Éxodo 32: El corazón de un hombre de Dios

Moisés estaba disfrutando una comunión íntima con Dios, recibiendo las leyes que regirían la nación, que Dios en su gracia escribió en tablas de piedra. Estaba felizmente ignorante de que su pueblo se dedicaba a la embriaguez y la adoración de ídolos. Pero muy pronto habrá un duro despertar para Moisés. La experiencia en la cima de la montaña se ve interrumpida por esta emergencia en el campamento.

El Señor le dijo a Moisés: —¡Baja ya de la montaña! Tu pueblo, el que sacaste de la tierra de Egipto, se ha corrompido.

Lee este verso cuidadosamente. ¿Notas algo inusual en la forma en que Dios se refiere a Israel? Es tu pueblo, Moisés, que sacaste de Egipto. Dios se está distanciando de ellos, de manera similar a un padre que le habla a su esposa acerca de tu hijo cuando el niño se porta mal, pero es mi hijo cuando lo hace bien.

Una oferta que puede parecer difícil de rechazar

Demasiado pronto se han apartado del camino que les ordené seguir, pues no sólo han fundido oro y se han hecho un ídolo en forma de becerro, sino que se han inclinado ante él, le han ofrecido sacrificios, y han declarado: “Israel, ¡aquí tienes a tu dios que te sacó de Egipto!”

»Ya me he dado cuenta de que éste es un pueblo terco —añadió el Señor, dirigiéndose a Moisés—. 10 Tú no te metas. Yo voy a descargar mi ira sobre ellos, y los voy a destruir. Pero de ti haré una gran nación.

Dios parece muy listo para renunciar a su pueblo.¿Puede Dios hablar precipitadamente, como nosotros, en el calor del momento? ¿Está Él solo enojado, o es una prueba del compromiso de Moisés con ellos? Dios no ha negado su promesa de llevar a un pueblo a la tierra que fluye leche y miel, o de formar una nación; solamente sería mucho más pequeña, los descendientes de aquel hombre que se ha permanecido fiel a Él. Pero Dios ya había intentado eso con Noé, y no fue muy exitoso.

¿Estarías tentado por esta oferta? Moisés no tuvo mucho tiempo con ellos, y ya tenía muchas malas experiencias. ¡Qué bueno sería estar libre de sus quejas y formar un pueblo sin todos sus problemas! Pero Moisés parece muy consciente de que aceptó la responsabilidad de llevar a este pueblo a Canaán, y aun los ama.

Muchas veces en la Biblia, a Israel se le llama duro de cerviz, pero todos nosotros continuamente probamos la paciencia de Dios y le damos dolores de cabeza. Sin duda, parece más fácil destruirlos, pero afortunadamente hay alguien que se levanta a interceder por ellos (y por nosotros).

11 Moisés intentó apaciguar al Señor su Dios, y le suplicó:

—Señor, ¿por qué ha de encenderse tu ira contra este pueblo tuyo, que sacaste de Egipto con gran poder y con mano poderosa? 12 ¿Por qué dar pie a que los egipcios digan que nos sacaste de su país con la intención de matarnos en las montañas y borrarnos de la faz de la tierra? ¡Calma ya tu enojo! ¡Aplácate y no traigas sobre tu pueblo esa desgracia!13 Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac e Israel. Tú mismo les juraste que harías a sus descendientes tan numerosos como las estrellas del cielo; ¡tú les prometiste que a sus descendientes les darías toda esta tierra como su herencia eterna!

14 Entonces el Señor se calmó y desistió de hacerle a su pueblo el daño que le había sentenciado.

La nación salvada por la intercesión de Moisés

Esta es la primera de dos oraciones impresionantes en este capítulo. Se notan varias cosas:

  • Está claro que Moisés tiene un verdadero compromiso con el Señor, a diferencia del pueblo.
  • En lo que casi parece un juego, Moisés da vuelta las palabras de Dios: «Es tu pueblo, que tu sacaste de Egipto. ¡No trates de entregarlo a mí!» Es una perspectiva importante para un pastor: Dios te haya dado autoridad sobre una iglesia, pero sigue siendo suya.
  • Como muchas oraciones bíblicas, Moisés presenta un caso con Dios (como abogado frente al juez en el tribunal), como si Dios se hubiese olvidado en el calor de su ira:
  • “Ya has trabajado poderosamente a favor de esta gente. Los sacaste de Egipto. Después de hacer todo eso, no tiene sentido destruirlos.”
  • Moisés era muy listo, y sabe que Dios trata con algo más que solo Israel: “Recuerda que quieres glorificarte a ti mismo en toda la tierra. ¿Realmente quieres que sepan que eres un Dios impulsivo que libera a su pueblo solo para destruirlo? Piensa en tu reputación.”
  • “Tú vas a romper c tu palabra, tu promesa y tu pacto. ¿Te acuerdas de Abraham? ¡Juraste por ti mismo cuando hiciste esa promesa! ¡Por cierto, no puedes marchar atrás!”
  • Con ese caso sólido, Moisés hace una solicitud simple pero obvia: “No lo hagas. Arrepiéntete de tu ira.” Y, sorprendentemente, Dios lo escucha y se arrepiente.

