En el capítulo anterior vimos la importancia para Dios de la autoridad y la sumisión; ahora veremos los resultados desastrosos de la rebelión. Quizás no sea coincidencia que esta rebelión se produjo justo después de recibir la ley, construir el tabernáculo y acercarse a la Tierra Prometida. Aquí se rebelan contra Dios mismo, pero es Moisés que tiene que tratar con el pueblo, como la autoridad delegada de Dios.
La rebeldía a menudo se manifiesta en quejas y descontento
1Poco después el pueblo comenzó a quejarse de las privaciones que enfrentaba, y el Señor oyó todo lo que decían. Entonces el enojo del Señor se encendió contra ellos y envió un fuego que ardió entre ellos y destruyó a algunos en las afueras del campamento.
No es fácil vivir en un desierto: No tenían control sobre sus vidas y estaban obligados a moverse con la nube, por orden de Dios. Tú también puedes estar pasando por circunstancias muy difíciles, pero eso no justifica quejarse. Puede ser muy difícil, pero Dios nos llama a alabarlo y agradecerle, incluso en el desierto. Quejarse es como el cáncer, infectando la iglesia, la familia o el trabajo. No logra nada, y Dios lo odia. ¿Por qué? Porque esencialmente estamos diciendo que Él no sabe lo que está haciendo; no estamos sometiéndonos a lo que Él soberanamente ha colocado en nuestro camino. Nos falta la fe de que Dios puede cambiar las cosas y hacerlas más fáciles, si quisiera. De hecho, podemos estar enojados que no lo hace.
Pecamos no solo cuando nos quejamos de Dios, sino también de cualquier persona que Él coloque sobre nosotros en autoridad. Eso no quiere decir que no puedes orar por esa persona, clamar a Dios y hablar con ella para tratar de mejorar la situación. Pero el espíritu de queja enciende la ira de Dios, y cuando Dios se enoja, las cosas se ponen feas: El fuego consumió las afueras del campamento. No está claro si mató a gente, pero definitivamente llamó la atención. Una vez más, ellos naturalmente miran a su líder, Moisés:
2 Así que el pueblo pidió ayuda a gritos a Moisés, y cuando él oró al Señor, el fuego se apagó.3 Después, ese lugar fue conocido como Taberá (que significa «lugar del fuego que arde»), porque el fuego del Señor ardió allí entre ellos.
Fiel como siempre, Moisés intercede, y el fuego se detiene. Pero, como muchos de nosotros, la gente tardó en recibir el mensaje:
4 Al populacho que iba con ellos le vino un apetito voraz. Y también los israelitas volvieron a llorar, y dijeron: «¡Quién nos diera carne! 5 ¡Cómo echamos de menos el pescado que comíamos gratis en Egipto! ¡También comíamos pepinos y melones, y puerros, cebollas y ajos! 6 Pero ahora, tenemos reseca la garganta; ¡y no vemos nada que no sea este maná!»
Ahora están quejándose de lo que Dios específicamente y milagrosamente suministró en respuesta a sus gemidos anteriores. Vemos varios problemas en estos versos:
- El populacho. El problema comenzó con la mezcla de extranjeros que se unieron a los israelitas cuando salieron de Egipto. No es para señalar a los extranjeros, pero les faltaba mucho conocimiento de Dios y sus promesas y propósitos. Puede haber chusma en cualquier grupo, no necesariamente extranjeros. Ten cuidado con ellos y ten en cuenta los problemas que pueden causar. Su queja rápidamente se extendió a los israelitas.
- Antojos. Todos sabemos lo que es tener un apetito voraz por algo, y muchas veces hacemos lo necesario para satisfacerlo. Es especialmente fácil anhelar lo que no podemos tener, ya sea comida o algún placer. Es normal tener un apetito saludable, y un antojo suena inocente, pero es un paso pequeño del antojo a la lujuria, y de hecho la palabra hebrea aquí significa lujuria. Ten cuidado de que tus apetitos no te controlen y te lleven a pecar. Está atento a la lujuria y los antojos en ti mismo, tu familia y otras personas en tu carga. No tengas miedo de enfrentarlos antes de que les cause problemas serios.
- Lamentos. Llanto. ¿En serio? ¿Está tan malo? Cuando caemos en la rebelión y un espíritu de queja, exageramos la importancia de lo que nos falta y comenzamos a sentir que no podemos vivir sin ello.
- «Si tan solo.» Eso se puede aplicar a muchas cosas. Los medios parecen alentarlo. Si solo tuviera una casa como la que se ve en la tele. Si tan solo fuese bien parecido. Si tan solo tuviera más dinero. Incesantemente. La triste verdad es que no estarás satisfecho cuando lo consigas. Si tienes ese espíritu quejumbroso, siempre habrá otro «si tan solo.»
