La plaga de tinieblas Éxodo 10:21-29  

Dios envió a Moisés para liberar a su pueblo y traer esperanza, pero parece que él solo ha causado más dolor. Día tras día, semana tras semana, Dios afligió a Egipto con plagas: sangre, ranas, piojos, úlceras…ocho plagas hasta el momento. Los hebreos todavía no confían mucho en Moisés, y Egipto está devastado.

Vale la pena leer los capítulos 7 hasta 11 de Éxodo y estudiar todas las plagas. Algunas cosas se destacan de ellos:

  • Al principio, los magos egipcios duplicaron la plaga. ¡El diablo y sus demonios sin duda tienen poder! Podían duplicar la plaga, pero no podían quitarla.
  • En la mayoría de los casos, los hebreos y la tierra donde vivían estaban exentos de las plagas. Era otra demostración para el faraón de que Dios estaba actuando en favor de su pueblo.
  • Había una gran variedad en la manera de generar la plaga:
    • La mano o la vara extendida (podría ser de Aarón o Moisés).
    • A veces, simplemente sucedió en el momento que Dios designó.
    • Otras veces Moisés arrojó hollín o polvo en el aire.
  • Los egipcios fueron advertidos acerca del granizo, y podrían salvar a sus esclavos y ganado si obedecieran la palabra de Dios y los llevaran adentro. Los que se burlaban de la palabra de Dios sufrieron pérdidas.
  • En el transcurso de las plagas, el país fue cada vez más devastado. Dios no quiere destruirnos (por lo general Él comienza con un  juicio relativamente ligero), pero será cada vez más grave a medida que endurezcamos nuestros corazones. Con el tiempo, nuestras vidas terminan totalmente devastadas. A pesar de esa destrucción, de alguna manera muchos se adaptan a las consecuencias del juicio, y pueden seguir con su rebelión, creyendo que de alguna manera será posible sobrevivir.
  • Los funcionarios del faraón terminaron rogándole que cediera, para salvar al país.

Cada plaga siguió un patrón similar:

  • Moisés exige al faraón que dejara ir al pueblo, y anuncia una plaga si se niega. Faraón siempre se negó.
  • Cuando la plaga se vuelve insoportable, el faraón llama a Moisés, se compromete a dejarlos ir, y Dios le concede alivio.
  • Tan pronto como las cosas mejoran, el corazón del faraón se endurece de nuevo, y no los deja irse.

 

Hoy no es muy diferente:

  • Dios nos habla a través de la Escritura o un sermón acerca de algo que tenemos que cambiar, junto con las consecuencias de la desobediencia.
  • Cuando empezamos a experimentar la mano dura del Señor, clamamos a Él por alivio, y al menos pretendemos arrepentirnos. A menudo Dios tiene misericordia de nosotros.
  • Una vez que Dios nos libra de la aflicción y las cosas vuelven a la normalidad, muchas veces nos olvidamos del arrepentimiento; caemos en pecado nuevamente, y el proceso comienza de nuevo.

El faraón solo se rindió cuando Dios mató a su primogénito. Todos los egipcios sufrieron como resultado de la rebelión de su rey; todos los primogénitos murieron. Pero antes de esa última plaga, habrá una más que sigue el patrón familiar, la cual nos muestra los pasos que nosotros también podemos tomar en nuestro servicio a Dios.

21 El Señor le dijo a Moisés: «Levanta los brazos al cielo, para que todo Egipto se cubra de tinieblas, ¡tinieblas tan densas que se puedan palpar!»

Primer paso: oír la voz de Dios

En todo lo que hizo, Moisés tuvo que esperar en Dios y estar en un lugar que poudiera oír su voz. Nunca fue al faraón a menos que Dios lo enviara, y él nunca inventó una plaga. Esto suena obvio, pero hoy en día demasiados están haciendo lo suyo, totalmente fuera de contacto con Dios. Antes de hacer alguna declaración, reclamar algo o proclamar una profecía, asegúrate de haber oído realmente la voz de Dios.

22 Moisés levantó los brazos al cielo, y durante tres días todo Egipto quedó envuelto en densas tinieblas. 23 Durante ese tiempo los egipcios no podían verse unos a otros, ni moverse de su sitio. Sin embargo, en todos los hogares israelitas había luz.

Segundo paso: La obediencia

Dios ordenó diversas formas para iniciar las plagas. Más tarde, Moisés aprendió cuán serio es Dios acerca de los detalles (como cuando golpeó la roca en lugar de hablarle). Puede que no parezca importante si fuese Moisés o Aarón quien extendió su vara, o si simplemente extendió una mano, pero nuestra parte es solo obedecer y confiar Dios para lograr el resultado deseado. No importa si tiene sentido para nosotros o no. El hecho de que una vez Moisés arrojó polvo en el aire no significa que tú conseguirás el mismo resultado si tiras polvo. Nos gusta obligar a Dios a hacer las cosas de cierta manera; a Él le gusta cambiarlas para probarnos y ver si estamos prestando atención.

