Cuando hace buen tiempo, la mayoría de nosotros navegamos bien. Pero en este mundo las tormentas son garantizadas. Si no planeamos para la tormenta, puedes volverte loco y hasta morir cuando llegue, porque no estás preparado. Tu éxito en las batallas de esta vida depende en gran medida de lo que hiciste de antemano.
Saúl no estaba listo para la batalla, y ahora es casi seguro que un desastre le espera:
- Había fracasado como rey.
- Apenas recibió la noticia que perdería su reino debido a su desobediencia.
- Casi todos – ¡incluso Samuel! – lo abandonaron.
Saúl estaba angustiado y desesperado, pero el enemigo no se retira. Saúl todavía tenía que luchar con los filisteos.
Saúl y su hijo Jonatán, junto con sus soldados, se quedaron en Gueba de Benjamín, mientras que los filisteos seguían acampados en Micmás. Del campamento filisteo salió una tropa de asalto dividida en tres grupos: uno de ellos avanzó por el camino de Ofra, hacia el territorio de Súal; otro, por Bet Jorón; y el tercero, por la frontera del valle de Zeboyín, en dirección al desierto.
En todo el territorio de Israel no había un solo herrero, pues los filisteos no permitían que los hebreos se forjaran espadas y lanzas. Por tanto, todo Israel dependía de los filisteos para que les afilaran los arados, los azadones, las hachas y las hoces. Por un arado o un azadón cobraban ocho gramos de plata, y cuatro gramos por una horqueta o un hacha, o por arreglar las aguijadas. Así que ninguno de los soldados israelitas tenía espada o lanza, excepto Saúl y Jonatán. (16-22)
Tú puedes tener tus dudas acerca de la competencia del gobierno de tu país, pero esto es increíble: Los pocos soldados que quedaron van a luchar contra los filisteos – sin armas. ¡Un ejército sin espada o lanza! Qué locura, ¿verdad? Absolutamente, pero nosotros hacemos lo mismo. Entramos en la batalla sin armas, pensando que Dios nos salvará, o de alguna manera saldremos bien. Muchos pasan por la vida así. Ya sea por falta de preparación o por circunstancias fuera de tu control, la vida es abrumadora. Por supuesto Dios puede intervenir, pero tu preparación puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte. Tu fuerza y recursos pueden agotarse, pero si estás preparado, tú puedes prevalecer. ¿Tienes seguro para tu carro o casa, en caso de accidente o catástrofe? Tu preparación para las batallas es tu seguro. No es una falta de fe. Es obediencia a lo que Dios nos manda a hacer en su Palabra. Prepárate ahora para batallas inesperadas. Es demasiado tarde para buscar armas en el día de la batalla. No seas como las vírgenes que fueron a buscar aceite en el último momento (Mateo 25:1-13). He pasado por varios huracanes. Cuando llegan los vientos y la lluvia, es demasiado tarde para cubrir las ventanas y asegurar las puertas. Descubres rápidamente si estás bien preparado o no.
Obediencia: La mejor preparación para la victoria en la batalla
Saúl acaba de perder su reino por desobedecer una orden aparentemente insignificante sobre un sacrificio. La mejor estrategia para una victoria en la batalla es desarrollar un hábito de obediencia escrupulosa. Es simple, pero el concepto es bíblico:
- Dios quiere que triunfes.
- Él sabe todo sobre el enemigo y cómo derrotarlo.
- Si caminas en obediencia a Dios, Él dirigirá tus pasos hacia la victoria.
Tú puedes tener todas las armas, pero si no estás obedeciendo a Dios, no te servirán. Tú puedes leer todos los libros sobre la guerra espiritual y conocer todas las tácticas para derrotar al enemigo, pero si tu vida no está alineada con la Palabra de Dios, no te ayudará mucho. Las armas son peligrosas e ineficaces en las manos de un soldado que no sigue las órdenes. Él tiene que pasar meses de entrenamiento básico para aprender la obediencia a sus superiores. Cuando ellos estén confiados de que obedecerá, le dan armas y le enseñan cómo usarlas. Si tienes un problema con la obediencia, comienza aquí. Es tu fundamento para la victoria en la batalla.
