Como avanzar con confianza  Éxodo 6:2-12 y 6:28-7:13 

En otra ocasión, Dios habló con Moisés y le dijo: «Yo soy el Señor. Me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob bajo el nombre de Dios Todopoderoso, pero no les revelé mi verdadero nombre, que es el Señor.También con ellos confirmé mi pacto de darles la tierra de Canaán, donde residieron como forasteros. He oído además el gemir de los israelitas, a quienes los egipcios han esclavizado, y he recordado mi pacto.

Un recordatorio de quién es Dios

Con la misión reafirmada, Dios le recuerda a Moisés quién es Él, pasado, presente y futuro:

  • Las promesas están en tiempo futuro.
  • La naturaleza de Dios es siempre presente, el gran «YO SOY.»
  • En en el medio está el recordatorio de la fidelidad de Dios en el pasado.

Rápidamente olvidamos el carácter de Dios y sus hechos pasados. Eso es entendible para Moisés; él estaba solo y enfrentaba a una tarea enorme, pero nosotros tenemos la Biblia, testimonios de creyentes a lo largo de los siglos, oportunidades casi infinitas para escuchar mensajes de aliento en Internet, y el apoyo amoroso de la iglesia. ¿Cuál es nuestra excusa?

Es fácil concentrarte en la circunstancia inmediata y olvidar a quién estás sirviendo. Estamos rodeados de una cultura obsesionada con todo, excepto el Dios del universo. Múltiples distracciones nos mantienen alejados del Señor y de su Palabra. Por eso es tan importante mantener la comunión con Dios y estudiar las Escrituras.

Moisés tiene que recordar:

  • El nombre de Dios: YO SOY. Él le reveló su nombre por primera vez a Moisés en la zarza ardiente. Él es el Creador, el Alfa y la Omega, y el único Señor.
  • Moisés tuvo el privilegio de una revelación más profunda que los patriarcas (Abraham, Isaac y Jacob). A Dios le encanta revelarse, ya sea en visiones, a través de Jesucristo o en la Biblia. Probablemente se ha revelado a ti de alguna manera. Moisés es parte de una revelación progresiva que culminó en la revelación de Jesucristo.
  • Dios es un Dios de pacto, el cual depende de la fidelidad de ambas partes. Dios es totalmente fiel. Moisés puede estar seguro de que Dios va a sacar a la gente de Egipto, porque Él toma muy en serio su promesa de la tierra a Abraham y sus descendientes. Tú eres parte de un nuevo pacto por medio de Jesucristo, un pacto sellado con su sangre, que recuerdas y reafirmas cada vez que tomas la Cena del Señor. Dios será absolutamente fiel al completar la buena obra que Él comenzó en ti, y te llevará a una comunión eterna con Él en el cielo. ¿Eres fiel a tu parte del pacto?
  • Dios escucha tu gemir. A veces, no puedes expresar esos gemidos en palabras (Romanos 8:22, 23, 26). Cualquiera que sea la forma, dile a Dios lo que hay en tu corazón. Podría parecer que Él no responde al gemir de Moisés, pero, sí, siempre escucha. Puede que tú no veas nada sucediendo, pero Dios ha oído tu gemir y está trabajando ahora a tu favor.

Así que ve y diles a los israelitas: “Yo soy el Señor, y voy a quitarles de encima la opresión de los egipcios. Voy a librarlos de su esclavitud; voy a liberarlos con gran despliegue de poder y con grandes actos de justicia.Haré de ustedes mi pueblo; y yo seré su Dios. Así sabrán que yo soy el Señor su Dios, que los libró de la opresión de los egipcios. Y los llevaré a la tierra que bajo juramento prometí darles a Abraham, Isaac y Jacob. Yo, el Señor, les daré a ustedes posesión de ella.” »

Las promesas de Dios

Basado en el carácter de Dios y su fidelidad a este pueblo en el pasado, la parte final de la respuesta de Dios a Moisés es en todo tiempo futuro. Ocho veces (en el contexto de tres repeticiones de «YO SOY»), Dios dice lo que va a hacer, y lo que Israel va a experimentar. Son promesas, y puesto que el gran «YO SOY» las hace, no son meras palabras.

¡Qué bueno que tenemos a un Dios conocedor del futuro! No es solo la historia bíblica antigua y las grandes cosas que Él hizo por Israel en el pasado. No es solo la vida de Jesús en la tierra o el poderoso mover del Espíritu Santo en la iglesia primitiva. Somos parte del plan de Dios para toda la eternidad. Él conoce el futuro, y no le sorprende lo que está sucediendo en tu vida o en el mundo de hoy. ¿Conoces las promesas de la Biblia que se aplican a ti? ¿Hay promesas que Dios te ha dado específicamente a ti?

Mira lo que Dios les promete, y cómo las mismas promesas se aplican a ti hoy:

  • Él los liberará del yugo de su esclavitud. Quienquiera o lo que sea que te esclavice no es rival para el poder de Dios. Lo puedes experimentar de inmediato, pero muchas veces tenemos que esperar. La promesa es que Él te liberará de ese yugo. No es la voluntad de Dios que estés esclavizado.
  • Él los redimirá (los comprará de nuevamente) con el brazo extendido y grandes proezas. Experimentamos la redención de Dios lo más poderosamente en Jesucristo. Él pagó el precio de tu salvación con su propia sangre. Su brazo extendido se moverá con el mismo poder para ti que ejerció para Israel.
  • Él hará de ellos su propio pueblo. El deseo de Dios desde el principio ha sido por un pueblo que tiene comunión con Él, para adorarle y servirle. Él te hace libre, paga el precio de tu pecado y te da una nueva vida. Eres suyo. Quiere moldearte y formarte como parte de la novia gloriosa de su Hijo. ¿Quieres ser moldeado por Dios?
  • Él será su Dios. ¿Qué más quieres? ¡El Señor del universo quiere ser tu Dios!
  • Ellos sabrán que Él es Dios. Al experimentar sus prodigios y ver sus obras poderosas, tú también tendrás la certeza y el conocimiento de que Él es Dios.
  • Va a llevarlos a la tierra prometida. Mucho mejor que una propiedad en el Medio Oriente, Él tiene una vivienda eterna preparada para ti en el cielo. Él hará lo que sea necesario para llevarte allí.
  • Él les dará esa tierra como una posesión. Tú eres un coheredero con Jesús de toda la provisión increíble de Dios. Esto significa que aún no lo tienes todo. Puede haber algunas cosas que tienes que agarrar ahora; a otras hay que esperar, como la ansiosa expectativa de un niño en Navidad.

