Israel no tiene fe para confiar en Dios, obedecerlo y entrar a la Tierra Prometida. En cambio, van a elegir un nuevo líder y volver a Egipto. Dios quiere destruir a todos y empezar de nuevo con Moisés. En medio de esta locura, Moisés, Josué y Caleb son los únicos hombres de fe e integridad. Moisés no puede hacer mucho más que rogar por la misericordia de Dios. Este hombre puede determinar la supervivencia de una nación entera. Él no pide nada por sí mismo, simplemente pide perdón por los pecados de su pueblo. ¿Cómo responderá Dios a su oración? ¿Cuál será el resultado final de la rebelión?
El perdón no elimina las consecuencias
20 Entonces el Señor le dijo: —Los perdonaré como me lo pides. 21 Pero tan cierto como que yo vivo y tan cierto como que la tierra está llena de la gloria del Señor, 22 ni uno solo de este pueblo entrará jamás en esa tierra. Todos vieron mi gloriosa presencia y las señales milagrosas que realicé, tanto en Egipto como en el desierto, pero vez tras vez me han probado, rehusando escuchar mi voz. 23 Ni siquiera verán la tierra que juré dar a sus antepasados. Ninguno de los que me trataron con desdén la verá. 24 Sin embargo, mi servidor Caleb tiene una actitud diferente a los demás. Él se ha mantenido fiel a mí, por lo tanto, yo lo llevaré a la tierra que él exploró. Sus descendientes tomarán posesión de la porción de la tierra que les corresponde. 25 Ahora bien, den la vuelta y no sigan hacia la tierra donde habitan los amalecitas y los cananeos. Mañana deberán partir al desierto en dirección del mar Rojo.
Es cierto; a pesar de su inclinación a matar a todos y empezar de nuevo con Moisés, Dios honra la petición de su siervo, y los perdona. Con una palabra, Él borra el pecado de las multitudes, aunque recuerda claramente sus diez casos de rebelión. Dios ha sido paciente y misericordioso, pero hay una enseñanza muy importante sobre el perdón: no significa que no habrá consecuencias. Y en este caso las consecuencias son graves: Nadie de esa generación verá jamás la Tierra Prometida.
Hay varias formas de traducir la palabra del idioma hebreo en el versículo 23: tratar con desdén, irritar, despreciar o menospreciar. Claro que Dios estaba profundamente afligido y enojado. Son perdonados, pero todavía habrá un precio que pagar por su pecado.
Sí, Dios les prometió esa tierra, pero sus promesas conllevan condiciones. Sus hijos entrarán en ella, pero solo dos adultos entrarán: Josué y Caleb, los dos espías que tuvieron fe y trajeron un buen informe. Caleb era único entre los hijos de Israel: Tenía otro espíritu. Se mantenía fiel a Dios, obedeciéndole y siguiéndolo con todo su corazón.
¿Tienes ese espíritu? ¿Te sientes más como Caleb, o la multitud? ¿Por qué parece tan difícil ser como Caleb? ¿Por qué tratamos a Dios con desprecio? No creemos en su Palabra, murmuramos, nos quejamos y desobedecemos. ¿Cómo podemos despreciar y provocar a alguien que ha hecho tanto por nosotros? ¿Cómo podemos rechazar la oferta de vida eterna? ¿Hay realmente tan pocos con el espíritu de Caleb que verdaderamente siguen a Cristo?
Doy gracias a Dios que Jesús compró nuestro perdón en la cruz. Doy gracias a Dios que muchas veces, por su misericordia, nos salva de las consecuencias de nuestro pecado. Pero no siempre. A menudo hay consecuencias graves: Puede que estés internado en una prisión, lastimes gravemente el cuerpo, contraigas alguna enfermedad o pierdas tu esposa a causa de la infidelidad.
Ya han probado el rico fruto de la tierra y escucharon el buen informe. Una vida buena en una tierra que fluye leche y miel era suya. Pero la perdieron.
Date la vuelta
26 Entonces el Señor les dijo a Moisés y a Aarón: 27 «¿Hasta cuándo debo tolerar a esta perversa comunidad y sus quejas en mi contra? Sí, he oído las quejas que los israelitas tienen contra mí.28 Ahora bien, díganles lo siguiente: tan cierto como que yo vivo, declara el Señor, haré con ustedes precisamente lo que les oí decir. 29 ¡Todos caerán muertos en este desierto! Ya que se quejaron en contra de mí, cada uno de los registrados que tiene veinte años o más morirá.30 No entrarán a ocupar la tierra que yo juré darles, excepto Caleb, hijo de Jefone, y Josué, hijo de Nun.
