Cómo aprovechar al máximo el resto de tu vida: 1 Samuel 17- 26

Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. (Gálatas 6:7, RVR)

Esa realidad es más obvia en la vejez. Has tenido muchos años para sembrar semillas, ya sean buenas o malas. Saúl tuvo una cosecha muy fea, porque había sembrado mucha mala semilla y había tomado algunas decisiones tontas. Sin embargo, por la gracia de Dios, aún podría recuperarse y terminar su vida bastante bien, si estuviera dispuesto a humillarse y hacer algunos cambios. ¿Qué debe hacer un hombre en esa situación?

Deja de lado el miedo, y anima a un hombre más joven en su fe

El capítulo 17 realmente pertenece a un libro sobre David. Él es el héroe; Saúl luce patético. Es la misma rutina: Saúl y sus tropas se reúnen para enfrentar a los filisteos y su nueva “arma secreta,” el gigante Goliat, que sale todos los días para desafiar a Israel.

Al oír lo que decía el filisteo, Saúl y todos los israelitas se consternaron y tuvieron mucho miedo. (17:11)

Ten cuidado con lo que escuchas. Saúl no estaba escuchando a Dios; solo podía escuchar los insultos de Goliat. Los hombres siguen a su líder, y otra vez el miedo y la cobardía de Saúl infectan a todo el ejército. Israel habría enfrentado una cierta derrota si Dios no hubiera enviado a un matador de gigantes, a un joven con un corazón para Dios:

—No se preocupe por este filisteo —le dijo David a Saúl—. ¡Yo iré a pelear contra él!

—¡No seas ridículo! —respondió Saúl—. ¡No hay forma de que tú puedas pelear contra ese filisteo y ganarle! Eres tan solo un muchacho, y él ha sido un hombre de guerra desde su juventud. (17:32-33, NTV)

El corazón incrédulo dice “no puedes” – y los hechos a menudo parecen confirmarlo. La fe no ignora los hechos; los enfrenta, pero llega a una conclusión diferente. Hay mucha lógica en lo que dice Saúl; un joven más débil podría desanimarse y rendirse en este punto. Si tú tienes a un Saúl que es implacablemente negativo, no te rindas. Dile lo que Dios ha hecho y mantente firme por el honor de tu Señor, impasible de lo que Él ha puesto en tu corazón.

Pero David insistió:

—He estado cuidando las ovejas y las cabras de mi padre. Cuando un león o un oso viene para robar un cordero del rebaño, yo lo persigo con un palo y rescato el cordero de su boca. Si el animal me ataca, lo tomo de la quijada y lo golpeo hasta matarlo. Lo he hecho con leones y con osos, y lo haré también con este filisteo pagano, ¡porque ha desafiado a los ejércitos del Dios viviente!  ¡El mismo Señor que me rescató de las garras del león y del oso me rescatará de este filisteo! (34-37a, NTV)

David se fortaleció en su fe al aplicar de lo que aprendió en batallas anteriores. David creyó que lo que Dios hizo por esas ovejas, Él lo haría también por el ejército de Israel. Dios ama la fe de un niño. Regocíjate en la fe y el denuedo de un joven y ofrécele orientación – pero no lo desanimes con tus temores. Fue humillante para Saúl, pero al menos el rey finalmente alienta a David:

—Anda, pues —dijo Saúl—, y que el Señor te acompañe. (37b)

Mejor tarde que nunca. Es posible que hayas experimentado algunos momentos difíciles, y ahora seas un cínico. Ya no quieres matar más gigantes, y eso está bien, pero haz lo que puedas para alentar la fe de jóvenes matadores de gigantes. Los necesitamos. No queremos desalentarlos. Si sus corazones están rectos, Dios los usará tan seguramente como Él usó a David.

No sobrecargues a un joven con tu equipaje 

Después Saúl le dio a David su propia armadura: un casco de bronce y una cota de malla. David se los puso, se ciñó la espada y probó dar unos pasos porque nunca antes se había vestido con algo semejante.

—No puedo andar con todo esto —le dijo a Saúl—. No estoy acostumbrado a usarlo.

Así que David se lo quitó. (38-39, NTV)

Fue muy simbólico e inesperadamente considerado, pero lo que encaja con Saúl no encaja con David. Es demasiado pesado. David no estaba acostumbrado a pelear con todo eso.  Los líderes mayores bien intencionados pueden tratar de sobrecargarte con sus cosas. Se ve y se siente bien poner la armadura del rey. El mundo la valora, pero Dios no. Solo te estorba. En lugar de añadir más peso, elimina el exceso de equipaje y confía en el Señor. David fue lo suficientemente sabio para quitarlo. Tú tampoco necesitas la armadura del mundo.

