a pagar el precio para encontrarte con Dios?

15 En cuanto Moisés subió, una nube cubrió el monte, 16 y la gloria del Señor se posó sobre el Sinaí. Seis días la nube cubrió el monte. Al séptimo día, desde el interior de la nube el Señor llamó a Moisés. 17 A los ojos de los israelitas, la gloria del Señor en la cumbre del monte parecía un fuego consumidor. 18 Moisés se internó en la nube y subió al monte, y allí permaneció cuarenta días y cuarenta noches.

Moisés dejó su congregación abajo para ver estas increíbles manifestaciones de la gloria de Dios. Ellos probablemente tenían dudas si volverían a ver a Moisés de nuevo, sobre todo cuando los días se alargaban.

Moisés y Josué tenían que esperar seis días para entrar en la nube. Seguramente hay algún significado en esos seis días, y Dios llamando a él al séptimo día para entrar en comunión con Él. ¿Tal vez los seis días de Dios trabajando en la creación? ¿O seis días en preparación para el día de reposo?

Muchas personas quieren ser líderes. Tú podrías pensar en Moisés entrando en esa nube y desearías que fueses tú, pero no te apresures a pedir por lo que tenía Moisés. No lo dice aquí, pero fue un ayuno de cuarenta días. Sin comida ni bebida. No hay Internet o televisión. Sin sexo. Tal vez Moisés tenía una idea de lo que vendría y sabía que sería mejor enviar a Séfora y los chicos de vuelta a casa con su suegro.

¿De verdad quieres encontrar a Dios?

¡Gloria al Señor! Entonces, ¿estás listo para un ayuno de cuarenta días? ¿Estás dispuesto a esperar seis días solo por la palabra dándote permiso para subir más alto? ¿O después de un par de días dirías que no está sucediendo nada, y bajarías? ¿Estás impaciente si Dios no aparece en la primera media hora de un culto? ¿Sientes que no puedes soportar más de un par de horas esperando en Dios para entrar en comunión personal con Él? ¿Qué tan serio eres acerca de ser un líder y llegar a conocer a Dios? Él aparece en su tiempo, no en el nuestro. Él nos llama a la nube de gloria cuando Él quiera. ¿Estás listo para ser purificado por su fuego consumidor?