Cristo nos enseña cómo relacionarse con otros

Mateo 5

¿Eres un asesino?

21 »Ustedes han oído que se dijo a sus antepasados: “No mates, y todo el que mate quedará sujeto al juicio del tribunal”. 

Todos saben que los Diez Mandamientos prohíben el homicidio. “¡Pero yo nunca he matado a nadie! ¡Entonces estoy bien!” Bueno, no necesariamente, porque Jesús tiene un estándar mucho más alto para su discípulo:

22 Pero yo les digo que todo el que se enoje con su hermano quedará sujeto al juicio del tribunal. Es más, cualquiera que insulte a su hermano quedará sujeto al juicio del Consejo. Y cualquiera que lo maldiga quedará sujeto al fuego del infierno.

Aquí hay tres cosas que no parecen ser tan serias; de hecho, son cosas que muchos cristianos hacen todos los días:

  1. Enojarte con tu hermano.
  2. Insultar a tu hermano (le llamas necio o idiota).
  3. Maldecir a tu hermano (le llamas fatuo).

La persona culpable de esto comunica: “Ojalá estuvieras muerto,” y por lo tanto es sujeto a tres formas de castigo:

  1. Un juicio del tribunal.
  2. Un juicio del Consejo.
  3. El fuego del infierno.

Sí, ésta es una cuestión de tu salvación. Jesús toma en serio los pensamientos del corazón y nuestra manera de hablar con otros. Años después Juan afirmó esta enseñanza: Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él (1 Juan 3:15).

Mantener una relación sana con los demás es tan importante que Jesús nos manda a ajustar cuentas con ellos antes de participar en ofrendas o servicios en la iglesia:

23 »Por lo tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja tu ofrenda allí delante del altar. Ve primero y reconcíliate con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda.

Reconcíliate antes de ofrendar

Puedes ser un fiel discípulo de Jesús; tú no eres culpable, pero hay un hermano que tiene algo contra ti. Es tu responsabilidad buscarlo, hablarle y reconciliarte. Esa reconciliación es mucho más importante para Cristo que tu ofrenda. ¡Imagina cuantas ofrendas se perderían si todos pusieran en práctica este mandato de Jesús! ¿Por qué lo tomamos a la ligera?

25 »Si tu adversario te va a denunciar, llega a un acuerdo con él lo más pronto posible. Hazlo mientras vayan de camino al juzgado, no sea que te entregue al juez, y el juez al guardia, y te echen en la cárcel. 26 Te aseguro que no saldrás de allí hasta que pagues el último centavo.

¡No vayas delante del juez!

Aquí él no es un hermano, sino un adversario, probablemente alguien fuera de la iglesia. Jesús no condena al creyente por los problemas con este hombre; Él sabe que en el mundo estas cosas van a suceder. No tienes que intentar a demostrar tu inocencia o buscar una decisión justa. El consejo de Jesús es:

  • Resolver el problema lo antes posible, incluso si tú crees que no es una decisión justa.
  • Evitar los tribunales. Jesús no confía en el sistema de justicia (un buen consejo para el cristiano que quiere demandar a otros y acudir a los tribunales).

Jesús tampoco confía en las cárceles. Parece creer que es común recibir sentencias muy largas e injustas.

Ojo por ojo

Un poco más tarde en el Sermón, Jesús vuelve a este tema de justicia y retribución:

38 »Ustedes han oído que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”.

En este caso, Cristo cita directamente la ley. No había mucha compasión ni misericordia en ella:

»Si se pone en peligro la vida de la mujer, esta será la indemnización: vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, golpe por golpe, herida por herida (Éxodo 21:23-25).

»Al que lesione a su prójimo se le infligirá el mismo daño que haya causado: fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente. Sufrirá en carne propia el mismo daño que haya causado (Levítico 24:19-20).

Y no le compadecerás; vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie (Deuteronomio 19:21).

Era una retribución exacta. Pero Jesús introduce una ética radical para ese día (¡y aún para hoy!):

39 Pero yo les digo: No resistan al que les haga mal. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. 40 Si alguien te pone pleito para quitarte la camisa, déjale también la capa. 41 Si alguien te obliga a llevarle la carga un kilómetro, llévasela dos. 42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no le vuelvas la espalda.

