Cuidado con la zarza ardiente (¡puede transformar tu vida!) Exodo 3:1-12

1Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.

Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.

Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: !!Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.

¿Estás listo para algo nuevo y dramático del Señor? ¿Estás seguro? Sería lindo escuchar la voz de Dios con esta claridad. Tal vez tú necesitas confirmación de que Dios es real, y te gustaría una zarza ardiente. ¿Puedes soportar todo lo que Dios podría decirte? Puede ser que Moisés se arrepintió de investigar la zarza; pues su vida habría sido más tranquila apacentando ovejas.

Moisés pasaría los siguientes cuarenta años vagando por el desierto con miles de israelitas rebeldes, ayunando por semanas a la vez, sin su mujer y con una dieta de maná. Pero también tuvo el privilegio de sacar a su pueblo de la esclavitud en Egipto, tener comunión íntima con Dios, y recibir tablas de la ley escritas por el mismo dedo de Dios.

Moisés sería uno de los grandes líderes de la historia, pero no era muy obvio ese día en el desierto. Claro que tenía una juventud muy bendecida:

  • Por el ingenio de su madre fue salvo del mandato del faraón de matar a todos los bebés varones.
  • Por casualidad la hija del rey lo encontró en el río (o fue guiada por un Dios que ella no conocía), y permitió que su propia madre lo criara (y le enseñara acerca del Dios de Israel).
  • Más tarde volvió al palacio y aprendió el lenguaje y las costumbres de los egipcios, lo que le sería muy útil mucho más tarde. Puede ser que Moisés fue el único hebreo quien sabía escribir, lo cual le preparó para escribir los primeros cinco libros de la Biblia.

¡Qué comienzo!

El príncipe se convierte en un prófugo

En un momento de ira impulsiva, todo cambió dramáticamente: mató a un egipcio que estuvo maltratando a un hebreo. Tal vez tú has hecho algo impulsivo que tuvo consecuencias muy feas. Moisés creía que nadie lo había visto. Pero Dios siempre te ve, y casi siempre hay alguien mirándote: un policía, la mujer o el jefe. Ahora el príncipe de Egipto se convirtió en un fugitivo, con una sentencia de muerte. Moisés pasó los siguientes 40 años en el desierto. Sabemos muy poco acerca de esos años. Era un hombre de familia y pastor de ovejas, y seguramente Dios estaba formando su carácter. Moisés no lo sabía, pero Dios tenía un plan para su vida desde el vientre de su madre, y utilizaría todas esas experiencias para su bien. Primero, Él tenía que sacarlo del palacio en Egipto, con todas sus tentaciones. El desierto era el lugar perfecto para prepararlo. Puede ser que muchas veces en esos largos 40 años Moisés clamó: “¿Hasta cuándo, Señor? ¿Nunca volveré a ver a mi mamá? ¿Nunca puedo volver a casa?»

Puede ser que tú te identifiques con partes de su historia. Puede ser que tú estuvieras en la vía rápida hacia el éxito en la iglesia, la política o el mundo de los negocios. Tal vez todavía estás en ese camino y estás muy agradecido por la forma en que Dios te ha bendecido. Claro que puedes seguir en ese camino, pero parece que una parte común de la preparación del siervo de Dios es una caída. Tenemos que salir del camino ancho del mundo, o el camino dominado por nuestro ego, y entrar en el camino angosto de Dios.

La caída

Nadie cae a propósito. Siempre puedes decir “yo habría…”, “yo debería haberlo…” o “yo podría haber…” Tal vez si Moisés no hubiese matado a ese egipcio, él podría interceder por los hebreos de dentro del palacio. Podría testificar al faraón, quien aceptaría a Dios, y todos vivirían como una gran familia feliz. Pero ese no era el plan de Dios. A fin de cuentas, Dios escribe la historia de tu vida, aunque tú puedes intentar preparar el manuscrito tú mismo.

