Cómo ganar batallas 1 Samuel 13:16-22

Cuando hace buen tiempo, la mayoría de nosotros navegamos bien. Pero en este mundo las tormentas son garantizadas. Si no planeamos para la tormenta, puedes volverte loco y hasta morir cuando llegue, porque no estás preparado. Tu éxito en las batallas de esta vida depende en gran medida de lo que hiciste de antemano.

Saúl no estaba listo para la batalla, y ahora es casi seguro que un desastre le espera:

  • Había fracasado como rey.
  • Apenas recibió la noticia que perdería su reino debido a su desobediencia.
  • Casi todos – ¡incluso Samuel! – lo abandonaron.

Saúl estaba angustiado y desesperado, pero el enemigo no se retira. Saúl todavía tenía que luchar con los filisteos.

Saúl y su hijo Jonatán, junto con sus soldados, se quedaron en Gueba de Benjamín, mientras que los filisteos seguían acampados en Micmás. Del campamento filisteo salió una tropa de asalto dividida en tres grupos: uno de ellos avanzó por el camino de Ofra, hacia el territorio de Súal; otro, por Bet Jorón; y el tercero, por la frontera del valle de Zeboyín, en dirección al desierto.

En todo el territorio de Israel no había un solo herrero, pues los filisteos no permitían que los hebreos se forjaran espadas y lanzas. Por tanto, todo Israel dependía de los filisteos para que les afilaran los arados, los azadones, las hachas y las hoces. Por un arado o un azadón cobraban ocho gramos de plata, y cuatro gramos por una horqueta o un hacha, o por arreglar las aguijadas.  Así que ninguno de los soldados israelitas tenía espada o lanza, excepto Saúl y Jonatán. (16-22)

Tú puedes tener tus dudas acerca de la competencia del gobierno de tu país, pero esto es increíble: Los pocos soldados que quedaron van a luchar contra los filisteos – sin armas. ¡Un ejército sin espada o lanza! Qué locura, ¿verdad? Absolutamente, pero nosotros hacemos lo mismo. Entramos en la batalla sin armas, pensando que Dios nos salvará, o de alguna manera saldremos bien. Muchos pasan por la vida así. Ya sea por falta de preparación o por circunstancias fuera de tu control, la vida es abrumadora. Por supuesto Dios puede intervenir, pero tu preparación puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte. Tu fuerza y recursos pueden agotarse, pero si estás preparado, tú puedes prevalecer. ¿Tienes seguro para tu carro o casa, en caso de accidente o catástrofe? Tu preparación para las batallas es tu seguro. No es una falta de fe. Es obediencia a lo que Dios nos manda a hacer en su Palabra. Prepárate ahora para batallas inesperadas. Es demasiado tarde para buscar armas en el día de la batalla. No seas como las vírgenes que fueron a buscar aceite en el último momento (Mateo 25:1-13).  He pasado por varios huracanes. Cuando llegan los vientos y la lluvia, es demasiado tarde para cubrir las ventanas y asegurar las puertas. Descubres rápidamente si estás bien preparado o no.

 Obediencia: La mejor preparación para la victoria en la batalla

Saúl acaba de perder su reino por desobedecer una orden aparentemente insignificante sobre un sacrificio. La mejor estrategia para una victoria en la batalla es desarrollar un hábito de obediencia escrupulosa. Es simple, pero el concepto es bíblico:

  • Dios quiere que triunfes.
  • Él sabe todo sobre el enemigo y cómo derrotarlo.
  • Si caminas en obediencia a Dios, Él dirigirá tus pasos hacia la victoria.

Tú puedes tener todas las armas, pero si no estás obedeciendo a Dios, no te servirán. Tú puedes leer todos los libros sobre la guerra espiritual y conocer todas las tácticas para derrotar al enemigo, pero si tu vida no está alineada con la Palabra de Dios, no te ayudará mucho. Las armas son peligrosas e ineficaces en las manos de un soldado que no sigue las órdenes. Él tiene que pasar meses de entrenamiento básico para aprender la obediencia a sus superiores. Cuando ellos estén confiados de que obedecerá, le dan armas y le enseñan cómo usarlas. Si tienes un problema con la obediencia, comienza aquí. Es tu fundamento para la victoria en la batalla.

No hagas acuerdos con el enemigo

¿Notaste el acuerdo absurdo que hizo Israel? ¡Tenían un acuerdo no escrito de que los filisteos harían todo su trabajo de herrería!  A los israelitas no se les permitió hacerlo, y eso después de años de guerra entre las dos naciones. ¡Los filisteos podrían haber colocado agentes en Israel para denunciar cualquier herrero ilegal! Saúl no hizo el acuerdo, pero como rey, era responsable de guardar la ley de Dios. Él debe saber cómo se entristece al Señor entrar en pactos con una nación pagana: «Cuando el Señor tu Dios te las haya entregado y tú las hayas derrotado, deberás destruirlas por completo. No harás ningún pacto con ellas, ni les tendrás compasión.» (Deuteronomio 7:2) Eso suena duro, pero Dios siempre tiene un propósito por sus mandamientos, aunque puede no ser obvio inmediatamente.

Muchos de nosotros tenemos acuerdos no escritos con el enemigo; arreglos que parecen beneficiosos. Israel aceptó su engaño: “Los filisteos sólo quieren ayudarnos porque no tenemos las herramientas o habilidades necesarias. ¡Incluso nos dan un descuento!” ¡No lo creas! Puede ser la mejor persona. Parece una locura pensar que podrían estar trabajando para el diablo. Probablemente había buenas amistades entre los judíos y sus herreros filisteos. Olvidaron que ellos adoraban a otro dios y sus líderes los querían muertos. Costará más tiempo y dinero, pero Israel debería haber rechazado la oferta.

Como Saúl estaba aprendiendo, los filisteos eran en realidad el enemigo. La gente más simpática del mundo todavía puede ser utilizada por nuestro enemigo. No quiero decir que estén poseídos por demonios o que no debes tener nada que ver con ellos. Pero si no son parte del reino de Dios, Satanás puede engañarlos y usarlos para lograr sus propósitos, el principal de los cuales es tu destrucción. Cuando intentamos salir de esos acuerdos, Satanás lo hace casi imposible. ¿Recuerdas la prohibición contra un yugo desigual? (2 Corintios 6:14)

¿Qué acuerdos has hecho?

¿Cuáles son algunos de los pactos, acuerdos o alianzas que has hecho con el enemigo? Aquí hay algunos de los más comunes:

Matrimonio. En la relación más íntima, muchos creyentes entran en yugos desiguales con los incrédulos, que resultan en angustia sin fin y se alejan de Cristo. Y no puedes retirarte de este acuerdo. La Biblia no permite el divorcio porque te casaste por error con un incrédulo. Si ella decide irse, tú estás libre de ese compromiso, pero de lo contrario tienes que vivir con las consecuencias de tu decisión.

Negocios. Conocí a muchos hombres que estaban en la cárcel porque hacían negocios con el enemigo. Obviamente, si tú tienes un negocio, no puedes tratar exclusivamente con los cristianos. Pero cuando haces alianzas con los incrédulos, puedes esperar problemas.

Política. Ten cuidado con la participación en la política y el gobierno. Es posible hacer acuerdos con los filisteos. Israel confió en su enemigo (una nación dedicada a su destrucción) por las necesidades diarias. ¿Somos demasiado dependientes de las dádivas del gobierno? He visto a organizaciones cristianas atadas por todas las reglas de gobierno que deben mantener para recibir sus fondos o aprobación.

Otros han sido atrapados por las drogas y el alcohol. Muchos corren a los filisteos para su entretenimiento y educación. La dependencia de Israel se convirtió en una debilidad mortal. ¿Cómo estás dependiendo del enemigo? ¿Cómo puedes romper esos acuerdos?

Conoce a tu enemigo

Israel también mostró una ignorancia espantosa de su enemigo. Parecían muy cómodos con este acogedor arreglo con los herreros filisteos. Ellos no pensaron en todo el dinero que estaban dando a su enemigo. No se dieron cuenta de lo peligroso que era no tener forma de fabricar armas.

Mientras tanto, como suele ser el caso, el enemigo era muy astuto, asegurándose de que Israel tuviera que seguir viniendo a ellos. Era obvio que Israel no sería una gran amenaza si pudieran mantenerlo dependiente. En las batallas de hoy, el mundo con frecuencia nos engaña. Ellos saben exactamente lo que se necesita para obligar a la gente a depender de ellos, gastando miles de millones en publicidad y una amplia investigación de mercado. Y, como Israel, estamos contentos de llenar nuestras mentes con sus engaños, y no vemos la trampa. Cuando la batalla se vuelve intensa, nos preguntamos por qué estamos perdiendo.

Sé inteligente acerca de tu enemigo. No seas acogedor con él o con su sistema mundial. Estudia cómo Satanás ha atrapado a la gente en el pasado. Mira el mundo y observa sus métodos. Conoce sus tácticas para que puedas reconocer el acuerdo que te ofrezca – y rechazarlo.

Prepara tus armas

Si tú eres un cristiano, ya estás en el campo de batalla. Asegúrate de que tus armas estén en orden. ¿Qué son? Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas. Nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. (2 Corintios 10:4, Efesios 6:12)

Algunos cristianos llevan las armas del mundo y luchan como el mundo. En el tribunal, utilizan el sistema legal. En el gobierno, usan la política. Si vamos a participar en los tribunales o el gobierno, tenemos que asegurarnos de que estamos luchando con armas espirituales.

Las armas de nuestra milicia

Hay muchos buenos libros sobre la guerra espiritual, pero quiero mencionar cinco de nuestras armas más importantes:

  1. Oración. ¿Cómo es tu vida de oración? ¿Vas a perder la batalla porque nunca has aprendido a usar esta arma? Mucho más allá de llevar peticiones a Dios, necesitas la oración de guerra, dirigida por el Espíritu. ¿Estás orando regularmente con otros creyentes?
  2. La Palabra de Dios, la espada del Espíritu. Tal como Israel corrió a los filisteos para conseguir sus armas, muchos cristianos corren al enemigo por su espada. Sus creencias y cosmovisión están más conformadas por los medios de comunicación y los pensadores brillantes del mundo que la Biblia. Tú perderás la batalla de esa manera. Una espada colgada en tu pared no te ayudará en el campo de batalla, ni tampoco una Biblia acostada en tu estante. ¿Cuánto de ella realmente está en tu corazón? Estudia la Palabra, y proclámala como lo hizo Jesús cuando fue tentado por el enemigo.
  3. Adoración. Cuando comenzamos a adorar a Dios, el diablo huye. ¿Adoras a Dios en privado? ¿Entras en las alabanzas en tu iglesia? ¿O es el culto sólo entretenimiento – una manera de sentirse bien? ¿Estás aprovechando cada oportunidad para adorar a Dios?
  4. Unidad. Hay un gran poder en los hermanos cuyos corazones se entrelazan. Si el diablo nos puede dividir, puede derrotarnos. La oración unida es particularmente poderosa.
  5. La armadura espiritual en Efesios 6. Al igual que tu no saldrías de tu casa en ropa interior, no empieces el día sin ponerte tu armadura espiritual.

