Los discípulos de Jesucristo

En nuestra meta de andar como Jesús anduvo y aprender a hacer discípulos, tiene sentido estudiar a los hombres que anduvieron cerca del Señor aquí en la tierra. Ya hemos estudiado su llamado y primera misión. Sus nombres aparecen en Mateo 10:2-4:

Éstos son los nombres de los doce apóstoles: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Jacobo y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos; Jacobo, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón el Zelote y Judas Iscariote, el que lo traicionó.

Ambas listas de discípulos (también aparece en Lucas 6:14-16) nombran primero a Pedro, luego a su hermano, los hijos de Zebedeo, Felipe y Bartolomé, y luego a los demás, siempre terminando con el traidor. Está claro que había orden entre ellos. Lo frustrante es la falta de más información acerca de los apóstoles. Claro que hay muchas biografías inspiradoras de hombres y mujeres que han caminado con Jesús a través de los siglos, pero mi deseo es permanecer en las Escrituras. Aprendemos mucho acerca del caminar de Pablo, pero de los Doce, hay mucho escrito sobre uno solo, su líder.

Pedro

Pedro es como un amigo para muchos cristianos, y con buena razón. Muchos pueden identificarse con “La Roca.” De hecho, su nombre aparece unas 170 veces en el Nuevo Testamento (dependiendo de la traducción). A pesar de la competencia que tenía con Juan, el Evangelio de Juan tiene más referencias que cualquier otro evangelio; aunque muchas de esas referencias tienen un contexto negativo, parece que existía un cariño entre ellos. El libro de los Hechos tiene la mayoría de las referencias (60), pero Pedro desaparece después del concilio de Jerusalén en Hechos 15; el resto del libro está dedicado a Pablo. Después de Hechos, Pedro solo aparece en la carta de Pablo a los gálatas, y en las dos cartas que Pedro escribió.

Podemos formar una imagen de Pedro (una casa en Capernaúm, casado, impulsivo) de la citas bíblicas. Algunas de las más conocidas son:

  • —Señor, si eres tú —respondió Pedro—, mándame que vaya a ti sobre el agua. —Ven —dijo Jesús. Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús (Mateo 14:28-29).
  • Al ver esto, Simón Pedro cayó de rodillas delante de Jesús y le dijo: —¡Apártate de mí, Señor; soy un pecador! (Lucas 5:8)
  • —Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente —afirmó Simón Pedro (Mateo 16:16).
  • —Señor —contestó Simón Pedro—, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna (Juan 6:68).
  • Jesús se volvió y le dijo a Pedro: —¡Aléjate de mí, Satanás! Quieres hacerme tropezar; no piensas en las cosas de Dios sino en las de los hombres (Mateo 16:23).
  • La noche del arresto de Cristo: Luego volvió a sus discípulos y los encontró dormidos. «Simón —le dijo a Pedro—, ¿estás dormido? ¿No pudiste mantenerte despierto ni una hora? (Marcos 14:37)
  • Simón Pedro, que tenía una espada, la desenfundó e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. (El siervo se llamaba Malco.) (Juan 18:10)
  • Al instante un gallo cantó por segunda vez. Pedro se acordó de lo que Jesús le había dicho: «Antes de que el gallo cante por segunda vez, me negarás tres veces.» Y se echó a llorar (Marcos 14:72).
  • Pedro, sin embargo, salió corriendo al sepulcro. Se asomó y vio sólo las vendas de lino. Luego volvió a su casa, extrañado de lo que había sucedido (Lucas 24:12).
  • Cuando terminaron de desayunar, Jesús le preguntó a Simón Pedro: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? —Sí, Señor, tú sabes que te quiero —contestó Pedro. —Apacienta mis corderos —le dijo Jesús (Juan 21:15).
  • En pentecostés: Entonces Pedro, con los once, se puso de pie y dijo a voz en cuello: «Compatriotas judíos y todos ustedes que están en Jerusalén, déjenme explicarles lo que sucede; presten atención a lo que les voy a decir (Hechos 2:14).
  • —No tengo plata ni oro —declaró Pedro—, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda! (Hechos 3:6)
  • Era tal la multitud de hombres y mujeres, que hasta sacaban a los enfermos a las plazas y los ponían en colchonetas y camillas para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra cayera sobre alguno de ellos (Hechos 5:15).
  • De repente apareció un ángel del Señor y una luz resplandeció en la celda. Despertó a Pedro con unas palmadas en el costado y le dijo: «¡Date prisa, levántate!» Las cadenas cayeron de las manos de Pedro (Hechos 12:7).
  • Pues bien, cuando Pedro fue a Antioquía, le eché en cara su comportamiento condenable.  Antes que llegaran algunos de parte de Jacobo, Pedro solía comer con los gentiles. Pero cuando aquéllos llegaron, comenzó a retraerse y a separarse de los gentiles por temor a los partidarios de la circuncisión.  Entonces los demás judíos se unieron a Pedro en su hipocresía, y hasta el mismo Bernabé se dejó arrastrar por esa conducta hipócrita (Gálatas 2:11-13).