Muchas veces la caída es rápida e inesperada. Hay tantas posibilidades: Pecado sexual, problemas con las finanzas que resultan en el robo de tu empleo, enfermedad o accidente.

A veces lo ves venir. Si Moisés tenía amigos de confianza en el palacio, es posible que ellos hayan notado la ira en Moisés por el trato a los esclavos hebreos, y las cuestiones que él tenía sobre su identidad. ¿Hay gente cerca de ti que conoce tus debilidades? Y tú, ¿sabes cuáles son? ¿Hay algún escenario posible que te asuste? ¿O ya te has caído?

Dios no quiere que tú andes con temor a lo que pueda suceder, ni lamentar de lo que pudo haber sucedido. Dondequiera que estés en el camino de esta vida, acércate a Jesús, anda con Él y confía en que Él tiene un plan para tu vida. Despues de la caída, Dios quiere redimir tus errores y restaurar tu vida. Siempre y cuando haya un arrepentimiento genuino. Cuando Moisés huyó al desierto, nunca soñaba que volvería después de 40 años para liberar a su pueblo. Con los años él probablemente creía que sería un pastor de ovejas de por vida. Él no manipuló la situación para que algo sucediera. Cuando Dios estuvo listo, Él hizo todo lo necesario para dar el mensaje a Moisés, y Él hará lo mismo contigo.

El monte de Dios

No sabemos por qué Moisés fue al monte de Dios ese día.

  • Tal vez sintió la necesidad de buscar a Dios.
  • Quizás Dios puso un deseo en su corazón de conocer este monte que era el objeto de tantas leyendas.
  • Posiblemente fue a ese monte con frecuencia.

El hecho es que Moisés fue a un lugar donde pudo escuchar la voz de Dios. ¿Qué pasaria si hubiera ignorado la voz sutil del Señor y escuchado la voz del enemigo para ir a las carpas que ofrecían a los viajeros los placeres de una mujer? No habría tenido este encuentro con Dios. Y tú, ¿estás en un lugar para escuchar la voz de Dios? ¿O está tu vida tan llena de las cosas del mundo que no prestarías atención a una zarza ardiente? ¿Es hora de ir al monte de Dios?

Moisés tuvo que investigar lo que estaba pasando con la zarza. Esta es la única zarza ardiente en la Biblia. Puedes esperar toda una vida para una zarza que nunca va a aparecer, pero cuando hay algo fuera de lo común, hay que prestar atención e investigarlo. Puede ser un deseo de ir a una iglesia o conferencia, o hablar con un pastor o hermano cristiano, o alguna circunstancia extraña en tu hogar o trabajo. No te demores en investigar lo que está sucediendo. Puede ser un ángel del Señor.

Dios solo le habló a Moisés cuando vio que tenía su atención. Muchas veces no escuchamos la voz de Dios porque Él puede ver que estamos ocupados con otras cosas, y no prestamos atención a esas pequeñas señales.

¿Has tenido un encuentro con una zarza ardiente? ¿Quieres uno? Solo Dios sabe la mejor manera de comunicarse contigo. Mantén los ojos abiertos. Quién sabe cuándo tú recamara o jardín se convertiesen en tierra santa, y tienes que quitarte los zapatos para recibir una comisión de Dios que transformará tu vida. Dios llamó a Moisés por nombre. Él conoce tu nombre también. Cuando Él te llame, ojalá que tú respondas a pronto:

Heme aquí

Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.

Creo que hemos perdido mucha reverencia por Dios; casi no hay temor al Rey del universo. Claro que Jesús es un buen amigo y Dios es nuestro Padre, pero algunas iglesias se parecen más a un circo que a tierra santa.

Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias,

Tres cosas que Dios ha hecho y sigue haciendo:

  • Ha visto la aflicción de su pueblo. Él ha visto todas tus aflicciones, y ha visto todo lo que está pasando con su iglesia en todo el mundo.
  • Ha oído el clamor de esos esclavos, y Dios ha oído tu clamor. Ha escuchado tus oraciones. Ellos no recibieron respuesta, y tal vez les parecía una mentira que Dios hubiera oído sus peticiones, pero Dios te escucha cuando clamas a Él.
  • Ha conocido sus angustias. Mucho más profundo que ver o escuchar, Dios conoce todo lo que ha pasado en tu vida.

