Saúl y David: 1 Samuel 16: 1-23

Introducción a la tercera parte de HECHO PARA REINAR

Este día que llamamos “vida” ya está llegando a su fin. Hemos experimentado la energía y la esperanza de la juventud, y el gozo y arduo trabajo de familia. Ahora el tiempo es más corto. Se pone el sol y pronto vendrá la noche. Es la tercera edad. Este es el momento de enfrentar las consecuencias de tus decisiones anteriores. Es una etapa de muchos cambios en la vida, pero una cosa no ha cambiado: el llamado de Dios para reinar. Es una promesa también, pero con una condición que hace que esta parte de la vida sea tan importante: Si perseveramos, también reinaremos con él (2 Timoteo 2:12, LBLA).

Es posible que hayas sufrido, pero si perseveras, resistes al enemigo y sigues caminando con Dios, tú experimentarás la plenitud de la autoridad que Él tiene para ti. Estarás listo para reinar con Cristo por la eternidad. Tu fe es sólida. Tú estás disfrutando una rica amistad con tus hijos, que tienen sus propias familias y carreras. Te deleitas con tus nietos. Con la ayuda de Dios, tú has resuelto los problemas en tu matrimonio, y disfrutas del amor maduro y la intimidad sexual. Manejaste bien tus finanzas e invertiste sabiamente, siempre ofrendando al Señor, y ahora puedes dar libremente y vivir cómodamente. Tú eres un miembro respetado y activo de tu iglesia y comunidad. Tomas algunos medicamentos o incluso has tenido una cirugía menor, y está claro que tu cuerpo es más viejo, pero has cuidado este templo del Espíritu con una buena dieta, descanso y ejercicio. Estás en buena condición física. Hay sabiduría y un gozo que no conocías cuando eras joven, y la vida es plena y rica.

Desafortunadamente, la vida de un hombre no siempre termina tan bendecida. Puede ser que tus malas decisiones te hayan alcanzado. La vida puede ser una batalla más allá de tu control, dominada por el miedo y el fracaso, y gobernada por las circunstancias. Nunca te tomaste el tiempo para estudiar la Palabra de Dios y desarrollar tu relación con Cristo, y ahora tu fe se siente vacía. Estás alienado de tus hijos; ellos tienen sus propias vidas y problemas, y no tienen tiempo para ti. Descuidabas tu matrimonio y maltratabas a tu esposa; ahora estás divorciado y solitario. Despilfarraste tu dinero y nunca ahorrabas para la jubilación; tienes que seguir trabajando y muchas veces no tienes suficiente dinero. Has abusado de tu cuerpo y descuidado tu salud; sufres con diabetes, enfermedad cardíaca o cáncer. Nunca dedicaste el tiempo necesario para tus amistades. La vida es muy dura; hay veces en que  incluso piensas en el suicidio.

La mayoría de nosotros probablemente nos encontraremos entre estos dos extremos. Si aún eres joven y tienes la oportunidad de cambiar, aprende de los fracasos de otros. Toma decisiones sanas y pon a Dios en el primer lugar. Si ya eres un hombre mayor, es probable que tengas tus remordimientos, decepciones y sueños quebrantados. En este punto, es difícil corregir los errores del pasado, pero tú tienes la experiencia y la sabiduría que los hombres más jóvenes no tienen. Tú puedes aceptar tu situación y aprovechar al máximo el resto de tu vida. No es demasiado tarde para arrepentirte y entregar tu vida al Señor. ¡Él todavía hace milagros en la vejez! ¡Aún hay esperanza!

Saúl y David: 1 Samuel 16: 1-23

Este capítulo marca el punto de inflexión de 1 Samuel. El enfoque se mueve de Saúl a su sucesor, un joven conforme al corazón de Dios. Saúl ya está en su camino áspero, pero era un camino largo. Muchos años pasarían antes de que él se quitara la vida.

Una tarea más para Samuel

Samuel siguió desempeñando un papel clave en la vida de Saúl después de su despedida oficial. A pesar de que Dios rechazó a Saúl, fue difícil para Samuel dejarlo ir. Pero la obra de Dios sigue adelante, y nosotros tenemos que seguir adelante con Él, y dejar de llorar por la persona que rechaza al Señor.

El Señor le dijo a Samuel: —¿Cuánto tiempo vas a quedarte llorando por Saúl, si ya lo he rechazado como rey de Israel? Mejor llena de aceite tu cuerno, y ponte en camino. Voy a enviarte a Belén, a la casa de Isaí, pues he escogido como rey a uno de sus hijos.

—¿Y cómo voy a ir? —respondió Samuel—. Si Saúl llega a enterarse, me matará.

—Lleva una ternera —dijo el Señor —, y diles que vas a ofrecerle al Señor un sacrificio. (1-2)

¡Dios sugiere torcer la verdad! Suena extraño, pero Dios está de acuerdo: Samuel tenía razones para temer por su vida. La mente depravada que rechaza a Dios es capaz de acarrear increíble mal.