Saúl hizo una cosa más que era inexcusable. Él y su hijo Jonatán estaban armados, pero descuidó de armar a sus tropas. Si tú eres un pastor, esa es tu responsabilidad. No caigas en el pecado de Saúl de estar listo para la batalla, sin equipar a los creyentes a tu cuidado.

Ahora es el momento de comenzar a prepararte para la batalla. ¿Dónde has hecho pactos y acuerdos con el enemigo? Rompe esos acuerdos y confía en que Dios proveerá para ti. Alista tus armas. Tú tienes a un enemigo que quiere destruirte.

 

Efesios 2:1-10  Como Dios cumple su plan: Primero, nuestra salvación

El primer capítulo de esta carta nos da una visión gloriosa de nuestras bendiciones en Cristo Jesús. Hemos visto el gran poder de Dios disponible para nosotros y la posición exaltada de su iglesia, el Cuerpo de Cristo. Ahora Pablo vuelve atrás para recordarnos de quiénes éramos, y cómo Dios nos ha transformado. Tenemos tantas riquezas como hijos adoptados de Dios que estamos tentados a vanagloriarnos o jactarnos. De hecho, muchas veces alguien que Dios rescató de una vida perdida en las drogas, el alcohol, el adulterio (o cualquier otro pecado) quiere olvidarse de su vida anterior. Por desgracia, puede convertirse en un fariseo, despreciando a aquellos que permanecen en esos pecados. Para mantenernos humildes, a veces es bueno recordar de dónde vinimos.

Estábamos todos muertos

Los primeros tres versículos de este capítulo describen la condición humana. Son un resumen breve de los primeros tres capítulos de Romanos.

1Antes ustedes estaban muertos a causa de su desobediencia y sus muchos pecados. (NTV)

Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados. (RVR)

El hombre sin Cristo está muerto. No hay nada que el hombre pueda hacer para salvarse o ayudarse a sí mismo. Todos comenzamos allí. No importa el pecado. Todos somos pecadores. Todos estamos muertos. No importa la causa de muerte. Cada hombre muerto es igual:

  • No tiene vida.
  • No tiene esperanza.
  • No tiene nada.

Los “muchos pecados” pueden ser una variedad de delitos contra Dios y contra otros, pero la raíz del pecado es nuestra rebelión y desobediencia. Por naturaleza queremos hacer las cosas a nuestra manera. Nos resistimos la autoridad. Todos los días desobedecíamos lo que sabíamos que era lo recto.

Pero hay otra dinámica en juego que contribuye a nuestra muerte.

El príncipe de la potestad del aire

Vivían en pecado, igual que el resto de la gente, obedeciendo al diablo —el líder de los poderes del mundo invisible —, quien es el espíritu que actúa en el corazón de los que se niegan a obedecer a Dios. (NTV)

En los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. (RVR)

Varias veces en estos versículos Pablo enfatiza la verdad de que todos éramos iguales. No hay nadie mejor que el otro. Ya fuera un político, un hombre de negocios o el criminal peor de la calle, todos obedecíamos al diablo. Todos teníamos un corazón corrupto. El pecado es pecado. Es más difícil para la persona respetable confesar que él es un pecador que necesita salvación, que para el adicto que es más consciente de que necesita a un Salvador.

Todos vivíamos y andábamos en el mundo, y este sistema de valores corruptos contribuye a nuestro problema. Es parte de esa trinidad que batallamos: la carne, el mundo y el diablo. El mundo de hoy en día es más corrupto que nunca. Los medios de comunicación, especialmente la televisión e Internet, tienen una influencia poderosa (casi completamente mala). Por desgracia, la mayoría de los cristianos pasan mucho más tiempo frente a esas pantallas que frente a sus Biblias y el rostro de Dios.

Hace muchos años hubo un comediante llamado Flip Wilson que hizo popular el dicho “El diablo me hizo hacerlo.” Es muy fácil culpar al diablo por nuestra rebelión y pecado. Hay que asumir la responsabilidad de nuestras propias decisiones. Pero, (aunque muchos se burlan de los que siempre hablan del diablo), la verdad es que aquellos que no están bajo el señorío de Jesús están bajo el poder del maligno. Tenemos que recordar eso cuando relacionamos con compañeros de trabajo y familiares no salvos. Para saquear los bienes del enemigo, primero tenemos que atar al hombre fuerte (Mateo 12:29).

¿Qué enseña este versículo?

  • El diablo es un espíritu. Hay un gran ejército de demonios en un mundo invisible y espiritual, y el diablo es su líder.
  • Sin saberlo, gente sin Cristo obedecen los deseos y pensamientos que el diablo siembra en sus corazones. Seguimos la corriente de este mundo. Pocas personas conscientemente quieren servir al diablo, pero Satanás es muy astuto y sabe muy bien cómo aparecer como un ángel de luz.
  • El diablo ejerce su poder en los que viven en la desobediencia (NVI). No se supone que sean cristianos, pero el creyente que permanece en desobediencia a Dios abre su corazón al diablo otra vez, y le permite establecer fortalezas en su vida.

La naturaleza pecaminosa

Todos vivíamos así en el pasado, siguiendo los deseos de nuestras pasiones y la inclinación de nuestra naturaleza pecaminosa. Por nuestra propia naturaleza, éramos objeto del enojo de Dios igual que todos los demás. (NTV)

Entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. (RVR)

Ahora Pablo cambia el enfoque. Sí, es cierto que el diablo actúa en el corazón del rebelde, pero también hay dos influencias muy potentes en cada ser humano. Son dos lados de nuestra carne:

  • Nuestras pasiones. Los deseos de nuestra carne (RVR). Somos impulsados por nuestros deseos pecaminosos (NVI). Todos nosotros sabemos lo que es vivir así. No hay nada nuevo ni nada extraño. La mayoría de la gente del mundo, sin pensarlo mucho, hacen lo que les da la gana hacer. Hay deseos y pasiones normales dados por Dios; el problema es cuando estamos dominados por esas pasiones. Dios nos ayuda a ejercer el autodominio.
  • Nuestra naturaleza pecaminosa. El pecado, que entró en nuestra raza cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios, ha sido una plaga a través de las generaciones. Nacimos con una naturaleza caída. La NVI dice siguiendo nuestra propia voluntad y nuestros propósitos. El “yo” está en el centro del universo. Es nuestra voluntad que importa, y nuestros propósitos que valoramos.

Toda la raza merece la pena de muerte. Aparte de la gracia y salvación de Dios, somos objetos de su ira. La situación de verdad está fea, y parece que no hay salida o remedio.

El gran “pero”

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!

Pero Dios es tan rico en misericordia y nos amó tanto que, a pesar de que estábamos muertos por causa de nuestros pecados, nos dio vida cuando levantó a Cristo de los muertos. (¡Es solo por la gracia de Dios que ustedes han sido salvados!) (NTV)

 Un hombre muerto no puede hacer nada. Estaríamos perdidos y condenados a un castigo eternal sin la intervención de Dios. Todo cambió cuando Cristo murió en la cruz y el Padre lo levantó de los muertos. Dios tomó la iniciativa e hizo lo necesario para rescatarnos y salvarnos. ¿Por qué?

  • Es rico en misericordia.
  • Nos ama.
  • Él nos dio vida al principio, y quiere resucitar a todos sus hijos junto con Cristo.
  • Es un Dios de gracia.
  • Y (en el verso 7) es un Dios bondadoso.

Unidos a Cristo

Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales.

Pues nos levantó de los muertos junto con Cristo y nos sentó con él en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo Jesús. (NTV)

Aquí lo dice por primera vez, y lo repite en el verso 7: Estamos unidos a Cristo Jesús. Eso es maravilloso. Él apenas describió nuestro pecado y rebelión, pero Dios llega al extremo y hace lo más radical posible por nosotros: ¡Compartimos toda la vida con Cristo!

  • Nos levantó de los muertos juntos, en unión con Cristo.
  • Nos sentó con Cristo en los lugares celestiales.
  • Estamos unidos a Cristo.

¿Te das cuenta del gran privilegio de estar sentado con Cristo? ¿Qué implica estar unidos a Cristo? No lo dice aquí, pero morimos con Cristo. Crucificamos la carne. Esta muerte se simboliza en el bautismo, junto con nuestra resurrección cuando salimos de las aguas. El bautismo es poderoso porque es un símbolo de esta unión con Cristo. Sería genial simplemente estar unidos con Cristo en su nueva vida, pero también estamos sentados con Él en los tronos que Cristo comparte con nosotros en el cielo. Mucho más que la fe (los demonios también creen y tiemblan), y mucho más que una relación, estamos ahora en unión con Cristo.

Ejemplos de la gracia de Dios

Para mostrar en los tiempos venideros la incomparable riqueza de su gracia, que por su bondad derramó sobre nosotros en Cristo Jesús.

De modo que, en los tiempos futuros, Dios puede ponernos como ejemplos de la increíble riqueza de la gracia y la bondad que nos tuvo, como se ve en todo lo que ha hecho por nosotros, que estamos unidos a Cristo Jesús. (NTV)

Ya lo vimos en el capítulo 1, versos 6 y 12: Dios se siente obligado a demostrar a los principados y potestades, y los seres humanos que presten atención, la increíble riqueza de su gracia y bondad. En algún tiempo futuro Dios va a presentarnos como ejemplos de esa gracia. Si esto es tan importante para Dios, lógicamente Él hará todo lo posible para presentar un buen ejemplo. Él nos transformará a la imagen de Jesús. ¿Por qué en los tiempos futuros? Tal vez para darle la oportunidad de incluir a todos los posibles, o para terminar la buena obra que comenzó en nosotros.

Salvos por gracia por medio de la fe

Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios.La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo. (NTV)

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. (RVR)

Una vez más, Pablo quiere dejar muy claro que todas estas bendiciones no tienen nada que ver con nuestros méritos. El contraste entre nuestra condición anterior y nuestra nueva vida en Cristo es muy impresionante, y ¡todo es por la gracia de Dios! Dios lo prefiere así, porque nadie puede jactarse de ser salvo. Una vez más, todos somos iguales: muertos y condenados al infierno. Lo único que nosotros podemos hacer es creer cuando escuchamos el evangelio.

  • Dios nos salvó por su gracia.
  • Nadie tiene ningún mérito en esa salvación.
  • Es un regalo de Dios.
  • No es una recompensa por las cosas buenas que hayamos hecho, porque nadie tiene buenas obras suficientes para compensar nuestro pecado.