Eso es genial, pero no ayudó mucho a los esclavos en Egipto. Ellos pasaron cientos de años en la esclavitud. Clamaron a Dios con mucha fe por su libertad, y sufrían mucho, pero parece que Dios no les hizo caso. A veces es así en la vida. Hemos aceptado la mentira que merecemos un matrimonio feliz, hijos ejemplares, éxito en el trabajo y  casas y carros bonitos. Supuestamente, si tenemos suficiente fe, vamos a vivir la vida buena y próspera. Pero el penúltimo versículo de Hebreos 11, después de hablar de todos los héroes de la fe, dice: Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido. Claro que, por la gracia de Dios, Él puede bendecirnos con un buen matrimonio. Pero la verdadera fe persevera a pesar de las circunstancias duras, y sigue clamando al Señor cuando parece que Él no responde. El primer versículo del capítulo 11 de Hebreos dice: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Si ya tenemos todas esas bendiciones, no necesitamos mucha fe. La prueba de la fe es cuando se continúa en su esclavitud al faraón año tras año – y sigues confiando en la promesa de Dios que algún día partirás a una tierra prometida. No nos corresponde a nosotros “declarar” cuando Dios tiene que actuar; nosotros tenemos que esperar el tiempo del Señor.

Dios ha descendido

En el caso de estos esclavos en Egipto, ese momento había llegado. Ahora Dios no solo va a ver, oír, y conocer su situación, Él está listo para actuar:

y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo. El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen.

Ahora Dios ha descendido para liberarlos de Egipto. Ellos todavía no lo saben, pero Dios ya ha comenzado el proceso en esa zarza ardiente. Lo triste es que ninguno de esos esclavos verá esa tierra que fluye leche y miel; todos van a morir en el desierto como resultado de su rebelión. Ni siquiera Moisés pudo entrar en la tierra; por una falla pequeña se le prohibió a entrar. La vio desde lejos.

Ahora nosotros tenemos buenas nuevas: Dios ha descendido otra vez. Él descendió en forma de hombre, en Jesucristo. Ha visto nuestra necesidad, ha oído nuestro clamor y conoce nuestras angustias. Cristo descendió para liberarnos de la opresión del diablo y nuestra esclavitud al pecado, y llevarnos a un reino celestial donde vamos a reinar con Él.

Estoy seguro de que Moisés estaba contento de escuchar esta noticia. Él todavía cree que va a morar con sus ovejas y su familia en la comodidad de Madián, y tal vez algún día viajar a esa tierra que fluye leche y miel. Nos resulta muy cómodo interceder por un vecino, por el gobierno y por las necesidades de hermanos en otros países. Pero Dios tuvo una sorpresa para Moisés, y a veces tiene una sorpresa para nosotros también.

¡ eres el instrumento de Dios!

10 Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.

¡Moisés es el varón escogido para cumplir la tarea! Y puede ser que tú seas el instrumento que Dios va a usar para contestar tus oraciones y ayudar a gente necesitada. Dios no le ofreció la oportunidad de participar en su obra. No es una opción; es un llamado. Moisés podría obedecer, o podría rebelarse, pero en la segunda opcion sufriría las consecuencias.

11 Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?

¿Dirías tú lo mismo?: ¿Quién soy yo? Tal vez tú no tengas la educación, experiencia o talento necesario, pero eso no importa. Lo importante es que Dios te llamó, y Dios sabe lo que está haciendo. Dios no necesita hombres muy autoconfiados que crean que son un regalo de Dios para este mundo: “¡Finalmente otros han reconocido mis grandes habilidades!” Es difícil para Dios usar a ese hombre orgulloso, pero un hombre humilde que dice “¿Quién soy yo?” es muy útil en las manos de Dios.