Si nunca has estudiado la vida de Pedro, busca cada una de estas referencias en la Biblia y lee su contexto. ¿Qué aprendes acerca de Pedro? ¿Con qué parte de esta historia puedes identificarte? ¿Qué puedes decir acerca de su carácter? ¿Cuáles son sus fortalezas y debilidades?

Sus cartas son muy ricas; he escrito un libro sobre ellas, Cartas de la Roca.

Juan y Jacobo

Después de Pedro, se menciona a Juan con más frecuencia (pero solo 34 veces), aunque Juan escribió mucho más que Pedro: el Evangelio, tres epístolas y Apocalipsis. Basado en las Escrituras que se refieren a Juan, se le ha llamado impetuoso, agresivo, imprudente, celoso, apasionado y ambicioso:

  • Juan le respondió diciendo: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía. Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis (Marcos 9:38-39).
  • Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él, los cuales fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos. Mas no le recibieron, porque su aspecto era como de ir a Jerusalén. Viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma? (Lucas 9:51-54)

En su Evangelio, Juan generalmente se refiere a sí mismo como aquel “a quien Jesús amaba,” y la imagen que tenemos de Juan es de él inclinado en el pecho de Jesús en el Aposento Alto. Pareció suavizarse significativamente a lo largo de los años, y fue probablemente el último apóstol en morir.

Jacobo era el hermano mayor de Juan, y a menudo se menciona junto con Juan. Jesús los llamó los “Hijos del trueno”; eran hijos de Zebedeo. Su madre, Salomé, era una de las mujeres que acompañaban a Jesús, atendiendo sus necesidades diarias. Jacobo fue el primer apóstol en morir mártir (Hechos 12:2). Estos hermanos, junto con Pedro, constituyeron el círculo íntimo de los discípulos.

Andrés

El primer apóstol en seguir a Jesucristo, Andrés fue el hermano de Pedro, y lo presentó a Jesús. Él era un discípulo de Juan el Bautista, y, junto con su hermano, fue llamado a ser pescador de hombres. Andrés vio los panes y los peces, pero no tuvo la fe para ver cómo Jesús los usaría para alimentar a la multitud:

Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos? (Juan 6:8-9)

Andrés, Pedro, los hijos de Zebedeo y Felipe eran todos de Betsaida y todos eran pescadores.

Natanael

Natanael también tenía el nombre de Bartolomé. Era de Caná en Galilea; es muy posible que la pareja en la boda de Caná fuera familia o amigos de Natanael.

Hay más escrito acerca de su llamado a seguir a Jesús que sobre cualquier otro discípulo:

Al día siguiente, Jesús decidió salir hacia Galilea. Se encontró con Felipe, y lo llamó: —Sígueme.

Felipe era del pueblo de Betsaida, lo mismo que Andrés y Pedro. Felipe buscó a Natanael y le dijo: —Hemos encontrado a Jesús de Nazaret, el hijo de José, aquel de quien escribió Moisés en la ley, y de quien escribieron los profetas.