- Nostalgia. Los buenos viejos tiempos, tal vez antes de aceptar a Cristo. Los hebreos olvidaron su arduo trabajo como esclavos, y solo recuerdan la buena comida que disfrutaban en Egipto. La tendencia es culpar a cualquiera que te sacó de esa situación y lamentar las decisiones que has tomado. En el caso extremo, vuelvas a Egipto en busca de la vida buena. Lamentablemente, por lo general no es lo mismo, y rara vez fue tan bueno como recuerdas. Sin duda, la comida era gratis, al igual que la comida en la prisión es gratis. ¿Pero realmente quieren volver a ser esclavos?
- La pérdida de apetito. Nada satisface. Ya no amas a tu mujer. No soportas la idea de ir a trabajar. La iglesia no hace nada por ti. Incluso el sexo no es atractivo (¡ya sabes que las cosas están muy malas!). Dios quiere que disfrutemos lo que Él nos ha dado (¡sin importar las circunstancias que Él haya permitido!). Cuando pierdas el apetito, examínate para ver si tienes un espíritu de rebelión o descontento.
Una descripción del maná
7 El maná era parecido a pequeñas semillas de cilantro, y era de un color amarillo claro como goma de resina. 8 La gente salía a recogerlo del suelo. Con el maná se hacía harina en los molinos de mano o se machacaba en un mortero. Luego se hervía en una olla para hacer panes planos que sabían a pastelitos horneados con aceite de oliva. 9 Durante la noche, el maná caía sobre el campamento juntamente con el rocío.
Incluso Moisés está infectado por el espíritu de la queja
10 Moisés escuchó que las familias del pueblo lloraban, cada una a la entrada de su tienda, con lo cual hacían que la ira del Señor se encendiera en extremo. Entonces, muy disgustado, 11 Moisés oró al Señor:
—Si yo soy tu siervo, ¿por qué me perjudicas? ¿Por qué me niegas tu favor y me obligas a cargar con todo este pueblo?12 ¿Acaso yo lo concebí, o lo di a luz, para que me exijas que lo lleve en mi regazo, como si fuera su nodriza, y lo lleve hasta la tierra que les prometiste a sus antepasados? 13 Todo este pueblo viene llorando a pedirme carne. ¿De dónde voy a sacarla? 14 Yo solo no puedo con todo este pueblo. ¡Es una carga demasiado pesada para mí! 15 Si éste es el trato que vas a darme, ¡me harás un favor si me quitas la vida! ¡Así me veré libre de mi desgracia!
¡Whoa! ¡El espíritu quejoso incluso ha llegado a Moisés! ¡Así de poderoso puede ser! Moisés ya no se somete felizmente al llamado de Dios, intercediendo fielmente por el pueblo. Todo el campamento se apodera de murmullos. ¡Cada familia se ve afectada! La nación está paralizada, y si Dios le quita la vida de Moisés, como él lo pide, esta gran liberación será un fracaso.
No deberías ser muy duro con Moisés. Sospecho que cada líder tiene momentos como este, cuando está listo para tirar la toalla y renunciar (¡tal vez cada semana!), pero cuando caemos en este agujero, por lo general habrá mucha auto-compasión, engaño y mentiras. El enemigo está riéndose. Mira lo que dice Moisés:
- ¿Por qué has hecho mal a tu siervo? Bueno, en cierto sentido, Dios lo hizo, llamando a Moisés de su vida tranquila pastoreando ovejas. ¡Pero Dios no causó esto! ¡La gente lo hizo! ¿Estás culpando a Dios en tu corazón por el resultado del pecado de alguien?
- ¿Por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí? Cuando las cosas no van bien en la iglesia o la familia, es fácil sentir que Dios está descontento con nosotros. Ciertamente, ¡si tuviéramos su favor, las cosas mejorarían! Pero Dios nos da la carga que Él sabe que podemos llevar, y no más. Si la carga es pesada, es porque Él está complacido contigo. ¡Dios no quiere lastimarte!
- ¿Concebí yo a todo este pueblo? ¿Lo engendré yo? A veces el líder puede sentir como está criando niños. ¡Y puede ser tan doloroso como el parto! Moisés tiene razón cuando dice que ellos pertenecen a Dios; por supuesto que él no los concibió ni los dio a luz. Pero como un padre adoptivo, cuando Moisés aceptó la carga de ser una autoridad delegada de Dios, se convirtió en un padre para ellos, con todas las luchas relacionadas.
