Mateo 9:35-38 La cosecha: abundante; los obreros: pocos

Andar como Jesús anduvo nos presenta un plan muy sencillo y eficaz para alcanzar al mundo entero y cumplir la Gran Comisión. ¡Pero las cosas no siempre salen según el plan, incluso para Jesús, y Él es Dios! Cristo sabía exactamente qué hacer para formar un hombre de Dios, pero Judas terminó siendo un traidor, y Jacobo murió poco después de Pentecostés, el primer apóstol en morir mártir. Sorprendentemente, el Señor del universo tiene un problema de reclutamiento para su Gran Comisión. ¡Hay mucho más trabajo que trabajadores! No es de extrañar que Jesús dedicó la mayor parte de sus tres años de ministerio a la formación de estos doce hombres.

En Mateo 10 Jesús los envió en su primer “viaje misionero.” Ese capítulo está lleno de principios importantes a seguir en el discipulado. Lamentablemente, debido a la división de capítulos (que no formaba parte del texto original), no leemos la introducción importante a ese pasaje en los últimos versículos del capítulo 9:

35 Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas nuevas del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia. 

No es casualidad que el verso 35 sea casi igual a Mateo 4:23:

Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.

Ambos versículos sirven como un resumen del ministerio registrado en los pasajes anteriores y una introducción a la enseñanza que sigue. En el caso de Mateo 4:23 es el Sermón del Monte; en 9:35 es la segunda de las cinco enseñanzas importantes en Mateo.

Jesús sanó toda enfermedad

Jesús recorrió toda Galilea. Sabemos que ya tenía discípulos que viajaban con Él, pero solo estaban observando y aprendiendo. En este momento Jesús estaba ministrando solo, y hay tres partes importantes de ese ministerio:

  1. Enseñando la Palabra de Dios en la sinagoga (hoy sería la iglesia) a los que ya son creyentes. Hay una falta muy grave de conocimiento, interpretación sana, y práctica de la Biblia en la iglesia actual.

Las otras partes de su ministerio están fuera del edificio, con personas que aún no son parte del reino.

  1. Predicando el evangelio del reino. Tenemos que proclamar que Dios es el Rey Soberano y establecer su señorío en nuestras vidas, nuestros hogares y en toda la sociedad. Su reino perfecto de justicia y paz se establecerá cuando Cristo venga otra vez.
  2. Sanando. En los Evangelios y los Hechos siempre había una confirmación de la palabra predicada con señales y prodigios. Jesús sanó toda enfermedad y toda dolencia. Esa es una de esas palabras que causan dolores de cabeza a los teólogos. Toda enfermedad. La misma palabra aparece en 4:23 y de nuevo en el primer versículo del capítulo 10. Hoy estamos muy contentos si un par de personas se sanan. De hecho, fácilmente excusamos la falta de sanidad de una enfermedad muy difícil. No es así con Jesús. Con razón las multitudes se le acercaban. Si vamos a cumplir la Gran Comisión, tenemos que seguir este modelo de Jesús.

36 Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. 

Ovejas agobiadas y desamparadas

Jesús nunca fue impresionado con las multitudes. Claro que Él se regocijó al ver a alguien liberado de su sufrimiento, pero sabía que la verdadera necesidad era mucho más profunda. Las ovejas necesitan un pastor. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino (Isaías 53:6). Están confundidas y dispersas. No es tan difícil publicar una enseñanza profunda en Internet o animar a la iglesia con una predicación ungida. Cuando el poder de Dios está presente, ni siquiera es tan difícil ministrar sanidad. Por supuesto, es posible que te sientas cansado más tarde, pero también existe la emoción de ver a los cojos andar y los sordos oír. Eso está bien. Mucha gente quiere los elogios que acompañan a esos ministerios. Pero el pastoreo de ovejas es una tarea continua, a menudo poco apreciado y difícil. No puedes orar por ellas y de repente ya no están agobiadas y desamparadas. Para aliviar ese dolor, se necesita un ministerio continuo. Se necesita compasión. La verdadera compasión nos obliga a ir más allá de los milagros y los cultos emocionantes. La compasión mueve nuestros corazones para realmente cuidar a la gente herida. Cuesta hallar esos obreros, pero la verdadera cosecha está ahí. Sin ese pastoreo, la cosecha se perderá. La semilla será arrebatada por el maligno o sofocada por la lucha diaria de las ovejas por sobrevivir. El lobo vendrá y destruirá el rebano. La necesidad es para alguien que quiera hacer discípulos y sepa cómo hacerlo.