Vuelve la otra mejilla

¡La persona que obedece a Jesús puede parecer muy débil! ¡Sería demasiado fácil para otros aprovecharse de él!

  • No te resistas al que te haga mal.
  • Sométete al abuso de alguien que te abofetea, ofreciéndole la otra mejilla.
  • No solo deja a la persona tomar tu posesión, ¡dale algo más!
  • Si alguien te obliga hacer algo duro, ¡duplica lo que te pide que hagas!
  • Siempre dar y prestar a los que te lo pidan.

Ya no buscamos la justicia; tampoco buscamos retribución por lo que hemos sufrido. Para andar así necesitas una fe radical de que Dios cuidará de ti y te proveerá.

La regla de oro

Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas (Mateo 7:12).

Jesús dijo en Mateo 22:37-40 que amar a Dios y amar a tu prójimo como a ti mismo es un resumen de la ley y los profetas (la enseñanza del Antiguo Testamento). Tratar a los demás como quieres que ellos te traten a ti te ayudará a ser “perfecto,” como tu Padre Celestial. Ponla a prueba, ponla en práctica, a ver cómo puede transformar tus relaciones con otras personas.

¡Amor radical!

La enseñanza de Jesús es muy sencilla, pero muy difícil. Tenemos que negarnos a nosotros mismos, crucificar nuestro egoísmo y aprender a amar con el amor ágape que Dios tiene para nosotros. Es casi imposible sin el Espíritu Santo y su fruto de amor y paciencia, pero es una parte esencial del ADN de un discípulo de Jesús que anda como Él anduvo.

 

La santidad del matrimonio, y el problema del adulterio y divorcio

¡Este tema es tan complicado y controversial que sería más fácil pasarlo por alto! ¡Pero también es un tema que toca a casi todos nosotros! Y dado que el Nuevo Testamento es muy claro que el adúltero no puede entrar en el Reino de los Cielos, es importante para nosotros entender la clara enseñanza bíblica, y andar como Jesús anduvo en esta área tan importante. Hay libros escritos sobre estos temas; aquí solamente vamos a dar una introducción. Yo sé que voy contra la corriente actual en mucho de lo que voy a decir aquí. De verdad, estoy muy preocupado con la actitud y práctica de muchos cristianos en estas áreas; puede impactar su salvación. Así que, mejor estar incómodo e impopular ahora, que estar sorprendido en el futuro, cara a cara con el Señor.

El fundamento

Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos serán (se funden, se convierten en) una sola carne (un solo ser) (Génesis 2:24).

Siempre es bueno volver al principio, algo que Jesús hizo varias veces en sus enseñanzas. El plan de Dios para el matrimonio tiene su origen en la creación. Hay algo sobrenatural, incluso misterioso, que sucede en la unión (emocional, espiritual y sexual) de un hombre y una mujer. ¿Con cuantas mujeres es posible ser una sola carne? Es claro que el plan de Dios es la unión de un hombre y una mujer para toda la vida. Aunque los patriarcas del Antiguo Testamento tenían varias esposas, es claro que nunca era lo ideal para Dios. Todavía sufrimos las consecuencias de la unión de Agar y Abraham (el conflicto entre los judíos y los árabes). David fue castigado fuertemente por ser mujeriego, y las muchas mujeres de Solomon le apartaron del Señor.

Pablo cita este verso de Génesis cuando describe la unión con una prostituta: ¿No saben que el que se une a una prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues la Escritura dice: «Los dos llegarán a ser un solo cuerpo» (1 Corintios 6:16), y lo cita otra vez  en su enseñanza sobre el matrimonio: «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo» (Efesios 5:31).

Jesús afirmó este plan de Dios cuando respondió a una pregunta acerca del divorcio:

En eso, unos fariseos se le acercaron y, para ponerlo a prueba, le preguntaron: ―¿Está permitido que un hombre se divorcie de su esposa?

―¿Qué les mandó Moisés? —replicó Jesús.

―Moisés permitió que un hombre le escribiera un certificado de divorcio y la despidiera —contestaron ellos.

