Moisés está casi terminando su misión. Dos veces ha llevado al pueblo a la frontera de la Tierra Prometida; casi cuarenta años atrás no podían entrar a causa de su rebelión. ¿Lamenta Moisés haber ingresado en un trabajo que consumió el resto de su vida? ¿Le molesta que la gente le haya robado una jubilación con su familia en la tierra que fluye leche y miel? Parece que no. Fielmente ha hecho un buen trabajo. La batalla con Moab y Madián fue su última. Ahora Israel está acampado en las llanuras de Moab, esperando cruzar el Jordán. Allí Moisés tiene una última oportunidad para hablar con ellos: Él da un resumen de su viaje, comparte su preocupación urgente que caminen en obediencia a Dios y finalmente asciende al Monte Nebo, para morir.
Deuteronomio contiene sus últimas palabras. El capítulo dos toca algunos de los aspectos más destacados del viaje.
La fidelidad de Dios
7 »Bien saben que el Señor su Dios los ha bendecido en todo lo que han emprendido, y los ha cuidado por todo este inmenso desierto. Durante estos cuarenta años, el Señor su Dios ha estado con ustedes y no les ha faltado nada.
Tantas veces Dios quería destruir al pueblo debido a sus quejas y rebeliones; solo la intercesión de Moisés lo salvó. Ciertamente no merecían el favor del Señor, pero seguía siendo su pueblo. Y a pesar de nuestro pecado y sus consecuencias, Dios es bueno. Mira todo lo que hizo por ellos:
- Los bendijo en todo lo que hicieron. Cada vez que pusieron su mano a trabajar, Él lo prosperó.
- Los cuidaba durante todo el viaje: “cada paso que han dado por este inmenso desierto” (NTV).
- Durante cuarenta años los ha acompañado, noche y día, sin fallar. Nunca los había dejado, aunque a veces quería hacerlo.
- No les faltaba nada; es decir, nada de lo que necesitaban para sobrevivir. Ellos dirían que les falta la comida selecta de Egipto y muchas de las comodidades de la vida. Sufrieron días sin agua. Pero Dios siempre proporcionó lo que era realmente necesario.
Si Dios lo hizo por estos refunfuñados y rebeldes israelitas, ¿no crees que hará eso y mucho más por ti? Te ha adoptado como su hijo a través de tu fe en Jesús. Ha prometido que nunca te dejará ni te desamparará. Reflexiona sobre tu experiencia con Cristo: ¿Alguna vez te ha dejado? Él te cuida, y tu viaje probablemente no será tan áspero como esa peregrinación en el desierto. Dios te promete todo lo que realmente necesitas, y quiere bendecir la obra de tus manos.
Las luchas de Israel esos cuarenta años nos sirven de ejemplo. ¡Llegaron a la Tierra Prometida! Eso debería animarte. ¡Tú también lo harás!
Toma posesión de lo que Dios te ha dado
9 »El Señor también me dijo: “No ataquen a los moabitas, ni los provoquen a la guerra, porque no les daré a ustedes ninguna porción de su territorio. A los descendientes de Lot les he dado por herencia la región de Ar.
Dios les mandó que eliminaran a las naciones paganas de la Tierra Prometida y les prometió ayudarlos en la batalla, pero tenían que escucharlo a Él, y luchar cuando les mandó luchar. Aunque Lot, el sobrino de Abraham, no era necesariamente piadoso, por amor de Abraham Dios apartó una tierra para sus descendientes. Los moabitas estaban justo a las afueras de la Tierra Prometida. Israel podría haber sido tentado a codiciar parte de su tierra. En realidad, como hemos visto en Números 31, los moabitas trajeron su destrucción sobre sí mismos. La lección esencial fue hacer todo en el tiempo de Dios y a su manera.