No hagas acuerdos con el enemigo
¿Notaste el acuerdo absurdo que hizo Israel? ¡Tenían un acuerdo no escrito de que los filisteos harían todo su trabajo de herrería! A los israelitas no se les permitió hacerlo, y eso después de años de guerra entre las dos naciones. ¡Los filisteos podrían haber colocado agentes en Israel para denunciar cualquier herrero ilegal! Saúl no hizo el acuerdo, pero como rey, era responsable de guardar la ley de Dios. Él debe saber cómo se entristece al Señor entrar en pactos con una nación pagana: «Cuando el Señor tu Dios te las haya entregado y tú las hayas derrotado, deberás destruirlas por completo. No harás ningún pacto con ellas, ni les tendrás compasión.» (Deuteronomio 7:2) Eso suena duro, pero Dios siempre tiene un propósito por sus mandamientos, aunque puede no ser obvio inmediatamente.
Muchos de nosotros tenemos acuerdos no escritos con el enemigo; arreglos que parecen beneficiosos. Israel aceptó su engaño: “Los filisteos sólo quieren ayudarnos porque no tenemos las herramientas o habilidades necesarias. ¡Incluso nos dan un descuento!” ¡No lo creas! Puede ser la mejor persona. Parece una locura pensar que podrían estar trabajando para el diablo. Probablemente había buenas amistades entre los judíos y sus herreros filisteos. Olvidaron que ellos adoraban a otro dios y sus líderes los querían muertos. Costará más tiempo y dinero, pero Israel debería haber rechazado la oferta.
Como Saúl estaba aprendiendo, los filisteos eran en realidad el enemigo. La gente más simpática del mundo todavía puede ser utilizada por nuestro enemigo. No quiero decir que estén poseídos por demonios o que no debes tener nada que ver con ellos. Pero si no son parte del reino de Dios, Satanás puede engañarlos y usarlos para lograr sus propósitos, el principal de los cuales es tu destrucción. Cuando intentamos salir de esos acuerdos, Satanás lo hace casi imposible. ¿Recuerdas la prohibición contra un yugo desigual? (2 Corintios 6:14)
¿Qué acuerdos has hecho?
¿Cuáles son algunos de los pactos, acuerdos o alianzas que has hecho con el enemigo? Aquí hay algunos de los más comunes:
Matrimonio. En la relación más íntima, muchos creyentes entran en yugos desiguales con los incrédulos, que resultan en angustia sin fin y se alejan de Cristo. Y no puedes retirarte de este acuerdo. La Biblia no permite el divorcio porque te casaste por error con un incrédulo. Si ella decide irse, tú estás libre de ese compromiso, pero de lo contrario tienes que vivir con las consecuencias de tu decisión.
Negocios. Conocí a muchos hombres que estaban en la cárcel porque hacían negocios con el enemigo. Obviamente, si tú tienes un negocio, no puedes tratar exclusivamente con los cristianos. Pero cuando haces alianzas con los incrédulos, puedes esperar problemas.
Política. Ten cuidado con la participación en la política y el gobierno. Es posible hacer acuerdos con los filisteos. Israel confió en su enemigo (una nación dedicada a su destrucción) por las necesidades diarias. ¿Somos demasiado dependientes de las dádivas del gobierno? He visto a organizaciones cristianas atadas por todas las reglas de gobierno que deben mantener para recibir sus fondos o aprobación.
Otros han sido atrapados por las drogas y el alcohol. Muchos corren a los filisteos para su entretenimiento y educación. La dependencia de Israel se convirtió en una debilidad mortal. ¿Cómo estás dependiendo del enemigo? ¿Cómo puedes romper esos acuerdos?