Es posible que Israel no estuviera consciente de estas promesas. Incluso si las hubieran oído, como nosotros, tienen que recordárselas con frecuencia, junto con el plan de Dios.

Moisés probablemente pensaba que ganaria a la gente con este sermón, lo cual recibió directamente del Señor. Si tú eres un predicador, Dios puede darte una palabra ungida. Se espera una gran respuesta de la iglesia, pero no siempre es así. Moisés necesita aliento, con su gente aferrándose a esta palabra, pero no sucedió así. ¿Que impide a la gente recibir lo que Dios tiene para ellos?

Moisés les dio a conocer esto a los israelitas, pero por su desánimo y las penurias de su esclavitud ellos no le hicieron caso.

El desánimo y las penurias cierran los oídos

Cuando le cuesta a la gente sobrevivir, y está aplastada por la depresión y el desánimo, probablemente no será capaz de recibir la Palabra de Dios, la cual puede sonar increíble y sin relación con su sufrimiento. Sé paciente con ellos. No los acuses de incredulidad o pecado. Probablemente no puedas hacer mucho para aliviar su duro trabajo, pero ámalos, ora por ellos y sigue obedeciendo fielmente la palabra que Dios te ha dado. No permitas que su desánimo quite tu confianza en las promesas de Dios.

10 Entonces el Señor habló con Moisés y le dijo: 11 —Ve y habla con el faraón, el rey de Egipto. Dile que deje salir de su país a los israelitas.

Si los suyos no le escuchan, ¿cómo puede Moisés esperar que el faraón lo escuche? Después de su fracaso inicial en el palacio, habría sido bueno saber que su propio pueblo le cree y lo apoya. Pero muchas veces el líder no puede contar con ese apoyo, sino solo con el apoyo de Dios. Y ese apoyo es lo más importante, porque Dios definitivamente sacará a su pueblo de Egipto, y Moisés cuenta con una parte clave en él. Dios también tiene un trabajo para ti que es importante en su plan.

12 Pero Moisés se enfrentó al Señor y le dijo: —¿Y cómo va a hacerme caso el faraón, si ni siquiera los israelitas me creen? Además, no tengo facilidad de palabra.

 28 Cuando el Señor habló con Moisés en la tierra de Egipto, 29 le dijo: —¡Yo soy el Señor! Dile al faraón, rey de Egipto, todo lo que te digo.

30 Pero Moisés discutió con el Señor argumentando: —¡No puedo hacerlo! ¡Soy tan torpe para hablar! ¿Por qué debe escucharme el faraón?

¿Podría ser que Moisés no escuchó lo que el Señor le acaba de decir? Vino a Dios con una oración de queja, y Dios reafirmó su carácter y sus propósitos, pero Moisés no es mucho más fuerte que el resto de su pueblo. También está desalentado, y cuando las cosas son tan difíciles, tendemos a volver al punto de partida y centrarnos en nuestras deficiencias. ¿Hay algún pecado, debilidad o algo de tu pasado que sea un recordatorio constante de que eres diferente? ¿O que no eres capaz? ¿O simplemente no puedes hacerlo?

7:1—Toma en cuenta —le dijo el Señor a Moisés— que te pongo por Dios ante el faraón. Tu hermano Aarón será tu profeta. Tu obligación es decir todo lo que yo te ordene que digas; tu hermano Aarón, por su parte, le pedirá al faraón que deje salir de su país a los israelitas. Yo voy a endurecer el corazón del faraón, y aunque haré muchas señales milagrosas y prodigios en Egipto, él no les hará caso. Entonces descargaré mi poder sobre Egipto; ¡con grandes actos de justicia sacaré de allí a los escuadrones de mi pueblo, los israelitas! Y cuando yo despliegue mi poder contra Egipto y saque de allí a los israelitas, sabrán los egipcios que yo soy el Señor.

La provisión de Dios para Moisés

¡Dios es tan misericordioso con Moisés! No lo reprende por dudar. En su lugar, lleva a Moisés un paso más: Él ha hecho a Moisés como Dios ante Faraón. ¿Qué significa eso? Ciertamente, no es que Moisés fue elevado a la divinidad. Pero como representante de Dios, es como si el Señor mismo estuviera de pie ante Faraón. Y no es diferente cuando tú ministras en el Nombre de Jesús; es como si Jesús mismo estuviera haciendo el trabajo. Y Él es; Él mora en ti y trabaja a través de ti.

Dios también le recuerda a Moisés el portavoz quien Él proporcionó, elevando a Aarón al papel de profeta, diciendo las palabras que Moisés le da. Nada ha cambiado. No hay ninguna corrección a medio plazo. Lo que sucede no es ninguna sorpresa para Dios. Moisés solo tiene que comunicar las palabras que Dios le da. Dios le explica exactamente lo que va a ocurrir:

  • Dios va a endurecer el corazón del faraón.
  • Faraón no escuchará a Moisés. ¡Eso es difícil para un predicador! Su propio pueblo no escucha a Moisés, y mucho menos el faraón. Es tentador callarse. Pero, ¡la Palabra de Dios nunca se devuelve vacía! Si alguien escucha o no, nuestro trabajo es proclamar la Palabra.
  • Dios multiplicará señales y maravillas, pero incluso los milagros no siempre tocan los corazones endurecidos.
  • Descargará su poder sobre Egipto. Una cosa es tener la unción sobre ti, y otra tener la mano del juicio.
  • Él sacará a su pueblo de Egipto, ¡a pesar de toda la evidencia a lo contrario!
  • Tanto Israel como Egipto sabrán que Él es Dios.

Moisés y Aarón cumplieron al pie de la letra las órdenes del Señor.Cuando hablaron con el faraón, Moisés tenía ochenta años y Aarón ochenta y tres.

El Señor les dijo a Moisés y a Aarón: «Cuando el faraón les pida que hagan un milagro, le dirás a Aarón que tome la vara y la arroje al suelo ante el faraón. Así la vara se convertirá en serpiente.»

10 Moisés y Aarón fueron a ver al faraón y cumplieron las órdenes del Señor. Aarón arrojó su vara al suelo ante el faraón y sus funcionarios, y la vara se convirtió en serpiente.11 Pero el faraón llamó a los sabios y hechiceros y, mediante sus artes secretas, también los magos egipcios hicieron lo mismo: 12 Cada uno de ellos arrojó su vara al suelo, y cada vara se convirtió en una serpiente. Sin embargo, la vara de Aarón se tragó las varas de todos ellos. 13 A pesar de esto, y tal como lo había advertido el Señor, el faraón endureció su corazón y no les hizo caso.