Si eres demasiado viejo para la batalla, puedes tener un gran ministerio equipando a los guerreros más jóvenes. Tú tienes mucho que ofrecer, pero ten cuidado de sobrecargarlos con demasiadas cosas, o cosas que no son de Dios.

Todos sabemos lo que pasó con Goliat. Fue un cambio de juego. La muerte del gigante fue una derrota más para Saúl, y David se convirtió en un héroe nacional.

Cuidado con los celos

Todo lo que Saúl le pedía a David que hiciera, él lo hacía con éxito. Como resultado, Saúl lo hizo comandante sobre los hombres de guerra, un nombramiento que fue bien recibido tanto por el pueblo como por los oficiales de Saúl.

Cuando el ejército de Israel regresaba triunfante después que David mató al filisteo, mujeres de todas las ciudades de Israel salieron para recibir al rey Saúl. Cantaron y danzaron de alegría con panderetas y címbalos. Este era su canto:

«Saúl mató a sus miles,
¡y David, a sus diez miles!».

Esto hizo que Saúl se enojara mucho. «¿Qué es esto? —dijo—. Le dan crédito a David por diez miles y a mí solamente por miles. ¡Solo falta que lo hagan su rey!». Desde ese momento Saúl miró con recelo a David. (18:5-9, NTV)

Es triste perder la unción de Dios; es aún peor ser eclipsado por un muchacho. Pero Saúl necesitaba a David, él había salvado a Israel y era el único que trajo alivio a Saúl de los espíritus malignos. Es difícil crucificar el orgullo, tomar el lugar más bajo y reconocer que otro hombre puede ser mejor. Tú puedes dar paso a él y alegrarte de que Dios sea glorificado y su iglesia haya prosperado, o puedes ponerte celoso y tratar de destruirlo. No es de extrañar, Saúl sucumbió a los celos, y lo consumieron. ¿Estás celoso de alguien que parece tener mayor éxito y unción? ¿Tienes envidia de su juventud, buen aspecto y dones?

Los celos dan paso al miedo. La gente amaba a David, pero Saúl le temía. Tal vez sin saberlo, Saúl puso a David en una posición en la que podía distinguirse aún más. Cuando Dios está con alguien, va a tener éxito en todo lo que hace.

Después Saúl tenía miedo de David porque el Señor estaba con David pero se había apartado de él. Finalmente lo echó de su presencia y lo nombró comandante sobre mil hombres, y David dirigía fielmente a las tropas en batalla.

David siguió teniendo éxito en todo lo que hacía porque el Señor estaba con él. Cuando Saúl reconoció esto, le tuvo aún más miedo.  Pero todos en Israel y en Judá amaban a David porque tenía tanto éxito al dirigir a sus tropas en batalla. (12-16, NTV)

Únete a los profetas

En medio de su pecado e incredulidad, de alguna manera Saúl tuvo un encuentro más, y uno muy dramático, con el Espíritu de Dios. La situación era extraña: Saúl estaba persiguiendo a David, y lo llevó directamente a una escuela de profetas. Al parecer, David y Samuel habían ido allí para profetizar, adorar al Señor y estar llenos del Espíritu. Es la última vez que los tres están juntos.

Así que David escapó y fue a Ramá para ver a Samuel, y le contó todo lo que Saúl le había hecho. Entonces Samuel llevó a David a vivir con él en Naiot. Cuando Saúl se enteró de que David estaba en Naiot de Ramá, envió tropas para capturarlo. Pero cuando llegaron y vieron que Samuel dirigía a un grupo de profetas que estaban profetizando, el Espíritu de Dios vino sobre los hombres de Saúl y ellos también comenzaron a profetizar. Cuando Saúl se enteró de lo que había pasado, envió a otras tropas, ¡pero ellos también profetizaron! Lo mismo sucedió por tercera vez. Finalmente, Saúl mismo fue a Ramá y llegó al gran pozo en Secú.

—¿Dónde están Samuel y David? —preguntó.

—Están en Naiot de Ramá —le informó alguien.

Pero camino a Naiot de Ramá, el Espíritu de Dios vino incluso sobre Saúl, ¡y él también comenzó a profetizar por todo el camino hasta Naiot!  Se quitó la ropa a tirones y quedó desnudo acostado sobre el suelo todo el día y toda la noche, profetizando en presencia de Samuel. La gente que lo vio exclamó: ¿También Saúl entre los profetas? (18-24, NTV)

¿Qué hubiera pasado si Saúl hubiera dejado de perseguir a David, le hubiera entregado el reino y pasado el resto de su vida en presencia del Señor con los profetas? ¿Estaba Dios misericordiosamente dándole una oportunidad más?

