El Padre Nuestro: Mateo 6:9-13

Ya que tú has nacido de nuevo y tomaste la decisión de andar como tu Señor anduvo, es muy importante mantener una comunicación abierta con Él. Tienes que hablar con Él y aprender a escuchar su voz.  ¿Cómo te sientes acerca de tu vida de oración? La mayoría de los cristianos están de acuerdo que es muy importante, pero también confiesan que no están satisfechos con ella.

Es interesante que Jesús nos advierte del peligro de “vanas repeticiones” y nos animó a orar sencillamente, del corazón. Al principio, parece que una oración “fórmula” va en contra de su enseñanza, sobre todo si, como algunas personas, haces muchas repeticiones.

Cuando yo tenía tal vez tres años, mi madre me enseñó una oración muy simple que recé cada noche antes de acostarme. Varios años después, me enseñó esta oración. Me sentí muy grande; me había graduado, y ahora podía orar la Oración del Señor. Por muchos años la oré cada noche. Creo que es la oración mejor conocida en el mundo. Es muy probable que tú también la aprendiste como niño, y la has orado muchas veces. Pero, ¿de verdad entiendes lo que significa?

»Ustedes deben orar así:

Padre

Qué bueno es comenzar el día con el conocimiento que tenemos un Padre vivo. Mi padre murió en 1978. Era un buen hombre, cristiano, pero muy reservado. Yo era bendecido por tener a un padre en el hogar, pero me siento como si nunca lo hubiese conocido. Durante muchos años yo anhelaba el consejo, la aprobación y el abrazo de un padre. Sentí un vacío en mi corazón. He oído demasiadas historias de padres abusadores, adictos y ausentes. Muchos ni aun saben quién es su padre.

Pues, tú tienes un Padre que te ama tanto que envió a su Hijo unigénito para morir por ti. Él quiere abrazarte. Él te ha adoptado como su hijo. Nos acercamos al Dios todopoderoso con esa intimidad de un hijo amado con su Abba Padre. Jesús ya habló de esta relación en los versículos justo antes de esta oración:

Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará.  No sean como los gentiles, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan (Mateo 6:6 y 8).

El pasaje paralelo en Lucas termina con Jesús hablando del Padre:

»¿Quién de ustedes que sea padre, si su hijo le pide un pescado, le dará en cambio una serpiente? ¿O, si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues, si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!» (Lucas 11:11-13).

Esta relación padre/hijo es el fundamento necesario para toda oración. Si no estás reconciliado con tu Padre celestial, si no eres salvo y adoptado como su hijo, primero tienes que aceptar a su Hijo Jesús y entregar tu vida a Dios.

Nuestro

Hay intimidad cuando vienes a solas a tu Padre, pero también es nuestro Padre. Él tiene una familia muy grande, pero siempre tiene el tiempo para atender a cada uno de sus hijos. Físicamente Él no está presente con nosotros, pero tenemos a muchos hermanos para apoyarnos en las pruebas de esta vida. ¡Nunca debes sentirte solo!

Yo tengo a una hermana mayor. Doy gracias a Dios por ella, pero siempre anhelaba hermanos. Quería muchos hijos, pero solo tengo a un hijo. ¡Ahora tengo una familia muy grande! Y para muchos, esta familia es mucho mejor que nuestra familia carnal. Incluso Jesús (en Mateo 12:46-50) dijo:

Mientras Jesús le hablaba a la multitud, se presentaron su madre y sus hermanos. Se quedaron afuera, y deseaban hablar con él. Alguien le dijo: —Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren hablar contigo.

—¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? —replicó Jesús. Señalando a sus discípulos, añadió: —Aquí tienen a mi madre y a mis hermanos. Pues mi hermano, mi hermana y mi madre son los que hacen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.

Que estás en el cielo

Muchos niños ven a su papá casi como un dios. Le admiran, y no les importa que tenga un trabajo muy humilde. Pero el joven entiende que un padre con mucho dinero e influencia tiene el potencial para ayudarle bastante. ¡Imagínate el impacto de tener un papá como presidente! Pues, tu Padre está en el cielo. Él es todopoderoso, soberano, bueno y cariñoso.