12 Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.

Dios nunca respondió a la duda de Moisés; simplemente repite el mandato: ve. La única cosa que importa es que Dios estará con él. Si tú sabes que estás en la voluntad de Dios y andas en obediencia a su llamado, puedes estar seguro que Dios está contigo. Y si Dios es por ti, ¿quién contra ti? Él peleará las batallas y hará todo lo necesario para cumplir su voluntad. La única señal ofrecida a Moisés en este punto sería después de que él sacó al pueblo de Egipto, cuando vuelve a ese mismo monte para servir a Dios.

Este libro puede ser tu zarza ardiente. Por este medio Dios puede abrir tus ojos y revelar tu llamado. Puede que tengas que quitarte tu calzado porque estás en tierra santa.

 

Mateo 5:7-9: Tres bienaventuranzas que tocan asuntos del corazón

Las siguientes tres bienaventuranzas son menos polémicas. También evocan imágenes más femeninas que masculinas, pero por lo general son aceptadas como características positivas: alguien misericordioso, puro de corazón y un pacificador. Éstas afectan las relaciones con otras personas. Sorprendentemente, a pesar de la naturaleza inofensiva de todas estas características, la reacción del mundo es para perseguir a estas personas, pero las bienaventuranzas terminan con el aliento que incluso la persecución es una condición bendita.

¿Quieres ser tratado con compasión y misericordia? Anda como Jesús anduvo, con misericordia y compasión, y las experimentarás.

Dichosos los compasivos, porque serán tratados con compasión.

RVR: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

¿Qué significa ser misericordioso? La Real Academia Española dice que la misericordia es: “La virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los sufrimientos y miserias ajenos; el atributo divino por el que se perdonan y remedian los pecados y sufrimientos de sus criaturas.” Por lo general, tienes misericordia de alguien que te debe algo, no puede hacer nada por ti y merece tu castigo. A pesar de eso, tú eliges dejarlo ir. La misericordia está relacionada al perdón.

Dios es misericordioso, y espera que sus siervos sean misericordiosos. Si tú no tienes misericordia, Dios no tendrá misericordia de ti, al igual que Él no te perdonará si tu no perdonas a otros (Mateo 6:15). Si no eres misericordioso, es menos probable que otros tengan misericordia de ti. La persona misericordiosa tiene un corazón tierno y amoroso, listo para actuar a favor de cualquier persona que necesite ayuda. Es una bienaventuranza apropiada para seguir la anterior (el tener hambre y sed de justicia), porque es posible ser escrupuloso en cuanto a la rectitud personal, pero no ser muy misericordioso. Por eso Jesús condenó a los fariseos:

Mientras Jesús estaba comiendo en casa de Mateo, muchos recaudadores de impuestos y pecadores llegaron y comieron con él y sus discípulos. Cuando los fariseos vieron esto, les preguntaron a sus discípulos: —¿Por qué come su maestro con recaudadores de impuestos y con pecadores?

Al oír esto, Jesús les contestó: —No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos. Pero vayan y aprendan qué significa esto: “Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios”. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores (Mateo 9:10-13).

Dios no espera hasta que pidamos por misericordia, sino que toma la iniciativa. La palabra hebrea hesed se traduce «bondad,» e incluye la idea del amor de pacto, compasión y misericordia. Israel no merecía los milagros de Dios para liberarlos de Egipto y llevarlos a la tierra prometida. No podemos ganar la salvación que Cristo nos ofrece, pero Dios es misericordioso. Y esa misericordia mueve su corazón para derramar el amor y compasión sobre pecadores que merecen su castigo: Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia (Tito 3:5).

Nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero. Nosotros perdonamos porque Él perdonó nuestra gran deuda. Y mostramos misericordia porque Él fue misericordioso con nosotros. Al crecer en piedad, nos volvemos más como Cristo y compartimos más en el carácter de Dios. Nos aferramos más al corazón misericordioso del Padre. Más tarde, en el mismo sermón, Jesús resumió esta enseñanza con la Regla de Oro: Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas (Mateo 7:12).

