Mateo 5:7-9: Tres bienaventuranzas que tocan asuntos del corazón

Las siguientes tres bienaventuranzas son menos polémicas. También evocan imágenes más femeninas que masculinas, pero por lo general son aceptadas como características positivas: alguien misericordioso, puro de corazón y un pacificador. Éstas afectan las relaciones con otras personas. Sorprendentemente, a pesar de la naturaleza inofensiva de todas estas características, la reacción del mundo es para perseguir a estas personas, pero las bienaventuranzas terminan con el aliento que incluso la persecución es una condición bendita.

¿Quieres ser tratado con compasión y misericordia? Anda como Jesús anduvo, con misericordia y compasión, y las experimentarás.

Dichosos los compasivos, porque serán tratados con compasión.

RVR: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

¿Qué significa ser misericordioso? La Real Academia Española dice que la misericordia es: “La virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los sufrimientos y miserias ajenos; el atributo divino por el que se perdonan y remedian los pecados y sufrimientos de sus criaturas.” Por lo general, tienes misericordia de alguien que te debe algo, no puede hacer nada por ti y merece tu castigo. A pesar de eso, tú eliges dejarlo ir. La misericordia está relacionada al perdón.

Dios es misericordioso, y espera que sus siervos sean misericordiosos. Si tú no tienes misericordia, Dios no tendrá misericordia de ti, al igual que Él no te perdonará si tu no perdonas a otros (Mateo 6:15). Si no eres misericordioso, es menos probable que otros tengan misericordia de ti. La persona misericordiosa tiene un corazón tierno y amoroso, listo para actuar a favor de cualquier persona que necesite ayuda. Es una bienaventuranza apropiada para seguir la anterior (el tener hambre y sed de justicia), porque es posible ser escrupuloso en cuanto a la rectitud personal, pero no ser muy misericordioso. Por eso Jesús condenó a los fariseos:

Mientras Jesús estaba comiendo en casa de Mateo, muchos recaudadores de impuestos y pecadores llegaron y comieron con él y sus discípulos. Cuando los fariseos vieron esto, les preguntaron a sus discípulos: —¿Por qué come su maestro con recaudadores de impuestos y con pecadores?

Al oír esto, Jesús les contestó: —No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos. Pero vayan y aprendan qué significa esto: “Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios”. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores (Mateo 9:10-13).

Dios no espera hasta que pidamos por misericordia, sino que toma la iniciativa. La palabra hebrea hesed se traduce «bondad,» e incluye la idea del amor de pacto, compasión y misericordia. Israel no merecía los milagros de Dios para liberarlos de Egipto y llevarlos a la tierra prometida. No podemos ganar la salvación que Cristo nos ofrece, pero Dios es misericordioso. Y esa misericordia mueve su corazón para derramar el amor y compasión sobre pecadores que merecen su castigo: Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia (Tito 3:5).

Nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero. Nosotros perdonamos porque Él perdonó nuestra gran deuda. Y mostramos misericordia porque Él fue misericordioso con nosotros. Al crecer en piedad, nos volvemos más como Cristo y compartimos más en el carácter de Dios. Nos aferramos más al corazón misericordioso del Padre. Más tarde, en el mismo sermón, Jesús resumió esta enseñanza con la Regla de Oro: Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas (Mateo 7:12).

La parábola del siervo despiadado

La misericordia a menudo se manifiesta en actos de caridad. La parábola del buen samaritano (Lucas 10:25-37) es una condena de líderes religiosos despiadados, y demuestra como la verdadera piedad nos lleva a extremos para ayudar a otros. Ese es el lado pro-activo de la misericordia. Otra parábola, del siervo despiadado en Mateo 18, vívidamente retrata las consecuencias de ser despiadado, y la necesidad de tener piedad de otros para evitar el castigo merecido:

21 Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: —Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces?

22 —No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces —le contestó Jesús—.

No podemos poner límites en nuestro perdón de los demás, su respuesta a lo mismo o la misericordia que ofrecemos a otros. Lo que los apaga es la persona que no responde con perdón o misericordia a los demás.

23 »Por eso el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. 24 Al comenzar a hacerlo, se le presentó uno que le debía miles y miles de monedas de oro. 25 Como él no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su esposa y a sus hijos, y todo lo que tenía, para así saldar la deuda.

Esta deuda sería de millones de dólares. Sería imposible pagarla, al igual como es imposible pagar la deuda que tenemos con Dios, aunque Él tiene todo el derecho de exigir el pago.

26 El siervo se postró delante de él. “Tenga paciencia conmigo —le rogó—, y se lo pagaré todo”. 27 El señor se compadeció de su siervo, le perdonó la deuda y lo dejó en libertad.

El corazón misericordioso del señor le conmovió a tener compasión y piedad  del criado. En este caso esperó la petición del deudor, y, en respuesta a ella, decidió cancelar la deuda y dejarlo libertad.