¡Moisés lo está haciendo muy bien! Él no ve ningún éxito en este momento, ¡pero eso no lo detiene! Cumplieron las órdenes del Señor, al pie de la letra. Ya sea que veamos los resultados o no, ¡eso es el único camino al éxito! Eso es todo lo que tenemos que hacer. ¡Dios se encargará del resto!

Es posible que tú fielmente prediques la Palabra de Dios. Incluso Dios puede ungirte para hacer señales y milagros. Tú puedes hacer todo bien. ¡Pero no pasa nada! La gente no se salva. La iglesia no crece. ¡Nadie te está escuchando! ¡No te preocupes! ¡Sigue escuchando la Palabra de Dios, y haz lo que te dice que hagas!

 

 

La respuesta de Dios a «¿Por qué?:» ¡Sigue adelante! (Éxodo 6:1)

Hasta ahora, esta gran misión de Moisés para rescatar a su pueblo de la esclavitud en Egipto parece un desastre:

  • El entusiasmo inicial de los hebreos cambió rápidamente a ira y desesperación cuando Faraón les hizo la vida imposible.
  • Hasta el momento, Moisés no tuvo éxito con el faraón.
  • Su esposa y su hermano tienen dudas sobre la sabiduría de toda esta aventura.

Entonces, ¿qué puede hacer Moisés? La única opción es volver a Aquél que lo metió en este lío: «¿Por qué, Dios? ¿Por qué no haces algo?» Tal vez tú tengas tu propia queja o «¿por qué?» por el Señor. ¿Cómo responde Dios a las quejas? ¿Cómo responde al desaliento de Moisés y sus preguntas?

El Señor le respondió:

—Ahora verás lo que voy a hacer con el faraón. Realmente, sólo por mi mano poderosa va a dejar que se vayan; sólo por mi mano poderosa va a echarlos de su país.

Dios puede ignorar tu «¿por qué?»

Son principios básicos de las relaciones humanas:

  • Si quieres que alguien te respete y trabaje para ti, escucha sus preocupaciones y bríndales respuestas honestas.
  • Tómalos en serio.
  • Intenta mejorar las cosas para ellos.
  • Hazles sentir que verdaderamente empatizas con ellos.

¿Es Dios sordo? ¿No puede escuchar la frustración, la ira y el dolor de Moisés en su oración? ¿No se preocupa por él y sus sentimientos? ¡Dios totalmente ignora lo que Moisés oró!

Aparentemente Dios no estuvo presente en la clase sobre las relaciones humanas. Él deja de lado las preocupaciones de Moisés y simplemente reafirma lo que le había dicho previamente. Dios no cambia nada sobre la base de estos nuevos desarrollos, porque no eran nuevos para Él. Él sabía desde el principio lo que sucedería. Todo va según lo planeado. El problema es que Moisés no comprendió plenamente ese plan. Aplicó sus propias expectativas de lo que Dios iba a hacer, y se sintió frustrado cuando las cosas no salieron de acuerdo con su plan.

¿Estás desconcertado por lo que está sucediendo en tu vida en este momento? ¿No es como lo tenías planeado? ¿Tenías una buena idea de cómo Dios debería trabajar? ¿Te sientes frustrado porque parece que Dios está sordo a tus quejas?

Es fácil revolcarse en la autocompasión, pero Dios no nos mima. Él permanece firme con el mismo mensaje, persiguiendo lo que originalmente estableció. A pesar de las apariencias, quiere fortalecer la fe de Moisés de que Él hará lo que dijo que haría. Y a pesar de cómo pueden parecer las cosas en tu vida en este momento, el llamado y los propósitos de Dios no han cambiado. Él está ocupado preparando una novia para su hijo que reinará con Él por toda la eternidad. Él te ama y siempre escucha tu oración, pero tus momentáneos malestares simplemente no le importan demasiado.

Lo que Dios no incluye es el marco temporal. Él empieza diciendo «ahora.» Sería fácil pensar que eso significa dentro de unos días, pero no es así. Todo es tiempo futuro, y en este caso eso significaría semanas, y múltiples rechazos y batallas. No hay duda de que sucederá: Tres veces Dios dice que «será.» Nosotros simplemente no sabemos cuándo. Muy a menudo es la espera que nos hace tropezar. Por lo general, esperamos que las cosas sucedan más rápido de lo que Dios realmente ha planeado, y nos impacientamos cuando no sucede así. Los propósitos de Dios para ti no han cambiado. Confia en Él. Él sabe lo que está haciendo. La espera simplemente edifica tu perseverancia y carácter. Puede parecer que está ignorando tu oración, pero, como veremos a continuación, Dios tiene algo importante que decirte.

 

¿Por qué, Señor? Éxodo 5:22-23 

22 Moisés se volvió al Señor y le dijo: —¡Ay, Señor! ¿Por qué tratas tan mal a este pueblo? ¿Para esto me enviaste? 23 Desde que me presenté ante el faraón y le hablé en tu nombre, no ha hecho más que maltratar a este pueblo, que es tu pueblo. ¡Y tú no has hecho nada para librarlo!

Pobre Moisés. Estaba feliz de pastorear ovejas y disfrutar de su familia en Madián. Él no pidió esta tarea, ni buscó plata o fama. ¡Moisés ya está harto de esta misión! Lo mismo sucede muchas veces con nosotros: subestimamos la dificultad de la tarea y sufrimos de una corta memoria (o selectiva).

Dios le dijo claramente que el corazón del faraón se endurecería (4:21), pero sospecho que Moisés pensó que él y Aarón serían bien recibidos en el palacio y enviados a la tierra prometida con la bendición de Faraón. Ciertamente, Moisés no esperaba problemas con su propio pueblo. En lugar de agradecer su ayuda, los hebreos están listos para enviarlo de vuelta a Madián. ¡Y con buena razón! Claro que la esclavitud era agonizante, pero estaban acostumbrados a ella y sabían cómo manejarla. Los jefes de cuadrilla israelitas tenían una buena relación con los egipcios. Pero Moisés trasteó con el sistema, y ahora ellos se enfrentan a una carga imposible. Su propia gente está enojada con él, es una broma para el faraón, e incluso su esposa no está contenta con él (4:23).