La parábola del siervo despiadado

La misericordia a menudo se manifiesta en actos de caridad. La parábola del buen samaritano (Lucas 10:25-37) es una condena de líderes religiosos despiadados, y demuestra como la verdadera piedad nos lleva a extremos para ayudar a otros. Ese es el lado pro-activo de la misericordia. Otra parábola, del siervo despiadado en Mateo 18, vívidamente retrata las consecuencias de ser despiadado, y la necesidad de tener piedad de otros para evitar el castigo merecido:

21 Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: —Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces?

22 —No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces —le contestó Jesús—.

No podemos poner límites en nuestro perdón de los demás, su respuesta a lo mismo o la misericordia que ofrecemos a otros. Lo que los apaga es la persona que no responde con perdón o misericordia a los demás.

23 »Por eso el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. 24 Al comenzar a hacerlo, se le presentó uno que le debía miles y miles de monedas de oro. 25 Como él no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su esposa y a sus hijos, y todo lo que tenía, para así saldar la deuda.

Esta deuda sería de millones de dólares. Sería imposible pagarla, al igual como es imposible pagar la deuda que tenemos con Dios, aunque Él tiene todo el derecho de exigir el pago.

26 El siervo se postró delante de él. “Tenga paciencia conmigo —le rogó—, y se lo pagaré todo”. 27 El señor se compadeció de su siervo, le perdonó la deuda y lo dejó en libertad.

El corazón misericordioso del señor le conmovió a tener compasión y piedad  del criado. En este caso esperó la petición del deudor, y, en respuesta a ella, decidió cancelar la deuda y dejarlo libertad.

28 »Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas de plata. Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo. “¡Págame lo que me debes!”, le exigió. 29 Su compañero se postró delante de él. “Ten paciencia conmigo —le rogó—, y te lo pagaré”.30 Pero él se negó. Más bien fue y lo hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda.

Los demás siervos, observando la misericordia mostrada al primer siervo, esperan recibir la misma piedad, y le suplican por ella. Sin embargo, el primer siervo rechaza su petición.

32 Entonces el señor mandó llamar al siervo. “¡Siervo malvado! —le increpó—. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste.33 ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?” 34 Y, enojado, su señor lo entregó a los carceleros para que lo torturaran hasta que pagara todo lo que debía.

35 »Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano».

Aquí vemos la conexión estrecha entre el perdón y la misericordia: Dios espera que tengas piedad de otros que claramente no la merecen, así como Él tuvo piedad de ti. Para Jesús, tener misericordia es perdonar. Si Él ve un corazón compasivo, tierno y misericordioso en ti, no solo vas a experimentar su misericordia, sino que Dios también va a inclinar a otros a ser misericordiosos contigo.

Falta de misericordia impacta la salvación

Una de las últimas enseñanzas de Jesús hace hincapié en la importancia de la misericordia, y demuestra una clara conexión entre la justicia y la misericordia:

»Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: “Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento; necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron”. Y le contestarán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o necesitado de ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?” El Rey les responderá: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí” (Mateo 25: 34-40).

Aquellos que no tenían misericordia son echados al infierno. Sí, la falta de misericordia puede impactar tu salvación. Jesús espera que busquemos oportunidades para ser misericordiosos y ayudar a los más pequeños, quienes nunca podrán devolver el favor.

  • ¿Cómo has experimentado la misericordia de Dios? ¿Eras consciente de ella? Tienes que agradecerle por ella.
  • ¿Debes pedir misericordia por algo en tu vida?
  • ¿Hay oportunidades para mostrar compasión, perdón y misericordia a alguien que claramente no lo merece?
  • ¿Corres el riesgo de tener que pagar tu deuda a Dios (¿o incluso ser echado al infierno?) a causa de tu falta de misericordia?