Creados para buenas obras

10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (RVR)

Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás. (NTV)

El primer propósito de Dios en nuestra salvación es presentar un buen testimonio que le traiga mucha alabanza. Ahora vemos el segundo propósito: Dios preparó buenas obras de antemano para nosotros. Él nos forma específicamente para hacer esas buenas obras. Somos hechura suya, y Él sabe exactamente lo que está haciendo. Solo hace cosas de primera calidad. Tú y yo somos obras maestras de Dios, más impresionantes que las cosas más hermosas de la naturaleza. Somos hechos a imagen de Dios; con mucho cariño Él nos vuelve a formar de nuevo cuando aceptamos a Cristo. Nos creó de nuevo en Cristo; somos creados en Cristo.

Al principio de este capítulo, leímos que andábamos en delitos y pecados, pero Dios intervino: ¡Ahora andamos en buenas obras!

Para la reflexión:

  • ¿Sabes cuáles son esas buenas obras que Dios preparó para ti? ¿Estás andando en ellas?
  • ¿Eres salvo? ¿Has experimentado la gracia de Dios y, por fe, has aceptado el don de salvación?
  • ¿Estás viviendo en unión con Cristo? Honestamente, ¿tienes alguna idea de lo que significa estar unido a Cristo?
  • ¿Cuánta influencia tiene tu carne (con sus deseos y pasiones), el mundo y el diablo en tu vida diaria? ¿Cómo la compara con la influencia de la Palabra y el Espíritu de Dios?

 

Saúl pierde el reino: I Samuel 13:1-15

Introduccion a la segunda parte de HECHO PARA REINAR

Adán perdió el Edén y fue condenado a trabajo duro por el resto de su vida. Sin embargo, nunca perdió su mandato de reinar, un mandato que se extiende a nosotros hoy. De hecho, a pesar de nuestro pecado, Dios tenía planes para expandir nuestra autoridad:

”Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.” (Apocalipsis 5:10, RVR)

Sí, ahora eres un príncipe y sacerdote al servicio de Dios todopoderoso. Exige una formación intensiva, y Dios está usando tus circunstancias actuales para prepararte para reinar en la tierra:

“Ellos serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.” (Apocalipsis 20:6, RVR)

Esa autoridad se ampliará aún más. Lo que comenzó con el cuidado de su creación se convierte en participación en el reinado de Cristo por toda la eternidad:

“Y reinarán por los siglos de los siglos.” (Apocalipsis 22: 5, RVR)

Eso es increíble. ¿Estás listo? El desafío es mantener tus ojos en ese trono cuando este mundo ofrece tanto que te distrae.

¿La flor de tu vida?

Esta segunda parte de tu vida comienza en los años treinta y se extiende hasta los cincuenta. Si pensamos en tu vida como un día, esta parte es 9 a 5, la parte más productiva del día. O, en días libres, horas llenas de tiempo en familia, un partido de futbol con tus amigos o un pasatiempo.

La vida debe ser muy buena. Ya tienes una mujer, hijos, más dinero y más cosas materiales. Con el favor de Dios, ya tienes una fe sólida y estás prosperando en tu vocación. Pero lamentablemente es a menudo un tiempo de prueba. Si tú eres como muchos hombres, ya las imperfecciones de tu esposa son más evidentes. Ya ella pesa más. Ella puede estar muy ocupada con sus hijos o con su carrera. Tú puedes tener luchas con la pornografía y otras mujeres. Puedes incluso haber hablado (o pensado) de divorcio. Tus hijos adolescentes ponen a prueba tu paciencia, quebranten tu corazón y crean conflictos entre tú y tu esposa. Tú también puedes pesar más de lo que quisieras. Aunque estés rodeado de gente, tú puedes sentirte muy solo. Ya te das cuenta de que tu vida está pasando muy rápidamente. Puedes sentirte atrapado en una carrera que no te satisface. Tú creías que habrías logrado más a esta edad. Es  más difícil cambiar, y eres más consciente de tus limitaciones. Ya no tienes el lujo de perder oportunidades o cometer grandes errores. Te enfrentas a lo que realmente eres, y no todo es bueno. Todavía es posible hacer algunos ajustes en tu vida espiritual y familiar, aunque cuesta mucho. Tal vez la mayoría de los hombres, en lugar de hacer esos ajustes, se acomoden en patrones poco saludables que serán difíciles de romper.

Cuando Saúl empezó esta segunda parte de su vida, finalmente parece que estaba a punto de convertirse en un rey exitoso. Él tiene las promesas y la unción de Dios, y el apoyo de Samuel. La gente lo ama. Él levantó un ejército potente y ganó una batalla importante. Pero en lugar de establecer su reino y usar su autoridad para el bien de la nación, las cosas empiezan a desmoronarse. En lugar de fuerza, vemos cobardía. Las debilidades de Saúl son dolorosamente evidentes, y toma una mala decisión tras otra. Su historia está llena de lecciones sobre lo que puede salir mal en la flor de tu vida.

Saúl pierde el reino:  I Samuel 13:1-15

Saúl tenía treinta años cuando comenzó a reinar sobre Israel, y su reinado duró cuarenta y dos años. (1, NVI)

Saúl ya tenía al menos varios meses reinando sobre Israel. Entonces ¿por qué haría la Biblia este tipo de declaración sumaria, que por lo general viene al principio o al final del reinado de un rey? El autor inspirado está dejándonos saber que este es un punto de inflexión. Es el comienzo de la segunda parte de la vida de Saúl. Tuvo un largo reinado, pero fue más como una larga pena de prisión, marcado por malas decisiones. El juego continúa durante muchos años, pero ya sabes que no puedes ganar. Aquí, al principio, Saúl comete el error que le cuesta el reino. Presta atención, mi hermano: Este puede ser un momento de decisión importante para ti. ¿Vas a cometer el mismo error? Muchos hombres lo hacen. ¿O vas a seguir creciendo en tu autoridad regia? Tal vez tú has perdido lo que era un ministerio poderoso. Esta experiencia de Saúl puede ayudarte a entender lo que salió mal y cómo Dios puede restaurar lo que perdiste. Él se deleita en dar segundas oportunidades. Incluso le dio a Saúl otra oportunidad. Pero por favor no hagas lo que hizo Saúl, y caer de nuevo en el mismo error. Aprende de tus errores.

Otra guerra

Una vez más los filisteos se preparan para la guerra. Saúl puede librar a Israel de ellos de una vez para siempre. Acababa de ver el poder de Dios devastar a los amonitas. Pero antes de que comenzara la batalla, cometió un error crítico: De entre los israelitas, Saúl escogió tres mil soldados; dos mil estaban con él en Micmás y en los montes de Betel, y mil estaban con Jonatán en Guibeá de Benjamín. Al resto del ejército Saúl lo mandó a sus hogares. (2)

El Espíritu de Dios desempeñó un papel tan decisivo en la última victoria, pero ahora está totalmente ausente. No hay mención de la oración o de cualquier guía divina. Saúl se mostró muy confiado – engreído – después de su gran victoria en Jabés, y tomó la tonta decisión de enviar a las tropas a casa. Luego le da un tercio de los hombres restantes a su joven hijo. Jonatán tenía mucho potencial, pero Saúl nunca proporcionó el liderazgo y la cobertura que necesitaba, así que con entusiasmo juvenil Jonatán actuó por su cuenta. Proporcionar orientación y apoyo a las personas bajo tu autoridad es una parte clave para usar esa autoridad prudentemente.

Poco tiempo después, Jonatán atacó y derrotó la guarnición de los filisteos en Geba. La noticia corrió rápidamente entre los filisteos. Entonces Saúl tocó el cuerno de carnero por toda la tierra, y dijo: «¡Hebreos, escuchen esto! ¡Levántense! ¡Sublévense!».  Así que todo Israel oyó la noticia que Saúl había destruido la guarnición filistea en Geba y que ahora los filisteos odiaban a los israelitas más que nunca. Entonces todo el ejército israelita fue llamado para unirse a Saúl en Gilgal. (3-4, NTV)

El comunicado de prensa erróneamente dijo que Saúl dirigió el ataque. A pesar de que el ataque de Jonatán no fue muy prudente, el rey quiere conseguir la gloria por cualquier victoria. Jonatán tenía buenas intenciones, pero no hay indicios de que Dios lo estuviera guiando. Con el deterioro de la situación, Saúl pronto se encontró en la incómoda posición de volver a llamar a las tropas que acababa de enviar a casa. Revertir apresuradamente las decisiones que tú acabas de tomar generalmente no es un signo de buen liderazgo.

Los filisteos también se juntaron para hacerle la guerra a Israel. Contaban con tres mil carros, seis mil jinetes, y un ejército tan numeroso como la arena a la orilla del mar. Avanzaron hacia Micmás, al este de Bet Avén, y allí acamparon. Los israelitas se dieron cuenta de que estaban en aprietos, pues todo el ejército se veía amenazado. Por eso tuvieron que esconderse en las cuevas, en los matorrales, entre las rocas, en las zanjas y en los pozos.  Algunos hebreos incluso cruzaron el Jordán para huir al territorio de Gad, en Galaad.

Saúl se había quedado en Guilgal, y todo el ejército que lo acompañaba temblaba de miedo. (5-7)

Saúl tenía sólo tres mil hombres en este momento. Fue superado dos a uno (con solo carros) por los filisteos. Los soldados enemigos eran tan numerosos como la arena del mar – una manera bíblica de decir que había demasiados para contar. ¡Por supuesto que los israelitas tenían miedo! ¿Pero esconderse en pozos, cisternas y cuevas? ¿O salir del área por completo? ¡Eso es patético y cobarde! ¡Qué contraste con la audacia de Saúl en Jabés! ¿Dónde está el poder del Espíritu ahora? ¿Qué pasó con el liderazgo de Saúl que inspiró valentía y atrajo a hombres a seguirlo? ¡Estamos de vuelta al cobarde Saúl escondido en el equipaje!

¿Qué hizo la diferencia?

Algo estaba mal, o sus tropas no estarían temblando de miedo paralizante. Eso definitivamente no es del Espíritu de Dios. ¿Qué pasó con la unción del Espíritu? De hecho, esta vez el Espíritu Santo ni siquiera se menciona. ¿Cómo podrían las cosas cambiar tan dramáticamente, tan rápido? Saúl aún tenía autoridad regia dada por Dios. Dios todavía era capaz de derrotar a sus enemigos. Claro, este vasto ejército era intimidante, pero Saúl había visto a Dios reunir y equipar a un ejército poderoso. El único cambio fue en Saúl.