Desafiar el sistema

Las cosas no han cambiado mucho en miles de años. Todavía creemos que Dios debe hacer milagros, cambiar los corazones y hacer la vida más fácil. Ese es el evangelio popular: salud, riqueza y felicidad. Por desgracia, no es la realidad. Solo después de un viaje largo y duro, y de muchas batallas, entrarían estos esclavos en la tierra que fluye leche y miel (y ni siquiera ellos – todos ellos murieron en el desierto). A menudo las cosas empeoran antes de mejorar. El diablo aprovecha eso para hacernos  reconsiderar dejar nuestra esclavitud al pecado. Lo familiar puede tener una poderosa influencia sobre nosotros. Hacer grandes cambios y desafiar a los poderes actuales puede parecer abrumador. Es por eso que los reclusos a veces deliberadamente fracasan poco antes de su salida de la prisión. La seguridad de la cárcel les parece mejor que el mundo libre desconocido, y ellos tienen toda la razón. Tener tres comidas y una cama sin muchas responsabilidades puede parecer bastante atractivo, si no te importa la libertad muy limitada y faltar ciertas cosas, como una mujer. Pero Dios te diseñó para algo mucho mejor que la vida en prisión, la esclavitud al faraón o cualquier otra atadura que puedas tener. Sin embargo, cuando tu desafías el statu quo, ya sea en el gobierno, el trabajo o incluso la iglesia, todo el infierno puede desatarse. Y sucede también cuando tú das los primeros pasos para cambiar tu propia vida o matrimonio. Prepárate para ello. Espera contragolpes, acusaciones, incomprensión y algunos días muy duros.

¿A dónde puedes ir?

Moisés hizo lo único que pudo hacer: correr hacia el Señor. Esa es una buena elección. ¿A dónde más podría ir? Incluso su esposa probablemente no quería saber nada al respecto, y Aarón no era muy feliz de verse obligado a participar en esta aventura.

La oración de Moisés ciertamente no es un ejemplo de gran fe. Se puede llamar una oración de queja. ¿Pero sabes algo? ¡Dios puede soportarlo! ¡Ni siquiera reprende a Moisés! ¿Tienes la libertad de expresar ira o frustración a Dios?

¿Por qué?

¿Tienes algunas preguntas «por qué» para Dios? Todo el mundo las tiene. Muchas veces nunca recibimos una respuesta para ellas. A menudo suenan más como quejas, y puede ser que estemos clamando a la persona equivocada. ¿Fue Dios quien aumentó la carga sobre los hebreos? ¡Claro que no! ¡Fue el faraón! ¡Dios les envió un libertador! Muchas veces cuando le preguntamos a Dios “¿por qué?,” si realmente reflexionamos sobre ello, deberíamos comprender que fue Satanás o el hombre pecador quien causó el problema. Por supuesto, Dios es soberano, y de alguna manera creemos que eso lo hace responsable. Pero también Él nos ha dado libre albedrío, y así es como, empezando con Adán y Eva, entramos en todo este lío con el diablo y el pecado.

Dios envió a otro libertador, mucho mayor que Moisés: su propio Hijo. Si Moisés pensó que su tarea era difícil, Jesús lo tenía mucho peor. ¡Lo crucificaron!

Dudar tu vocación

La segunda pregunta que Moisés tiene para el Señor es acerca de su vocación; subestimaba su dificultad: «¿Para esto me enviaste?» ¿Sólo para hacer la vida difícil y poner a mi propio pueblo en mi contra? Si eres pastor, tal vez lo has sentido. Creías que Dios te envió a una ciudad para levantar una poderosa iglesia de creyentes llenos del Espíritu. Hasta ahora, no hay poder y no hay muchos verdaderos creyentes. Predicas la Palabra y de vez en cuando alguien acepta al Señor. Las ofrendas van para abajo. Otros pastores dn la ciudad no te reciben y piensan que eres arrogante o engreído porque estás desafiando la rutina y tradición de sus iglesias.

Podemos hacerle esta pregunta a Dios acerca de varias cosas: «¿Es por eso que me diste a esta mujer?» Tú pensabas que el matrimonio sería puro placer. Tal vez incluso ayudarte a alcanzar un mejor estado económico. O, si eres un tradicionalista, buena comida, una casa limpia y una madre para tus hijos. Es posible que ya hayas visto que estabas equivocado.

La raíz de nuestras preguntas “¿por qué?”

Ambas preguntas a menudo pueden revelar un fuerte egocentrismo y superficialidad. Puede ser que solo vemos la superficie y cómo la vida podría ser más fácil. Queremos que todo esté hecho ahora. Dios ve las cosas desde la perspectiva de la eternidad, y por lo general no tiene mucha prisa. Su agenda es mucho más profunda que la nuestra; está preocupado por su propia gloria, por promulgar un cambio profundo y duradero, y por formar el carácter de una persona que va a reinar con Él.

¿Por qué no haces tu parte, Señor?

En esencia, la última queja de Moisés es: He guardado tus reglas, hice lo que tenía que hacer, y tú no has hecho nada.

Es tan fácil pensar que Dios está obligado a bendecirte y darte lo que estás pidiendo, si tan solo oras con fe, haces una confesión positiva, vas a la iglesia y vives una vida recta. Especialmente si estás en la voluntad de Dios. Aquí está muy claro: su voluntad es rescatar y liberar a su pueblo. Puede haber cosas que tú estás esperando que sean claramente su voluntad; sin embargo, Dios no responde cómo o cuándo tú crees que debería hacerlo. Si Moisés hubiera reflexionado por un momento, tal vez él habria recordado que Dios ya dijo que esto tomaría un tiempo.

La tentación siempre es darse por vencido:

  • «Si volvemos a Faraón de nuevo, ¿qué más va a hacer contra nosotros?»
  • «¿Voy a hacer las cosas aún peor para el pueblo? ¿Me matarán? «
  • «Tal vez debería callarme y no proclamar la Palabra de Dios, ni dar este paso de fe.»

Ésta es una verdadera prueba de fe:

  • ¿Fue realmente Dios quien llamó a Moisés a esta misión?
  • ¿Es Dios capaz de cambiar el corazón del faraón?
  • Si Moisés sigue la voluntad de Dios, ¿será liberado el pueblo?

¿O sería mejor para Moisés tomar las cosas en sus propias manos? ¿Tal vez organizar un sindicato o asesinar al faraón?  ¿O incitar una insurrección armada, como él intentó cuarenta años antes?