Si tú de costumbre tienes misericordia de otros, Dios seguramente te mostrará misericordia en tu momento de necesidad. No tardes en suplicarlo por ella. La naturaleza de la misericordia significa que aun con nuestras imperfecciones, Dios continúa mostrándonos misericordia. Y es por eso que realmente tenemos que agradecerle.

No es fácil ser compasivo y misericordioso en el mundo de hoy. Hay demasiados ejemplos de alguien recibiendo a un extraño en su casa y el tipo roba todo o viola a su hija. Necesitas mucho discernimiento, y siempre  ser guiado por el Espíritu. Pero cuando Dios claramente te da la oportunidad de tratar a alguien con compasión, tienes que andar como Jesús anduvo y mostrarle esa misericordia.

Bienaventurados los de limpio corazón

Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios.

La santidad no es solo seguir unas reglas, como abstenerse de fornicar, fumar y beber. La santidad es mucho más, como Jesús está a punto de señalar en este Sermón del Monte:

 »Ustedes han oído que se dijo a sus antepasados: “No mates, y todo el que mate quedará sujeto al juicio del tribunal.”  Pero yo les digo que todo el que se enoje con su hermano quedará sujeto al juicio del tribunal (Mateo 5:21-22).a santidad no es solo seguir unas reglas, como abstenerse de fornicar, fumar y beber. La santidad es mucho más, como Jesús está a punto de señalar en este Sermón del Monte:

»Ustedes han oído que se dijo: “No cometas adulterio.” Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón (Mateo 5:27-28).

Bajo la ley, el énfasis estaba en las cosas externas. Tu corazón podría estar lleno de pensamientos de asesinato y adulterio, pero si nadie murió o si nunca tocabas a otra mujer, estabas bien. Jesús dice que Dios espera mucho más:

»¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Limpian el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno. ¡Fariseo ciego! Limpia primero por dentro el vaso y el plato, y así quedará limpio también por fuera (Mateo 23:25-26).

A Dios le interesa el corazón. Si tu corazón es puro, tus acciones y pensamientos se lo reflejarán. Si tu corazón es sucio, tarde o temprano se mostrará en tu forma de vivir. En Mateo 6, Jesús habla sobre la importancia de dar ofrendas, orar y ayunar del corazón. Si es para demostración externa, para impresionar a los demás, es de muy poco beneficio. Tú puedes mantener una apariencia legalista de pureza, pero no verás a Dios ni disfrutarás una relación con Él si el corazón está sucio: Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor (Hebreos 12:14).

La importancia de pureza del corazón no era un concepto nuevo para los judíos. El Espíritu Santo inspiró a David a escribir algo muy similar a esta bienaventuranza en el Salmo 73:1:

En verdad, ¡cuán bueno es Dios con Israel,
con los puros de corazón!

David se amplía aún más en la misma idea en el Salmo 24:3-6:

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en su lugar santo?
Sólo el de manos limpias y corazón puro,
el que no adora ídolos vanos
ni jura por dioses falsos.

Quien es así recibe bendiciones del Señor;
Dios su Salvador le hará justicia.
Tal es la generación de los que a ti acuden,
de los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob
.

Estos creyentes buscaban el rostro de Dios, pero no pudieron verlo, a pesar de lo que dijo David en el Salmo 17:15: Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me bastará con verte cuando despierte.

¿Cómo puede esto reconciliarse con las palabras (a menudo repetidas) de Dios a Moisés en Éxodo 33:20? Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá. Jesús toma la posibilidad de intimidad con Dios hasta otro nivel, tal como lo hace con nuestra comprensión de una vida que agrada a Dios. Es posible ver a Dios, pero solo para los puros de corazón, y muy probablemente será en el cielo: Y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes…y reinarán por los siglos de los siglos (Apocalipsis 22:4-5).