Saúl estaba muy satisfecho después de su gran victoria anterior, y descuidó su relación con Dios. No buscó su guía, y tomó decisiones tontas. No estaba preparado para otra batalla, pero Satanás no nos da un descanso. No simplemente se retira cuando lo derrotamos en una batalla. Es un enemigo formidable. Él te ataca aún más fuerte, quitando tu equilibrio con circunstancias abrumadoras. Te desalienta y te llena de temor. Y se dirige contra el líder. Si puede derribar al rey, toda la nación va a sufrir. Por desgracia, Saúl le dio a Satanás la oportunidad perfecta para sembrar temor en las tropas. Como todos nosotros, las debilidades de Saúl eran más evidentes bajo la presión.

Hubiera sido una derrota total para Israel, pero Jonatán audazmente persiguió al enemigo. Israel se había hecho abominable a los filisteos. ¡Prepárate para  una batalla fuerte si te levantas en el poder del Espíritu y entras en el territorio del enemigo!

El error fatal de Saúl

Samuel le ordenó a Saúl que esperara siete días para hacer un sacrificio. Eso desalentó aún más a las tropas y preparó el escenario para un pequeño error que le costaría a Saúl su reino, y, finalmente, su vida.

Durante siete días Saúl esperó allí, según las instrucciones de Samuel, pero aun así Samuel no llegaba. Saúl se dio cuenta de que sus tropas habían comenzado a desertar,  de modo que ordenó: «¡Tráiganme la ofrenda quemada y las ofrendas de paz!». Y Saúl mismo sacrificó la ofrenda quemada. (8-9, NTV)

¿Sabes lo que es estar entre la espada y la pared? No importa lo que hagas, está mal. Saúl sintió ese doble vínculo. Por un lado, los filisteos estaban esperando para atacarlo. Por otro lado, sus tropas estaban atemorizadas. Ya han empezado a abandonarlo a causa de la demora. Saúl sabía que necesitaba a Dios, y esperaba que Samuel salvara el día y ganara el favor de Dios. ¡Pero le parece a Saúl que Samuel le falló y no llegó a tiempo! ¿Quién sabe qué le pasó? Saúl decide que su única opción es hacer las ofrendas él mismo. No suena tan serio. Él no estaba corriendo tras otro dios o entrando en la batalla por su propia fuerza. Estaba haciendo ofrendas y buscando a Dios.

Samuel aparece

¡Justo a tiempo! Pues, más o menos: En el momento en que Saúl terminaba de celebrar el sacrificio, llegó Samuel. Saúl salió a recibirlo, y lo saludó. (10) ¿Crees que Dios permitió la demora, para poner a prueba a Saúl? ¿Podría Dios en este momento estar probando tu disposición a esperar por Él?

Cuando apareció Samuel, Saúl sintió un gran alivio. Todo estaría bien ahora. ¡Por fin su padre espiritual llegó! ¡Samuel estaba allí! Saúl salió corriendo a su encuentro, no consciente de haber hecho algo malo. ¿O solo estaba tratando de lucir bien? Samuel lo supo de inmediato. Es posible que haya visto el humo que subió de la ofrenda.

Pero Samuel preguntó: —¿Qué has hecho?

Saúl le contestó: —Vi que mis hombres me abandonaban, y que tú no llegabas cuando prometiste, y que los filisteos ya están en Micmas, listos para la batalla.  Así que dije: “¡Los filisteos están listos para marchar contra nosotros en Gilgal, y yo ni siquiera he pedido ayuda al Señor!”. De manera que me vi obligado a ofrecer yo mismo la ofrenda quemada antes de que tú llegaras. (11-12, NTV)

Saúl es muy parecido a nosotros. Tratamos de cubrirnos y lucir bien. Saúl siempre estaba listo con una excusa, y ésta sonaba bien: «Ay, padre mío, tu no creerías lo malo que estaba. Los filisteos estaban listos para luchar. ¡Y estos hijos de Israel! ¡Estaban abandonándome! Por supuesto que yo tuve que buscar el favor del Señor antes de ir a la batalla, así que ofrecí el sacrificio.»

Sonaba bien, pero algo estaba terriblemente mal. Ya le había asegurado de la gracia del Señor. ¿Y por qué esperó tanto tiempo para orar? ¿Por qué tuvo que ofrecer sacrificios? ¿Qué le impidió reunir a sus tropas asustadas para buscar a Dios? ¿Y por qué dijo que estaba «obligado?» ¿Quién le obligó? Ciertamente no era el Señor.

 —¡Qué tontería! —exclamó Samuel—. No obedeciste al mandato que te dio el Señor tu Dios. Si lo hubieras obedecido, el Señor habría establecido tu reinado sobre Israel para siempre. Pero ahora tu reino tiene que terminar, porque el Señor ha buscado a un hombre conforme a su propio corazón. El Señor ya lo ha nombrado para ser líder de su pueblo, porque tú no obedeciste el mandato del Señor. (13-14, NTV)

Saúl desobedeció a Dios. Él tomó su propia decisión. Las consecuencias de ese acto pequeño fueron drásticas. Saúl pudo haber tenido un reino eterno. El mesías podría haber salido de su línea familiar. Pero Dios necesitaba a un hombre conforme a su corazón en el liderazgo, especialmente para el primer rey de la nación. Saúl no lo era, y como resultado, el reino le sería quitado.

Y levantándose Samuel, subió de Gilgal a Gabaa de Benjamín. Y Saúl contó la gente que se hallaba con él, como seiscientos hombres. (15, RVR)

Después de haber lanzado esa bomba, Samuel se fue y dejó a Saúl con un ejército desanimado para luchar una batalla importante. Es difícil pelear cuando acabas de recibir estas malas noticias y no tienes el Espíritu de Dios. Lo primero que hizo Saúl fue contar sus tropas. Más de dos tercios de sus hombres lo habían desertado. Ese tipo de escena increíblemente deprimente y desalentadora puede hacerte contemplar el suicidio.

¿Te sientes un poco de pena por Saúl? He tenido a cristianos que me han defraudado, y puedo simpatizar con la frustración de Saúl. Él estaba en una situación muy difícil, y parece que su fracaso no es tan grave como el adulterio y el asesinato de David. Dios ni siquiera le dio a Saúl la oportunidad de arrepentirse, como lo hizo a David. Puede parecer que Dios estaba en contra del pobre Saúl, pero si tú piensas de nuevo en lo que hemos aprendido acerca de él, esta no fue una experiencia aislada:

  • Cuando llegó a casa después de saber que sería rey, él optó por no decirle a su tío lo que Dios había hecho.
  • Se escondió en el equipaje cuando llegó el momento de ungirlo.
  • No sabía cómo hacer frente a la oposición.

Esto fue sólo uno de una serie de acontecimientos desafortunados.

Cómo evitar los errores de Saúl y mantener una vida poderosa en el Espíritu

Obedecer

Tú puedes ser probado como Saúl, y Samuel puede parecer cuando no lo esperas. ¿Te imaginas a Jesús volviendo al mundo en el momento que decidiste desobedecerlo? Muchos cristianos quieren diseñar su religión y hacer las cosas a su manera, pero la historia de Saúl muestra lo peligroso que es. Saúl estaba buscando el favor de Dios. No parece un pecado tan grave, pero la obediencia es importante para Dios. Tú puedes protestar que somos salvos por la fe y no por las obras, y que Dios entiende nuestras debilidades, y eso es cierto. Pero no cambia lo serio que Dios es acerca de la obediencia. No es opcional. Tenemos que hacer las cosas a su manera.

Ten cuidado de que tu conocimiento supere tu obediencia. ¿Has salido de una conferencia con cuadernos llenos de enseñanzas acerca de la vida cristiana, pero no pones nada en práctica? ¡Eso es peligroso! El difunto pastor británico John Stott escribió que lo principal que impide la plenitud del Espíritu en nuestras vidas es tener demasiado conocimiento. Simplemente no andamos en todo el conocimiento que tenemos. Puede ser la razón por la cual los cristianos nuevos, que no saben mucho, frecuentemente experimentan más del Espíritu. Ellos cuidadosamente ponen en práctica lo que aprenden.

Conocer la voluntad de Dios

Si la obediencia es tan importante para Dios, es de suma importancia aprender lo que Él quiere que hagas. Diligentemente estudia la Palabra, busca su dirección en oración y luego hazlo. No pienses que la unción de Dios está garantizada. Mira lo rápido que Saúl la perdió. Tú no pierdas tu salvación, pero puedes perder la plenitud del Espíritu.

Permanecer en el frente de batalla

Si quieres la unción, quédate en el frente de batalla. Dios nos da su Espíritu para que podamos hacer algo con su poder. Saúl estaba alejándose de la batalla a la misma vez que Jonatán estaba entrando en medio de ella. Cuanto más estés en la línea del frente en las batallas espirituales, dando testimonio a la gente y orando por ellos, más experimentarás el Espíritu. Por supuesto, tú puedes sentir el Espíritu en la iglesia o en tu tiempo devocional, pero no se compara con predicar el Evangelio en territorio enemigo o liberar a la gente de sus ataduras.

Vivir con las consecuencias de la desobediencia

¿Cómo podría Saúl reinar cuarenta y dos años, si Dios le estaba quitando el reino? Pasaron varias décadas antes de que se llevara a cabo ese juicio. Vemos su desesperación en muchos puntos. Cuarenta años es mucho tiempo para mantener la apariencia de un reinado sólido. Él cumplió sus deberes, sin la unción del Espíritu. Muchos líderes y pastores cristianos son como Saúl. Tú puedes ser uno de ellos. Han perdido la unción de Dios a través de su desobediencia, pero no están quebrantados ni arrepentidos por su pecado. Ellos intentan mantener la apariencia de un poderoso ministerio durante años, completamente en la carne. Las cosas pueden lucir bien, pero no hay vida, y no hay mover de Dios.

Dios es serio acerca de la obediencia. ¿Dónde estás en tu obediencia a Él?

  • ¿Crees que ya tienes todo lo que necesitas de Dios?
  • ¿Eres un poco arrogante o engreído, como Saúl después de esa primera victoria? ¿O eres quebrantado y humilde ante Dios?
  • ¿Has desobedecido a Dios y perdido la plenitud de su Espíritu? ¿Es tu respuesta reconocer humildemente el pecado, o tratar de cubrirlo y excusarlo?
  • ¿Te enfrentan batallas con el enemigo, y tú estás derrotado y asustado como Saúl y sus hombres?
  • ¿Mantienes un ministerio con tus propias fuerzas? ¿O se ha ido la unción, tal vez sin tu conocimiento?

No pierdas tiempo. Dios te llama. No es demasiado tarde para arrepentirte de tu rebelión y tomar en serio la obediencia. Dios te restaurará, te llenará de su Espíritu, y te enviará a la batalla una vez más.