—¡De Nazaret! —replicó Natanael—. ¿Acaso de allí puede salir algo bueno?

—Ven a ver —le contestó Felipe.

Cuando Jesús vio que Natanael se le acercaba, comentó: —Aquí tienen a un verdadero israelita, en quien no hay falsedad.

—¿De dónde me conoces? —le preguntó Natanael.

—Antes de que Felipe te llamara, cuando aún estabas bajo la higuera, ya te había visto.

—Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! —declaró Natanael.

—¿Lo crees porque te dije que te vi cuando estabas debajo de la higuera? ¡Vas a ver aun cosas más grandes que estas!

Y añadió: —Ciertamente les aseguro que ustedes verán abrirse el cielo, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre  (Juan 1:43-51).

No sabemos nada más acerca de Natanael.

Felipe

Además de la llamada de Felipe y su papel en llevar a Natanael a Jesús, existen estas tres referencias:

  • Faltaba muy poco tiempo para la fiesta judía de la Pascua. Cuando Jesús alzó la vista y vio una gran multitud que venía hacia él, le dijo a Felipe: —¿Dónde vamos a comprar pan para que coma esta gente? Esto lo dijo solo para ponerlo a prueba, porque él ya sabía lo que iba a hacer (Juan 6:4-6).
  • Entre los que habían subido a adorar en la fiesta había algunos griegos. Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le pidieron: —Señor, queremos ver a Jesús. Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos fueron a decírselo a Jesús. (Juan 12:20-22). Felipe era un nombre griego, y parece que él hablaba ese idioma y era la conexión con esa comunidad. El hecho de que él fue a Andrés confirma el orden entre los apóstoles; por alguna razón no se sentía cómodo acercándose solo a Jesús.
  • —Señor —dijo Felipe—, muéstranos al Padre y con eso nos basta. —¡Pero, Felipe! ¿Tanto tiempo llevo ya entre ustedes, y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decirme: “Muéstranos al Padre”? (Juan 14:8-9)

No confundas a este apóstol Felipe con el evangelista Felipe en el libro de los Hechos.

Judas Iscariote

Todos conocen a Judas Iscariote, el tesorero del grupo, porque traicionó a Jesús:

  • Entonces entró Satanás en Judas, uno de los doce, al que llamaban Iscariote (Lucas 22:3).
  • Cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos. —He pecado —les dijo— porque he entregado sangre inocente. —¿Y eso a nosotros qué nos importa? —respondieron—. ¡Allá tú! Entonces Judas arrojó el dinero en el santuario y salió de allí. Luego fue y se ahorcó (Mateo 27:3-5).

Mateo

También llamado Leví, era un publicano, o recaudador de impuestos. Mejor educado que la mayoría de los discípulos, él escribió el primer Evangelio. Era el hijo de Alfeo.

Después de esto salió Jesús y se fijó en un recaudador de impuestos llamado Leví, sentado a la mesa donde cobraba. —Sígueme —le dijo Jesús. Y Leví se levantó, lo dejó todo y lo siguió. Luego Leví le ofreció a Jesús un gran banquete en su casa, y había allí un grupo numeroso de recaudadores de impuestos y otras personas que estaban comiendo con ellos. Pero los fariseos y los maestros de la ley que eran de la misma secta les reclamaban a los discípulos de Jesús: —¿Por qué comen y beben ustedes con recaudadores de impuestos y pecadores? —No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos —les contestó Jesús— (Lucas 5:27-31).

Tomás (arameo), también llamado Dídimo (griego)

Los dos nombres significan gemelo, aunque no sabemos nada acerca de ese gemelo. Mejor conocido por sus dudas, las tres referencias a Tomás no nos dejan con una impresión muy positiva.

Cuando Jesús iba a resucitar a Lázaro, Tomás sabía que ya sería peligroso viajar a Judá, pero parece que no tenía mucha fe:

Entonces Tomás, apodado el Gemelo, dijo a los otros discípulos: —Vayamos también nosotros, para morir con él  (Juan 11:16).

