Dios llama a Saúl: 1 Samuel 9:1-21

Presentando a Saúl

Hay una apariencia que los medios llaman “presidencial.” Rara vez ves a alguien que busque un puesto importante en una elección que sea pequeño, gordo o poco atractivo. Las primeras impresiones significan mucho, y la Biblia dice de Saúl: “no había otro más hermoso que él.”

Incluso la Biblia lo compara con otros hombres. Lo hacemos todo el tiempo, ¿verdad? A menudo es subconsciente; si se mide bien, se siente bien. Si no, te sientes inseguro, o envidias la buena apariencia y la mano de Dios sobre la vida de otra persona. Tal vez tú no tienes esa mirada presidencial, pero eso está bien; basta con el juego de comparación. Acéptate a ti mismo como Dios te hizo, y acepta a los demás tal como son. ¡Es muy liberador!ay una apariencia que los medios llaman “presidencial.” Rara vez ves a alguien que busque un puesto importante en una elección que sea pequeño, gordo o poco atractivo. Las primeras impresiones significan mucho, y la Biblia dice de Saúl: “no había otro más hermoso que él.”

Había un hombre de la tribu de Benjamín, muy respetado, cuyo nombre era Quis hijo de Abiel, hijo de Zeror, hijo de Becorat, hijo de Afía, también benjaminita.  Quis tenía un hijo llamado Saúl, que era buen mozo y apuesto como ningún otro israelita, tan alto que los demás apenas le llegaban al hombro. (1-2)

Saúl era guapo y alto. Eso comunica autoridad. Era de una familia rica con un padre muy respetado. El linaje es importante para Dios, y Saúl tenía buenas raíces. ¿Qué sabes de tus bisabuelos? ¿O tu herencia espiritual? Una maldición sobre tu abuelo puede ser transmitida a ti. Estudia las raíces de tu familia para ver cómo te afectan hoy.

Aparentemente, Dios vio algo en Saúl. Él lo eligió de entre todos los hombres de Israel, aunque a través de este estudio podemos tener nuestras dudas si fue una elección sabia. ¿Qué tipo de persona elijes tú como amigo? A menudo no entendemos por qué nos atraen ciertas personas, pero presta atención. Yo he aprendido que muchas veces Dios tiene un propósito para esa relación.

Por desgracia, hombres guapos y ricos, con alto coeficiente intelectual y buena educación, no tienen el éxito garantizado. Hoy sabemos la importancia del coeficiente emocional: Un líder tiene que relacionarse bien con la gente, ya sea en el gobierno, los negocios o la iglesia. No tenemos idea de cuál fue el coeficiente intelectual de Saúl, pero vamos a ver que su coeficiente emocional parece bajo.

La preparación de Saúl

Saúl tenía buenas raíces, pero ¿estaba listo para reinar? El hombre tiende a centrarse en lo que hace: su trabajo. Pero a Dios le preocupa más quién eres. Saúl era granjero y pastor de cabras, y no estaba haciendo nada muy impresionante cuando Dios lo llamó a ser rey:

Un día, a Quis se le perdieron sus asnas. Entonces le dijo a su hijo Saúl: —Prepárate y ve a buscar las asnas. Llévate a uno de los criados.

Saúl se fue, atravesó la región montañosa de Efraín y pasó por la región de Salisá; pero no encontró las asnas. Pasó también por la región de Saalim y por la de Benjamín, y tampoco las halló.  Al llegar a la región de Suf, dijo Saúl al criado que lo acompañaba: —Vamos a regresar, pues mi padre debe de estar ya más preocupado por nosotros que por las asnas. (3-5, NTV)

¿Era esto lo más importante que Saúl había hecho? Su padre le encomendó que buscara a los burros perdidos, pero ¡él nunca los encontró! No se dio cuenta que esta tarea insignificante lo llevaría a un encuentro con Dios que cambiaría la vida. No desprecies las tareas humildes. No te sientas mal por un fracaso aparente. ¡Nunca sabes lo que Dios ha planeado! ¿Sigues persiguiendo asnas perdidas cuando Dios tiene algo mucho más importante para ti?

El criado le contestó: —En este pueblo vive un hombre de Dios que es muy famoso. Todo lo que dice se cumple sin falta. ¿Por qué no vamos allá? A lo mejor nos indica el camino que debemos seguir.

—Pero si vamos, ¿qué le podemos llevar? —preguntó Saúl—. En las alforjas no nos queda nada de comer, ni tenemos ningún regalo que ofrecerle.

—Aquí tengo casi tres gramos de plata —respondió el criado—. Se los puedo dar al hombre de Dios para que nos indique el camino. (Antiguamente, cuando alguien en Israel iba a consultar a Dios, solía decir: «Vamos a ver al vidente», porque así se le llamaba entonces al que ahora se le llama profeta.)

