Liberación: La autoridad de una palabra

Solo dos historias de liberaciones aparecen en los tres evangelios sinópticos: la liberación de Legión (el gadareno; Mateo 8:28-32, Marcos 5:1-20 y Lucas 8:26-39), y el niño que los discípulos no pudieron ayudar (Mateo 17:14-21, Marcos 9:14-29 y Lucas 9:37-43). No hay liberación registrada en el Evangelio de Juan. En este capítulo vamos a estudiar varios pasajes cortos en los evangelios y la única liberación registrada en Hechos.

El poder de una palabra

Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y con una sola palabra expulsó a los espíritus, y sanó a todos los enfermos. (Mateo 8:16)

Marcos (1:32-34) añade más detalle:

 Al atardecer, cuando ya se ponía el sol, la gente le llevó a Jesús todos los enfermos y endemoniados,  de manera que la población entera se estaba congregando a la puerta. Jesús sanó a muchos que padecían de diversas enfermedades. También expulsó a muchos demonios, pero no los dejaba hablar porque sabían quién era él.

¡Claro que todo el pueblo vino, y trajo a todos los enfermos y endemoniados! ¿Quién perdería esa oportunidad? Marcos dice que sanó a muchos; Mateo dice que sanó a todos. Podemos asumir que nadie que vino demonizado o enfermo se fue sin un milagro.

Fueron llevados por amigos o familiares. Tal vez ellos no podían (o no querían) buscar ayuda por su cuenta. Al igual a los amigos que llevaron al paralítico y lo bajaron por el techo, la fe de otros era al menos tan importante como la fe de la persona enferma. ¿Conoces a alguien que tú debes traer a Jesús para sanidad o liberación? ¡No lo dejes en casa enfermo o endemoniado! ¡Jesús está esperando para curarlo!

Los demonios conocen a Jesús, y no tienen miedo de hablar de Él, pero Jesús no necesita ese tipo de testimonio. Él tiene la autoridad para expulsarlos, y Él tiene autoridad para silenciarlos. No hubo una lucha prolongada, ni unción con aceite, ni conversaciones con los demonios. Él simplemente los expulsó, con una sola palabra.

¿No crees que es impresionante? Alguien que ha sido devastado por la opresión demoníaca o una enfermedad durante muchos años puede tener su vida transformada por una palabra. Todo depende de quién habla esa palabra y la autoridad que tiene. Si tú estás sometido a Dios y crees que te ha dado la autoridad, habla su palabra. Debe ser suficiente para liberar o curar.

Espera oposición

Mientras ellos salían, le llevaron un mudo endemoniado. Así que Jesús expulsó al demonio, y el que había estado mudo habló. La multitud se maravillaba y decía: «Jamás se ha visto nada igual en Israel.»

Pero los fariseos afirmaban: «Éste expulsa a los demonios por medio del príncipe de los demonios.» (Mateo 9:32-34)

Aquí, otro demonio le roba a alguien su habla. La gente tenía conocimiento de los demonios, pero no tenía esperanza de ayuda hasta que vino Jesús. La mayoría se maravillaba ante el poder de Dios, pero en aquel entonces, como ahora, a menudo es la gente religiosa que se opone a la liberación, probablemente porque revela su propia falta de poder espiritual. Sin embargo, como dijo Jesús en otra ocasión, el sentido común dice que Satanás no va a expulsar a sus propios demonios. Él puede hacer milagros falsos, pero la genuina liberación sólo proviene de Dios. Los médicos brujos y otros que supuestamente ofrecen alivio de la demonización sin Jesús no proporcionan la verdadera liberación.

Autoridad y poder

Jesús pasó a Capernaúm, un pueblo de Galilea, y el día sábado enseñaba a la gente. Estaban asombrados de su enseñanza, porque les hablaba con autoridad.

Había en la sinagoga un hombre que estaba poseído por un espíritu maligno, quien gritó con todas sus fuerzas:

—¡Ah! ¿Por qué te entrometes, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres tú: ¡el Santo de Dios!

—¡Cállate! —lo reprendió Jesús—. ¡Sal de ese hombre!

Entonces el demonio derribó al hombre en medio de la gente y salió de él sin hacerle ningún daño.