 ―Esa ley la escribió Moisés para ustedes por lo obstinados que son [por la dureza de vuestros corazones, RVR]—aclaró Jesús—.  Pero al principio de la creación Dios “los hizo hombre y mujer”.  “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa,  y los dos llegarán a ser un solo cuerpo”. Así que ya no son dos, sino uno solo.  Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

Vueltos a casa, los discípulos le preguntaron a Jesús sobre este asunto.

―El que se divorcia de su esposa y se casa con otra comete adulterio contra la primera —respondió—.  Y, si la mujer se divorcia de su esposo y se casa con otro, comete adulterio (Marcos 10:2-12).

Vamos a estudiar el divorcio más adelante, pero los puntos principales de esta porción son:

  • Los fariseos quieren saber si es permitido o no divorciarse.
  • Jesús no los contesta, sino les pregunta lo obvio: ¿Qué dice la ley?
  • Deuteronomio 24:1-4 dio un proceso en caso de divorcio; pero no dice que está bien con Dios.
  • La única razón por la cual la ley parece permitir un divorcio fue una concesión a la dureza de sus corazones. Nunca era la voluntad de Dios.
  • Dios mismo une al hombre y la mujer en matrimonio; nadie – ni la esposa, el esposo, o un juez – tiene el derecho de separar lo que Dios ha unido.

Para Jesucristo, el gran problema del divorcio es que viola completamente el plan de Dios, revela la dureza del corazón, y muchas veces conduce al adulterio. Y el adulterio es algo muy serio para Dios.

La gravedad del adulterio

Uno de los diez mandamientos:

No cometerás adulterio (Éxodo 20:14).

El mandamiento contra la codicia es relacionado:

No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo (Éxodo 20:17).

El castigo para el adulterio

No había otra oportunidad para el adúltero; tenían que quitar el mal de en medio de Israel y matarlo:

»Si alguien comete adulterio con la mujer de su prójimo, tanto el adúltero como la adúltera serán condenados a muerte (Levitico 20:10).

»Si un hombre es sorprendido durmiendo con la esposa de otro, los dos morirán, tanto el hombre que se acostó con ella como la mujer. Así extirparás el mal que haya en medio de Israel (Deuteronomio 22:22).

Proverbios habla bastante acerca del adulterio. Proverbios 6:32 explica la verdad acerca de lo que al principio puede parecer muy placentero:

Pero el hombre que comete adulterio es un necio total, porque se destruye a sí mismo.

El adulterio es muy egoísta; no solamente destruye a sí mismo, sino también la esposa, la otra mujer, y ambas familias.

Jesús en el Sermón del Monte

Jesús profundizó sobre lo que es el adulterio. Conforme a su enseñanza, casi todos adulteran en el corazón:

Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.

Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno (Mateo 5:27-30).

Creo que no hay ningún argumento que bíblicamente el adulterio es un pecado muy grave. El castigo era la muerte, y si no hay arrepentimiento, el adúltero no puede entrar en el reino (1 Corintios 6:9).

El divorcio

El Antiguo Testamento no habla mucho acerca del divorcio, pero Malaquías 2:13-16 lo condena fuertemente:

Otra cosa que ustedes hacen es inundar de lágrimas el altar del Señor; lloran y se lamentan porque él ya no presta atención a sus ofrendas ni las acepta de sus manos con agrado. Y todavía preguntan por qué. Pues porque el Señor actúa como testigo entre tú y la esposa de tu juventud, a la que traicionaste aunque es tu compañera, la esposa de tu pacto.  ¿Acaso no hizo el Señor un solo ser, que es cuerpo y espíritu? Y ¿por qué es uno solo? Porque busca descendencia dada por Dios. Así que cuídense ustedes en su propio espíritu, y no traicionen a la esposa de su juventud.  «Yo aborrezco el divorcio —dice el Señor, Dios de Israel—, y al que cubre de violencia sus vestiduras», dice el Señor Todopoderoso. Así que cuídense en su espíritu, y no sean traicioneros.