31 »Ustedes dijeron que sus niños serían llevados como botín. Pues bien, yo me ocuparé de que entren a salvo a esa tierra y que disfruten lo que ustedes despreciaron. 32 Pero en cuanto a ustedes, caerán muertos en este desierto.33 Sus hijos serán como pastores que vagarán por el desierto durante cuarenta años y de esa manera, ellos pagarán por la infidelidad de ustedes, hasta que el último de ustedes caiga muerto en el desierto.
34 »Puesto que sus hombres exploraron la tierra durante cuarenta días, ustedes andarán vagando en el desierto por cuarenta años —un año por cada día— y así sufrirán las consecuencias de sus pecados. Entonces sabrán lo que es tenerme como enemigo. 35 ¡Yo, el Señor, he hablado! Sin falta, haré todas estas cosas a cada miembro de la comunidad que conspiró contra mí. ¡Serán destruidos en este desierto, y aquí morirán!».
Los murmullos y las quejas de Israel enfurecieron a Dios más que su rebelión; eran una expresión continua y molesta de su incredulidad y descontento. Insultan a Dios e implican que Él no sabe lo que está haciendo. Dios los odia. ¿Has caído en el mismo pecado?
Los hebreos dijeron que su preocupación principal era que sus hijos pudieran ser tomados como botín. Irónicamente, son esos mismos niños que poseerán la tierra. Dijeron que eran tan preciosos, pero ahora, debido al pecado de esos padres, van a sufrir por los próximos cuarenta años. Vagarán por el desierto. ¿Cómo afectará eso la actitud de esos niños hacia sus padres?
Dios dice que el pueblo conspiró contra Él. Una conspiración es seria, sobre todo contra Dios. En medio de toda esa rebelión, Moisés ha sido ejemplar; sin embargo, en Deuteronomio 1:37 él dice Por causa de ustedes el Señor se enojó también conmigo, y me dijo: “Tampoco tú entrarás en esa tierra.” Vamos a ver la desobediencia que le costó tanto a Moisés cuando llegamos a Números 20, donde él sintió la misma frustración que Dios expresa aquí, y golpeó una roca en lugar de hablarle. Incluso Moisés sufrió las consecuencias de deshonrar al Señor ante la gente.
Josué y Caleb estaban listos para entrar en la tierra. No pecaron. Sin embargo, ellos también tienen que darse la vuelta y vagar por el desierto durante cuarenta años. Nosotros también somos miembros de un cuerpo; cuando un miembro sufre, todos sufrimos. Cuando una parte del cuerpo no quiere avanzar en los propósitos de Dios, todo el cuerpo puede sufrir.
Dios quería matarlos allí mismo, y de cierta manera hubiera sido mejor. Esto es casi un infierno: Por el resto de sus vidas van a saber lo que es tener a Dios en contra de ellos, y sufrirán por su pecado. ¿Es posible que Dios permita que algunos que han pecado contra Él vivan, para experimentar las consecuencias de su pecado, y tal vez evitar el castigo eterno del infierno?
36 Entonces los diez hombres que Moisés envió a explorar la tierra —que por sus malos informes incitaron la rebelión contra el Señor— 37 fueron heridos de muerte por una plaga delante del Señor.38 De los doce que exploraron la tierra, solo Josué y Caleb siguieron vivos.
Dios no esperó para juzgar a los responsables de la rebelión. No juegues con Dios. Si Él te ha dado una posición de liderazgo y autoridad, ten cuidado de no hacer tropezar a un pequeño. No desalientes la fe de tu esposa o tus hijos. Dios lo toma muy en serio.
Presunción
39 Después, cuando Moisés comunicó las palabras del Señor a todos los israelitas, se llenaron de profundo dolor. 40 Así que a la mañana siguiente se levantaron temprano y subieron a la parte alta de las colinas. «¡Vamos! —dijeron—. Reconocemos que hemos pecado, pero ahora estamos listos para entrar a la tierra que el Señor nos prometió».