37 «La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros —les dijo a sus discípulos—.

¡La mies es mucha!

Casi siempre pensamos en esta “cosecha” como almas que necesitan salvación. Por supuesto, ellas son parte de la cosecha, pero en el contexto parece que Jesús está hablando de ovejas dispersas. Primero tenemos una cosecha entre las muchas ovejas descarriadas que ya conocen a Jesús. ¡Pocos tienen la compasión y la paciencia para ministrarles!

Nos apresuramos a señalar la impiedad en nuestra sociedad y su resistencia al Evangelio, pero ¿estamos haciendo de Jesús un mentiroso? ¡Él dice que la cosecha es mucha! El problema parece ser con los obreros. Si la gente del mundo no responde, tal vez el problema radica en nuestros métodos de cosecha, la forma en que hemos entrenado a los cosechadores o la falta de la unción del Espíritu Santo. Tenemos que hacer un mejor esfuerzo para levantar una gran cantidad de obreros. Si seguimos el plan del Maestro vamos a ver esa multiplicación.

38 Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo.»

¡Ora por obreros!

¿No es interesante que Jesús pidiera oración? ¿No crees que Él solo podría decir la palabra y su Padre levantaría a todos los obreros que necesitaría? ¡Pero no es así! Él trabaja con nosotros y de alguna manera ha elegido moverse en respuesta a nuestras oraciones. Es fácil orar por obreros, si yo no soy uno de ellos. Pero, ¿cómo es posible ver a una oveja hambrienta y lastimada, y no responder? A menudo estamos motivados para actuar por lo que estamos orando. Aquellos que oran fervientemente por la cosecha y los trabajadores necesarios tienen más probabilidades de tener la compasión de ir a esa cosecha.

En el siguiente versículo (10:1), Jesús llama a algunos de esos mismos discípulos a quienes pidió orar, dándoles autoridad y enviándolos a la cosecha. Esa es su expectativa para cada uno de nosotros. Este fue el primer paso importante para resolver la escasez de trabajadores. Ahora su ministerio se multiplicaría.

El Señor de la cosecha

Recuerda, Dios es el Señor de la cosecha. Es su cosecha; no es tuya. No pertenece a ninguna iglesia en particular. Todos estamos trabajando para el mismo Maestro de la cosecha (¡ojalá!). Más importante que llenar tus propios graneros es no perder el grano maduro y trabajar juntos para asegurar la mejor cosecha. Con demasiada frecuencia, estamos socavando los esfuerzos de otros para reclamar una cosecha mayor. ¡Dios no se complace si perdemos lo que Él ha plantado y cuidado con mucho cariño!

¿Andas como Jesús anduvo?

  • ¿Sigues el ejemplo de Jesús? ¿Hay una combinación de proclamación y demostración? ¿Palabra y prodigios? ¿Eres todo habla y poca acción? ¿Hay evidencia en tu ministerio de poder sobre la enfermedad y Satanás?
  • ¿Predicas acerca del reino de Dios? ¿Tienes una buena compresión del reino?
  • ¿Has visto a Dios sanar todas las enfermedades y dolencias? Si no, ¿por qué? ¿Crees que Jesús podría querer manifestaciones similares en la iglesia hoy?
  • ¿Estás tan ocupado con milagros y predicación emocionante que ignoras las necesidades de aquellos que Dios te ha confiado?
  • ¿Cuándo fue la última vez que sentiste compasión por la gente que encuentras? ¿A pesar de todo el hablar de victoria, puedes ver a las muchas ovejas agobiadas y desamparadas? ¿Hay algo que puedas hacer por ellas? ¿Acaso te importa?
  • ¿Qué significa pastorear a la gente? ¿Cómo está tu iglesia en ese aspecto? ¿Cómo puede mejorar?
  • ¿Oras por obreros? ¿Estás haciendo tu parte? ¿Eres consciente de que los campos ya están blancos para la siega (Juan 4:35)? ¡Alza los ojos y mira! ¿Cómo puedes ayudar a tu iglesia a ver la siega?
  • ¿Te comportas de una manera que reconoce que la cosecha es de Dios?

¡Estas son buenas noticias! ¡Qué emocionante vivir en esta hora! ¡Hay una gran cosecha esperándote! ¡Hay un montón de ovejas desamparadas y dispersas, hambrientas de que alguien venga a cuidarlas! ¡Sigamos adelante con el discipulado, conforme al plan del Maestro,  para que podamos comenzar a multiplicar los obreros y cumplir con la Gran Comisión!