El hombre mira las apariencias, pero Dios mira el corazón

Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido. Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón. (6-7, RVR)

Samuel tenía muchos años sirviendo al Señor, pero este gran profeta aún tenía cosas que aprender. Eso me anima. ¡Hay todavía esperanza para mí! No se trata de lo que tenía sentido para Samuel; su trabajo era escuchar a Dios. Si él no estuviera escuchando, habría ungido al hombre equivocado. No importa la experiencia que tengas, tú todavía puedes fracasar si confías en tu propia sabiduría. Es necesario escuchar de Dios – hoy.

Samuel pensó que si Dios escogió a Saúl porque era alto y guapo, Él elegiría a Eliab, quien también era alto y guapo. Pero la apariencia de Saúl nunca le importó a Dios. Él no se fija en las apariencias externas, sino al corazón. El mundo valora al hombre guapo o a la mujer hermosa. Si somos honestos, tendemos a lo mismo. ¿Estás impresionado con aquellos que parecen los más espirituales? Puede ser que no lo sean. Alguien que lucha con muchas pruebas puede tener un corazón que agrada a Dios. Y tú, ¿te fijas más en tu corazón? o ¿mirando tu aspecto en el espejo? No te dejes guiar por las apariencias. Trata de discernir la condición del corazón. No hay nada malo en hacer ejercicio o estar bien cuidado – a menos que no haya nada dentro. La mayoría de nosotros tenemos algo que no nos gusta de nuestra apariencia física, pero realmente eso no le importa a Dios. Él te hizo como eres.

Ese día se presentaron todos los hijos de Isa , pero el futuro rey no estaba entre ellos. Dios había escogido al más joven, que atendía las ovejas. ¿Cuántas veces ignora Dios nuestra elección, y escoge a alguien despreciado por el mundo? Por casualidad, David también era bien parecido:

Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es. Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino con poder sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá. (12-13, RVR)

La vida de David estaba a punto de cambiar. David necesitaba la unción y poder del Espíritu para servir a Dios, al igual que Saúl la tenía al principio y los discípulos en Hechos la tendrían. Y tú necesitas esa misma unción. Ya hemos visto al Espíritu derramado en varias ocasiones en este libro. ¿Ha venido con poder sobre ti?

David en el palacio de Saúl

Dios tiene un gran sentido del humor. ¡Arregló que Saúl invitaría a su sucesor a su casa!:

El Espíritu del Señor se apartó de Saúl, y en su lugar el Señor le envió un espíritu maligno para que lo atormentara. Sus servidores le dijeron: —Como usted se dará cuenta, un espíritu maligno de parte de Dios lo está atormentando. Así que ordene Su Majestad a estos siervos suyos que busquen a alguien que sepa tocar el arpa. Así, cuando lo ataque el espíritu maligno de parte de Dios, el músico tocará, y Su Majestad se sentirá mejor.

—Bien —les respondió Saúl—, consíganme un buen músico y tráiganlo.

Uno de los cortesanos sugirió: —Conozco a un muchacho que sabe tocar el arpa. Es valiente, hábil guerrero, sabe expresarse y es de buena presencia. Además, el Señor está con él. Su padre es Isaí, el de Belén.

Entonces Saúl envió unos mensajeros a Isaí para decirle: «Mándame a tu hijo David, el que cuida del rebaño.» Isaí tomó un asno, alimento, un odre de vino y un cabrito, y se los envió a Saúl por medio de su hijo David. Cuando David llegó, quedó al servicio de Saúl, quien lo llegó a apreciar mucho y lo hizo su escudero.  Luego Saúl le mandó este mensaje a Isaí: «Permite que David se quede a mi servicio, pues me ha causado muy buena impresión.»

Cada vez que el espíritu de parte de Dios atormentaba a Saúl, David tomaba su arpa y tocaba. La música calmaba a Saúl y lo hacía sentirse mejor, y el espíritu maligno se apartaba de él. (14-23)

Las cosas empezaron bien entre Saúl y David. Eso puede suceder aun cuando una relación termina amarga. Saúl nunca había oído hablar de David, pero por casualidad su criado sabía de este chico de buen aspecto que toca la lira, habla bien y es un hombre valiente. ¿Lo más importante? Dios estaba con David. Tenía todo lo que Saúl carecía (espiritualmente). Eso atrajo a Saúl, pero también dio lugar a intensos celos. Podemos apagar y entristecer al Espíritu hasta que nos deje, y el Espíritu había dejado a Saúl como resultado de su desobediencia.

¿Un espíritu maligno de Dios?

Más preocupante es lo que puede venir en lugar del Espíritu Santo. Cuando estás en rebelión y sin el Espíritu Santo, te abres a los espíritus malignos. Pero, ¿envía Dios demonios? ¿No es esa la obra de Satanás?