Puede ser difícil entender la idea de Dios «arrepintiéndose,» pero en la Biblia muchas de sus promesas y advertencias están condicionadas a nuestra respuesta. Hay un juicio amenazado, pero si nos arrepentimos y volvemos a Dios, sea posible evitarlo. Esto demuestra dramáticamente la importancia de un intercesor, un sacerdote. Alguien que se interpone entre Dios y un pueblo pecador. Alguien con una mente clara que conoce a Dios y está dispuesto a acercarse a Él con valentía. No entendamos todas las dinámicas, pero de alguna manera Dios ha elegido trabajar junto con nosotros, y ha ordenado la oración como un medio para influir al Señor del universo.

Así Moises salvó a su pueblo de la destrucción; ahora tiene que bajar y enfrentarlo. Hay algunos intercesores que se quedan en su closet de oración, pero el pastor tiene que meterse en medio del desorden y arreglar las cosas.

15 Moisés volvió entonces del monte. Cuando bajó, traía en sus manos las dos tablas de la ley, las cuales estaban escritas por sus dos lados. 16 Tanto las tablas como la escritura grabada en ellas eran obra de Dios.

17 Cuando Josué oyó el ruido y los gritos del pueblo, le dijo a Moisés:

—Se oyen en el campamento gritos de guerra.

18 Pero Moisés respondió:

«Lo que escucho no son gritos de victoria,
ni tampoco lamentos de derrota;
más bien, lo que escucho son canciones.»

Hacia abajo de la cima de la montaña

¿Te imaginas esta caminata bajando la montaña? Moisés ha pasado cuarenta días de ayuno. Él debe estar muriéndose de hambre. Más importante aún, no está seguro de lo que va a encontrar cuando llegue abajo, pero sabe que va a ser malo, por lo que Dios esté tan enojado. Él sabe que un trabajo duro lo espera. Deuteronomio 9:15 dice que el monte estaba ardiendo con fuego. Moisés va a hacer una entrada dramática.

El verso 17 nos recuerda que Moisés no está solo; Josué estuvo con él los 40 días. Tal vez bajando de la montaña estaban discutiendo cómo responder a la crisis. Esta fue una formación importante para el próximo líder. Es un gran ejemplo de la importancia de invertir tiempo y sabiduría en una persona más joven. ¡Llévalos contigo dondequiera que vayas! Permite que te vean en oración y en algunas de las luchas agonizantes que un pastor atraviesa.

Es un poco extraño que Moisés no le haya dado su preciosa carga al hombre más joven para llevar. Pero Dios se la había confiado a él, y fue uno de los tesoros más preciosos que se le habían dado a un hombre: Las tablas de la ley inscritas por Dios mismo.

Cuando se acercaron al campamento, los gritos se vuelven más fuertes. Josué cree que es el sonido de la guerra, fue tan intenso. Pero Moisés lo reconoce como un canto, no en adoración a Dios, sino el canto de los borrachos, o de adoración pagana, que aprendieron en Egipto.

19 Cuando Moisés se acercó al campamento y vio el becerro y las danzas, ardió en ira y arrojó de sus manos las tablas de la ley, haciéndolas pedazos al pie del monte. 20 Tomó entonces el becerro que habían hecho, lo arrojó al fuego y, luego de machacarlo hasta hacerlo polvo, lo esparció en el agua y se la dio a beber a los israelitas. 

La ira de Moisés

Ahora Moisés se enoja. Dios había visto lo que Moisés no pudo ver en la montaña. Fue dichoso que no lo viera, porque si no, podría haber estado de acuerdo con el plan de Dios para destruirlos. Su ira ardiente conduce a dos respuestas dramáticas:

  • Como un chico dando un puñetazo a la pared o tirando algo, Moisés arrojó las tabletas que Dios había escrito, rompiéndolas en pedazos. ¡Imagina encontrar algunas de esas piezas hoy! Tal vez Moisés pensó que estas nobles leyes de Dios todopoderoso eran inútiles con un grupo tan rebelde. Fue un acto impulsivo, pero no fue peor que Dios intentando a destruir todo el pueblo. Puede ser mejor romper algunas tabletas que matar a alguien. Dios nunca reprende a Moisés, y más tarde reemplaza con gracia las tabletas.
  • Es difícil imaginar exactamente cómo lo hizo, pero Moisés destruyó el becerro, mezclándolo con agua y obligandolos a beberla. ¡Ese fue el final de todo su oro! ¡La rebelión puede ser muy costosa! ¡Y humillante!