Jesús y su Padre ahora mismo están preparando un lugar para ti. La fiesta empieza con las bodas del Cordero; luego vas a recibir tu corona y tu asignación en su reino.

Santificado sea tu nombre

Pedimos que el nombre de Dios sea santificado, pero ¿quién lo santifica? Nosotros. Sabemos que en la Biblia un nombre no es simplemente “Jehová” o “Dios.” Su nombre es todo lo que Él es, todos sus atributos. Esta frase expresa el anhelo que debemos de tener para glorificar a nuestro Padre. Le queremos exaltado, y vamos a hacer todo lo posible para traer honor a Él, y, a través de nuestras palabras y acciones, estimular a otros a darle el honor que merece.

Esta actitud refleja nuestro respeto para el tercero de los diez mandamientos:

No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. (Éxodo 20:7, RVR; NTV: No hagas mal uso del nombre del Señor tu Dios. El Señor no te dejará sin castigo si usas mal su nombre.)

 10 Venga tu reino

El reino de Dios era uno de los temas principales en las enseñanzas de Jesucristo. Decir “venga tu reino” reconoce que Dios ya tiene un reino, pero no está establecido todavía en la tierra; es por venir. Mientras tanto, nosotros tenemos la responsabilidad y la oportunidad para extenderlo. Como dijo Francis Schaeffer: “Debe ser sanidad substancial ahora en todas las áreas de alienación causada por el pecado, y sanidad total cuando Cristo viene.” El reino de Dios está presente dondequiera que Cristo reina. Empieza en tu corazón; el reino está dentro de ti. Debe estar presente en una iglesia o ministerio, y en algunas situaciones puede estar presente en una comunidad o trabajo.

Decir “venga tu reino” reconoce la tensión para nosotros: estar en este mundo, en medio del reino de las tinieblas, y saber que Dios tiene mucho más para nosotros. Su reino estará establecido cuando Cristo venga; esta oración expresa nuestro anhelo por su regreso.

Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Una parte importante del reino es la absoluta autoridad del Rey. En el cielo hay sumisión a su señorío y obediencia total; su voluntad siempre se hace allí.

Es fácil pensar que Dios debe imponer su voluntad sobre nosotros, pero nos ha dado libre albedrío. El cumplimiento de su voluntad aquí en la tierra comienza con nosotros, y las decisiones que tomamos:

Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo. No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta (Romanos 12:1-2).

Si en serio queremos hacer su voluntad, tenemos que escudriñar las escrituras y orar con corazones abiertos para discernirla. ¿Qué sabes acerca de su voluntad?¿Tienes alguna idea de la voluntad de Dios para tu vida y tu familia? ¿Cómo es el cielo?

11 Danos hoy nuestro pan cotidiano.

Jesús dijo “No solo de pan vive el hombre” (Lucas 4:4, Deuteronomio 8:3), así que sabemos que esta petición es para más que pan. Creo que en este caso el “pan” es lo que nosotros en Costa Rica llamamos “el diario;” la comida que necesitamos para hoy. Reconocemos que todas las cosas que necesitamos proceden de Dios, y expresamos esa fe y confianza que Dios va a suplirlas.

Hay cuatro cosas notables aquí:

  1. De aquí en adelante todo es plural. Tal vez la iglesia en la cual me creí tenía razón al rezar siempre esta oración como congregación. La cultura occidental es individualista. Al contrario, la cultura del medio oriente (y en muchos casos la cultura latina) se centra en la comunidad. Dios nos salva para ser parte del Cuerpo de Jesús, la iglesia. Nos acercamos a Dios ahora con esa mentalidad, intercediendo por todo el pueblo de Dios.
  2. Jesús acaba de decir (verso 8): Su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan. Si Él ya lo sabe, y esto es algo tan fundamental, ¿por qué incluirlo en esta oración modelo? Parece ser expresar nuestra dependencia de nuestro Padre por todas las cosas de la vida.
  3. Estamos pidiendo pan, lo que necesitamos, y no cosas extravagantes. La Nueva Traducción Viviente lo traduce así: el alimento que necesitamos.
  4. Es el pan cotidiano, el pan de cada día. Hay que vivir un día a la vez (lo que no niega la importancia de planificar para el futuro y entregar esos planes a Dios). Hay que confiar en Dios cada día por el pan, tal como Israel salió cada mañana en el desierto por el maná. En el mismo capítulo Jesús nos advierte que no nos preocupemos por el futuro, y confiar en Dios día a día:

25 »Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa? 26 Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? 27 ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?

28 »¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; 29 sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. 30 Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe? 31 Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?” 32 Los paganos andan tras todas estas cosas, pero el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. 33 Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. 34 Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.

La corta frase “danos hoy el pan cotidiano” cubre todo lo que Jesús dice en estos versículos. Dejamos esas necesidades en las manos de Dios, confiados que Él va a suplir lo que necesitamos. La oración nos libra de preocupación, y la fe nos libra para dedicarnos a buscar el reino de Dios – la misma petición que acabamos de hacer (“que venga tu reino”). Nuestro Padre celestial nos añadirá todas las cosas que Él sabe que necesitamos; no tenemos que ocuparnos buscando riquezas y cosas materiales.

12 Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores.

Jesús no está pensando en deudas monetarias; la Nueva Traducción Viviente lo hace muy claro: “perdónanos nuestros pecados, así como hemos perdonado a los que pecan contra nosotros.”

¡Alabado sea Dios por la certeza del pecado perdonado! Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad (1 Juan 1:9). No tenemos que ganar ese perdón, es por pura fe en la obra de Jesús en la cruz. No tenemos que rezar el Padre Nuestro unas cuantas veces. Por su gracia Dios nos perdona. Satanás, el acusador de los hermanos, siembra dudas acerca de nuestro perdón y nos condena, pero “ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús” (Romanos 8:1).

Sin embargo, hay una condición muy importante para recibir ese perdón: tenemos que perdonar a los que han pecado contra nosotros. Como hemos perdonado: antes de venir a Dios en esta oración examínate para ver si hay alguien al que tienes que perdonar. Es tan importante, que inmediatamente después de la oración Jesús vuelve a enfatizarlo:

 14 »Porque, si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. 15 Pero, si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas.

Jesús claramente dice que el perdón es condicional: si no perdonamos, no seremos perdonados por Dios. La falta de perdón puede impactar tu salvación e impedir tus oraciones. Dios no te manda a hacer algo imposible; Él te dará la gracia para perdonar.

Jesús también dedicó una parábola al tema:

Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: ―Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces?

―No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces —le contestó Jesús—

»Por eso el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos.  Al comenzar a hacerlo, se le presentó uno que le debía miles y miles de monedas de oro. Como él no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su esposa y a sus hijos, y todo lo que tenía, para así saldar la deuda. El siervo se postró delante de él. “Tenga paciencia conmigo —le rogó—, y se lo pagaré todo”. El señor se compadeció de su siervo, le perdonó la deuda y lo dejó en libertad.

»Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas de plata. Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo. “¡Págame lo que me debes!”, le exigió. Su compañero se postró delante de él. “Ten paciencia conmigo —le rogó—, y te lo pagaré”. Pero él se negó. Más bien fue y lo hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda. Cuando los demás siervos vieron lo ocurrido, se entristecieron mucho y fueron a contarle a su señor todo lo que había sucedido. Entonces el señor mandó llamar al siervo. “¡Siervo malvado! —le increpó—. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?” Y, enojado, su señor lo entregó a los carceleros para que lo torturaran hasta que pagara todo lo que debía.

»Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano» (Mateo 18:21-35).