En el Aposento Alto, Tomás todavía no parece muy listo:

Ustedes ya conocen el camino para ir adonde yo voy». Dijo entonces Tomás: —Señor, no sabemos a dónde vas, así que ¿cómo podemos conocer el camino? —Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí  (Juan 14:4-6).

Tomás es más famoso por sus dudas después de la resurrección:

Tomás, al que apodaban el Gemelo, y que era uno de los doce, no estaba con los discípulos cuando llegó Jesús. Así que los otros discípulos le dijeron: —¡Hemos visto al Señor!

—Mientras no vea yo la marca de los clavos en sus manos, y meta mi dedo en las marcas y mi mano en su costado, no lo creeré —repuso Tomás.

Una semana más tarde estaban los discípulos de nuevo en la casa, y Tomás estaba con ellos. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús entró y, poniéndose en medio de ellos, los saludó. —¡La paz sea con ustedes! Luego le dijo a Tomás: —Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino hombre de fe.

—¡Señor mío y Dios mío! —exclamó Tomás.

—Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—; dichosos los que no han visto y sin embargo creen (Juan 20:24-29).

Hay leyendas sobre todos los discípulos acerca de su ministerio en la iglesia primitiva y su muerte. Es difícil confirmar la mayoría de ellas, pero una de las más seguras es que Tomás trajo el evangelio a la India.

Los últimos tres

Jacobo, llamado “el Menor” para diferenciarlo de Jacobo, el hijo de Zebedeo, era el hijo de Alfeo. Posiblemente era el hermano de Mateo; los dos eran hijos de un Alfeo.

Tadeo fue el segundo Judas. Lucas dice que era hijo de Jacobo. Solo se menciona una vez, y es mejor conocido por no ser el Iscariote:

Judas (no el Iscariote) le dijo: —¿Por qué, Señor, estás dispuesto a manifestarte a nosotros, y no al mundo?  (Juan 14:22)

Ha habido muchas conjeturas acerca de Simón el Cananista, o Zelote. Posiblemente era un patriota de Israel y un político radical; o simplemente podría significar “celoso.” Nada más se sabe sobre él.

Entonces, ¿qué aprendemos?

Para mí, la lección más obvia es la posibilidad de caminar fielmente e íntimamente con Jesús, y aún permanecer en relativa oscuridad. Cada uno de estos doce hombres fue elegido personalmente por Jesús después de una noche intensa de oración con su Padre. Todos fueron enviados. Cada uno recibió autoridad para sanar, echar fuera demonios y proclamar el reino, y lo hicieron. Pero cuando se escribieron los Evangelios, no había prácticamente nada que decir sobre la mayoría de ellos.

Probablemente a muchos les gustaría ser un Pedro: audaz, caminando sobre el agua, un hombre varonil. O al menos ser parte del círculo íntimo de Jesús. Tal vez un “discípulo a quien Jesús amaba” como Juan. ¿Significa que a Jesús le gustaba más Juan que a los demás? Yo no lo creo, pero tenían una relación especial.

Desafortunadamente, no todos podemos ser parte del círculo íntimo. Hay un orden obvio entre estos discípulos, y si Dios me ha escogido para ser un Jacobo el Menor (y no el famoso Jacobo, hijo de Zebedeo), tengo que aceptarlo. El foco está en el que estoy siguiendo, no en mí.

Esperemos que podamos tener más fe que Tomás, y ciertamente no ser un instrumento del diablo, como Judas. Pero el diablo se metió con Pedro también, lo que llevó a Jesús a reprenderlo: “Apártate de mí, Satanás.”

Estas son cosas importantes para recordar al discipular a otros. Caminar con Jesús no siempre significa que vamos a ser el centro de atención. No necesariamente significa que tendremos un gran ministerio. Lo que más me impresiona es que cada uno de estos hombres podría estar con Jesús, y ese es mi deseo principal mientras busco caminar cerca de Él.