 —Muy bien —dijo Saúl—, vamos. Dicho esto, se dirigieron al pueblo donde vivía el hombre de Dios. (6-10)

Saúl obviamente no estaba involucrado en la política: No sabía quién era Samuel, a pesar de que había liderado la nación durante muchos años y era probablemente el hombre más conocido de Israel. Tampoco es impresionante la espiritualidad de Saúl; su siervo tuvo que sugerir que buscasen la ayuda de Dios. Y ya vemos la preocupación de Saúl por las apariencias, como la necesidad de un regalo para el profeta.

Subían por la cuesta de la ciudad cuando se encontraron con unas jóvenes que iban a sacar agua. Les preguntaron: —¿Se encuentra por aquí el vidente?

—Sí, está más adelante —contestaron ellas—. Dense prisa, que acaba de llegar a la ciudad, y el pueblo va a ofrecer un sacrificio en el santuario del cerro. (11-12)

El pozo casi siempre estaba en las afueras de la ciudad, y era muy obvio. Los viajeros cansados y sedientos se detendrían allí primero. Si quieres que Dios te use, hay que ir a donde esté la gente.

«Cuando entren en la ciudad lo encontrarán, si llegan antes de que suba al santuario para comer. La gente no empezará a comer hasta que él llegue, pues primero tiene que bendecir el sacrificio, y luego los invitados comerán. Así que vayan de inmediato, que hoy mismo lo van a encontrar.»

Saúl y su criado se dirigieron entonces a la ciudad. Iban entrando cuando Samuel se encontró con ellos, camino al santuario del cerro.

Un día antes de que Saúl llegara, el Señor le había hecho esta revelación a Samuel: «Mañana, a esta hora, te voy a enviar un hombre de la tierra de Benjamín. Lo ungirás como gobernante de mi pueblo Israel, para que lo libre del poder de los filisteos. Me he compadecido de mi pueblo, pues sus gritos de angustia han llegado hasta mí.» Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le dijo: «Ahí tienes al hombre de quien te hablé; él gobernará a mi pueblo.» (13-17)

Desde su infancia, Samuel había disfrutado de una intimidad con Dios y el privilegio de escuchar su voz audible. Él era uno de esos raros hombres en quien el Señor podría confiar para hacer su trabajo. Dios ya había hablado con él, y ahora, por “coincidencia” encontró a Saúl en su camino al lugar alto, pero cuando estás caminando con el Señor no hay coincidencias. Dios está en control, y si Él tiene un propósito que lograr, va a poner todas las piezas en su lugar. Dios arregló a los burros perdidos para sacar a Saúl de su casa. Algunos dirían que su fracaso para encontrarlos se debió al pecado o falta de fe, pero fue esa falla la que lo motivó a buscar a Samuel. Presta atención a lo que está sucediendo a tu alrededor. Está alerta a las personas que encuentres en tu camino. Si tú estás disponible para Dios, Él te mostrará qué hacer y te dará grandes oportunidades para ministrar. ¿Qué tiene para ti hoy?

El nuevo llamamiento de Saúl

Al llegar a la puerta de la ciudad, Saúl se acercó a Samuel y le preguntó: —¿Podría usted indicarme dónde está la casa del vidente?

—Yo soy el vidente —respondió Samuel—. Acompáñame al santuario del cerro, que hoy comerán ustedes conmigo. Ya mañana, cuando te deje partir, responderé a todas tus inquietudes. (RVR: te descubriré todo lo que está en tu corazón.) En cuanto a las burras que se te perdieron hace tres días, ni te preocupes, que ya las encontraron.

Y agregó: —Lo que Israel más desea, ¿no tiene que ver contigo y con toda la familia de tu padre? (18-20)

“Por casualidad” Samuel está en la puerta de la ciudad, y le asegura a Saúl que los burros perdidos no son un problema para Dios. Dios tiene planes más grandes para Saúl que rescatar a los burros, pero el joven tiene que esperar hasta el día siguiente para aprender de ellos. Es difícil saber exactamente lo que signifique en hebreo, pero la Reina Valera es más literal, y probablemente correcta. Implica que Samuel ya conoce los pensamientos de su corazón y se los revelará a Saúl. ¡Imagina el impacto para el joven!

¿Y cómo sería para Saúl oír que lo que más desea Israel tiene que ver con él y su familia? ¿Cómo responderías tú al oír que vas a ser rey? ¿Cómo te sientes acerca de que Dios te haya elegido para reinar con Cristo? Dios te conoce tan íntimamente como conocía a Saúl. Él puede revelar lo que haya en tu corazón a través de una palabra de ciencia, y Dios puede darte una revelación de lo que haya en el corazón de otro hombre. Si Dios te da el privilegio de ministrar a un hombre más joven, muéstrale el mismo interés que Samuel tuvo por Saúl. Sé sensible a su preocupación por las asnas perdidas. Siéntate con él para hablar o compartir una comida.