¿Alguna vez has dudado si Dios realmente sabe lo que está haciendo? En tu caso, ¿has estado tentado a dejar de hacer las cosas a la manera de Dios y hacerlas a tu manera o a la manera del mundo? ¿Cuáles ¿»por qué»? preguntas tienes para Dios? ¿Cómo piensas que Él respondería a ellas?

 

Hecho para reinar: Cómo usar (y no perder) tu autoridad real (Introducción y capítulo 1)

Imagina la emoción de Dios cuando creó a Adán a su imagen, y con mucha expectativa declaró: “Reinará sobre los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, todos los animales salvajes de la tierra y los animales pequeños que corren por el suelo.» (Génesis 1:26) Dios le dio una hermosa mujer, un jardín paradisíaco y la autoridad de un rey. Y tú, como Adán, fuiste creado a la imagen del Rey del universo, y dotado con un potencial ilimitado como su hijo adoptivo. Dios te diseñó para ser la cabeza, con autoridad en tu hogar y comunidad. Fuiste creado para reinar, pero casi siempre hay algunas duras lecciones en el camino hacia el trono.

El peregrinaje de un hombre pasa por varias etapas bastante obvias, parecidas a las horas de un día. Comenzamos por la mañana, en un tiempo de preparación y formación, donde aprendemos a escuchar la voz de Dios y responder a su llamado. El joven tiene mucha visión y energía, pero todavía está aprendiendo lo que significa ser un hombre.

La mañana de tu vida como hombre

Si eres un joven, todavía en la mañana de tu vida, es normal luchar con la inseguridad. Lo quieres todo ahora mismo, pero no hay prisa. Estás poniendo el fundamento para el resto de tu vida. ¿Me permitirás caminar contigo y animarte? No quiero verte repetir los errores de otros y perder la plenitud de lo que Dios tiene para ti. Habrá nuevas responsabilidades en esta etapa que pueden parecer abrumadoras. Hay tanto que hacer, es fácil olvidarte de las cosas más importantes: Dios, y tu familia. En esta etapa es importante:

  • Desarrollar disciplinas espirituales para crecer en la gracia del Señor.
  • Comer bien y hacer ejercicio.
  • Aprender a amar a una mujer (tu esposa, o futura esposa).

He visto a muchos hombres jóvenes con esposas hermosas, pero ellos están ciegos a este tesoro y regalo de Dios. Están demasiado involucrados en su carrera y sus diversiones, y están pensando en sí mismos. También pueden estar ciegos a las señales de advertencia en su matrimonio y vida personal. Aprende a identificarlas, presta atención a ellas y haz algo al respecto, o harán que tu vida sea miserable. Sobre todo, disfruta a Dios y todo lo que Él te ha dado. Aunque no lo creas, esta es una mañana gloriosa, con todas las posibilidades de un nuevo día. ¡Es el momento en que empiezas a reinar!

El hombre mayor

Si ya ha pasado la mañana y tienes más experiencia en esta vida, estos jóvenes tienen una gran necesidad de hombres mayores que los guíen y caminen con ellos. Debe incluir a su padre, pero a menudo ese padre no está muy presente en sus vidas. Este estudio de Saúl puede mostrarte y ayudarte a comprender qué fue lo que salió bien o mal en tu vida. Aprenderás sabiamente a utilizar tu autoridad real ahora y ayudar a otros a evitar tus errores.

Israel pide un rey

1 Samuel 8:1-20

Nuestro Dios todopoderoso tiene un problema: Nos hizo para reinar, pero le cuesta hallar hombres que fielmente ejerzan esa autoridad real. Adán ciertamente no lo hizo, y todavía estamos sufriendo debido a su fracaso. Pasaron muchos años, y finalmente aparecieron algunos hombres de valor. Por ejemplo, Moisés liberó a Israel de la esclavitud en Egipto, y Josué los guió en la conquista de la tierra prometida. Pero cuando Josué murió, la nación cayó en el caos. El último versículo de Jueces dice: En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía bien. Pero no es cierto que no había rey; tenían a un rey.  Israel era una teocracia, y Dios era su rey. Cuando no aceptaron su señorío ni obedecieron sus leyes, Él levantó a varios «jueces» como líderes del pueblo. Tú has oído hablar del vellón de Gedeón y la fuerza de Sansón, y su traición por Dalila. No había capital ni templo. La tienda de reunión que Moisés hizo en el desierto seguía siendo el centro del culto y del gobierno.  

Al comienzo de 1 Samuel, Elí, el sacerdote del tabernáculo, era el líder de la nación. Si puedes juzgar a un hombre por sus hijos, parece que Elí no fue el mejor padre; esos muchachos estaban entre los más malvados de toda la tierra. De ninguna manera Dios les permitiría gobernar el país. Pero a pesar de sus fracasos, Dios usó a Elí como mentor y padre espiritual del siguiente líder, un joven profeta llamado Samuel. El nacimiento de Samuel fue un milagro: Su madre era estéril, y ella hizo un voto al Señor que daría su hijo a Él. Samuel fue criado por Elí. Dios habló a través de Samuel y le ayudó a guiar a la nación a victorias en guerras contra los filisteos. Probablemente no sea una coincidencia que Samuel, como su mentor, tuviera problemas con sus hijos. Era su único defecto.

Dios siguió buscando a un hombre para empezar una línea de reyes, pero solo su propio Hijo, de la línea de David, establecería ese reino duradero. Dios no encontró esa línea en Elí o Samuel. Finalmente Israel dijo “basta ya” con los problemas familiares del envejecido Samuel. Querían algo nuevo.

Cuando Samuel entró en años, puso a sus hijos como gobernadores de Israel, con sede en Berseba. El hijo mayor se llamaba Joel, y el segundo, Abías. Pero ninguno de los dos siguió el ejemplo de su padre, sino que ambos se dejaron guiar por la avaricia, aceptando sobornos y pervirtiendo la justicia. (1-3)

Le tocó a Samuel tomar la iniciativa y buscar la voluntad de Dios para el futuro de la nación, pero no podía admitir que sus hijos no eran aptos para gobernar. Es fácil ignorar los problemas familiares – hasta que tu esposa se vaya, tu hija quede embarazada o tu hijo caiga preso. Sin un liderazgo piadoso, la gente sigue el rumbo del mundo. Todas las otras naciones tenían reyes, e Israel también quería su rey. El único problema era que Israel no era como las demás naciones. Tratar de ser como el mundo solo trae problemas. Samuel lo sabía, y buscó el consejo de su Dios.