Jesús quiere hacerlo lo más claro posible: nuestra salvación y el perdón de pecado es condicional. Si no perdonamos (¡de corazón!) no seremos perdonados. Es imposible pagar una deuda tan grande desde la cárcel. La imagen de ser torturado puede ser el infierno. Dios es nuestro Padre – pero se enoja mucho con alguien que no perdona a otros después de experimentar su gran misericordia.

Nosotros – como Pedro – queremos saber el límite. Para él, perdonar siete veces era mucho. Es obvio que no vamos a contar setenta y siete veces (o, en algunos manuscritos, 70 X 7). Tenemos que seguir perdonando y no aferrarnos a nada contra nadie. ¿Por qué? Porque Dios nos ha perdonado tanto. Nosotros, como el siervo perdonado, queremos negociar con Dios. El siervo le pidió la oportunidad para pagar su deuda, lo cual sería imposible. Nuestra deuda ante Dios también es tan grande que no hay forma de pagarla. Es solo por la misericordia de Dios que somos justificados y perdonados de nuestros pecados; de la misma manera, siempre tenemos que mostrar misericordia hacia otros.

Una de las cosas más comunes que impide nuestras oraciones es la falta de perdón. ¿Hay alguien a quien tengas que perdonar?

13 Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno”.

Comenzamos la oración en los brazos de nuestro Padre, en la gloria de su reino. Terminamos en términos muy prácticos, que reconocen la dificultad de vivir en este mundo:

  • Tenemos que pedir y trabajar por nuestro pan diario – no es garantizado.
  • Nosotros vamos a pecar; necesitamos perdón.
  • Otros van a pecar contra nosotros.
  • Habrá tentación.
  • Y, finalmente, hay un malvado, un diablo, que quiere atarnos.

Si creemos que podemos resistir la tentación en nuestra fuerza, o si creemos que ya somos tan espirituales que estamos libres de la tentación, es casi seguro que vamos a caer. La tentación no es pecado. Ya vimos en el capítulo 4 que Cristo fue tentado, y tenemos su modelo de cómo resistir la tentación. Vendrán tentaciones muy feas, que pueden hacernos cuestionar nuestra salvación, pero solo es pecado cuando caemos en la tentación.

Para no caer en ella, tenemos que reconocerla. Parte de esta petición es que Dios abriera nuestros ojos para ver cada tentación. Entonces reconocemos que Dios nos dará una salida de ella (los versículos que cité para memorizar en el capítulo 4):

Por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer.  Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano. Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de que puedan resistir (1 Corintios 10:12-13).

La última petición (líbranos del maligno) realmente es una petición diaria para liberación. Muchas veces esperamos por alguien con un ministerio de liberación, o batallamos por años con malos hábitos y fortalezas del enemigo. Pero Jesús reconoce que Satanás siempre está trabajando para destruirnos. Dios quiere liberarnos de esas ataduras antes de que hagan mucho daño a nosotros y a otros.  Cada vez que oramos esta oración del Señor, vale la pena reflexionar sobre nuestras tentaciones, donde hemos caído, y las áreas donde necesitamos liberación. Entonces, en fe, destruimos esas fortalezas y en el Nombre de Jesús somos libres del maligno. Sí, ¡Jesús te quiere libre! Cuando el maligno vuelve a tentarte, clama al Señor nuevamente por su liberación.

Pues tuyo es el reino y el poder y la gloria por siempre. Amén.

Algunos manuscritos (no los mejores) agregan estas palabras, que acaban la oración devolviendo la mirada a Dios y exaltando su grandeza. ¡No queremos terminar pensando en el maligno!

Es probable que tú aprendiste la oración en otra traducción del griego, pero el significado es lo mismo. Para variedad, puedes leer varias versiones de la Biblia. Está bien orarla tal como es, o usarla como un modelo para tus oraciones. Algunos tienen temor de caer en una rutina o “vana repetición,” como otras iglesias. Si estás sincero y buscando al Señor, creo que no hay mucho peligro de eso. Fue Jesús que dijo deben orar así (verso 9), y, en Lucas (11:2) cuando oren, digan. Dedica un mes a aprender más acerca de esta oración y hacerla parte de tu vida.