 

Efesios 1:15-23  Cristo la cabeza

Pablo acaba de describir siete bendiciones garantizadas a cada cristiano por el depósito divino del Espíritu de Dios. Reflexionando sobre ellas, Pablo está conmovido a orar. Primero él da gracias por lo que ya tienen, pero luego le pide a Dios mucho más. Los dos enfoques son importantes: Tenemos que reconocer todo lo que Dios ya ha hecho por nosotros y mantener una actitud de gratitud, pero siempre hay más que podemos experimentar.

La importancia de tu relación con Cristo y con otros creyentes

15 Por eso yo, por mi parte, desde que me enteré de la fe que tienen en el Señor Jesús y del amor que demuestran por todos los santos, 16 no he dejado de dar gracias por ustedes al recordarlos en mis oraciones. 

¿Cómo respondes tú cuando te enteras de la obra de Dios en otros creyentes u otras iglesias? ¿Es tu reacción automática acercarte a Dios, dándole gracias por las cosas positivas e intercediendo por las necesidades que veas? Si hay una iglesia o unos hermanos que amas mucho, ¿ofreces oraciones continuas a su favor? ¿Los recuerdas en tus oraciones? ¿Cómo está tu vida de oración? Pablo nunca se cansaba de orar. No dejó de recordarlos. Es cierto que tenemos todas esas bendiciones, pero todavía tenemos que orar e interceder unos por otros.

De todo lo positivo en esta iglesia, hay dos cosas que más impresionan a Pablo:

  • Su relación vertical con Dios. Tienen una fe sólida en Jesús. Con ese fundamento, Pablo puede compartir cosas más profundas con ellos.
  • Su relación horizontal con otros hermanos. No solo hablan de amor, demuestran ese amor. En el griego es amor ágape, el amor incondicional de Dios. Y es sin prejuicios; es un amor para todos los santos. No hay acepción de personas con Dios.

Nota que Pablo no menciona su hermoso templo, ni las muchas actividades en la iglesia, ni la prosperidad de sus miembros, ni la gran banda de adoración. Esas cosas existen para edificar y alentar la relación que tenemos con Dios y con otros creyentes. Si el edificio y los programas tienen prioridad, pueden convertirse en ídolos. Para Pablo (y para Dios), la relación con otras personas tiene prioridad. Vamos a ver muchas enseñanzas acerca de la relación con Dios y con otros en esta carta.

Uno de los indicios más importantes de madurez es el estado de nuestras relaciones. ¿Cómo está tu fe en Cristo y tu relación con el Señor? El tener mucha fe no es reclamar muchas bendiciones para nosotros mismos, sino caminar en fe con Jesús. ¿Cómo está tu amor por los santos? ¿Son meras palabras? ¿O hay demostraciones de verdadero amor cristiano?

Que conozcan mejor a Dios

17 Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, les dé el Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcan mejor. 

Es interesante que Pablo le pidió a Dios que les diera el Espíritu. Sabemos que fueron bautizados con el Espíritu, con muchas manifestaciones (Hechos 19), pero parece que aun después de ese bautismo es posible recibir más. ¡Pídele a Dios por más del Espíritu!

Hay varias facetas de la obra del Espíritu en nuestras vidas; aquí vemos tres de ellas:

  1. Es un Espíritu de sabiduría. Es la fuente de la sabiduría que necesitamos para navegar este mundo complejo.
  2. Es un Espíritu de revelación. El Espíritu se manifiesta en dones de profecía y palabra de ciencia que revelan el corazón de Dios y revela a Dios en la Biblia. Pero aquí yo creo que Pablo está pensando en la revelación del carácter de Dios en el corazón de cada creyente.
  3. El Espíritu nos ayuda a conocer mejor a Dios. Nos guía a toda la verdad y abre los ojos de nuestros corazones. Si quieres conocer mejor a Dios, pídele por más de su Espíritu, y busca su plenitud en tu diario andar.

¿Es esto el clamor de tu corazón? ¿Es ésta tu primera petición a Dios para ti mismo y tus seres queridos? ¿Anhelas conocer mejor a Dios?

Los ojos del corazón iluminados

18 Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos, 19 y cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos.

Pablo ya comentó (verso 15) acerca de la fe de los efesios. Con los temas que él toca en esta carta, es obvio que ya llevaban bastante tiempo en Cristo. Sin duda, han oído hablar del cielo, la esperanza y el poder de Dios. Pero es posible pasar años en la iglesia y escuchar la Palabra de Dios todos los domingos, y aún no comprender las profundidades de nuestra fe. Hay algunas cosas que Dios tiene que revelarnos. Pablo intercede por iluminación en tres áreas que transformarán nuestra vida diaria:

  1. La esperanza a la que Dios nos ha llamado. En 1 Corintios 13, Pablo dice que las tres cosas más importantes para el creyente son la fe, el amor y la esperanza. Ya ha hablado de cada uno en esta carta. Nuestra esperanza es la vida eterna en el reino de Dios. Sabemos que hay mucho más que esta vida terrenal. El Espíritu nos revela algo de lo que nos espera. No es una doctrina seca, sino una esperanza gloriosa y segura que afecta toda la vida.
  2. La riqueza de su gloriosa herencia entre nosotros los santos. Hay dos sentidos posibles para esa herencia:
    1. Nosotros, como la herencia que Dios tiene. En esta carta, Pablo le da a la iglesia una posición muy exaltada. Es muy posible que Dios nos vea como una rica herencia. Darse cuenta de eso eleva nuestra autoimagen. Nos maravillamos que el Rey de gloria cuenta con nosotros como su herencia. Muchos desean una herencia de dinero, un terreno o una casa. Todo el universo puede ser la herencia de Dios, pero Él nos ha escogido como su herencia. Entonces, ¿qué debemos buscar nosotros para nuestra herencia? ¿Tal vez esas personas que traemos a Jesús y discipulamos?
    2. La herencia que Dios nos da en su reino como sus hijos adoptivos. Ya Pablo lo mencionó en el verso 14. Es maravilloso contemplar las riquezas que nos esperan en el futuro. ¡Nos ayuda a soportar las tribulaciones de esta vida!
  3. Cuán incomparable es la grandeza de su poder, que está a favor de los que creemos. Algunos dirían que esto implica que si crees más, si tienes más fe, luego recibirás más poder. Yo creo que cuando dice “de los que creemos” habla de cada cristiano. Pablo dijo en el verso 3 que ya tenemos toda bendición espiritual. Cada creyente tiene acceso al mismo poder. De mis observaciones de las oraciones y el estilo de vida de la mayoría de los cristianos, me parece que pocos conocen ese poder.

¿Sabes lo que es estar intercediendo por algo, y la gloria de Dios llena tanto tu corazón que tienes que alabarle? Parece que eso pasó con Pablo aquí. Él deja sus peticiones para exaltar a su Salvador.

¿Cuán grande es ese poder?

19Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz20 que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales, 21 muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no sólo en este mundo sino también en el venidero.

No hay poder más grande que el poder de dar vida a un muerto. Es una fuerza grandiosa y eficaz. Y la manifestación de este poder en Cristo no se acabó con su resurrección. De verdad, apenas comenzó allí.

  • El Padre sentó a Cristo a su derecha en las regiones celestiales. Es interesante que Pablo no diga “en el cielo.” Ya habló en el verso 3 de nuestras bendiciones en “las regiones celestiales.” Tendemos a pensar en el cielo como un lugar fijo, pero probablemente sea todo el mundo espiritual fuera de esta tierra material.
  • Cristo está sentado a la derecha del Padre en una posición de gran autoridad. No se trata literalmente de un asiento a la diestra del Padre, sino de lo que entendemos como la posición más privilegiada posible.
  • Cristo está muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio: todo poder terrenal o celestial; de reyes, demonios, o cualquier otra entidad.
  • Cristo está por encima de todo nombre que se invoque, ya sea de Muhammad o de cualquier otro líder espiritual.
  • Hay poderes en este mundo, y otros en el mundo venidero. Cristo está por encima de todos.

¡Este Cristo es tu Salvador! ¡Tu Abogado! ¡Tu Redentor! ¡Tu Sumo Sacerdote! ¡Tu Hermano Mayor! ¡Tu Amigo! Cristo – y todo su poder – es por ti. Y tenemos acceso a este poder por medio de la oración.

Cristo la cabeza

22 Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la iglesia. 23 Ésta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo. (NVI)

Ya vimos en el versículo 10 que el plan de Dios es reunir todas las cosas en la tierra y en el cielo en Jesucristo. Ahora Pablo va a terminar lo que comenzó como una oración (pero se convirtió en una doxología sobre la grandeza de Jesucristo) con una revelación profunda de la obra actual de Jesucristo. Hay seis puntos claves aquí:

  1. Dios ya sometió todas las cosas al dominio de Cristo. No las veamos sometidas a Cristo, pero Jesús ya tiene esa autoridad y dominio. Eso nos da mucha fe en la oración para extender su dominio.
  2. Cristo es la cabeza de todo.
  3. En esa capacidad Él funciona especialmente para la edificación de su iglesia. Todo su poder, toda la autoridad ejercida por Jesús, es para el beneficio de la iglesia.
  4. La iglesia es el cuerpo de Jesús. No como una metáfora, sino en realidad es su cuerpo.
  5. La iglesia es la plenitud de Cristo. No hay otra manifestación más importante de Cristo en el mundo de hoy. No puedes separar a Cristo de su iglesia. Quienes dicen que aman a Cristo y quieren seguirlo, pero no quieren nada con la iglesia, son engañados. Solo en la iglesia hallas la plenitud de Cristo.
  6. Cristo llena todo por completo. La Nueva Traducción Viviente dice: Cristo da plenitud a todas las cosas en todas partes con su presencia. Cristo mantiene en pie el universo: En él vivimos, y nos movemos, y somos (Hechos 17:28). ¡Hay que buscar la presencia y plenitud de Cristo en toda la vida!

Es lógico que si la iglesia es tan importante para Dios, Satanás va a hacer todo lo posible para destruirla y aislar a los creyentes del Cuerpo de Jesús.

Como dice esa linda alabanza de Danilo Montero:

El centro de todo eres Jesús
el centro de todo eres Jesús
desde el principio y hasta el fin
tú has sido y siempre serás Cristo

Cristo tu eres el centro
nada importa más que tu
todo el universo gira en pos de ti Jesús
de ti Jesús
el centro de todo eres tu 

¿Es Cristo el centro de tu vida? ¿Tu familia? ¿Tu iglesia? ¿Es Cristo tu cabeza? ¿Está toda tu vida sometida a su dominio? ¿Estás experimentando su presencia como parte de su Cuerpo, en una iglesia sana?