Todos se asustaron y se decían unos a otros: «¿Qué clase de palabra es ésta? ¡Con autoridad y poder les da órdenes a los espíritus malignos, y salen!» Y se extendió su fama por todo aquel lugar. (Lucas 4:31-37)

Una vez más la autoridad de Jesús es impresionante. Al principio la gente estaba asombrada por la autoridad de su enseñanza. El demonio también reconoció esa autoridad, y al final del culto todos se maravillaron ante la autoridad de Jesús sobre el espíritu inmundo. No fue un culto de liberación. Jesús no estaba buscando oportunidades para liberar a la gente de sus demonios, pero cuando se presenta la situación, Jesús, con calma – pero con fuerza – se ocupó de él inmediatamente. El demonio conoció a Jesús antes de que Satanás fuera arrojado del cielo, junto con un tercio de los ángeles. Él sabe que Jesús vino a destruir la obra del diablo. Habla de sí mismo en plural, lo que indica que probablemente había más de un demonio; eso casi siempre es el caso.

Los demonios intentarán interrumpir el culto en la iglesia y tenderán a ser ruidosos: éste gritó con todas sus fuerzas. Si la persona no puede ser ministrada rápidamente, debe ser retirada y ministrada fuera de la vista. Una vez más, Jesús no entra en una conversación con el demonio, y no le permite «dar testimonio» de quién es Jesús. Es echado fuera con unas palabras sencillas de autoridad, pero aún se resiste, derribando al hombre al suelo.

Es curioso que el hombre estuviera en la sinagoga. Al parecer, el demonio estaba cómodo allí. La gente no estaba acostumbrada a una predicación o ministerio con autoridad. Los demonios pueden estar presentes en nuestras iglesias y hacer todo lo posible para eliminar a un creyente ungido con la autoridad de Dios que puede perturbarlos.

«¡Cállate! ¡Sal de ese hombre!» ¿Puedes decir esas palabras con el mismo efecto? ¡Por supuesto! No tiene nada que ver con una fórmula, o usar exactamente las palabras adecuadas. Tiene todo que ver con tu relación con Dios, tu sumisión a Él y tu fe, hablando en su autoridad.

Liberación a distancia

Partiendo de allí, Jesús se retiró a la región de Tiro y Sidón. Una mujer cananea de las inmediaciones salió a su encuentro, gritando:

—¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija sufre terriblemente por estar endemoniada.

Jesús no le respondió palabra. Así que sus discípulos se acercaron a él y le rogaron:

—Despídela, porque viene detrás de nosotros gritando.

—No fui enviado sino a las ovejas perdidas del pueblo de Israel —contestó Jesús.

La mujer se acercó y, arrodillándose delante de él, le suplicó:

—¡Señor, ayúdame!

Él le respondió:

—No está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros.

—Sí, Señor; pero hasta los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.

—¡Mujer, qué grande es tu fe! —contestó Jesús—. Que se cumpla lo que quieres.

Y desde ese mismo momento quedó sana su hija. (Mateo 15:21-28, y también en Marcos 7: 24-30)

Esta es una situación extraordinaria:

  • Jesús y sus discípulos están en territorio gentil. Ellos se retiraron allí para escapar de las multitudes y descansar un poco. Marcos dice Entró en una casa y no quería que nadie lo supiera, pero no pudo pasar inadvertido.
  • Una mujer gentil, cananea (Marcos: griega, y sirofenicia de nación) ha oído hablar de Jesús, y está decidida a conseguir su ayuda. Ella sigue acosándolo hasta que los discípulos piden a Jesús que la despida. Aparentemente ellos no creen que tengan la autoridad para hablar con ella, tal vez porque estaban en un país extranjero.
  • Jesús parece grosero. Primero Él no le hace caso. Es la única vez en que Jesús se niega a responder a alguien que viene sinceramente en busca de ayuda. Entonces, esencialmente la llama una perra. Él refleja el peor prejuicio de esa época hacia los gentiles (y las mujeres). Los discípulos no son mejores: En lugar de interceder por ella, quieren despedirla. ¿Por qué responde Jesús así? Era muy consciente de la misión que su padre le había encomendado, y quiere permanecer fiel a ella (en Marcos Él dice: «Deja primero que se sacien los hijos»). Él sabe que el tiempo llegará en que se incluirá los gentiles – pero aún no.
  • Ésta fue una liberación a distancia – la niña ni siquiera estuvo presente.