Cuando le dijeron que querían tener un rey, Samuel se disgustó. Entonces se puso a orar al Señor,  pero el Señor le dijo: «Considera seriamente todo lo que el pueblo te diga. En realidad, no te han rechazado a ti, sino a mí, pues no quieren que yo reine sobre ellos. Te están tratando del mismo modo que me han tratado a mí desde el día en que los saqué de Egipto hasta hoy. Me han abandonado para servir a otros dioses.  Así que hazles caso, pero adviérteles claramente del poder que el rey va a ejercer sobre ellos.» (6-9)

¿No sería genial tener una respuesta inmediata y verbal a tus oraciones, incluso si no fuese la respuesta que esperabas?

Rechazo

Dios no quería que los hijos de Samuel gobernaran la nación, e Israel no quería a Samuel o sus hijos. Samuel se siente rechazado, pero Dios lo saca rápidamente de su autocompasión: “¡No se trata de ti, Samuel!” El rechazo duele, pero realmente están rechazando a Dios, y Él está acostumbrado a ello; ha experimentado más rechazo que tú, por ningún motivo. Dios peleó sus batallas y fielmente los guió sin una sola falla, pero Israel no quería ser guiado por Dios, ni quería que Él luchara por ellos. Querían un hombre, un rey, para guiarlos, y querían pelear sus propias batallas.

Un líder piadoso a menudo es el blanco de la ira y la desilusión de un pueblo que lucha contra Dios. Es mucho más fácil culpar a un hombre que a Dios, o admitir honestamente que están rechazando a Dios. No te sorprendas si tú experimentas el mismo rechazo y rebelión. Si tú has sido rechazado, por tu iglesia o por tu esposa, trata de no tomarlo personalmente, aunque eso puede ser muy difícil. Deja que Dios encargue de eso. Acércate a Dios en tu dolor y deja tu auto-lástima allí. Él entiende.

El costo de hacer las cosas a tu manera

Cuando te sientes rechazado es fácil actuar por dolor e ira. Si te encuentras en una posición de autoridad, es posible forzar tu voluntad en otros y retener deliberadamente lo que ellos quieren. Los hombres a menudo lo hacen con sus esposas o hijos; tal vez tu papá, o un jefe, lo haya hecho contigo. Tal vez tú también; pero Dios no lo hace. Él no estaba contento, pero les va a permitir que tengan su rey. Puedes insistir en algo, y Dios te permite tenerlo, aunque Él tenía algo mejor para ti. Dios te da la responsabilidad y la oportunidad de fallar. Tus oraciones pueden mover la mano de Dios, incluso en una dirección que Él no prefiere ir. Es parte de nuestra preparación para reinar. Dios redimió el error de Israel y usó a los reyes para el bien de la nación, pero siempre hay consecuencias de rechazar a Dios y hacer las cosas a nuestra manera. Samuel estaba muy dispuesto a hablar con la gente sobre los problemas que un rey traería. Él probablemente esperaba que ellos vieran la luz y retiraran su petición.

Samuel comunicó entonces el mensaje del Señor a la gente que le estaba pidiendo un rey. Les explicó: —Esto es lo que hará el rey que va a ejercer el poder sobre ustedes: Les quitará a sus hijos para que se hagan cargo de los carros militares y de la caballería, y para que le abran paso al carro real. Los hará comandantes y capitanes, y los pondrá a labrar y a cosechar, y a fabricar armamentos y pertrechos. También les quitará a sus hijas para emplearlas como perfumistas, cocineras y panaderas. Se apoderará de sus mejores campos, viñedos y olivares, y se los dará a sus ministros, y a ustedes les exigirá una décima parte de sus cosechas y vendimias para entregársela a sus funcionarios y ministros. Además, les quitará sus criados y criadas, y sus mejores bueyes y asnos, de manera que trabajen para él. Les exigirá una décima parte de sus rebaños, y ustedes mismos le servirán como esclavos. Cuando llegue aquel día, clamarán por causa del rey que hayan escogido, pero el Señor no les responderá. (10-18)

Al escuchar estas palabras, ¿no reconsiderarías lo que estás pidiendo? Se espera que la gente recapacite, se arrepintiera, y le rogara a Dios que sea su rey. Pero la advertencia cayó en oídos sordos. Y tú, ¿has insistido tercamente en hacer las cosas a tu manera, aun después de las advertencias de un pastor, amigo o familiar? ¿Hay una advertencia de que tienes que hacer caso en este momento?

Tal vez lo más triste es que Dios no les hará caso cuando clamen por socorro. Hay ocasiones en que Dios dice que Él no responderá a la oración, al menos de la forma deseada: Como no me escucharon cuando los llamé, tampoco yo los escucharé cuando ellos me llamen” —dice el Señor Todopoderoso. (Zacarías 7:13) Puede ser que tengas que vivir con las respuestas a tus oraciones: tal vez Dios no te dará otro trabajo si le rogaste la promoción que está causándote tanto estrés, o tengas que permanecer con la mujer para quien le pediste con tantas suplicas. Si te parece que Dios no está respondiendo a tus oraciones, examina tu corazón. Es posible que tú estés experimentando las consecuencias de una decisión equivocada.

El pueblo, sin embargo, no le hizo caso a Samuel, sino que protestó: —¡De ninguna manera! Queremos un rey que nos gobierne. Así seremos como las otras naciones, con un rey que nos gobierne y que marche al frente de nosotros cuando vayamos a la guerra. (19 y 20)

Israel no estaba seguro de querer ser un pueblo santo, apartado para Dios. El ser humano quiere ser aceptado por los demás y no ser visto como diferente; así que muchas veces vamos corriendo tras todo lo que el mundo nos ofrece.

Samuel todavía creía que Israel cambiaría de opinión al oír las consecuencias de su petición para un rey, pero permanecieron firmes. Samuel tuvo una sola opción: volver a hablar con Dios. Después de oír lo que el pueblo quería, Samuel se lo comunicó al Señor. (21) ¡Como si el Señor no los hubiera oído!

—Hazles caso —respondió el Señor—; dales un rey. Entonces Samuel les dijo a los israelitas:—¡Regresen a sus pueblos!  (22)

Si están decididos a tener un rey, van a tener su rey. Samuel solo puede esperar en Dios para el siguiente paso. Al menos la gente lo obedeció, y no insiste en nombrar a su propio rey en ese momento, pero no están en buen estado espiritualmente, y tienen expectativas altas de un rey. Sería un gran desafío para el hombre que Dios escogería; difícil aun para un varón con mucha experiencia. ¿Cómo se sentiría un chico de granja al ser nombrado rey?