- Llévalo en tu seno, como lleva la que cría al que mama, a la tierra de la cual juraste a sus padres. No sabemos cuándo Dios lo ordenó; no aparece en la Biblia. Pero es una hermosa imagen de la carga que Dios le da a los líderes espirituales, y ambas son imágenes femeninas. Sí, definitivamente hay paternidad involucrada en pastorear o liderar, pero hay también maternidad. ¡A veces te cansas de enfrentarte a muchos bebés! Pero tienes que llevarlos tiernamente en tus brazos. En este momento, probablemente es lo último que Moisés quiere hacer. Puede que no sea muy natural para ti, pero junto con el llamado, Dios te dará la capacidad de hacerlo.
- ¿De dónde conseguiré yo carne para dar a todo este pueblo? Porque lloran a mí, diciendo: Danos carne que comamos. “¡Yo no tengo lo que esta gente quiere! ¡No tengo el dinero para proveerlo! ¡Son muy exigentes!» En lugar de centrarte en tu incapacidad, date cuenta de lo pecaminoso de lo que están pidiendo. Si tienen una petición legítima, Dios lo proveerá. Pero cuando la petición es obviamente imposible, no te desesperes. Tú no tienes que conseguir la carne.
- Yo no puedo tratar con todo este pueblo solo. ¡Es una carga demasiado pesada para mí! ¡Tiene razón! Si tú sientes que puedes, ¡no necesitarías a Dios! Tú puedes sentir que el llamado de Dios en tu vida es una carga demasiado pesada. Eso no significa que estás en el lugar equivocado. Es posible que solamente ahora estés llegando al punto en que Dios puede hacer sus milagros. Cuando llegues al final de ti mismo, Dios estará allí. Tal vez hasta este punto Moisés estaba trabajando con todas sus fuerzas para ser un buen líder; ahora tiene la oportunidad de experimentar la gracia de Dios.
- Si éste es el trato que vas a darme, ¡me harás un favor si me quitas la vida! ¡Así me veré libre de mi desgracia! Si eres honesto, probablemente tú hayas dicho algo similar en algún momento. Moisés realmente está pensando solo en sí mismo. Dios no está maltratando a Moisés, y la muerte (a veces pensamientos de suicidio) es realmente un escape de lidiar con lo que parece más de lo que puede soportar. Ahora vemos la fuente de sus temores, y es un temor muy común entre los hombres: el temor al fracaso. En su caso, no es el miedo a lo que la gente diría si fracasa; no soporta la idea de enfrentar su propia ruina. No podía vivir consigo mismo. Probablemente habrá fracasos en tu vida. Algunos pueden ser devastadores: Un matrimonio fallido, o perder tu iglesia o empleo. Duele, pero no es el fin del mundo. No tienes que matarte a ti mismo ni pedirle a Dios que te mate. Dios quiere liberarte del temor al fracaso. A fin de cuentas, ese temor revela una falta de fe de que Dios te ayudará, es soberano, te ama y quiere lo mejor para ti.
Dios responde
16 Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen allí contigo. 17 Y yo descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo.
La primera provisión: Otros para compartir la carga
¿Sigues intentando hacer todo por ti mismo? Demasiados pastores lo hacen. Nadie más puede hacerlo tan bien como tú. Puede ser difícil confiar en otros, sobre todo cuando te has decepcionado en el pasado. La mayoría de los hombres tratan de manejar ser padres y esposos por sí mismos. Es muy difícil para un hombre hablar con otro hombre acerca de problemas familiares. Pero Dios nos ha diseñado para funcionar en comunidad, y necesitamos el apoyo de otros familiares, amigos y hermanos en Cristo.
Moisés era libre de seleccionar los setenta. Probablemente la mayoría ya funcionaba como líderes. Moisés había aprendido a delegar autoridad de su suegro (Éxodo 18). Setenta ancianos acompañaron a Moisés al Monte Sinaí, pero no entraron en la gloria de Dios con él. Ahora estarán de pie con él y escucharán la voz de Dios. ¡Qué bueno sería saber lo que Dios dijo! Posiblemente reafirmó la posición y autoridad de Moisés.
Ahora la gente puede presentar sus quejas a otros hombres. Pero Moisés tiene que orientar al pueblo, porque la gente siempre quiere hablar con el pastor principal o la persona cargo. Es importante que estos líderes sean reconocidos oficialmente, así como necesitamos algún tipo de ceremonia en la iglesia para confirmar nuevos líderes. Uno de los peligros de delegar es dar una posición sin el poder correspondiente. Estos ancianos necesitan el Espíritu Santo. Aunque ya eran líderes, no habían recibido al Espíritu; ahora Dios les repartirá del Espíritu que estaba sobre Moisés.