¿Qué es la «tierra» que Dios te ha dado? ¿Cuál es la tuya para poseerla? No intentes tomar lo que pertenece a otro hombre, especialmente a su esposa. Si Dios te ha dado «territorio» para una iglesia o ministerio, no codicies los dones y el ministerio de otro hombre. Ocúpate en lo que Dios te ha dado, y escucha su dirección y qué hacer. Si intentas entrar en algo que no te ha dado, te encontrarás frustrado y sufrirás pérdidas. Por otro lado, confía en que Dios guardará celosamente lo que es tuyo. Si alguien se mete con tu esposa o territorio, Dios se levantará, y ellos van a sufrir.
14 Habían pasado treinta y ocho años desde que salimos de Cades Barnea hasta que cruzamos el arroyo Zéred. Para entonces ya había desaparecido del campamento toda la generación de guerreros, tal como el Señor lo había jurado. 15 El Señor atacó el campamento hasta que los eliminó por completo.
16 »Cuando ya no quedaba entre el pueblo ninguno de aquellos guerreros, 17 el Señor me dijo: 18 “Hoy van a cruzar la frontera de Moab por la ciudad de Ar. 19 Cuando lleguen a la frontera de los amonitas, no los ataquen ni los provoquen a la guerra, porque no les daré a ustedes ninguna porción de su territorio. Esa tierra se la he dado por herencia a los descendientes de Lot.”
Parece contradictorio: Dios acaba de decir que estaba con ellos y los cuidaría, pero la mano del Señor estaba también en contra de toda una generación. Nada más ocurriría hasta que todos muriesen. ¿No habría sido más fácil matar a todos a la vez? Probablemente, pero eso no dejaría a nadie para criar a la próxima generación.
Puede haber cosas que tienen que suceder en tu vida o familia antes de que pases al siguiente nivel. Eso puede ser frustrante. Podrías ver a otros que ni siquiera están caminando con Dios disfrutando de su tierra. Confía en Dios que Él sabe lo que está haciendo, a pesar de que puede llevar más tiempo del esperado. Sigue su plan con mucho cuidado. Si la mano de Dios está en tu contra por alguna razón, pide misericordia, acepta el juicio y ayuda a tus hijos y a otros creyentes a evitar tus errores. No te sientas resentido con Dios, sino sigue alabándolo y buscándolo aún en las dificultades.
Dios infunde terror de ti entre tus enemigos
24 »Después nos dijo el Señor: “Emprendan de nuevo el viaje y crucen el arroyo Arnón. Yo les entrego a Sijón el amorreo, rey de Hesbón, y su tierra. Láncense a la conquista. Declárenle la guerra.25 Hoy mismo comenzaré a infundir entre todas las naciones que hay debajo del cielo terror y espanto hacia ustedes. Cuando ellas escuchen hablar de ustedes, temblarán y se llenarán de pánico.”
Ahora están libres para guerrear. Hay un tiempo para dejar tu enemigo en paz, y un tiempo para declarar la guerra. Qué bueno es saber que Dios es soberano sobre nuestras batallas. En su tiempo te dará tus enemigos en tu mano. Antes de cruzar el arroyo o entrar en Sijón, Dios ya había determinado el resultado, pero todavía tenían que luchar y tomar posesión de la tierra. Puede que no sea con espadas o armas, pero ¿hay una batalla que tienes que luchar para tomar posesión de algo que Dios te prometió?
¡Dios conoce la guerra psicológica! Las naciones estarán en terror y espanto por Israel. A veces puede ser apropiado orar para que los que se opongan al Evangelio tiemblen y caigan en pánico por nosotros. Demasiadas veces se burlan de nosotros. ¡Dios no quiere eso!
Nuestra lucha es por lo general contra principados y potestades; contra el diablo. Cuando caminamos en santidad y en el poder del Espíritu, esos demonios temblarán. Temen la oración de un hombre piadoso. Tiemblan ante el nombre de Jesús. También saben si nuestra espiritualidad no es real, y nos pueden lastimar si estamos luchando en la carne. Cuando Dios nos guía, podemos hacer daño al reino de las tinieblas y tomar territorio para el Rey de reyes.