28 »Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas de plata. Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo. “¡Págame lo que me debes!”, le exigió. 29 Su compañero se postró delante de él. “Ten paciencia conmigo —le rogó—, y te lo pagaré”.30 Pero él se negó. Más bien fue y lo hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda.

Los demás siervos, observando la misericordia mostrada al primer siervo, esperan recibir la misma piedad, y le suplican por ella. Sin embargo, el primer siervo rechaza su petición.

32 Entonces el señor mandó llamar al siervo. “¡Siervo malvado! —le increpó—. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste.33 ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?” 34 Y, enojado, su señor lo entregó a los carceleros para que lo torturaran hasta que pagara todo lo que debía.

35 »Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano».

Aquí vemos la conexión estrecha entre el perdón y la misericordia: Dios espera que tengas piedad de otros que claramente no la merecen, así como Él tuvo piedad de ti. Para Jesús, tener misericordia es perdonar. Si Él ve un corazón compasivo, tierno y misericordioso en ti, no solo vas a experimentar su misericordia, sino que Dios también va a inclinar a otros a ser misericordiosos contigo.

Falta de misericordia impacta la salvación

Una de las últimas enseñanzas de Jesús hace hincapié en la importancia de la misericordia, y demuestra una clara conexión entre la justicia y la misericordia:

»Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: “Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento; necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron”. Y le contestarán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o necesitado de ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?” El Rey les responderá: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí” (Mateo 25: 34-40).

Aquellos que no tenían misericordia son echados al infierno. Sí, la falta de misericordia puede impactar tu salvación. Jesús espera que busquemos oportunidades para ser misericordiosos y ayudar a los más pequeños, quienes nunca podrán devolver el favor.

  • ¿Cómo has experimentado la misericordia de Dios? ¿Eras consciente de ella? Tienes que agradecerle por ella.
  • ¿Debes pedir misericordia por algo en tu vida?
  • ¿Hay oportunidades para mostrar compasión, perdón y misericordia a alguien que claramente no lo merece?
  • ¿Corres el riesgo de tener que pagar tu deuda a Dios (¿o incluso ser echado al infierno?) a causa de tu falta de misericordia?

Si tú de costumbre tienes misericordia de otros, Dios seguramente te mostrará misericordia en tu momento de necesidad. No tardes en suplicarlo por ella. La naturaleza de la misericordia significa que aun con nuestras imperfecciones, Dios continúa mostrándonos misericordia. Y es por eso que realmente tenemos que agradecerle.

No es fácil ser compasivo y misericordioso en el mundo de hoy. Hay demasiados ejemplos de alguien recibiendo a un extraño en su casa y el tipo roba todo o viola a su hija. Necesitas mucho discernimiento, y siempre  ser guiado por el Espíritu. Pero cuando Dios claramente te da la oportunidad de tratar a alguien con compasión, tienes que andar como Jesús anduvo y mostrarle esa misericordia.

Bienaventurados los de limpio corazón

Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios.

La santidad no es solo seguir unas reglas, como abstenerse de fornicar, fumar y beber. La santidad es mucho más, como Jesús está a punto de señalar en este Sermón del Monte:

 »Ustedes han oído que se dijo a sus antepasados: “No mates, y todo el que mate quedará sujeto al juicio del tribunal.”  Pero yo les digo que todo el que se enoje con su hermano quedará sujeto al juicio del tribunal (Mateo 5:21-22).a santidad no es solo seguir unas reglas, como abstenerse de fornicar, fumar y beber. La santidad es mucho más, como Jesús está a punto de señalar en este Sermón del Monte:

»Ustedes han oído que se dijo: “No cometas adulterio.” Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón (Mateo 5:27-28).

Bajo la ley, el énfasis estaba en las cosas externas. Tu corazón podría estar lleno de pensamientos de asesinato y adulterio, pero si nadie murió o si nunca tocabas a otra mujer, estabas bien. Jesús dice que Dios espera mucho más:

»¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Limpian el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno. ¡Fariseo ciego! Limpia primero por dentro el vaso y el plato, y así quedará limpio también por fuera (Mateo 23:25-26).

A Dios le interesa el corazón. Si tu corazón es puro, tus acciones y pensamientos se lo reflejarán. Si tu corazón es sucio, tarde o temprano se mostrará en tu forma de vivir. En Mateo 6, Jesús habla sobre la importancia de dar ofrendas, orar y ayunar del corazón. Si es para demostración externa, para impresionar a los demás, es de muy poco beneficio. Tú puedes mantener una apariencia legalista de pureza, pero no verás a Dios ni disfrutarás una relación con Él si el corazón está sucio: Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor (Hebreos 12:14).

La importancia de pureza del corazón no era un concepto nuevo para los judíos. El Espíritu Santo inspiró a David a escribir algo muy similar a esta bienaventuranza en el Salmo 73:1:

En verdad, ¡cuán bueno es Dios con Israel,
con los puros de corazón!

David se amplía aún más en la misma idea en el Salmo 24:3-6:

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en su lugar santo?
Sólo el de manos limpias y corazón puro,
el que no adora ídolos vanos
ni jura por dioses falsos.