En su queja rechazaron al Señor
18 »También dile al pueblo: “Purifíquense, porque mañana tendrán carne para comer. Ustedes gemían y el Señor oyó sus quejidos: ‘¡Oh, un poco de carne! ¡Estábamos en mejores condiciones en Egipto!’. Ahora, el Señor les dará carne y tendrán que comérsela. 19 Y no será solo un día, ni dos, ni cinco, ni diez, ni aun veinte. 20 La comerán durante un mes entero, hasta que les produzca náuseas y estén hartos de tanta carne. Pues han rechazado al Señor que está aquí entre ustedes y han lloriqueado diciendo: ‘¿Por qué dejamos Egipto?’”.
¡Que revelación tan interesante del carácter de Dios! ¿Quieren carne? Él les dará carne, pero comerán hasta que la detestan. ¿Crees que Dios puede hacer lo mismo con nosotros?
Le han hecho tres cosas desagradables a Dios:
- Llorar; en sí mismo, no hay nada malo con el llanto, pero Dios no está impresionado con lamentos egoístas.
- Mirar hacia atrás y lamentar la decisión de seguir a Dios y dejar atrás el mundo y la esclavitud.
- Rechazar a Dios; eso es esencialmente lo que hacen con las primeras dos cosas. Claro que dirían: «¡Oh, no! Queremos a Dios. Solo queremos que Él haga las cosas como nosotros queremos.»
¿Cómo rechazamos a Dios?
- Mirando hacia atrás y pensando que estábamos mejor sin Dios.
- Quejándonos de lo que Dios ha hecho en nuestras vidas.
- Haciendo un ídolo de algo (en este caso, la carne).
Lo triste es que Dios todopoderoso está justo en medio de ellos, y ni siquiera se dan cuenta. No les importa que estén lastimándolo. ¡La presencia de Dios es mucho mejor que la carne más rica! Debido a su pecado, antes de recibir la provisión de Dios, tienen que consagrarse y purificarse.
¿Estás tentado a mirar hacia atrás? ¿Has puesto todas tus esperanzas en algo que parece fuera de tu alcance? ¿Tal vez algo que Dios no tiene para ti? ¿Estás lloriqueando?
No es característico, pero Moisés también ha caído en la incredulidad, y Dios tiene que recordarle quién es Él.
La incredulidad de Moisés
21 Entonces Moisés respondió al Señor: —¡Hay seiscientos mil soldados de infantería aquí conmigo y aun así dices: “Yo les daré carne durante un mes entero”!22 Aunque matáramos a todos nuestros rebaños y manadas, ¿podría eso satisfacerlos? O si pescáramos todos los peces del mar, ¿alcanzaría?
Este es el mismo hombre que presenció las plagas de Egipto, la división del Mar Rojo y la gloria de Dios en el Monte Sinaí. ¡Sin decir nada de agua de una roca y el maná del cielo! ¿Y ahora no tiene la fe que Dios puede proveer carne?
En este momento Moisés está desesperado y embotado. Su visión está nublada y no puede ver a Dios y su poder. Yo lo he visto en mucha gente: Puede caminar con fe, pero alcanza el límite de su fe y ya no puede creer que Dios solucionará ningún problema. Moisés me recuerda a los discípulos cuando Jesús les pidió que alimentasen a la multitud.
¿Te cuesta creer que Dios hará algo importante en tu vida? ¿Has estudiado todas las cifras y estadísticas y te parece que no hay manera? ¿Qué ha hecho Dios por ti en el pasado? ¿Por qué no puede hacer algo aún mayor en el futuro?
23 Entonces Jehová respondió a Moisés: ¿Acaso se ha acortado la mano de Jehová? Ahora verás si se cumple mi palabra, o no.
Dios es mucho más paciente con Moisés que con la multitud, pero obviamente no está complacido; Moisés duda de su palabra y cuestiona su poder. Para Moisés, ver es creer, y Dios va a probarse a sí mismo.
¿Es esta palabra para ti? ¿Estás cuestionando la capacidad de Dios para hacer algo que te ha prometido en su Palabra? ¡El brazo de Dios no ha acortado ni perdido su poder! Este mismo Dios no ha cambiado; es lo mismo ayer, hoy y siempre.
24 Moisés fue y le comunicó al pueblo lo que el Señor le había dicho. Después juntó a setenta ancianos del pueblo, y se quedó esperando con ellos alrededor de la Tienda de reunión.
