Números 21   Salvación a través de una serpiente

¿Hasta cuándo continuará Israel en su rebelión? ¿Jamás se acabará? Hemos visto cómo nuestro Dios se enfureció, se entristeció, y se cansó por ella. Y si somos honestos, tenemos que confesar que nosotros también somos profundamente impactados por nuestra naturaleza caída. Somos propensos a la misma incredulidad, murmullos y desobediencia. Sin embargo, nos resistimos a confesar «Yo soy un rebelde;» queremos justificar y minimizar su gravedad. ¿Has examinado tu corazón en busca de evidencia de esa rebelión?

Sin embargo, recuerda que en este éxodo estamos hablando de un período de cuarenta años. Es posible que hayan pasado muchos meses pacientemente soportando los viajes interminables, la misma comida y las duras condiciones. Es cierto que leemos sobre mucha rebelión en las Escrituras, pero es posible que solo haya una rebelión grave cada año, aunque eso no minimiza su gravedad para Dios o las graves consecuencias para la nación.

Impaciencia en el viaje

Luego el pueblo de Israel salió del monte Hor y tomó el camino hacia el mar Rojo para bordear la tierra de Edom; pero el pueblo se impacientó con tan larga jornada y comenzó a hablar contra Dios y Moisés: «¿Por qué nos sacaron de Egipto para morir aquí en el desierto? —se quejaron—. Aquí no hay nada para comer ni agua para beber. ¡Además, detestamos este horrible maná!».

Tantas veces hemos escuchado la misma queja: No hay nada para beber o comer, excepto el maná, y están hartos de ello. Tienen razón al lamentar que van a morir en el desierto; eso fue el castigo por su rebelión cuando los espías volvieron de la Tierra Prometida. Al final de los 40 años no tenían nada que mostrar por todo ese tiempo caminando en el desierto. Incluso la esclavitud en Egipto les parecía atractiva, aunque casi ninguno de ellos la había experimentado; solo habían escuchado las historias romantizadas de la vida allí.

Al principio eran reacios a quejarse de Dios; dirigieron sus quejas a Moisés. Pero ahora también hablan en contra del Señor.

«¿Cuándo llegaremos?»

Cuando viajamos en automovil durante varias horas, es común para los chiquillos llorar una y otra vez: «¿Cuando llegaremos?» ¡Todos queremos llegar! ¡Queremos las bendiciones prometidas ya! Pero Dios usa el viaje, el proceso, para formarnos y prepararnos para nuestro destino, que no está aquí en la tierra. Cuando nos impacientemos y refunfuñemos somos vulnerables al pecado.

  • ¿Estás impaciente con el largo viaje?
  • ¿Sientes que andas perdido?
  • ¿Piensas mucho en los buenos tiempos del pasado?
  • ¿Te parece inadecuada la provisión de Dios en el desierto?
  • ¿Estás cansado del maná, sobre todo cuando ves a otros disfrutar de una comida rica?
  • ¿Tienes dudas de si sobrevivirás?
  • ¿Recuerdas cómo Dios se siente acerca de las quejas?

¡Serpientes!

Entonces el Señor envió serpientes venenosas entre el pueblo y muchos fueron mordidos y murieron.

Esto es diferente; parece que al Señor le gusta mantenernos vigilantes. Lástima que tengamos que ser mordidos o incluso morir para recibir el mensaje de que estamos desagradando a Dios. ¿Qué podría pasar contigo si Dios enviase serpientes venenosas a los murmuradores hoy? Las serpientes no sabían quiénes eran los culpables; mordieron a todos. Probablemente algunas personas contentas con su maná murieron también porque se encontraron en el lugar equivocado. ¡Cuídate con tus amigos! ¡Quejarse es contagioso y peligroso!

Así que el pueblo acudió a Moisés y clamó: «Hemos pecado al hablar contra el Señor y contra ti. Pide al Señor que quite las serpientes». Así pues, Moisés oró por el pueblo.

¿Recuerdas a otra persona que llamó a Moisés para pedirle a Dios que detuviera las plagas? ¿Crees que Moisés recordó cómo el faraón se arrepintió de su corazón endurecido? Es interesante que el pueblo nunca clamara directamente a Dios. Como siempre, Moisés intercede por ellos y espera en Dios la solución; nunca sabía cuál sería.

Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Haz la figura de una serpiente venenosa y átala a un poste. Todos los que sean mordidos vivirán tan solo con mirar la serpiente».Así que Moisés hizo una serpiente de bronce y la ató a un poste. ¡Entonces los que eran mordidos por una serpiente miraban la serpiente de bronce y sanaban!

En este caso, la solución fue tan única como el juicio.

Dios no quitó las serpientes; todavía mordieron a la gente. Pero una vez mordida, el Señor provee la curación. Simplemente tienen que mirar a una réplica de la misma cosa que los afligió. ¡Qué interesante que la sanidad vendría de una serpiente, la misma criatura que al principio trajo el pecado a nuestra raza!

Una vez más el papel de Moisés fue crítico: Él fue el blanco de sus críticas, y lleva todo el peso de la crisis. Alguien tenía que escuchar de Dios cómo salvar al pueblo de una situación desesperada. Moisés fue el único que escuchó su voz confiablemente. Luego tuvo que obedecer una orden extraña: hacer la serpiente, y levantarla en un poste. ¿Te imaginas su prisa haciendo la serpiente, con tantas personas muriendo a su alrededor?

El Hijo del hombre tiene que ser levantado

Jesús se refiere a este incidente en su famoso diálogo con Nicodemo en Juan 3:14-15. Al hacerlo, el Hijo de Dios validó el relato bíblico del éxodo y el liderazgo de Moisés del pueblo:

 Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado el Hijo del hombre,  para que todo el que crea en él tenga vida eterna.

Al principio parece extraño que se compare a sí mismo con una serpiente de bronce en un poste, pero es la idea de ser levantado y la fe sencilla para buscar la provisión de Dios para la salvación.

Así como la mordedura de la serpiente fue mortal, el legado duradero del pecado en nuestra raza, como resultado de escuchar a la serpiente, es mortal. En el éxodo trajo la muerte física; para nosotros es una muerte espiritual. Pero en ambos casos, Dios proporciona vida y sanidad.

Salvarse por una mirada a una serpiente puede parecernos extraño. Tal como, para alguien que no conoce el Evangelio, encontrar la salvación a través de un hombre ensangrentado colgando en una cruz parece extraño. Pero la persona agonizando con su mordedura de serpiente está dispuesta a hacer cualquier cosa para curarse y salvar su vida. Cuando tú te das cuenta del impacto mortal del pecado en tu vida, estás listo para abrazar la locura de la cruz. Si nunca has mirado a Jesús, lee los Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas o Juan) con el simple deseo de ver a Jesús. Si estás listo para creer que su muerte pagó el precio de tu pecado y te da nueva vida, díselo. Pídele que te perdone y te sane. Si ya has confiado en Jesús, tómate el tiempo para maravillarte con el prototipo de la cruz que Moisés levantó en el desierto, y cómo simple fe en Jesús puede salvarte y darte vida eterna.

Jesús hizo una declaración más acerca de los resultados de ser levantado en la cruz, en Juan 12:32:

Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.

En el desierto, Moisés levantó la serpiente, pero la gente tenía que mirarla para vivir. Todavía tenemos que dar ese paso de fe, pero cuando Jesús fue levantado, se desató poder sobrenatural. Él está atrayendo la gente a sí mismo. Ellos pueden resistirlo, pero Jesús desea que todos vengan a Él y vivan. Aprovecha eso y créelo por tus seres queridos que vagan descarriados en este momento. Ora para que Él atraiga a tu familia y comunidad a sí mismo. Cuando tú les hables acerca de Jesús, confía en que Él está trabajando junto contigo. Levanta a Jesús en tus palabras y acciones, y proclámalo con la urgencia de Moisés levantando la serpiente de bronce. Han sido mordidos letalmente por la serpiente, y sin Jesús se enfrentan a un futuro brutal que solo comienza con la muerte. Tú tienes la llave de su salvación en tus manos. Sería criminal para Moisés no levantar la serpiente y ofrecerles sanidad, y es criminal para ti retener a Jesús de los que perecen.