 

Samuel se despide: I Samuel 12:1-25

¿Qué palabra te gustaría recibir de tu padre espiritual? ¿O de tu padre terrenal? Israel está en medio de una celebración familiar. Se sienten bien. ¡Tienen un rey! ¡Derrotaron a los amonitas! Las cosas realmente están mejorando. Con mucha expectativa ellos se reúnen para recibir la bendición de su padre.

Entonces Samuel se dirigió a todo Israel: —He hecho lo que me han pedido y les he dado un rey. Ahora el rey es su líder. Estoy aquí delante de ustedes —un hombre ya viejo y canoso— y mis hijos les sirven. He sido su líder desde mi niñez hasta el día de hoy. Ahora testifiquen contra mí en presencia del Señor y ante su ungido. ¿A quién le he robado un buey o un burro? ¿Alguna vez he estafado a alguno de ustedes? ¿Alguna vez los he oprimido? ¿Alguna vez he aceptado soborno o he pervertido la justicia? Díganmelo y corregiré cualquier cosa incorrecta que haya hecho. (1-3, NTV)

No es exactamente lo que esperaban oír, pero los ancianos tienen una tendencia a ser malhumorados. ¿Por qué? Hay algo que sucede a menudo con un hombre a lo largo de los años. Él se esfuerza para ser todo lo que un hombre debe ser: Un buen esposo y padre, exitoso en el trabajo y financieramente seguro, un buen cristiano y líder en la iglesia (si es un creyente). Pero a través de los años crece un intenso revoltijo de emociones, tanto que es difícil de expresar o incluso comprender:

  • Hay fracasos y rechazos.
  • Él tiene un amor profundo por su esposa, pero anhela una mayor intimidad.
  • Está preocupado por sus hijos.
  • El tiempo pasa demasiado rápido, y se siente fuera de control.

Cuando mezcla todo eso, y más, un anciano puede parecer gruñón. Muchos hombres simplemente se retiran a algún pasatiempo, al bar, a sus animales – o a la iglesia. No saben cómo manejar todas esas emociones. Pero mira más allá del dolor y lo que necesitan es amor y afirmación. Todavía tienen algo importante que decir. Podemos aplacarlos para silenciarlos y evitar sus quejas. A veces otros quieren que simplemente desaparezcan. Eso es lo que sucedió aquí. Se puede ver por la rapidez con que responden a Samuel. Dicen lo que ellos creen que él quiere oír:

—No nos has defraudado —respondieron—; tampoco nos has oprimido ni le has robado nada a nadie. (4)

El entusiasmo del pueblo se ha ido. Se sienten pequeños, como un niño regañado por mami o papi. Es difícil que te recuerden tu pecado. Te gustaría olvidarlo. Quieres que todo esté bien, pero la vida no funciona así. No puedes seguir adelante hasta que lo resuelvas. En tu corazón ya sabes muy bien que hiciste mal. Tu esposa, tu patrón, Dios – todos tienen quejas legítimas contra ti. Te sientes frustrado y puedes preguntar “¿Qué más quieres de mí?” Pero el único remedio es arrepentirse y hacer frente a las consecuencias.

Ya Samuel sabe que ellos no han escuchado su corazón, pero es difícil para los hombres hablar de su dolor, y Samuel todavía tiene que decir algo. Va a centrarse en Dios. Ya sea conscientemente o no, de alguna manera Samuel quiere producir culpa en el pueblo.

—El Señor y el rey que él ha escogido son testigos de que ustedes no me han encontrado culpable de nada —recalcó Samuel.

—Así es —afirmaron.

Además, Samuel dijo al pueblo: —El Señor es quien actuó por medio de Moisés y de Aarón, sacando de Egipto a los antepasados de ustedes.  Por lo tanto prepárense, que en presencia del Señor voy a discutir con ustedes acerca de todos los beneficios que él les ha hecho a ustedes y a los antepasados de ustedes. (5-7, DHH)

Más allá de sus críticas y su mal humor, a Samuel le preocupa la relación de Israel con Dios. Se siente en parte responsable por ella. Durante muchos años él ha predicado fielmente la Palabra de Dios y todavía no la obedecen. Ahora él está retirándose. Sus hijos no pueden ocupar su lugar. No habrá otro profeta prominente hasta el reinado de David. Samuel sabe que Saúl está heredando una situación difícil. Será de gran ayuda para el nuevo rey si el pueblo está bien con Dios. Samuel sabe que necesitan un avivamiento. Él va a descansar tranquilo si puede entregarle a Saúl un pueblo arrepentido.

»Y ahora, préstenme atención y observen con sus propios ojos algo grandioso que el Señor va a hacer. Ahora no es tiempo de lluvias sino de cosecha. Sin embargo, voy a invocar al Señor, y él enviará truenos y lluvia; así se darán cuenta de la gran maldad que han cometido ante el Señor al pedir un rey.

Samuel invocó al Señor, y ese mismo día el Señor mandó truenos y lluvia. Todo el pueblo sintió un gran temor ante el Señor y ante Samuel, y le dijeron a Samuel: —Ora al Señor tu Dios por nosotros, tus siervos, para que no nos quite la vida. A todos nuestros pecados hemos añadido la maldad de pedirle un rey. (16-19)

¿Qué opinas de Samuel invocando el trueno y la lluvia? ¿Fue demasiado sensacional? ¡Definitivamente fue un paso de fe! ¡Pero Dios honró su petición! Samuel no estaba exaltándose a sí mismo, y ahora Dios tiene la atención del pueblo. Claro, Samuel dejó que sus prejuicios personales afectaran su mensaje. Pero, ¿quién no? Cuando miras más allá de ellos, vemos la gran sabiduría de Samuel, y lo que aún podemos hacer hoy para estar bien con Dios. La historia de Israel hubiera sido muy diferente si Saúl y el resto de la nación hubieran seguido lo que Samuel predicó. Básicamente se trata de lo que debería suceder en la iglesia cada semana, o cuando buscamos a Dios en un tiempo devocional:

  • Adoras a Dios, ves su poder revelado o lees la Biblia. Así obtienes una visión fresca de quién es Dios.
  • Tienes la oportunidad de humillarte, ser honesto y confesar tu pecado. Pero no termina ahí; Dios te llama al arrepentimiento, a dejar tu pecado, dar la vuelta y seguirlo.
  • Dios te enseña una nueva forma de vida, a través de tu propio estudio de la Palabra, la predicación y la enseñanza en la iglesia y la guía de su Espíritu Santo. Entonces tú tienes que decidir si vas a obedecerlo o no.

Sé asombrado por el poder de Dios

Samuel les recordó su pecado. Los israelitas pensaban que todo estaba bien, pero se habían olvidado de Dios. Ellos habían esperado una bendición de Samuel y un sermón agradable. Luego podrían volver a sus rutinas y seguir haciendo lo que sentían ganas de hacer. Ellos necesitaban un recordatorio de quién es Dios. Una tormenta mostraría el poder de Dios, vindicaría a Samuel y condenaría a la gente de su ofensa por pedir un rey. Casi nunca llueve en Canaán durante la cosecha, así que la lluvia y el trueno tuvieron el efecto deseado.

Es fácil olvidar que Él es el Creador Todopoderoso y el Señor del Universo, y nosotros somos su creación pecaminosa. ¿Eres tú como los israelitas, asistiendo a la iglesia de costumbre, en busca de tu bendición? ¿Estás tan ocupado con las actividades de la iglesia que has olvidado quién es Dios? Es fácil pensar que todo está bien, cuando en realidad hay fallas graves en tu relación con el Señor. Es posible que Él tenga que despertarte para ver que es un santo, todopoderoso Dios, y reconocer la profundidad de tu pecado contra Él. ¿Sientes reverencia o temor de Dios? ¿Cuándo fue la última vez que viste su poder y grandeza? ¿Ha utilizado Dios una señal dramática para llamar tu atención? ¿Necesitas una señal ahora?

Dios está listo a perdonar a los israelitas, pero nunca habían reconocido la forma en que lo rechazaron cuando pidieron un rey. Para tener una relación sana con Dios, necesitas un arrepentimiento genuino.

Arrepentimiento

Al darse cuenta de su error, los israelitas humildemente le piden a Samuel que interceda por ellos. Podríamos esperar que él aproveche de la oportunidad para regañarlos de nuevo, pero ahora les da el consejo de un padre. Puede que no sea el mensaje de aliento que Israel esperaba, pero es la verdad, y eso es lo que necesitamos. Puede que no te guste todo lo que la Biblia dice, pero Dios es justo. Él nos ha dado su Palabra para enseñarnos lo bueno y lo malo, y hacer claro lo que espera de nosotros. El problema es que a menudo no queremos obedecerlo.

Si ustedes y el rey que los gobierne temen al Señor su Dios, y le sirven y le obedecen, acatando sus mandatos y manteniéndose fieles a él, ¡magnífico! En cambio, si lo desobedecen y no acatan sus mandatos, él descargará su mano sobre ustedes como la descargó contra sus antepasados. (14-15)

—No teman —replicó Samuel—. Aunque ustedes han cometido una gran maldad, no se aparten del Señor; más bien, sírvanle de todo corazón. No se alejen de él por seguir a ídolos inútiles, que no los pueden ayudar ni rescatar, pues no sirven para nada.  Por amor a su gran nombre, el Señor no rechazará a su pueblo; de hecho él se ha dignado hacerlos a ustedes su propio pueblo.  En cuanto a mí, que el Señor me libre de pecar contra él dejando de orar por ustedes. Yo seguiré enseñándoles el camino bueno y recto.  Pero los exhorto a temer al Señor y a servirle fielmente y de todo corazón, recordando los grandes beneficios que él ha hecho en favor de ustedes. Si persisten en la maldad, tanto ustedes como su rey serán destruidos. (20-25)

Habiendo reconocido quién es Dios y que necesitamos su gracia, estamos listos para seguir adelante. Él nos asegura su amor y cuidado, y nos da tres consejos sabios para ayudarnos a prosperar.

Sirve al Señor con todo tu corazón

Ahora que su relación con Dios está bien, pueden servirle. No es suficiente solo creer en Él, o servirle de mala gana. Tenemos que servirle con todo el corazón. Por naturaleza, no queremos que nadie nos diga qué hacer. Queremos hacer las cosas a nuestra manera. ¡Fue por eso que Adán y Eva cayeron! La decisión de caminar en obediencia es esencial para superar nuestra naturaleza rebelde. Ahora Israel tiene un rey, y el rey y el pueblo tienen que seguir a Dios. Esto significa que un rey malvado impactará a toda la nación, y si persisten en hacer el mal, incluso un rey piadoso no va a salvarlos. La historia de Israel está llena de ambas experiencias.