24 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y le dijo: —Vayan y rindan culto al Señor. Llévense también a sus hijos, pero dejen atrás sus rebaños y sus ganados.

Tercer paso: persevera y mantente firme

Después de todo lo que Moisés ha experimentado, puede ser tentador aceptar la oferta del faraón. Es cierto que Moisés ha logrado la mayor parte de lo que pidió, y ¡siempre podrían reconstruir sus rebaños más tarde o convertirse en vegetarianos!

Pero, ¡no te conformes con menos de lo que Dios te ha prometido! No importa si tu faraón te da dolores de cabeza y te acusa de ser rígido o fanático, ¡mantente firme en la Palabra de Dios!

25 A esto replicó Moisés: —¡Al contrario!, tú vas a darnos los sacrificios y holocaustos que hemos de presentar al Señor nuestro Dios, 26 y además nuestro ganado tiene que ir con nosotros. ¡No puede quedarse aquí ni una sola pezuña! Para rendirle culto al Señor nuestro Dios tendremos que tomar algunos de nuestros animales, y no sabremos cuáles debemos presentar como ofrenda hasta que lleguemos allá.

Cuarto paso: mantén a Dios en el centro y haz de la adoración una prioridad

Si el objetivo era solo salir de Egipto, Moisés podría aceptar la oferta del faraón. Pero el ganado era necesario para mucho más que alimento; era una parte esencial de su culto. Es cierto que todavía no habían recibido detalles sobre los sacrificios y las ofrendas, pero Israel tenía una comprensión elemental de ellos. No escatimes en tus ofrendas a Dios. Asegúrate de que en la emoción de la liberación no descuides la adoración. Claro que el faraón no respeta esa necesidad de adorar a Dios, y el mundo no va a entender la verdadera adoración. Recuerda, cuando Dios se está moviendo, su deseo principal es glorificarse a sí mismo. No le robes su gloria.

27 Pero el Señor endureció el corazón del faraón, y éste no quiso dejarlos ir, 28 sino que le gritó a Moisés: —¡Largo de aquí! ¡Y cuidado con volver a presentarte ante mí! El día que vuelvas a verme, puedes darte por muerto.

Quinto paso: Espera resistencia

Tú puedes hacer todo bien, y todavía encontrarte frente a un muro. Esta vez el faraón ha alcanzado su límite. Él está cansado de tratar con Moisés, y, de hecho, el juicio final (y lo más devastador) está cerca.

Muchos han luchado con el concepto de que Dios endurezca el corazón del faraón. ¿Por qué culpar al rey si Dios fue quien lo hizo resistir? Pero no es tan simple como puede parecer al principio:

  • Los esclavos hebreos eran de gran valor para el faraón; él no estaba dispuesto a dejarlos salir del país.
  • No fue Dios quien aumentó la carga sobre los esclavos.
  • El faraón los había abusado brutalmente durante muchos años.
  • Por cada vez que Dios endureció el corazón del faraón, el rey endureció su propio corazón. ¡El faraón no era inocente, ni fue manipulado por Dios! Dios quería asegurarse que tuviera la oportunidad de plenamente mostrar su poder, atemorizar a los egipcios y juzgarlos por su maltrato a Israel, y a la misma vez edificar la fe de su pueblo.

29 —¡Bien dicho! —le respondió Moisés—. ¡Jamás volveré a verte!

Sexto paso: Espera en Dios la respuesta adecuada

Cuando la puerta está cerrada, no la empujes. Espera en Dios por el siguiente paso. Para Moisés, esto puede haber sido un alivio. Todas estas comparecencias ante el faraón no fueron muy agradables, aunque posiblemente le dio placer desatar otra plaga.

  • ¿Estás tratando con alguien duro de corazón? ¿O tal vez el mismo diablo?
  • ¿Estás cansado del rechazo y los abusos repetidos?
  • ¿Estás esperando en Dios para oír qué hacer a continuación, o estás tentado a tomar las cosas en tus propias manos? ¿Quieres hacer la obra del Señor a su manera?
  • ¿Estás siendo presionado para cambiar lo que Dios ha dicho que debes hacer?
  • ¿Le estás dando a la adoración su lugar apropiado?

Reflexiona sobre una tarea que Dios te ha encomendado, a ver si estos mismos pasos se aplican.