Conoce a tu enemigo
Israel también mostró una ignorancia espantosa de su enemigo. Parecían muy cómodos con este acogedor arreglo con los herreros filisteos. Ellos no pensaron en todo el dinero que estaban dando a su enemigo. No se dieron cuenta de lo peligroso que era no tener forma de fabricar armas.
Mientras tanto, como suele ser el caso, el enemigo era muy astuto, asegurándose de que Israel tuviera que seguir viniendo a ellos. Era obvio que Israel no sería una gran amenaza si pudieran mantenerlo dependiente. En las batallas de hoy, el mundo con frecuencia nos engaña. Ellos saben exactamente lo que se necesita para obligar a la gente a depender de ellos, gastando miles de millones en publicidad y una amplia investigación de mercado. Y, como Israel, estamos contentos de llenar nuestras mentes con sus engaños, y no vemos la trampa. Cuando la batalla se vuelve intensa, nos preguntamos por qué estamos perdiendo.
Sé inteligente acerca de tu enemigo. No seas acogedor con él o con su sistema mundial. Estudia cómo Satanás ha atrapado a la gente en el pasado. Mira el mundo y observa sus métodos. Conoce sus tácticas para que puedas reconocer el acuerdo que te ofrezca – y rechazarlo.
Prepara tus armas
Si tú eres un cristiano, ya estás en el campo de batalla. Asegúrate de que tus armas estén en orden. ¿Qué son? Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas. Nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. (2 Corintios 10:4, Efesios 6:12)
Algunos cristianos llevan las armas del mundo y luchan como el mundo. En el tribunal, utilizan el sistema legal. En el gobierno, usan la política. Si vamos a participar en los tribunales o el gobierno, tenemos que asegurarnos de que estamos luchando con armas espirituales.
Las armas de nuestra milicia
Hay muchos buenos libros sobre la guerra espiritual, pero quiero mencionar cinco de nuestras armas más importantes:
- Oración. ¿Cómo es tu vida de oración? ¿Vas a perder la batalla porque nunca has aprendido a usar esta arma? Mucho más allá de llevar peticiones a Dios, necesitas la oración de guerra, dirigida por el Espíritu. ¿Estás orando regularmente con otros creyentes?
- La Palabra de Dios, la espada del Espíritu. Tal como Israel corrió a los filisteos para conseguir sus armas, muchos cristianos corren al enemigo por su espada. Sus creencias y cosmovisión están más conformadas por los medios de comunicación y los pensadores brillantes del mundo que la Biblia. Tú perderás la batalla de esa manera. Una espada colgada en tu pared no te ayudará en el campo de batalla, ni tampoco una Biblia acostada en tu estante. ¿Cuánto de ella realmente está en tu corazón? Estudia la Palabra, y proclámala como lo hizo Jesús cuando fue tentado por el enemigo.
- Adoración. Cuando comenzamos a adorar a Dios, el diablo huye. ¿Adoras a Dios en privado? ¿Entras en las alabanzas en tu iglesia? ¿O es el culto sólo entretenimiento – una manera de sentirse bien? ¿Estás aprovechando cada oportunidad para adorar a Dios?
- Unidad. Hay un gran poder en los hermanos cuyos corazones se entrelazan. Si el diablo nos puede dividir, puede derrotarnos. La oración unida es particularmente poderosa.
- La armadura espiritual en Efesios 6. Al igual que tu no saldrías de tu casa en ropa interior, no empieces el día sin ponerte tu armadura espiritual.
Saúl hizo una cosa más que era inexcusable. Él y su hijo Jonatán estaban armados, pero descuidó de armar a sus tropas. Si tú eres un pastor, esa es tu responsabilidad. No caigas en el pecado de Saúl de estar listo para la batalla, sin equipar a los creyentes a tu cuidado.
Ahora es el momento de comenzar a prepararte para la batalla. ¿Dónde has hecho pactos y acuerdos con el enemigo? Rompe esos acuerdos y confía en que Dios proveerá para ti. Alista tus armas. Tú tienes a un enemigo que quiere destruirte.