Lo he visto en innumerables ocasiones entre los reclusos: Cuando son arrestados y condenados, de repente se despiertan y se arrepienten. Hacen tratos con Dios, reconocen su pecado y están dispuestos a caminar en obediencia. Pero no se trata solo de los reclusos. Cuando la esposa se va, cuando perdemos el trabajo, cuando empezamos a experimentar las consecuencias, tendemos a tomar en serio las cosas de Dios. Pero hay un punto en que ya es demasiado tarde para evitar las consecuencias, y perdemos las bendiciones que Dios había planeado para nosotros.
41 Pero Moisés les dijo: «¿Por qué desobedecen ahora las órdenes del Señor de volver al desierto? No les dará resultado. 42 No suban ahora a la tierra. Lo único que sucederá es que sus enemigos los aplastarán porque el Señor no está con ustedes. 43 Cuando enfrenten a los amalecitas y a los cananeos en batalla, serán masacrados. El Señor los abandonará porque ustedes abandonaron al Señor».
Primero desobedecieron cuando se negaron a subir como Dios les mandó. Ahora perdieron esa oportunidad y Dios les manda que se den la vuelta, pero ellos no quisieron. De pronto están listos para subir y pelear, pero Dios ya no está con ellos, y sin el Señor se enfrentan a una derrota segura. Aún si su ejército fuese superior, serían derrotados, porque están peleando sin Dios.
Me estremezco de aquellos que se apartan del Señor hoy. Han perdido su cobertura y son vulnerables a los demonios del infierno y todo el mal en el mundo. A menos que se arrepientan y tomen la obediencia en serio, caerán.
44 Sin embargo, el pueblo avanzó con insolencia hacia la zona montañosa, aunque ni Moisés ni el arca del pacto del Señor salieron del campamento.45 Entonces los amalecitas y los cananeos que vivían en las montañas descendieron, los atacaron y los vencieron, haciéndolos huir hasta Horma.
La presunción es vanagloria, jactancia, o tenerse en alto concepto. Arrogantemente, ignoran a Dios y sus mandamientos, y hacen lo que les parece correcto, de alguna manera creyendo que pueden derrotar a sus enemigos sin el Señor. El hecho de que ni Moisés ni el arca los acompañaron debería ser un mensaje claro que sería un fracaso. Cuando arrogantemente salimos de debajo de la cobertura de Dios en desobediencia flagrante, el resultado siempre es desastroso.
Deuteronomio 1:45 dice: Entonces ustedes regresaron y lloraron ante el Señor, pero él no prestó atención a su lamento ni les hizo caso. ¿Cuán genuinas eran sus lágrimas? ¿Estaban verdaderamente arrepentidos, o simplemente consternados por su derrota? Puede haber ocasiones en que Dios no te presta atención a tu clamor, cuando estás en rebelión. No sentirás su presencia; has perdido su bendición. Solo puedes humillarte, darte la vuelta y hacer su voluntad.
El Salmo 78 narra la trágica historia de Israel
Hablando de este tiempo, los versículos 32-43 dicen:
Se acordaban de que Dios era su roca,
de que el Dios Altísimo era su redentor.
Pero entonces lo halagaban con la boca,
y le mentían con la lengua.
No fue su corazón sincero para con Dios;
no fueron fieles a su pacto.
Sin embargo, él les tuvo compasión;
les perdonó su maldad y no los destruyó.
Una y otra vez contuvo su enojo,
y no se dejó llevar del todo por la ira.
Se acordó de que eran simples mortales,
un efímero suspiro que jamás regresa.
¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto,
y lo entristecieron en los páramos!
Una y otra vez ponían a Dios a prueba;
provocaban al Santo de Israel.
Jamás se acordaron de su poder,
de cuando los rescató del opresor,
ni de sus señales milagrosas en Egipto.
¿Y tú? ¿Estás poniendo a Dios a prueba? ¿Estás provocándolo?