Lo que motivó a Jesús a actuar fue la gran fe de la mujer. ¿Por qué dijo que era grande? ¿Era alguna fuerza que ella tenía adentro? De ningún manera. Tenía plena confianza en que Jesús podría ayudarla, y no se rendiría hasta que lo hiciera. Aunque los discípulos querían que ella se callara, ella persistió en gritar y finalmente se arrodilló a los pies de Jesús. ¡Y ella contradice a Jesús! Él dijo que no está bien, ¡y ella dijo que sí, está bien! ¡Solo quería las migajas! ¡Fe como una semilla de mostaza! Esa respuesta perceptiva, atrevida y llena de fe, tocó el corazón de Jesús (Marcos: «Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija.»). Su fe se evidencia aún más al creer lo que Jesús dijo, y ella volvió a casa, en lugar de pedirle que Él viniese a la casa o pedirle alguna confirmación adicional. Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la cama. (Marcos 7:30)

Si estamos luchando o ministrando en el mundo espiritual, no es necesario estar presente físicamente. Todo se hace en el espíritu. No hay razón para dudar de que Jesús pueda liberar a tu hijo o hija, u otro ser querido, sin importar dónde estén. ¿Tienes la fe y persistencia para seguir clamando a Jesús? ¿Realmente crees que Jesús hará lo que Él dijo que haría?

Atada dieciocho años

Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas, y estaba allí una mujer que por causa de un demonio llevaba dieciocho años enferma. Andaba encorvada y de ningún modo podía enderezarse. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo:

—Mujer, quedas libre de tu enfermedad.

Al mismo tiempo, puso las manos sobre ella, y al instante la mujer se enderezó y empezó a alabar a Dios. Indignado porque Jesús había sanado en sábado, el jefe de la sinagoga intervino, dirigiéndose a la gente:

—Hay seis días en que se puede trabajar, así que vengan esos días para ser sanados, y no el sábado.

—¡Hipócritas! —le contestó el Señor—. ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro en sábado, y lo saca del establo para llevarlo a tomar agua? Sin embargo, a esta mujer, que es hija de Abraham, y a quien Satanás tenía atada durante dieciocho largos años, ¿no se le debía quitar esta cadena en sábado? (Lucas 13:10-16)

Mientras Jesús ignoró a la mujer cananea que buscaba ayuda, aquí llama a una mujer que ni siquiera pidió ayuda, ni muestra fe por su liberación. De hecho, había estado atada por Satanás durante dieciocho años, y ya había perdido toda esperanza. Probablemente asistía siempre a la sinagoga, pero eso no molestó al demonio.

  • Este es el único ejemplo en los evangelios donde Jesús puso sus manos sobre alguien para liberarlo.
  • Nunca manda al demonio salir (y parece que estaría bien apegado a ella después de 18 años), sino que simplemente le dice a la mujer que quede libre.
  • El espíritu la había paralizado; andaba encorvada. ¿Aun consideramos la posibilidad que una persona con discapacidad física sea demonizada?
  • Inicialmente dice un espíritu; luego Jesús dice que es Satanás quien la ataba. Trabajan juntos, y los demonios reciben su autoridad de Satanás.
  • Una vez más, la oposición proviene de un líder religioso, a quien Jesús llama un hipócrita.

¡Ella se enderezó y empezó a alabar a Dios! ¡Me gusta eso! ¿Estás dispuesto a señalar a alguien para que sea liberado de sus ataduras? ¿Tienes el discernimiento para reconocer un espíritu inmundo? ¿Es hora que dejes tus ataduras, endereces y empieces a alabar a Dios? ¡Nunca es demasiado tarde! Dieciocho años es mucho tiempo, pero en un momento todo cambió y ella se quedó sana.

La experiencia de los discípulos con la liberación

Los evangelios no hablan mucho de los discípulos, pero las historias indican que ellos tenían el mismo poder que Jesús (a excepción de su fracaso con ese pobre muchacho).