Permanece cerca de Dios

La clave para prosperar es quedarse cerca de Dios. Hay dos peligros para evitar aquí:

En primer lugar, apartándose de Dios. Algunas personas se desaniman cuando se enfrentan a su pecado, y sienten que nunca pueden cumplir con los requisitos de ser cristianos. Pero no importa la gravedad de tu pecado, Dios te recibirá de nuevo. Él te ama y se alegra por tu arrepentimiento. Tú eres su hijo adoptivo, y su reputación está en juego. Él no quiere que nadie hable lo mal que trata a su familia.

El segundo peligro es permitir que los ídolos inútiles te alejen de Dios. Samuel probablemente estaba pensando en imágenes talladas, pero nuestros ídolos son diferentes: dinero, mujeres, fama, casas, carros, internet. Puede ser bueno en sí mismo, pero se convierte en un ídolo y es destructivo e inútil si es más importante que Dios. En lugar de tratar con el pecado y caminar con Dios, la tentación es llenar tu vida con trabajo, mujeres o algún proyecto – por lo general algo que tú puedes controlar.

No juegues con Dios

Las consecuencias de la desobediencia son graves:

  • La mano de Dios estará contra ti. Si alguna vez has experimentado eso, no es divertido. La vida se vuelve miserable. Todo lo que intentas hacer es frustrado.
  • Por último, serán destruidos.

Eso no es sólo para Saúl y los israelitas. Eso todavía aplica hoy si te apartas del Señor. ¡No juegues con Dios! Desafortunadamente, aunque hubo triunfos aquí y allá, Israel no pudo hacer estas elecciones simples. Dios tanto quería ayudarlos que envió a su propio Hijo a morir por ellos, ¡y por ti! Es sólo en una relación con Jesús que encuentras el poder y la capacidad para vivir esto. ¡Alabado sea Dios por Jesús! Y Dios no sólo envió a su propio Hijo, también envió el Espíritu Santo para que viviera dentro de ti y te diera el poder de hacer lo correcto.

La responsabilidad del líder

Aunque es su mensaje de despedida, no es el final del ministerio de Samuel. Él va a seguir haciendo dos cosas fundamentales y esenciales para cualquier persona en el liderazgo cristiano:

  1. Orar por la gente. Una buena manera de evaluar un líder es observar su vida de oración. Samuel dice que no orar es pecar contra Dios. Si no has estado orando por tu gente, los estás privando de algo muy importante. Confiésalo a Dios como un pecado.
  2. Enseñarles lo que es bueno y correcto. El líder que no enseña a su pueblo esos principios ha fallado. Demasiados pastores tienen miedo de hacer lo que Samuel hizo aquí: comunicar una palabra fuerte. Dios honrará su palabra. Su iglesia merece la verdad.

 ¿Necesitas un nuevo encuentro con Dios?

Si tú estás tratando de vivir como un cristiano por tu cuenta, es imposible. No hay nada malo en ti, simplemente no puedes hacerlo por ti mismo. Tal vez nunca has aceptado a Jesús como Señor y Salvador de tu vida. Nunca has experimentado el poder del Espíritu Santo. Pensaste que podrías hacerlo por tu cuenta, pero Dios te ha convencido de que lo necesitas. Pídele que te perdone y te llene con su Espíritu.

¿Necesitas una nueva visión de Dios? ¿Te has alejado de Él? ¿Te parece extraña la idea de vivir en lo sobrenatural? Tal vez tú pensaste que todo estaba bien, mientras que en realidad hay cosas en tu vida que no agradan a Dios. Pídele al Espíritu Santo que escudriñe tu corazón. Si es necesario, arrepiéntete. Es hora de tomar en serio la obediencia, buscar a Dios con todo tu corazón, y dejar de lado los ídolos inútiles. Dios no te va a rechazar, pero antes de que puedas seguir adelante, tienes que reconocer y sinceramente confesar cualquier pecado.

 

La importancia de misericordia: 1 Samuel 11: 12-15

De repente la popularidad de Saúl aumentó, y al mismo tiempo se fortaleció su confianza y auto-imagen. Ahora Saúl es un héroe, y el pueblo está listo para tomar medidas drásticas contra aquellos que cuestionaron su elección como rey. El pueblo entonces dijo a Samuel: ¿Quiénes son los que decían: ¿Ha de reinar Saúl sobre nosotros? Dadnos esos hombres, y los mataremos. (12, RVR)

Es extraño que hayan hablado con Samuel. Es cierto que Saúl era joven. Tal vez para muchos en Israel, el anciano profeta era todavía su líder, pero Samuel no tuvo la oportunidad de responder. Algo había cambiado: —¡Nadie va a morir hoy! —intervino Saúl—. En este día el Señor ha librado a Israel. (13)

Sólo podemos adivinar la ira y la vergüenza que Saúl había interiorizado cuando él guardó silencio frente a los alborotadores que se burlaron de él. Ahora la gente quiere matarlos. Saúl, el cobarde que se escondió en el equipaje, con gusto habría permitido a otros hacer su trabajo sucio. Pero este es un Saúl diferente, que ha visto el poder y la gloria de Dios. No se derramará sangre judía para distraer de la gran victoria que Dios les dio. Él elige mostrar misericordia.

Tú puedes llevar recuerdos vívidos del padre que te maltrató, o del profesor que se burló de ti frente a toda la clase, o del compañero de trabajo que destruyó tu reputación para conseguir su propia promoción, o del hombre que durmió con tu esposa. Hay un poder tremendo en ese dolor y esa rabia. La  venganza puede parecerte muy atractiva. La forma en que tú elijas manejar las ofensas y la injusticia tendrá un gran impacto en tu crecimiento en Cristo y en el uso adecuado de la autoridad que Cristo te ha dado.

Tres formas de responder a ofensas

La primera respuesta de Saúl, en 1 Samuel 10, fue internalizar la ira. Guardó silencio, paralizado e impotente, como un niño que no puede responder a su padre o al matón del barrio. Es cierto que Jesús nos enseña a poner la otra mejilla, pero lo hacemos desde una posición de fuerza. El que tenía el mismo nombre que Saúl, el Apóstol Pablo, aprobó el apedreamiento de Esteban (Hechos 8:1). Pero él también conocía bien el abuso de los alborotadores. Después Pablo escribió:

No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal. (Romanos 12:17-21, RVR)

No confundas la interiorización de tu ira, como lo hizo Saúl, con poniendo la otra mejilla y permitiendo que Dios se vengue de tus enemigos.

Más tarde en su vida Saúl tomó casi el enfoque opuesto. Cuando el Espíritu Santo lo dejó, se convirtió, consumido por celos, y trató de matar a David, su enemigo percibido. Si tú no estás caminando en el Espíritu, puedes dedicar gran energía, tiempo e incluso dinero tratando de vengarte de aquellos que te han ofendido. La naturaleza humana exige justicia. Pero ten cuidado; tu percepción puede ser nublada por tu ego herido y dañado. ¿Cómo responderías si alguien se ofreciera castigar a quienes te han hecho mal? Los israelitas esperaban que Saúl les agradeciera: “Guau, ustedes son súbditos muy leales. Permítanme darles puestos importantes en mi nuevo gobierno.” Es posible que buscaran su favor, pero Saúl miró más allá de la ofensa, eligió la misericordia, y paró el hablar de venganza. Fue una de las únicas veces que vemos verdadero carácter en Saúl. Algunos dirían que un verdadero hombre expresa su ira y se venga de sus enemigos. Pero, con la ayuda de Dios, Saúl tomó el camino más fuerte y más difícil: perdonó a quienes lo habían lastimado, y les mostró misericordia.

Dios puede darte el poder de perdonar, amar a tus enemigos y orar por aquellos que te persiguen. Él te salvó por su gracia y misericordia cuando estabas en esclavitud al pecado. Él eligió pasar por alto cuan profundamente lo habías agraviado. Cuando te das cuenta de que tú eres tan pecaminoso como los que te han lastimado, es difícil condenarlos. Puedes dejar de lado tu ira y el deseo de venganza. Cuando Dios ha cambiado tu vida y te ha dado la victoria, no hay necesidad de perseguir a viejos enemigos y resolver viejas deudas. Déjalos ir, y que Dios se ocupe de ellos.

¿Tienes miedo de que te lastimen de nuevo o se aprovechen de ti? No sabemos cómo respondieron estos hombres, pero no hay registro de más problemas con ellos. Con la victoria de Saúl y su nueva demostración de fuerzas interiores, los burladores pueden haber sido condenados por sus actitudes.  Incluso podrían haberse convertido en sus seguidores. Saúl actuó con integridad, por lo que sus ataques continuos sólo les harían que parecieran débiles.

Una llamada para celebrar

Saúl tuvo un comienzo lento, dominado por su inmadurez, timidez y la burla de los alborotadores. Pero ahora ha cambiado, y Samuel, en su sabiduría, se dio cuenta de que era hora de celebrar.

—¡Vengan! —le dijo Samuel al pueblo—. Vamos a Guilgal para confirmar a Saúl como rey.

Todos se fueron a Guilgal, y allí, ante el Señor, confirmaron a Saúl como rey. También allí, ante el Señor, ofrecieron sacrificios de comunión, y Saúl y todos los israelitas celebraron la ocasión con gran alegría. (14-15)

Samuel no quería a un rey, pero ahora está a la cabeza de la reafirmación de la monarquía. Guilgal era un lugar apropiado, porque fue allí donde Josué levantó doce piedras después de que Israel cruzó el Jordán a la tierra prometida: “Lo hizo para que todas las naciones de la tierra supieran que la mano del Señor es poderosa, y para que ustedes temieran al Señor su Dios para siempre.” (Josué 4:24)

Probablemente no habría sido una celebración si Saúl hubiera matado a los alborotadores. Cuando estás decidido a  vengarte, es difícil entrar en la presencia del Señor, pero cuando adoras a Dios, te olvidarás de aquellos que te traicionaron. Mostrar misericordia como lo hizo Saúl produce alegría. Con adoración y fiesta se regocijaron en la bondad, la fidelidad y la provisión de Dios. Estar en su presencia no tiene que ser solemne.  A los judíos les encanta celebrar. ¡Sería útil tener más celebraciones en nuestras iglesias!

Samuel tenía otra razón para llamar al pueblo a Guilgal. Ahora que Saúl había demostrado que podía ser un rey eficaz, Samuel sintió que era hora de retirarse, aunque continuaría como un mentor para Saúl. Utilizó esta reunión para pronunciar su discurso de despedida.

¿Tienes que mostrar misericordia a alguien?

¿Tú has tratado de olvidar las ofensas, empujándolas al fondo de tu mente? ¿O están tus pensamientos dominados por la ofensa? ¿Estás tentado a tomar las cosas en tus propias manos y vengarte de la persona que te traicionó, ya sea por difamación o por realmente lastimarla? ¿Te consumen los pensamientos de venganza, como lo fue Saúl más tarde? Esas cosas no funcionan. No es que tu ira no sea justificada. Nadie diría que lo que hicieron fue correcto, pero Dios está llamándote a tomar una postura más valiente y más fuerte. Decide ahora no buscar venganza. Pide ayuda a Dios. Como Él te ha perdonado, escoge mostrar misericordia y perdonar. Sentirás una tremenda liberación, y tú también adorarás y celebrarás en la presencia del Señor.