Cuando tu pueblo no quiere seguir a Dios
Por un lado, parece que Moisés no fue el héroe de esta historia. No pudo convencer a su pueblo de confiar en Dios y subir a la tierra. Es duro cuando un pastor, líder, esposo o padre sabe lo que Dios quiere hacer y hace todo lo posible para alinearlos con el plan de Dios, y ellos no quieren hacerlo. Moisés era un gran ejemplo de fe: Predicó la Palabra de Dios e intercedió por el pueblo; obedeció a Dios en todo, y varias veces vio la salvación milagrosa de su pueblo. Pero a fin de cuentas, no había nada que pudiera hacer para moverlos de su miedo e incredulidad a la obediencia. Y no hay nada que tú puedas hacer para que tu esposa, tus hijos o tu iglesia hagan lo que crees que es lo que Dios quiere para ellos. Está fuera de tu control. Ellos tienen que tomar esa elección. Pueden decidir permanecer en su rebelión, y tú agonices al ver el juicio de Dios en sus vidas y todas las bendiciones que han perdido. Y, a pesar de tu fidelidad, puede perturbar tu vida también. En lugar de retirarse a una bonita casa en la tierra que fluye leche y miel, Moisés pasaría los últimos cuarenta años de su vida vagando por el desierto con muchos llorones. Eso no parece una gran recompensa para uno de los hombres más grandes de la historia. Algunos estarían bastante resentidos con el pueblo; incluso podrían tomar la decisión de olvidarse del llamado de Dios y dejarlos para ir solos a la Tierra Prometida. Pero esa nunca fue una opción para Moisés.
El mensaje de Dios para ti en este capítulo
¿Estás sufriendo como consecuencia de la rebelión de alguien más? ¿Todavía te sientes responsable? ¿Crees que todo sería diferente si solo hubieras sido un mejor pastor, esposo o padre? Si había fracasos de tu parte, pide perdón a Dios, y déjalo ir. Pero lo más probable es que ya hayas hecho todo lo posible y que ellos solo estén ejerciendo su libre albedrío. Pensar “si tan solo hubiera hecho esto” de verdad no sirve para nada. Me gustaría decirte que de ahora en adelante será más fácil, pero no puedo. Puede ser que vayas a caminar con algunas personas difíciles por el resto de tu vida. Y no pienses que un divorcio o una nueva iglesia resolverán el problema.
Tu puedes estar en una etapa crítica en tu caminar con Cristo, al punto de entrar en bendiciones y un ministerio fructífero como nunca imaginaste. Puede que tengas muchos detractores, diciendo que es demasiado difícil o demasiado tarde, o que nadie lo ha hecho antes: “¿Quién crees que tú eres para intentar eso?” Puedes estar al tanto de las batallas fuertes que te esperan. Los obstáculos son grandes; puede que tengas dudas y miedo a veces, y que no tengas el apoyo de tu esposa, pero tú tienes una confianza profunda en que Dios te ha llamado a seguir adelante. ¿Qué vas a hacer?
Tal vez el Señor te ofreció algo, pero caíste en quejas e incredulidad y perdiste esa oportunidad. Algunos pueden decirte que todavía debes luchar por él y reclamarlo por fe, pero es posible que Dios te diga que ya es demasiado tarde. La vida no es facil, pero es importante no ser presuntuoso o arrogante en este punto. Humíllate y prepárate para un poco más de entrenamiento. Eso es difícil, pero te traerá beneficios eternos. Para Israel serían casi cuarenta años de muerte, con cada uno de esos adultos muriendo antes de llegar a la Tierra Prometida. Tal vez tus hijos o un líder joven puedan aprender de tus errores y heredar lo que tu perdiste.
No endurezcas el corazón
Es mucho mejor confiar en Dios y seguir adelante desde el principio. Las batallas pueden ser difíciles, pero qué glorioso ver a Dios pelear y ganarlas. Deja el miedo y camina en obediencia, paso a paso. Dios se encargará del resto. Cerramos este capítulo aleccionador con un pasaje del Nuevo Testamento, Hebreos 3:15-4:2:
«Si ustedes oyen hoy su voz,
no endurezcan el corazón
como sucedió en la rebelión.»
Ahora bien, ¿quiénes fueron los que oyeron y se rebelaron? ¿No fueron acaso todos los que salieron de Egipto guiados por Moisés? ¿Y con quiénes se enojó Dios durante cuarenta años? ¿No fue acaso con los que pecaron, los cuales cayeron muertos en el desierto? ¿Y a quiénes juró Dios que jamás entrarían en su reposo, sino a los que desobedecieron? Como podemos ver, no pudieron entrar por causa de su incredulidad.
Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.
El autor de Hebreos claramente cree que nosotros enfrentamos el mismo peligro que los israelitas. Nuestra «tierra prometida» es el reposo que Dios nos ofrece. ¿Qué te ha dicho Dios en este capítulo? No endurezcas tu corazón. Decide que vas a caminar en obediencia a Dios, sin importar lo que eso signifique. ¿Cómo es tu fe? Confiesa cualquier incredulidad como pecado. En fe, da ese paso de obediencia. Dios estará allí contigo.