Y tú, ¿es Dios verdaderamente tu rey, o estás peleando tus propias batallas? ¿Sigues buscando el éxito mundano que sólo trae más problemas? ¿Has suplicado a Dios por algo, para ser como los demás? En el proceso, ¿has rechazado el plan de Dios para ti?

 

Éxodo 4:27 – 5:21: Seis pasos para iniciar la misión

Moisés aceptó a regañadientes el llamado de Dios para volver a Egipto y liberar a los hebreos. ¿Cuál es tu misión? Estos son los primeros pasos que Moisés dio para comenzar la suya. ¿Podrían ayudar a iniciar la tuya también?

27 Ahora bien, el Señor le había dicho a Aarón: «Ve al desierto para encontrarte con Moisés». Así que Aarón fue a encontrarse con Moisés en el monte de Dios y lo abrazó. 28 Moisés le contó todo lo que el Señor le había ordenado que dijera y también le contó acerca de las señales milagrosas que el Señor lo mandó a realizar.

Primer paso: Reunir el equipo de liderazgo

Los esclavos no sabían que su liberación estaba cerca, pero Dios ya estaba arreglando todo. Él había trabajado en Moisés durante años; ahora Él mueve a Aarón al lado de su hermano como su portavoz. Ese era el plan de Dios: Solo dos hombres emprendieron una de las misiones más difíciles de la historia. Para un solo hombre, el estrés sería casi insoportable, pero cuando dos están unidos en el Espíritu, Jesús dijo que todo sería posible (Mateo 18:18-20).

  • ¿Tienes a alguien que trabaje contigo? ¿Alguien cuyo corazón late con el tuyo y con el del Señor? ¿Tal vez tu esposa?
  • ¿Eres un Aarón, llamado por Dios para ayudar a un Moisés?
  • Es posible que ya estés trabajando con un equipo. ¡Tú eres bendecido! ¡Son un tesoro! ¡Asegúrate de tratarlos bien!

29 Luego Moisés y Aarón reunieron a todos los ancianos israelitas, 30 y Aarón, además de repetirles todo lo que el Señor le había dicho a Moisés, realizó también las señales a la vista del pueblo, 31 con lo que el pueblo creyó. Y al oír que el Señor había estado pendiente de ellos y había visto su aflicción, los israelitas se inclinaron y adoraron al Señor.

Segundo paso: Habla con la iglesia

Tu primera parada debe ser la iglesia, aunque podría parecer más fácil prescindir de ella. La iglesia no siempre es el cuerpo glorioso que debería ser, pero Dios ha escogido trabajar a través de ella. ¿Cómo se comunica la visión a gente oprimida y desesperada?

  • Comienza con el liderazgo establecido. Tú no estás en competencia con ellos. Comparte humildemente la tarea que Dios te ha encomendado. Ellos pueden ser escépticos, pero no dejes que eso te impida obedecer el llamado de Dios.
  • Asegúrate de que la palabra que compartes es del Señor, y luego proclámala con valentía y fe. Ten cuidado de no embellecerla o tratar de hacerla más atractiva.
  • Confía en Dios para confirmar la palabra con señales y prodigios.
  • Estás en una misión de Dios. Predica su palabra. Sé obediente y confía en el Espíritu para manifestarse en una confirmación milagrosa. Ojalá que ellos respondan con fe, pero no te sorprendas si su fe es débil, especialmente cuando las cosas no suceden tan rápidas como ellos esperan. No dejes que sus dudas te desalienten; mantente firme en tu fe.
  • A pesar del gran llamado que has recibido, no descuides servir al pueblo con el amor de Dios. Cada persona era importante para Jesús. No te olvides del pequeño solo porque tienes una gran misión. Del mismo modo que Dios envió a Moisés con esa palabra, tal vez Él me ha enviado con esta palabra, para que sepas que tú eres realmente importante para Él, y que Él sabe todo lo que está sucediendo en tu vida.
  • La respuesta natural a un movimiento tan obvio de Dios es la adoración. Moisés no tenía que animarlos a adorar, ni tenía experiencia en dirigir la adoración. Ni una banda de adoración ni un gran sistema de sonido son necesarios. Cuando la gente está dispuesta a adorar, interrumpe tu programa, anímalos y únete a ellos. Esa adoración es esencial.
  • Registra este tremendo tiempo en tu memoria. Anótalo en tu diario. Graba un video del servicio si puedes. Vas a necesitar el aliento en los días por venir. Ellos pueden ser breves, pero Dios proporciona estos momentos de ánimo para confirmar que Él está contigo. Puede ser un buen rato antes del próximo; aférrate a ellos y atesóralos.

5:1Después de eso, Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón y le dijeron:

—Así dice el Señor, Dios de Israel: “Deja ir a mi pueblo para que celebre en el desierto una fiesta en mi honor.”

—¿Y quién es el Señor —respondió el faraón— para que yo le obedezca y deje ir a Israel? ¡Ni conozco al Señor, ni voy a dejar que Israel se vaya!

—El Dios de los hebreos nos ha salido al encuentro —contestaron—. Así que debemos hacer un viaje de tres días, hasta el desierto, para ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios. De lo contrario, podría castigarnos con plagas o matarnos a filo de espada.

Paso tres: Ir al mundo para enfrentar al enemigo con la Palabra de Dios

Muchos hombres fracasan aquí: Tienen un llamado de Dios, preparan un equipo de ministerio y animan a la iglesia. Pero la confrontación es difícil, especialmente con el faraón. De repente esa «fiesta en el desierto» suena tonta. La amenaza de plagas o la espada de un Dios que Faraón no reconoce probablemente no van a moverlo. Ahora se necesita verdadera fe. Una cosa es predicar con unción en la iglesia; otra es ir con esa misma unción a los funcionarios públicos y hacer una solicitud que tú ya sabes no será bien recibida.

Lo importante aquí es la obediencia de Moisés. El faraón es el problema de Dios. Mientras Moisés sigue cuidadosamente lo que Dios le dice que haga, Dios lo cuidará. Pero si lo desobedece, él tiene que tratar con Dios.

—Moisés y Aarón —replicó el rey de Egipto—, ¿por qué distraen al pueblo de sus quehaceres? ¡Vuelvan a sus obligaciones! Dense cuenta de que es mucha la gente de este país, y ustedes no la dejan trabajar.