 

Saúl se recupera: I Samuel 11: 1-11

Hasta ahora podría parecer que Dios se equivocó cuando escogió a Saúl como el primer rey de Israel. Después de su experiencia dramática con el Espíritu Santo, ha sido cuesta arriba para Saúl. Los enemigos de Israel rieron cuando recibieron noticias de este muchacho cobarde que sería rey. Es el momento perfecto para atacar el país.

Najás el amonita subió contra Jabés de Galaad y la sitió. Los habitantes de la ciudad le dijeron: —Haz un pacto con nosotros, y seremos tus siervos.

—Haré un pacto con ustedes —contestó Najás el amonita—, pero con una condición: que les saque a cada uno de ustedes el ojo derecho. Así dejaré en desgracia a todo Israel.

—Danos siete días para que podamos enviar mensajeros por todo el territorio de Israel —respondieron los ancianos de Jabés—. Si no hay quien nos libre de ustedes, nos rendiremos. (1-3)

Como de costumbre, Saúl está ausente. Sin liderazgo y sin esperanza de victoria, Jabés ni siquiera quería pelear. Si ellos se someten a Najás, serán sus esclavos. Pero Najás quería aún más: Él iba a deshonrar a todo Israel, sacando el ojo derecho de cada hombre. Y no había garantía de que Najás no terminara matando todos los habitantes de Jabés.

Hoy no es tan diferente. Hay pocos hombres valientes de Dios. La falta de líderes fuertes nos hace vulnerables a los ataques enemigo. En lugar de resistir a Satanás, nos rendimos a él, o hacemos acuerdos con él. Le rendimos partes de nuestras vidas porque estamos cansados ​​de la lucha. Eso es arriesgado. Cuando tú le entregas algo, el diablo exige más. Él quiere tu ojo derecho también. Comienza a edificar una fortaleza en tu corazón. Su propósito es matarte. Y tus acuerdos con Satanás traen deshonra a Jesucristo y su Iglesia; lo hemos visto con demasiada frecuencia.

Sin embargo, Jabés no estaba listo para aceptar la derrota. En su desesperación, enviaron mensajeros a todo Israel, en el caso improbable de que alguien viniera a ayudar. Aparentemente, ni siquiera pensaron en Saúl, ni esperaron su ayuda.

Cuando los mensajeros llegaron a Guibeá, que era la ciudad de Saúl, y le comunicaron el mensaje al pueblo, todos se echaron a llorar.  En esos momentos Saúl regresaba del campo arreando sus bueyes, y preguntó: «¿Qué le pasa a la gente? ¿Por qué están llorando?» Entonces le contaron lo que habían dicho los habitantes de Jabés. (4-5)

¿Por qué estaba Saúl en el campo? ¿Se olvidó de su elección como rey? Parece que simplemente volvió a su vida vieja de campesino. Eso también les sucede a muchos cristianos. Aceptan a Cristo y se involucran en todas las actividades de la iglesia. Se bautizan y reciben el Espíritu Santo. Sus amigos hacen comentarios acerca de su conversión y se burlan de ellos, tal como los hombres insolentes lo hicieron con Saúl. Experimentan todo lo que un verdadero cristiano debe experimentar, pero luego caen de nuevo en su vida vieja como si nada hubiera pasado.

Saúl fue cambiado en un hombre nuevo. Dios le mandó que hiciera todo lo que le vino a su mano, porque estaba con Saúl. ¿Pero fue arar el campo con sus bueyes lo mejor que podía hacer? Tal vez Israel no hubiera sido humillado ante su enemigo si Saúl estuviera haciendo su parte como rey.

Cuando Saúl escuchó la noticia, el Espíritu de Dios vino sobre él con poder. Enfurecido, agarró dos bueyes y los descuartizó, y con los mensajeros envió los pedazos por todo el territorio de Israel, con esta advertencia: «Así se hará con los bueyes de todo el que no salga para unirse a Saúl y Samuel.» (6-7)

Saúl pudo olvidar su llamado, pero Dios no se había olvidado de Saúl. Saúl no estaba en la iglesia o buscando a Dios. No hubo profetas alrededor. Saúl no hizo nada. Estaba regresando con sus bueyes, cuando oyó al pueblo llorar. Algo lo conmovió profundamente en el espíritu. Mi hermano, ¡deja que el Espíritu de Dios te toque cuando oigas de las necesidades de su pueblo! ¡No endurezcas tu corazón al sufrimiento que te rodea!

Saúl parecía un fracaso total como rey. ¿Qué sucedió que lo cambió de un muchacho que trabajaba en el campo con sus bueyes, a un poderoso guerrero? El Espíritu Santo lo llenó después de su encuentro con Samuel, y ahora el Espíritu vino sobre él de nuevo. Y en un momento el Espíritu lo transformó en una persona diferente.

Saúl guardó silencio frente a sus acusadores. Interiorizó su ira. Pero ahora de repente esa ira se despertó. Muchos hombres no saben cómo manejar su ira. Algunos han sufrido tantos problemas a causa de ella que hacen todo lo posible para reprimirla, pero la ira no es mala. Dios es un dios de ira, y Él puede usar la ira justa contra el enemigo, la injusticia o el pecado. Dios quiere hombres apasionados. Si sigues reprimiendo tu ira, puedes perder tu pasión. Dios te ayudará a manejarla, para que no seas dominado por ella. La ira puede motivarte a actuar. Saúl descuartizó los bueyes que trajo del campo. Eran una parte importante de su vida vieja, pero ya no los necesita. Ahora la cuestión es ¿habrá alguien que siga a este joven rey que nunca había hecho nada?

El temor del Señor se apoderó del pueblo, y todos ellos, como un solo hombre, salieron a la guerra. Saúl los reunió en Bézec para pasar revista, y había trescientos mil soldados de Israel y treinta mil de Judá. Luego les dijo a los mensajeros que habían venido: «Vayan y díganles a los habitantes de Jabés de Galaad: “Mañana, cuando más calor haga, serán librados.” »

Los mensajeros fueron y les comunicaron el mensaje a los de Jabés. Éstos se llenaron de alegría y les dijeron a los amonitas: «Mañana nos rendiremos, y podrán hacer con nosotros lo que bien les parezca.»

Al día siguiente, antes del amanecer, Saúl organizó a los soldados en tres columnas. Invadieron el campamento de los amonitas, e hicieron una masacre entre ellos hasta la hora más calurosa del día. Los que sobrevivieron fueron dispersados, así que no quedaron dos hombres juntos. (7-11)

Parece que hay muy poco de ese temor o reverencia hoy; ¡qué el temor del Señor caiga sobre su pueblo!

De la noche a la mañana Saúl formó un ejército de 330.000 hombres. Pero ahora hay otro problema: Por lo que sabemos, Saúl nunca había luchado con más que unos animales salvajes, mucho menos dirigir un vasto ejército contra guerreros experimentados. Pero, para Dios, eso no es un problema. El Espíritu de Dios no sólo llenó a Saúl de furia, sino que también lo equipó para la batalla, y lo convirtió en un líder fuerte. Con valentía, en fe, le envió un mensaje a Jabés de que la ciudad sería librada al día siguiente. Y así sucedió. Saúl condujo al ejército en una victoria decisiva, y Jabés fue liberada. ¡Qué transformación increíble del joven rey!

Tú puedes experimentar el mismo poder

¿Te enfrentas a nuevos retos que te parecen más de lo que puedes manejar? Ésta fue la segunda vez que el Espíritu vino sobre Saúl con poder. Hasta ahora parece que Saúl había apagado al Espíritu, o tal vez nunca necesitaba su poder. ¡No se necesita mucha unción para arar un campo!

Es posible que el Espíritu te haya llenado hace años, pero ahora esa experiencia te puede parecer muy lejana. Tú necesitas que el Espíritu venga sobre ti con poder – por primera vez, o la quincuagésima. Un caminar diario en el poder del Espíritu Santo es tu mejor defensa contra los ataques del enemigo. Si quieres experimentar su poder, descubre lo que Dios está haciendo e identifícate con su pueblo. Ve a las líneas del frente y lucha contra el enemigo. Si no estás en un lugar donde Dios te puede usar para evangelizar o ministrar, es posible que nunca podrás experimentar la plenitud del Espíritu. Dios no nos da su Espíritu para sentirse bien o impresionar a otros con sus dones. El Espíritu se apoderará de ti para una tarea, cuando das ese paso de fe.

Los planes de Saúl para esa noche – y para los próximos meses – fueron interrumpidos dramáticamente. Como los pescadores que abandonaron todo para seguir a Jesús. ¿Estás dispuesto a cambiar tus planes drásticamente?

¿Te llena de ira santa ver lo que está sucediendo en la iglesia o en tu país? Dios no nos llama a juzgar o condenar a una parte del Cuerpo que está siendo atacado. Otros judíos no juzgaron a Jabés ni los llamaron débiles porque el enemigo vino contra ellos, pero muchas veces eso es lo que hacemos con otros cristianos. Cuando el Espíritu venga sobre ti, te dará poder para desafiar al enemigo. ¿Podría Dios usarte para despertar a su pueblo? ¿Por qué no? Saúl exigió a todos que formen parte del esfuerzo – ¡o que sus bueyes sean descuartizados! La gente salió como un solo hombre. ¡No hay indicios de que Saúl haya tenido que cortar ningún buey! Un hombre ungido por el Espíritu atraerá a otros hombres para luchar. Se juntan alrededor de una tarea. Esa unidad es más urgente en la batalla. ¿Qué tipo de impacto tendrían en tu país si los creyentes se unieran como un solo hombre? ¿Te imaginas la victoria sobre el enemigo? Qué el temor – ¡el terror! – de Dios caiga sobre la iglesia para que pongamos a un lado nuestras diferencias, luchemos contra el enemigo juntos y veamos la liberación de Dios.

¡Qué cambio tan increíble para ese joven que estaba escondido en el equipaje! Como Saúl, todos nosotros hemos fracasado. Es parte de ser humano. Puedes descender en una espiral descendente, sentir que ya has pecado demasiado, y que no hay esperanza ni retorno. Puedes aceptar las mentiras que tú tienes que demostrar tu valía y trabajar para ganar el favor de Dios otra vez, o pensar que Dios nunca te volverá a usar. Pero Dios está allí, esperándote, anhelando que regreses y ocupes el lugar que te corresponde en la familia. Él quiere tocar tu corazón endurecido y herido. Tan rápido que te caíste, tú puedes volver al Señor, listo para la batalla.