—¿Por qué me dices eso? —respondió Saúl—. ¿No soy yo de la tribu de Benjamín, que es la más pequeña de Israel? ¿Y no es mi familia la más insignificante de la tribu de Benjamín? (21)

A Dios le encanta ir contra lo que el mundo valora. A menudo opta usar los pobres, débiles y despreciados, pero Saúl no lo sabía. Benjamín fue el último de los hijos de Jacob, y la tribu había sido reducida durante el tiempo de los jueces. Dios escogió a una familia insignificante de la tribu más pequeña. Eso no tiene sentido para Saúl. Seguramente Dios elegiría a alguien de una familia prominente y una tribu importante. Como Judá. ¿Y cómo puede Dios elegirte a ti?

 Dios te ha escogido y te ha llamado

Dios escogió a Israel, y de esa nación llamó a algunos líderes. Saber que somos elegidos por Dios afecta profundamente nuestra identidad. Esa certeza permitió a los judíos sobrevivir a los horrores del exilio y la dispersión. Hoy Jesús está llamando a muchos y  “nos hace reyes y sacerdotes para Dios, su Padre” (Apocalipsis 1:6). Dios te ha elegido para que seas adoptado como su hijo, santo y sin mancha delante de Él. Humildemente, ese conocimiento debe formar tu identidad y hacer que te sientas muy especial.

Si alguna vez te has preguntado si eres uno de los elegidos, quiero asegurarte que Dios te ha escogido. No es por casualidad que estés leyendo esto. Así como Dios arregló las circunstancias en la vida de Saúl, así también Él dispuso que tú consiguieras este libro. Si nunca has recibido un llamado de Dios, Él te está llamando en este momento. El llamado es simplemente seguir a Jesús. Cuando Dios te llama, no puedes seguir con la vida como siempre. Él no te obliga, pero hay que decirle sí o no. ¿Has respondido a ese llamado? Tú puedes comenzar una nueva vida ahora mismo. Simplemente pídele a Dios que te perdone, y decide seguir a Jesús.

Si ya eres un discípulo de Jesús, estás en su reino, y cada uno en el reino tiene un trabajo. Cuando Él te llama a hacer algo, tú no tienes la opción de rehusarlo. Recuerda, es el Dios Todopoderoso quien llama. Él no está buscando voluntarios. No hubo un comité de búsqueda para entrevistar a los candidatos para el rey. No había anuncios en los periódicos, ni mensajes enviados en Facebook o Twitter. Saúl no tuvo la oportunidad de revisar la descripción del trabajo y decidir si quería ser rey o no. Si huyes de tu llamado, no perderás tu salvación, pero estarás muy frustrado.

Cada joven quiere hacer un impacto en su mundo. Tal vez Saúl esperaba tener su propio rebaño de cabras algún día, pero ahora todo eso ha cambiado. Saúl se encuentra en algo mucho más grande de lo que jamás podría haber imaginado. Su autoimagen y su relación con Dios eran débiles, resultando que no creía que Dios pudiera usarle. Pero tan cierto como Dios encontró a sus burros perdidos, Saúl puede estar seguro de que Dios estará con él para llevar a cabo su llamado. Saúl estaba destinado a reinar, igual que tú.

Sí, Dios te ha elegido para reinar. ¿Te parece increíble? Esta elección de un joven granjero de la tribu más pequeña de Israel para ser rey también fue increíble. Y Dios te ha elegido para algo mucho más importante que la gobernación de una pequeña nación. Tú no entiendes tu elección, o por qué Dios te elegiría. Dios llamó a muchas personas en la Biblia que no se sintieron calificadas. Tus habilidades naturales no tienen nada que ver con lo que Dios puede hacer con tu vida. Él puede suministrar cualquier deficiencia. De hecho, es más difícil para Él trabajar con alguien que tiene mucha confianza y está calificado. Él te ha elegido porque Él te ama y tiene un propósito para ti. Trabajando en tu llamado, encontrarás satisfacción.

¿Te sorprende que el Dios del universo te use a ti para hacer grandes cosas? ¿Pones límites a Dios? ¿Quién eres tú para cuestionar lo que Dios quiere hacer en su reino? ¿Conoces tu vocación? Si no, busca un lugar privado donde puedas escuchar a Dios. Busca a un hombre de Dios que pueda hablarle a tu vida. Si ya sabes tu llamado, ¿qué haces con él? Vendrán pruebas y dudas, y tendrás que esperar para verlo cumplido. Pero el conocimiento de que Dios te ha llamado debe ayudarte a perseverar.

Dios te diseñó para hacer más que perseguir burros perdidos. Fuiste creado para reinar. Tu vida está a punto de cambiar dramáticamente.