No es la única vez en las Escrituras cuando un espíritu maligno viene de Dios (ve Jueces 9:23, 1 Reyes 22:22, 2 Corintios 12:7). Dios es soberano. Si nos centramos demasiado en el diablo, podemos pensar que este es un gran concurso de iguales, pero Satanás hace sólo lo que le es permitido. Dios puede atar al diablo y todos sus demonios de inmediato y por completo, pero los usa para lograr sus propósitos. En este caso, Dios quería colocar a David en el palacio del rey.

El historiador judío Josefo escribió en el primer siglo: “Pero en cuanto a Saúl, algunos trastornos extraños y demoníacos vinieron sobre él, y trajeron tales asfixias que estaban a punto de estrangularlo.” No sabemos la naturaleza de su tormento; no era constante, pero era obvio para quienes lo rodeaban. No te preocupes mucho con esa cuestión de si un cristiano puede ser poseído por un demonio; el griego del Nuevo Testamento habla de ser “demonizado”, no “poseído” por un demonio. Cuando un cristiano una y otra vez cede a tentación y vive en pecado, será atormentado y oprimido por espíritus malignos, y con el tiempo Satanás comienza a edificar una fortaleza en su vida.

Alivio del tormento

Dios envió el espíritu maligno a Saúl, y luego utilizó la música de adoración (por su sucesor recién ungido) para traerle alivio. ¿Qué tocaba David que era tan eficaz? Un músico experto que no conocía a Dios podía tocar la misma música sin efecto ninguno. No hay poder mágico en la música, pero cuando los creyentes llenos del Espíritu Santo exaltan a Dios en adoración, los espíritus malignos huyen. La adoración es mucho más que entretenimiento, es un medio poderoso para derrotar al enemigo y acercarse a Dios. Pero prepárate para una lucha:

Al día siguiente, el espíritu maligno de parte de Dios se apoderó de Saúl, quien cayó en trance en su propio palacio. Andaba con una lanza en la mano y, mientras David tocaba el arpa, como era su costumbre, Saúl se la arrojó, pensando: «¡A éste lo clavo en la pared!» Dos veces lo intentó, pero David logró esquivar la lanza. (18:10-11, ve también 19:9-10)

En este trance, Saúl intentó asesinar al ungido de Dios. Espera una reacción fuerte del diablo cuando te enfrentas a sus poderes malignos. Gente en pecado o demonizada a menudo encuentran consuelo escuchando música cristiana, leyendo la Biblia o asistiendo a la iglesia, pero si no hay un arrepentimiento genuino, la consolación será temporal. Saúl encontró alivio, pero no duró mucho. Él nunca se arrepintió. En cambio, se obsesionó con matar al mismo hombre que lo ayudó.

¿Te ves a ti mismo en este capítulo?

¿Eres un Saúl? ¿Se ha apartado el Espíritu de Dios de ti debido a tu pecado repetido? ¿Continúas la farsa como cristiano o ministro después de que el poder se ha ido? ¿Estás atormentado por espíritus malignos, u obsesionado con los celos de otro hombre que Dios está usando? Humíllate, arrepiéntete de todo tu corazón y dedícate de nuevo a seguir a Jesús. Llena tu vida de adoración a Dios. Busca a un hermano lleno del Espíritu Santo para ministrarte. Cuando tu vida esté en orden, esos espíritus huirán.

¿Eres un Samuel? Tal vez Dios te ha usado poderosamente, pero ahora eres mayor y sientes que tu tiempo se ha acabado. ¿Todavía tienes duelo por alguien que se apartó del Señor? ¿Sientes que de alguna manera fuiste responsable? ¿Está diciéndote Dios que es hora de dejarlo ir y seguir adelante? Dios necesita tu sabiduría y madurez para levantar nuevos líderes. Todavía tienes mucho que ofrecer al pueblo de Dios. ¡Uno no se jubila del Reino de Dios!

¿O eres un David? Has recibido una palabra de que Dios tiene grandes cosas para ti, pero estás trabajando bajo alguien celoso que trata de sabotear todo lo que haces. Al ver su pecado, tú puedes sentirte tentado a socavarlo o abandonar el lugar. Pero Dios puede tenerte allí con un propósito. Puede ser que Él te esté preparando en ese horno, poniendo a prueba tu confianza en Dios para el momento adecuado, y tu buena voluntad de honrar a alguien en autoridad. Deja que Dios lo juzgue en su tiempo. No trates de manipular la situación. Si tú tienes la oportunidad de ministrarle, hazlo. Recuerda, no estás luchando contra carne y sangre. Mantente alerta a las dimensiones espirituales de la batalla, y permanece en adoración y comunión con Dios. Sobre todo, seguir siendo humilde. Aprende de los errores que has presenciado, y date cuenta de que eres lo que eres por la gracia de Dios.

Si te quedas en el camino de Saúl, te llevará a la perdición. Sería genial si todos fuésemos un David, pero eso no es posible. Parte de la madurez es aceptar donde Dios te ha llamado, y prosperar y ser fiel allí.