¿Necesitamos un Naiot en Ramá hoy?

¿No sería genial si la presencia del Espíritu fuese tan fuerte en nuestras iglesias? ¿Puedes imaginar a la gente entrando y cayendo bajo el poder del Espíritu, profetizando y hablando en lenguas? Si Dios pudiera tocar a Saúl, ¡Él puede tocar a cualquiera! Saúl estuvo acostado desnudo todo el día y la noche. No necesitamos a nadie desnudo, pero ¿podríamos dar al Espíritu esa libertad?

¿Qué tal un refugio como Naiot en Ramá, para un encuentro con Dios y sus profetas?

  • Un lugar de renovación para alguien huyendo de su casa.
  • Un lugar tan ungido que los asesinos, buscando la vida de un hombre, caerían bajo el poder de Dios.
  • Un lugar para hombres lastimados, como David.
  • Un lugar seguro cuando estés perseguido por el enemigo.
  • Un lugar de culto 24/7, donde puedes escuchar la voz del Espíritu en la compañía de los profetas.

No mates a los hombres de Dios

En medio de la profecía, David se escapa y Saúl deja de perseguirlo temporalmente. Pero en lugar de nutrir lo que Dios hizo, él se dejó dominar por su miedo y celos. Claramente inspirado por Satanás, Saúl comete su peor delito todavía.

Entonces el rey Saúl inmediatamente mandó traer a Ahimelec y a toda su familia, quienes servían como sacerdotes en Nob. Cuando llegaron, Saúl le gritó:

—¡Escúchame, hijo de Ahitob!

—¿Qué quiere, mi rey? —le preguntó Ahimelec.

—¿Por qué han conspirado contra mí, tú y ese hijo de Isaí? —le preguntó Saúl—. ¿Por qué le diste alimento y una espada? ¿Por qué consultaste a Dios por él? ¿Por qué lo instigaste a matarme, como está tratando de hacer hoy mismo?

—Pero señor —respondió Ahimelec—, ¿hay alguien entre todos sus siervos que sea tan fiel como su yerno David? ¡Él es el capitán de su escolta y un miembro altamente honrado de su casa! Por cierto, ¡esta no fue la primera vez que consulté a Dios por él! Que el rey no me acuse a mí y a mi familia de este asunto, porque yo no sabía nada de un complot en contra de usted. (22:11-15, NTV)

Dios le dio a Saúl una salida. El hombre de Dios le habló la verdad de sentido común, pero la mente de Saúl estaba distorsionada por la mentira y el engaño del diablo. Él podría haberse humillado a sí mismo, agradeciendo al sacerdote por ayudar a su yerno. Se habría liberado a sí mismo de más juicio. Pero con un corazón endurecido por el pecado y la envidia, no temía a Dios ni respetaba a sus siervos.

—¡Ahimelec, ten por seguro que morirás junto con toda tu familia! —gritó el rey.

Y le ordenó a su escolta:

—¡Maten a estos sacerdotes del Señor, porque son aliados de David y conspiradores con él! ¡Ellos sabían que él huía de mí, pero no me lo dijeron!

Pero los hombres de Saúl se negaron a matar a los sacerdotes del Señor.

Entonces Saúl le dijo a Doeg:

—Hazlo tú.

Así que ese día Doeg el edomita los atacó y los mató: ochenta y cinco sacerdotes en total que aún llevaban puestas sus vestiduras sacerdotales. Después se dirigió a Nob, la ciudad de los sacerdotes, y mató a las familias de los sacerdotes —hombres y mujeres, niños y recién nacidos— y a todo el ganado, burros, ovejas y cabras. (22:16-19, NTV)

Fue un edomita gentil que mató a los sacerdotes; ningún judío lo haría. Cuando Dios le ordenó a Saúl que destruyera a Amelec por completo, él desobedeció (1 Samuel 15); ahora Saúl no vacila en destruirlo todo. Sin embargo, no logró nada: David todavía estaba libre, y Saúl había hecho algo abominable a los ojos del Señor.

Responder a la injusticia

Saúl no era tan despistado como pareciera. Quebrado y endurecido, atado en su pecado e incapaz de cambiar, todavía estaba tierno con David. Varias veces David tuvo la oportunidad de matarlo. Aquí David lo sorprendió y le habló:

Cuando David terminó de hablar, Saúl le respondió:

—¿Realmente eres tú, David, hijo mío?