Es claro que este fue un día muy malo para Moisés, pero aún hace dos cosas muy importantes que tú también debes hacer a pesar de las luchas en tu vida:
- Él dijo lo que Dios le dio para decir. Confía en la Palabra de Dios lo suficiente para salir y proclamarla a la gente. Si Dios no cumple esa palabra, Moisés parecerá un mentiroso, pero siempre puedes confiar en lo que Dios ha dicho. Proclámalo.
- Él hizo lo que Dios le dijo que hiciera. Además de consagrar al pueblo, no había nada que Moisés tuviera que hacer para conseguir la carne. Solo tenía que reunir a los setenta ancianos, y eso lo hizo inmediatamente. Cuando lo hizo, experimentaron algo parecido a Pentecostés.
25 El Señor descendió en la nube y habló con Moisés, y compartió con los setenta ancianos el Espíritu que estaba sobre él. Cuando el Espíritu descansó sobre ellos, se pusieron a profetizar. Pero esto no volvió a repetirse.
Esta no es la única referencia en el Antiguo Testamento a la gente «profetizando» cuando el Espíritu de Dios cayó sobre ellos. No creo que signifique que todos los setenta estaban recibiendo mensajes inspirados por Dios al mismo tiempo. Esta fue una alabanza extática, muy posiblemente en otras lenguas. En las Escrituras, cuando el Espíritu viene sobre alguien, casi siempre hay una manifestación de la lengua, ya sea en alabanza, profecía o lenguas desconocidas. Ésta fue la única vez que profetizaron, y hubo un giro interesante:
26 Dos de los ancianos se habían quedado en el campamento. Uno se llamaba Eldad y el otro Medad. Aunque habían sido elegidos, no acudieron a la Tienda de reunión. Sin embargo, el Espíritu descansó sobre ellos y se pusieron a profetizar dentro del campamento. 27 Entonces un muchacho corrió a contárselo a Moisés: —¡Eldad y Medad están profetizando dentro del campamento!
28 Josué hijo de Nun, uno de los siervos escogidos de Moisés, exclamó: —¡Moisés, señor mío, deténlos!
29 Pero Moisés le respondió: —¿Estás celoso por mí? ¡Cómo quisiera que todo el pueblo del Señor profetizara, y que el Señor pusiera su Espíritu en todos ellos!
30 Entonces Moisés y los ancianos regresaron al campamento.
En medio de uno de sus momentos más débiles, Moisés proclama una profecía que hemos visto cumplida. ¡Dios ahora distribuye su Espíritu a todos los creyentes y les da el potencial de profetizar!
Hay algunos como Josué en la iglesia hoy; quieren mantener un aura alrededor de aquellos que tienen dones especiales y dar la impresión de que los demás son menos espirituales y no pueden tener la misma experiencia. Eso fue muy evidente en la iglesia medieval, donde deliberadamente mantenían a la gente común en la ignorancia.
Dios sabía quiénes eran los setenta, y el Espíritu también cayó sobre estos dos, que podrían haberse burlado de ser parte de esta reunión. No creo que siempre suceda así. ¡Si tu hubieras quedado en casa la mañana de Pentecostés, habrías perdido la bendición del Espíritu!
Llegan las codornices
31 El Señor desató un viento que trajo codornices del mar y las dejó caer sobre el campamento. Las codornices cubrieron los alrededores del campamento, en una superficie de casi un día de camino y a una altura de casi un metro sobre la superficie del suelo. 32 El pueblo estuvo recogiendo codornices todo ese día y toda esa noche, y todo el día siguiente. ¡Ninguno recogió menos de dos toneladas! Después las distribuyeron por todo el campamento.
33 Ni siquiera habían empezado a masticar la carne que tenían en la boca cuando la ira del Señor se encendió contra el pueblo y los hirió con gran mortandad. 34 Por eso llamaron a ese lugar Quibrot Hatavá, porque allí fue sepultado el pueblo glotón.
El final de esta triste historia es aún más trágico. Sí, tenían su carne; Dios milagrosamente la suplió. Mucha carne. Pero justo cuando estaban listos para disfrutarla, Dios los afligió con una plaga. No sabemos cuántos murieron, pero dice que la plaga fue grave.
Rechazar a Dios y su provisión es serio. Quejarse provoca la ira de Dios. Rebelarse contra su autoridad y no someterse a Él invitan a un juicio severo. Puede ser que tú tengas la tentación de mirar hacia atrás y quejarte sobre lo que Dios te ha dado, o ser un Moisés que ya no puede soportar más. ¡Creo que hay un mensaje importante para ti en este capítulo! Que su Espíritu caiga de nuevo sobre ti para darte fe y ojos para ver que su brazo no se ha acortado, sin importar lo que enfrentes.