Quien es así recibe bendiciones del Señor;
Dios su Salvador le hará justicia.
Tal es la generación de los que a ti acuden,
de los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob
.

Estos creyentes buscaban el rostro de Dios, pero no pudieron verlo, a pesar de lo que dijo David en el Salmo 17:15: Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me bastará con verte cuando despierte.

¿Cómo puede esto reconciliarse con las palabras (a menudo repetidas) de Dios a Moisés en Éxodo 33:20? Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá. Jesús toma la posibilidad de intimidad con Dios hasta otro nivel, tal como lo hace con nuestra comprensión de una vida que agrada a Dios. Es posible ver a Dios, pero solo para los puros de corazón, y muy probablemente será en el cielo: Y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes…y reinarán por los siglos de los siglos (Apocalipsis 22:4-5).

¿Cómo está tu corazón? Puedes parecer un buen cristiano en la iglesia y con tu familia, pero ¿qué sucede cuando estás con tus amigos? ¿Cuando ves a una mujer hermosa en la calle? ¿Cuando estás tentado con pornografía en el internet? Toda tu vida, pública y privada, pensamientos y motivaciones, debe ser transparente ante Dios y los demás. Mucha gente piensa que la “pureza de corazón” es aburrida. Ellos encuentran su placer en cualquier cosa impura, pero son engañados. Jesús dijo que solo la persona bendita puede ver a Dios, y eso solo es posible con un corazón puro. Ahí es donde se encuentra la verdadera felicidad.

Si sientes que has perdido tu conexión con Dios, que ya no lo ves, examina la pureza de tu corazón. Ojalá que tú hayas conocido tiempos cuando Dios en su misericordia ha limpiado los rincones más oscuros de tu corazón, y te sientes increíblemente limpio. Puede que tengas que limpiar tu corazón ahora mismo. Dios quiere hacerlo. Él quiere que tú veas su rostro, pero Él no puede tolerar un corazón sucio. La sangre de Jesús puede limpiarte completamente.

Varias veces más Jesús dice «Ustedes han oído que se dijo,» pero la última vez es una buena introducción al resto de las bienaventuranzas:

»Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.” Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen (Mateo 5:43-44).

Dichosos los pacificadores

Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.

RVR: Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Mi madre era la pacificadora en nuestra familia. Ella odiaba el conflicto. Mi padre podría tener un carácter volátil, pero ella siempre intervino para calmar la situación, y él bajaría al sótano para lidiar con su ira. Yo aprendí a evitar el conflicto a toda costa y hacer todo lo necesario para mantener la paz, incluso si eso significaba reprimir la ira. Eso no es saludable. Trabajar por la paz no significa evitar los conflictos. Hacer la paz puede ser costoso; solo pregúntale a Jesús: Él hizo la paz entre Dios y nosotros, saciando la ira del Padre al precio de su propia vida.

Tiene sentido que el Príncipe de Paz bendeciría a los pacificadores: Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz (Colosenses 3:19-20).

¿Has conocido a personas que parecen crear conflictos donde quiera que vayan? A menudo la raíz es el orgullo o la inseguridad. Los que son puros de corazón tienden a crear menos conflicto; su misma presencia puede traer paz a una situación. Santiago (3:17-18) habla de la sabiduría celestial:

En cambio, la sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera. En fin, el fruto de la justicia se siembra en paz para los que hacen la paz.

Romanos 14 ofrece algunos consejos sabios para mantener la paz en la iglesia, especialmente el versículo 19: Por lo tanto, esforcémonos por promover todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación.

Si nos centramos en la edificación mutua, contribuiremos a la paz. Trabajar por la paz puede implicar un esfuerzo considerable; ¡no seas perezoso! Ten cuidado en el trabajo, la escuela, la iglesia y el hogar para no precipitarse en un conflicto, tomar partido y hacer la situación peor. Trata de ser conocido como una persona objetiva, capaz de ver todos los lados de un problema. La mansedumbre, tal como la estudiamos en estas bienaventuranzas, también facilita la paz. Pídele a Dios que te dé sabiduría sobre cómo resolver el conflicto. No impongas una solución, sino escucha con atención, afirma los sentimientos y habla con autoridad cuando sea necesario. Ten en cuenta que la paz no siempre será posible. Claro que eso aflige al corazón del Padre, y aflige a nosotros vivir con conflictos en el hogar o en el trabajo. Puedes orar y hacer tu parte, y luego dejar los resultados con Dios. Ora por paz en el mundo, y haz todo lo posible para promover la paz en tu comunidad. Ora por formas en que tu iglesia puede hacer la paz.

Dios quiere usarte como un agente de sanidad en el mundo que te rodea. Con la base de las enseñanzas de las bienaventuranzas anteriores, y asegurando que tu corazón es puro, tú puedes entrar en tu mundo con misericordia, para traer la paz y la presencia de Dios. Desafortunadamente, como veremos en las últimas bienaventuranzas, el mundo a menudo rechaza esa presencia.