¿Cómo está tu corazón? Puedes parecer un buen cristiano en la iglesia y con tu familia, pero ¿qué sucede cuando estás con tus amigos? ¿Cuando ves a una mujer hermosa en la calle? ¿Cuando estás tentado con pornografía en el internet? Toda tu vida, pública y privada, pensamientos y motivaciones, debe ser transparente ante Dios y los demás. Mucha gente piensa que la “pureza de corazón” es aburrida. Ellos encuentran su placer en cualquier cosa impura, pero son engañados. Jesús dijo que solo la persona bendita puede ver a Dios, y eso solo es posible con un corazón puro. Ahí es donde se encuentra la verdadera felicidad.

Si sientes que has perdido tu conexión con Dios, que ya no lo ves, examina la pureza de tu corazón. Ojalá que tú hayas conocido tiempos cuando Dios en su misericordia ha limpiado los rincones más oscuros de tu corazón, y te sientes increíblemente limpio. Puede que tengas que limpiar tu corazón ahora mismo. Dios quiere hacerlo. Él quiere que tú veas su rostro, pero Él no puede tolerar un corazón sucio. La sangre de Jesús puede limpiarte completamente.

Varias veces más Jesús dice «Ustedes han oído que se dijo,» pero la última vez es una buena introducción al resto de las bienaventuranzas:

»Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.” Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen (Mateo 5:43-44).

Dichosos los pacificadores

Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.

RVR: Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Mi madre era la pacificadora en nuestra familia. Ella odiaba el conflicto. Mi padre podría tener un carácter volátil, pero ella siempre intervino para calmar la situación, y él bajaría al sótano para lidiar con su ira. Yo aprendí a evitar el conflicto a toda costa y hacer todo lo necesario para mantener la paz, incluso si eso significaba reprimir la ira. Eso no es saludable. Trabajar por la paz no significa evitar los conflictos. Hacer la paz puede ser costoso; solo pregúntale a Jesús: Él hizo la paz entre Dios y nosotros, saciando la ira del Padre al precio de su propia vida.

Tiene sentido que el Príncipe de Paz bendeciría a los pacificadores: Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz (Colosenses 3:19-20).

¿Has conocido a personas que parecen crear conflictos donde quiera que vayan? A menudo la raíz es el orgullo o la inseguridad. Los que son puros de corazón tienden a crear menos conflicto; su misma presencia puede traer paz a una situación. Santiago (3:17-18) habla de la sabiduría celestial:

En cambio, la sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera. En fin, el fruto de la justicia se siembra en paz para los que hacen la paz.

Romanos 14 ofrece algunos consejos sabios para mantener la paz en la iglesia, especialmente el versículo 19: Por lo tanto, esforcémonos por promover todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación.

Si nos centramos en la edificación mutua, contribuiremos a la paz. Trabajar por la paz puede implicar un esfuerzo considerable; ¡no seas perezoso! Ten cuidado en el trabajo, la escuela, la iglesia y el hogar para no precipitarse en un conflicto, tomar partido y hacer la situación peor. Trata de ser conocido como una persona objetiva, capaz de ver todos los lados de un problema. La mansedumbre, tal como la estudiamos en estas bienaventuranzas, también facilita la paz. Pídele a Dios que te dé sabiduría sobre cómo resolver el conflicto. No impongas una solución, sino escucha con atención, afirma los sentimientos y habla con autoridad cuando sea necesario. Ten en cuenta que la paz no siempre será posible. Claro que eso aflige al corazón del Padre, y aflige a nosotros vivir con conflictos en el hogar o en el trabajo. Puedes orar y hacer tu parte, y luego dejar los resultados con Dios. Ora por paz en el mundo, y haz todo lo posible para promover la paz en tu comunidad. Ora por formas en que tu iglesia puede hacer la paz.

Dios quiere usarte como un agente de sanidad en el mundo que te rodea. Con la base de las enseñanzas de las bienaventuranzas anteriores, y asegurando que tu corazón es puro, tú puedes entrar en tu mundo con misericordia, para traer la paz y la presencia de Dios. Desafortunadamente, como veremos en las últimas bienaventuranzas, el mundo a menudo rechaza esa presencia.