¿Se equivocó Moisés al enojarse tanto? Nunca lo sugiere. Dios también estaba enojado. Pero sí, suena abusivo obligarlos a beber agua doroda. Podemos hacer cosas destructivas y precipitadas en nuestra ira. ¡Ten cuidado! Si te enojas, ¡no peques!

25 Al ver Moisés que el pueblo estaba desenfrenado y que Aarón les había permitido desmandarse y convertirse en el hazmerreír de sus enemigos, 26 se puso a la entrada del campamento y dijo: «Todo el que esté de parte del Señor, que se pase de mi lado.» Y se le unieron todos los levitas.

Moisés hace un reto audaz

¡Parece que Moisés encontró su voz! ¿Recuerdas su argumento con Dios en la zarza ardiente? Él tenía algún problema con el habla. Fue por eso que se involucró a Aarón: él iba a ser su portavoz. Bueno, Aarón está en disciplina, y no tiene nada que decir. ¡Y Moisés parece muy capaz de hablar!

Una situación dramática exige una respuesta dramática. Moises los hace un reto audaz: Si estás listo para arrepentirte, deja esta idolatría, comprométete con Dios y ven a mí. Cuando la gente está desenfrenada, necesita a alguien con autoridad que se ponga de pie y proclame la Palabra de Dios, llamándolos de nuevo al Señor. Aarón era un líder débil que no hizo nada para detener su rebelión. A veces los líderes simplemente se retiran y dejan a la gente autodestruirse. No Moisés. Ya lo hizo claro con Dios que permanecería hasta el final con este pueblo de dura cerviz. Pero él solo puede seguir adelante con aquellos que están verdaderamente con el Señor.

Hay un lugar para la paciencia, que le da a la gente tiempo para bregar con su pecado e idolatría. Pero hay gran necesidad de hombres valilentes como Moisés, listos para levantarse para defender la verdad y la justicia. ¡No se puede establecer una iglesia con personas que no están realmente comprometidas con Cristo! Sí, está bien estar inclusivo y amoroso, pero la Biblia hace declaraciones muy claras acerca de quién puede y quién no puede entrar en el reino de Dios. Tú puedes temer perder la mayor parte de tu iglesia si haces este tipo de llamada. Moisés aparentemente perdió la mayor parte de Israel. Solo su propia tribu, los levitas, se juntaron con él, y eso podría haber sido más por lealtad tribal que por verdadera devoción a Dios. Muy pronto su compromiso será probado.

27 Entonces les dijo Moisés: «El Señor, Dios de Israel, ordena lo siguiente: “Cíñase cada uno la espada y recorra todo el campamento de un extremo al otro, y mate al que se le ponga enfrente, sea hermano, amigo o vecino.” » 28 Los levitas hicieron lo que les mandó Moisés, y aquel día mataron como a tres mil israelitas. 29 Entonces dijo Moisés: «Hoy han recibido ustedes plena autoridad de parte del Señor; él los ha bendecido este día, pues se pusieron en contra de sus propios hijos y hermanos.»

Purificando la nación

La tribu de Leví todavía no había sido separada como la tribu sacerdotal. Pero su celo y fidelidad fueron recompensados con ese gran privilegio.

Es cierto que Dios se arrepintió de destruir la nación, pero todavía tenían que pagar por su pecado, y aparentemente Dios le dijo a Moisés qué hacer. El juicio sería despiadado: hermanos, amigos y vecinos morirían. Es parecido a lo que Jesús habló del último día, cuando los miembros de una familia se traicionarán unos a otros. ¿Estás dispuesto a purificar tu hogar, tu familia y tu iglesia? No, no estoy hablando de matarlos. Pero las escrituras como 1 Corintios 5 nos aconsejan acerca de la disciplina en la iglesia, procedimientos que casi nunca guardamos. ¡Demasiados padres y pastores son cobardes para enfrentar al pecado en sus casas e iglesias!

Las leyes que Dios dio a Moisés impusieron la pena de muerte por muchas cosas que rutinariamente pasamos por alto hoy en día,  como la rebelión en nuestros hijos o el pecado sexual. ¡Con razón nuestras iglesias son débiles! ¿Podría ser hora de tomar la «espada del Señor» y con valentía desafiar al pecado en nuestro medio? Será doloroso y evocará una gran protesta.

30 Al día siguiente, Moisés les dijo a los israelitas: «Ustedes han cometido un gran pecado. Pero voy a subir ahora para reunirme con el Señor, y tal vez logre yo que Dios les perdone su pecado.»