Reunió a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus malignos. También expulsaban a muchos demonios y sanaban a muchos enfermos, ungiéndolos con aceite. (Marcos 6:7, 13)

Habiendo reunido a los doce, Jesús les dio poder y autoridad para expulsar a todos los demonios y para sanar enfermedades. (Lucas 9:1)

Se les dio todo lo que necesitaban para el ministerio: el poder y la autoridad de Jesús. Jesús lo recibió de su padre, y lo ejercía a través del poder del Espíritu Santo. Él nos da ese poder y autoridad a nosotros también. Tú no puedes ganarlo; se da a todos los que andan en el poder del Espíritu Santo, a todos los verdaderos seguidores de Jesús. ¡Lástima que tan pocos se dan cuenta de lo que tienen!

Jesús no encargó específicamente a los setenta y dos para echar fuera demonios, pero sin embargo lo hicieron:

 Cuando los setenta y dos regresaron, dijeron contentos:

—Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.

—Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo —respondió él—. Sí, les he dado autoridad a ustedes para pisotear serpientes y escorpiones y vencer todo el poder del enemigo; nada les podrá hacer daño. Sin embargo, no se alegren de que puedan someter a los espíritus, sino alégrense de que sus nombres están escritos en el cielo. (Lucas 10:17-20)

Los discípulos estaban aprendiendo el poder del nombre de Jesús. Los demonios tienen que someterse a ese nombre. Eso puede ser emocionante para nosotros, y Jesús tiene una palabra de precaución: Satanás se embriagó con el poder que Dios le había dado, y lo condujo a su caída. Hay que tener cuidado con el ministerio de liberación, y mantener nuestro enfoque en Jesús y su don de salvación.

Mientras tanto, aférrate a esta promesa: El enemigo no puede hacerte daño. Jesús nos ha dado autoridad para superar todo el poder del enemigo y para pisotear los espíritus malignos. ¿Hay algo que tienes que pisotear? ¿Has sido intimidado por Satanás? ¿Incluso herido por él? ¿Estás listo para levantarte en la autoridad que Jesús te ha dado?

También de los pueblos vecinos a Jerusalén acudían multitudes que llevaban personas enfermas y atormentadas por espíritus malignos, y todas eran sanadas. (Hechos 5:16)

Exactamente como Jesús, los discípulos sanaron a todos aquellos atormentados por espíritus inmundos. Aquí también los enfermos y atormentados fueron llevados por amigos y familiares. Cuando ministramos sanidad y liberación, multitudes vendrán.

Una liberación que los lleva a la cárcel

Una vez, cuando íbamos al lugar de oración, nos salió al encuentro una joven esclava que tenía un espíritu de adivinación. Con sus poderes ganaba mucho dinero para sus amos. Nos seguía a Pablo y a nosotros, gritando:

—Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, y les anuncian a ustedes el camino de salvación.

Así continuó durante muchos días. Por fin Pablo se molestó tanto que se volvió y reprendió al espíritu:

—¡En el nombre de Jesucristo, te ordeno que salgas de ella!

Y en aquel mismo momento el espíritu la dejó. (Hechos 16:16-18)

Ten cuidado con los adivinos; incluso aquellos que dicen que tienen un «don profético» para predecir el futuro. ¡Puede ser un espíritu maligno detrás de ellos! Así como varias personas demonizadas se acercaron a Jesús, ella siguió a Pablo y está interrumpiendo su ministerio. No sé por qué Pablo esperaba tanto tiempo para reprender al espíritu; tal vez él sabía que podría causar más problemas. Lee el pasaje completo y verás que los llevó directamente a la cárcel. Es interesante ver a Pablo ministrar con molestia (en lugar de amor), pero cuando habla «en el nombre de Jesucristo» es como si Jesús estuviese allí. Pablo tiene la misma autoridad. Y con una simple palabra, el espíritu la deja.

Creo que hay mucha gente a nuestro alrededor como la mujer encorvada y la hija de la cananea. Muchos están en la iglesia. No tienen idea de que su aflicción es causada por un demonio. Al igual que en los días de Jesús, muchas personas religiosas, sin saberlo, han sido utilizadas por el mismo Satanás para ridiculizar y disminuir el ministerio de liberación. Como se puede esperar, hay abusos, pero ten cuidado de ignorar una parte importante de lo que Jesús vino a hacer. Mantén tus ojos abiertos esta semana. ¿Cómo está tu fe? ¿Realmente crees que Jesús tiene esta autoridad? ¿Crees en la palabra de Jesús? Él necesita que alguien diga la palabra y expulse al espíritu inmundo. ¿Estás disponible?