Ese mismo día el faraón les ordenó a los capataces y a los jefes de cuadrilla:«Ya no le den paja a la gente para hacer ladrillos. ¡Que vayan ellos mismos a recogerla! Pero sigan exigiéndoles la misma cantidad de ladrillos que han estado haciendo. ¡No les reduzcan la cuota! Son unos holgazanes, y por eso me ruegan: “Déjanos ir a ofrecerle sacrificios a nuestro Dios.”Impónganles tareas más pesadas. Manténganlos ocupados. Así no harán caso de mentiras.»

10 Los capataces y los jefes de cuadrilla salieron de allí y fueron a decirle al pueblo: «Así dice el faraón: “Ya no voy a darles paja. 11 Vayan ustedes mismos a recogerla donde la encuentren. Pero eso sí, ¡en nada se les rebajará la tarea!” »

12 Fue así como el pueblo se esparció por todo Egipto para recoger rastrojo y usarlo en lugar de paja. 13 Los capataces no dejaban de apremiarlos y decirles: «Cumplan con su tarea diaria, como cuando se les daba paja.»

Paso cuatro: Prepárate para los contratiempos en la batalla

¿Qué estaba Moisés pensando? Está claro que no estaba preparado para la respuesta de Faraón. Tal vez Moisés esperaba que el faraón estuviera de acuerdo con todo lo que le pidieron, pero no. No hubo liberación. En cambio, las cosas se pusieron mucho peor, y eso es lo que sucede a menudo cuando nos ponemos serios en la batalla con las fuerzas de maldad. La oposición es tan fuerte que muchas personas se dan por vencidas y vuelven a la seguridad de la iglesia para cantar alabanzas y escuchar mensajes de prosperidad y bendiciones.

Ya sea que trates de lidiar con la injusticia o ayudar a tu familia o la iglesia, el enemigo puede atacar y ponerlos en tu contra. La carga puede parecer tan insoportable que ellos prefieren servir al enemigo y permanecer esclavos, que hacer el trabajo duro para liberarse.

14 Además, esos mismos capataces del faraón golpeaban a los jefes de cuadrilla israelitas que ellos mismos habían nombrado, y les preguntaban: «¿Por qué ni ayer ni hoy cumplieron con su cuota de ladrillos, como antes lo hacían?»

15 Los jefes de cuadrilla israelitas fueron entonces a quejarse ante el faraón. Le dijeron:

—¿Por qué Su Majestad trata así a sus siervos?16 ¡Ya ni paja recibimos! A pesar de eso, ¡se nos exige hacer ladrillos y, como si fuera poco, se nos golpea! ¡La gente de Su Majestad no está actuando bien!

Paso cinco: Prepárate para los ataques de las personas cuyo apoyo necesitas

En una prisión siempre hay algunos reclusos que tienen la confianza de la administración. Obtienen información sobre los demás reos y ayudan a que la cárcel funcione sin problemas. Están en una posición difícil: tienen que satisfacer tanto a la administración como a los reclusos, o pueden tener serios problemas con ambos.

Los jefes de cuadrilla hebreos tenían acceso al mismo Faraón, lo cual demuestra que el trabajo de los esclavos hebreos era muy importante para él. Pero los capataces del faraón los golpearon por algo que eran incapaces de llevar a cabo, y esos golpes no ayudaron la causa de Moisés. La ayuda de los jefes de cuadrilla sería fundamental para animar a la gente a seguir a Moisés. Sin su apoyo, la tarea de Moisés sería mucho más difícil. Casi imposible.

17 —¡Haraganes, haraganes! —exclamó el faraón—. ¡Eso es lo que son! Por eso andan diciendo: “Déjanos ir a ofrecerle sacrificios al Señor.” 18 Ahora, ¡vayan a trabajar! No se les va a dar paja, pero tienen que entregar su cuota de ladrillos.

19 Los jefes de cuadrilla israelitas se dieron cuenta de que estaban en un aprieto cuando se les dijo que la cuota diaria de ladrillos no se les iba a rebajar. 20 Así que al encontrarse con Moisés y Aarón, que los estaban esperando a la salida, 21 les dijeron: «¡Que el Señor los examine y los juzgue! ¡Por culpa de ustedes somos unos apestados ante el faraón y sus siervos! ¡Ustedes mismos les han puesto la espada en la mano, para que nos maten!»

Paso seis: Dificultades personales ciegan la gente a los propósitos de Dios

Moisés y Aarón querían reunirse con los jefes de cuadrilla, tal vez para animarlos o hacer todo lo posible para rescatar la misión, pero Moisés y Aarón se han convertido en el enemigo número uno. ¿Cómo te sentirías si tus líderes clave le estuvieren pidiendo a Dios que te juzgue? La situación de los esclavos va de mal en peor. Ni siquiera pueden pensar en el gran plan de liberación de Dios. Es muy difícil para gente sufrida pensar en grandes verdades espirituales; solo quieren sobrevivir. Las palabras de Moisés sobre el amor de Dios les parecen una fantasía a ellos.

¡Mantente firme!

En este punto, todo el mundo está en contra de Moisés: tanto el faraón, como los ancianos y jefes de cuadrilla (hebreos), como la gente, que no puede soportar mucho más. ¡La mayoría de los hombres renunciarían y volverían a sus ovejas!

Pero la mayoría de los hombres no se involucran en batallas tan fuertes; están demasiado ocupados con su propia comodidad y felicidad, y no son tontos. Especialmente con toda la información que tenemos hoy, ya saben cuánto hay en contra del reino de Dios. Tal vez tú eres uno de los pocos que se ha atrevido a creer que Dios es capaz de moverse ahora con el mismo poder que demostraba en aquel entonces. Tal vez tú hayas experimentado algo de lo que Moisés experimentó en estos primeros pasos. Es posible que estés muy desanimado y dispuesto a renunciar en este momento. Me gustaría decirte que Dios va a arreglar todo y será fácil, pero eso sería una mentira. Él puede, pero rara vez sucede de esa manera. Lo mejor que puedo ofrecerte en este momento es el estímulo de que Moisés pasó por lo mismo. Todo el proyecto parecía un desastre, y no mejoró cuando salieron de Egipto. ¿Pero sabes qué? ¡Israel llegó a la tierra prometida! ¡Dios era fiel a su palabra! ¡No te rindas! Si Dios te ha llamado y te ha dado una palabra, ¡sigue adelante! No te desanimes por los ataques de la iglesia o del enemigo. Estudia estos primeros pasos de Moisés en el desarrollo de su misión, a ver si se relacionan con tu situación. Mantén tus ojos en Jesús, y sé fiel a su llamado. Mantente firme: ¡tienes una parte importante en el plan de Dios!