31 Volvió entonces Moisés para hablar con el Señor, y le dijo: —¡Qué pecado tan grande ha cometido este pueblo al hacerse dioses de oro! 32 Sin embargo, yo te ruego que les perdones su pecado. Pero si no vas a perdonarlos, ¡bórrame del libro que has escrito!

33 El Señor le respondió a Moisés: —Sólo borraré de mi libro a quien haya pecado contra mí. 34 Tú ve y lleva al pueblo al lugar del que te hablé. Delante de ti irá mi ángel. Llegará el día en que deba castigarlos por su pecado, y entonces los castigaré.

35 Fue así como, por causa del becerro que había hecho Aarón, el Señor lanzó una plaga sobre el pueblo.

Moises vuelve a subir la montaña

No dice exactamente por qué los levitas detuvieron la matanza, pero Dios lo deja muy claro: de un modo u otro, todo el que peque contra Dios tiene que pagar. Moisés puede llamar a la nación a arrepentirse, interceder y detener el juicio por un tiempo, pero ahora mucha gente morirá de una plaga. Y después de todo, Dios borra de su libro todo aquel que no se someta a Él. Él no sería justo si no lo hace.

Deuteronomio 9 nos dice que Moises ayunó cuarenta días más. Ojalá tuviese la oportunidad de comer mientras estaba en el campamento, ¡tal vez las sobras de las fiestas interrumpidas! También nos dice que Moisés temía la ira de Dios, pero de todos modos subió al monte.

Esta vez Moisés no hizo un gran argumento. Su oración es de desesperación, y es extrema: “Perdónalos, o envíame al infierno. Borra mi nombre de tu libro.” Me recuerda a Pablo en Romanos 9, dispuesto a ser maldecido a cambio de la salvación de Israel. Moisés ofrece soportar la ira de Dios por el pecado de su pueblo. Está listo para sacrificarse a sí mismo, como lo hizo Cristo. Es una impresionante manifestación del gran amor que tiene por ellos. En Deuteronomio 9 Moisés también le pide a Dios que perdone a Aarón.

Moisés es muy perceptivo. Entiende que de alguna manera la expiación es necesaria. Alguien tiene que pagar por el pecado, y él está dispuesto a pagar con su propia vida. Nosotros sabemos que solo un sacrificio perfecto puede satisfacer la ira de Dios. Solo el sacrificio de su propio Hijo expía nuestro pecado. Es interesante que Moisés conozca un «libro» que contiene los nombres de aquellos que entrarán en el reino de Dios.

Dios no responde a su petición. Eso tampoco sería justo. Los que pecan deben morir. Ahora no hay nada más que Moisés pueda hacer. Ha hecho su parte purificando el campamento. Ahora le toca a Dios. Moisés solo puede pedirle por misericordia.

La nación ha sufrido una herida muy fea que va a costar mucho sanar. Están desconcertados, y en duelo por los muchos muertos. La fiesta se acabó, y ahora hay temor de Dios. Pero de alguna manera después del juicio, tenemos que levantarnos y seguir adelante. La misión de Moisés permanece intacta. Todavía conducirá al pueblo. La promesa de Dios no ha cambiado. Todavía llegarán a su destino, aunque Dios ni siquiera puede decir «tierra prometida» en este momento. Solo es «el lugar del que yo hablé.» También le ofrece a su ángel que vaya delante de ellos. Eso suena bien, pero el próximo capítulo revelará que Moisés no está satisfecho. Él sabe que Dios se ha distanciado; su presencia ya no irá con ellos. No puede soportarlos. Va a enviar a su ángel en su lugar. Moisés no puede soportar esa distancia de su Dios. Sin su presencia, él no puede. Pero esa es la historia del próximo capítulo.

¿Puedes hacer lo que hizo Moisés?

Estoy muy impresionado con lo que veo en Moisés aquí. ¡No es fácil pastorear al pueblo de Dios! Es muy costoso: ayunar durante cuarenta días, ser rechazado, tomar decisiones agonizantes y pasar horas en oración intercediendo por un pueblo que solo le causa dolores de cabeza. Pero en medio de todo eso,  aquí vemos el corazón de un verdadero hombre de Dios. Es un corazón manifestado plenamente en Jesucristo. Estoy muy agradecido por Jesús y el precio que Él pagó por mis pecados, y por el perdón y la expiación que me ofrece. Tú y yo tenemos a un gran sumo sacerdote intercediendo por nosotros, parecido a lo que hizo Moisés. También soy consciente de que Jesús me llama a entregar mi vida tal como Él lo hizo, y amar con su amor ágape. Ese es un tremendo desafío. ¿Estás dispuesto a hacerlo, con su ayuda?