Capítulo 3: Sé contento con lo que Dios te ha dado
12 »Una vez que nos apoderamos de esa tierra, a los rubenitas y a los gaditas les entregué el territorio que está al norte de Aroer y junto al arroyo Arnón, y también la mitad de la región montañosa de Galaad con sus ciudades. 13 El resto de Galaad y todo el reino de Og, es decir, Basán, se los entregué a la media tribu de Manasés.
Moisés no pudo cruzar a la Tierra Prometida, pero el ejército tomó tierra en Transjordania, el área al este del río Jordán, y varias tribus se asentaron allí.
Tenían mucha oportunidad en el éxodo de aprender a estar contentos con lo que Dios les dio, pero yo puedo imaginar sus quejas:
- Estamos separados de nuestros parientes por el río.
- La tierra al otro lado es mejor.
- No queremos morar en las montañas.
- La distribución no fue justa.
- Queremos la libertad para vivir donde queramos.
¿Recuerdas la columna de nube y fuego? Vamos a donde Dios nosenvía, y lo aceptamos con alegría y acción de gracias. Aprende a estar contento con lo que Dios te ha dado.
Trabajen juntos hasta que todos reciban su herencia
18 »En aquel tiempo les di esta orden: “El Señor su Dios les ha dado posesión de esta tierra. Ustedes, los hombres fuertes y guerreros, pasen al otro lado al frente de sus hermanos israelitas. 19 En las ciudades que les he entregado permanecerán solamente sus mujeres, sus niños y el mucho ganado que yo sé que ustedes tienen. 20 No podrán volver al territorio que les he entregado hasta que el Señor haya dado reposo a sus hermanos, como se lo ha dado a ustedes, y hasta que ellos hayan tomado posesión de la tierra que el Señor su Dios les entregará al otro lado del Jordán.”
Algunas tribus ya tenían sus tierras. Las mujeres, los niños y el ganado podrían permanecer allí y establecer hogares, pero no habría descanso para los hombres sanos hasta que todos tuviesen su territorio. Así que no habría hombres para proteger a sus familias, excepto tal vez algún hombre discapacitado que no pudiera luchar. Pero Dios los protegería. Sí, sería difícil para un hombre dejar a su familia en una tierra extraña, pero nadie podría descansar hasta que todos tuviesen lo que Dios les asignó.
Esto también se aplica al cuerpo de Cristo. Antes de que podamos descansar, somos responsables ante nuestros hermanos para asegurar de que tengan lo que Dios les ha dado. Todos luchamos juntos y trabajamos juntos para tomar posesión de él. Está mal que los privilegiados se olvidasen de los que todavía están luchando. Por nuestra naturaleza somos egoístas, pero Dios obra a través de su cuerpo. Estamos en esto juntos. Esa ha sido una lección clave del éxodo. También podemos aplicar el principio al nivel mundial. Tenemos que estar realmente preocupados por nuestros hermanos en todo el mundo, para que reciban lo que Dios ha planeado para ellos, antes de que nosotros descansemos. ¡Eso puede significar que no habrá descanso hasta que lleguemos al cielo!
Moisés tiene mucho más que compartir con ellos, pero tienen que recibirlo desde la perspectiva de lo que ya han aprendido y experimentado. Con demasiada frecuencia repetimos nuestros errores. No aprendemos de la historia. A pesar de nuestra determinación de no ser como nuestros padres, cometemos los mismos errores.
- ¿Cuáles son las lecciones principales que Dios te ha enseñado?
- ¿Qué errores has cometido? ¿Estás cayendo en los mismos patrones destructivos?
- ¿Estás contento con lo que Dios te ha dado?
No te conformes con menos de lo que Dios tiene planeado para ti. Sigue luchando para tomar posesión de ello. Y recuerda que eres parte de la familia de Dios. Ten cuidado con el individualismo.