Enseguida comenzó a llorar  y le dijo a David:

—Eres mejor persona que yo, porque has devuelto bien por mal. Es cierto, has sido increíblemente bondadoso conmigo hoy, porque cuando el Señor me puso en un lugar donde pudiste haberme matado, no lo hiciste. ¿Quién otro dejaría ir a su enemigo cuando lo tiene en su poder? Que el Señor te recompense bien por la bondad que hoy me has demostrado.  Ahora me doy cuenta de que ciertamente tú serás el rey, y de que el reino de Israel prosperará bajo tu gobierno.  Júrame, entonces, por el Señor, que cuando esto suceda, ¡no matarás a mi familia ni destruirás a mis descendientes!

Entonces David le prometió esto a Saúl con un juramento. Después Saúl volvió a su casa, pero David y sus hombres regresaron a su fortaleza. (24:16-22, NTV)

Nadie habría culpado a David si hubiera matado a Saúl. Nadie tenía que saberlo. Pero David tenía un corazón para Dios. Él siempre honró a sus ancianos y a aquellos en autoridad, negándose a tocar al rey ungido. David no tomó las cosas en sus propias manos, sino que dejó a Saúl en las manos del Señor. Pero también fue sabio: No se quedó con Saúl para ser objeto de su abuso. David regresó con sus hombres a la fortaleza y dejó que Saúl se autodestruyera.

Saúl tuvo la oportunidad de rendirse aquí, pero, como la mayoría de los hombres, su orgullo no lo permitió. Siguió persiguiendo a David. Nunca pensó en humillarse, arrepentirse y buscar al Señor. Él podía salvar su vida y disfrutar de sus últimos años; solo tenía que entregar el reino al sucesor elegido por Dios, que también era parte de su familia. Pero, otra vez más, escogió lo malo.

Si te encuentras en una situación como la de David:

  • Mantén tu honor y haz lo correcto, incluso cuando veas corrupción en quienes están en autoridad.
  • Resiste la tentación de socavarlos – pero haz lo que puedas para evitar el peor de su veneno.
  • Ora por ellos. Tú puedes orar con fe que la “montaña” sea removida al mar, pero ten en cuenta que puede que no suceda. Dios a menudo tiene un propósito para esa montaña.
  • Ni siquiera pienses en el asesinato. ¡Seriamente!
  • Abandona las batallas que no tienen sentido y dirige tu energía al enemigo real.
  • David tocaba el arpa para Saúl. Puede ser difícil, y puede que te sientas incómodo, pero si hay oportunidades para ministrarles, permite que Dios te use.

Aprovecha al máximo el resto de tu vida

Dios quiere que aprendas de tus errores y seas un mentor para ayudar a los jóvenes a evitarlos. Yo conozco a muchos hombres destruidos por la decepción y el fracaso. Hay algo muy refrescante para mí con un joven apasionado por Jesús, lleno de fe y energía para servir al Rey de reyes. No te apartes de ellos. No seas cínico, y no desalientes su pasión.

Tú probablemente has tenido decepciones. En lugar de vivir en el pasado con tus pesares, puedes aprovechar al máximo lo que tienes:

  • Acepta la muerte de algunos sueños. Está bien llorarlos.
  • Humíllate y reconoce tu parte de responsabilidad por lo que ha sucedido en tu vida.
  • Abandona el juego de la culpa y aprovecha al máximo el tiempo que te queda.

Dios te dará alternativas viables. Hay varias cosas que Saúl podría hacer:

  • Podría invertir tiempo en su yerno y sucesor. Saúl pudo influenciar y apoyar a David, y al mismo tiempo crecer.
  • Saúl tenía un hijo impresionante (Jonatán). Podría pasar tiempo con él para conocerlo mejor.
  • Podría afiliarse a los profetas. La gente ya decía: “¿Saúl entre los profetas?” Saúl podría tener una tercera carrera en la escuela de los profetas.
  • Podría pasar tiempo con sus dos hijas y aprender a ser un buen abuelo.
  • Saúl tuvo sus victorias. Podría revivir su relación con el Señor, reflexionando sobre lo que Dios había hecho en el pasado y recibiendo una fresca unción del Señor.

Claro que sería un golpe duro perder su reino, pero Saúl podría usar los años que le quedaban para prepararse para el reino venidero y ayudar a otros a desarrollar su autoridad real. Sí, Saúl fracasó y perdió su reino, pero todavía tenía algunas buenas opciones. Tenía mucho a su favor. Y tú también lo tienes. Resiste la amargura y la negatividad. Dios quiere que aproveches al máximo el resto de tu vida.