  • Este hombre era muy religioso: ofrendaba, lloraba en el altar, y buscaba al Señor. Pero Dios no le hace caso, porque ha traicionado a la esposa de su juventud.
  • La mujer es su compañera, la esposa del pacto de matrimonio.
  • Dios los hace un solo ser, en cuerpo y espíritu.
  • Dios aborrece el divorcio.

Ya vimos en Marcos 10 que la persona que se divorcia y se casa de nuevo con otra persona comete adulterio. Lucas 16:18 dice lo mismo: Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido, adultera.

Mateo 19:3-9 es un pasaje paralelo a Marcos 10, pero Mateo incluye la reacción de los discípulos (versos 10 y 11):

Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse.

Entonces él les dijo: No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado. Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba.

Los discípulos reconocen que Jesús no ofrece ninguna posibilidad para el divorcio. ¡Su conclusión es que entonces es mejor no casarse! Y Jesús básicamente concuerda que es una enseñanza dura que no todos son capaces de recibir, aunque es su clara esperanza que nosotros seamos capaces. La norma es el matrimonio de un hombre y una mujer para toda la vida. La excepción es el eunuco, y Jesús nos da tres clases de eunucos:

  • Algunos que por naturaleza, del nacimiento, no tienen atracción a mujeres ni interés en casarse. Puede incluir alguien con atracción al mismo género, pero no es un permiso para actuar sobre esa atracción. Tiene que mantenerse célibe.
  • Otros son hechos eunucos por los hombres. Para varias razones era común en Grecia y Roma castrar a niños (contra su voluntad). Jesús no aprueba esa práctica aquí.
  • Otros hacen la decisión de abstenerse de relaciones sexuales y matrimonio para servir a Dios. Pablo afirma esa decisión (1 Corintios 7), y es el fundamento del sacerdocio célibe en la iglesia católica. Aunque no es una decisión popular ni común en la iglesia evangélica, es bíblica.

¿Es posible casarse por segunda vez?

La mujer está ligada a su esposo mientras él vive; pero, si el esposo muere, ella queda libre para casarse con quien quiera, con tal de que sea en el Señor (1 Corintios 7:39), y se supone que aplica a un viudo también, pero Pablo cree que sería más feliz si no se casara (verso 40). Pablo afirma lo mismo en Romanos: Por ejemplo, la casada está ligada por ley a su esposo solo mientras este vive; pero, si su esposo muere, ella queda libre de la ley que la unía a su esposo. Por eso, si se casa con otro hombre mientras su esposo vive, se le considera adúltera. Pero, si muere su esposo, ella queda libre de esa ley, y no es adúltera aunque se case con otro hombre (Romanos 7:2-3).

La persona tiene que ser en el Señor. Es un principio claro del Antiguo y Nuevo Testamento: Los creyentes solamente pueden casarse con otros creyentes.  Una de las tentaciones más comunes es tener a una novia que no conoce al Señor.

Esta es la única situación donde la Biblia claramente dice que es lícito casarse de nuevo. Pablo habla más acerca de esta cuestión el mismo capítulo 7 de 1 Corintios:

10 A los casados les doy la siguiente orden (no yo, sino el Señor): que la mujer no se separe de su esposo. 11 Sin embargo, si se separa, que no se vuelva a casar; de lo contrario, que se reconcilie con su esposo. Así mismo, que el hombre no se divorcie de su esposa.

12 A los demás les digo yo (no es mandamiento del Señor): Si algún hermano tiene una esposa que no es creyente, y ella consiente en vivir con él, que no se divorcie de ella. 13 Y, si una mujer tiene un esposo que no es creyente, y él consiente en vivir con ella, que no se divorcie de él. 14 Porque el esposo no creyente ha sido santificado por la unión con su esposa, y la esposa no creyente ha sido santificada por la unión con su esposo creyente. Si así no fuera, sus hijos serían impuros, mientras que, de hecho, son santos.

15 Sin embargo, si el cónyuge no creyente decide separarse, no se lo impidan. En tales circunstancias, el cónyuge creyente queda sin obligación; Dios nos ha llamado a vivir en paz.

Es una orden (un mandato) del Señor: Una mujer no puede separarse de su esposo, y un hombre no puede divorciarse.

  • En el caso de una separación (o, se supone, un divorcio), la única opción es reconciliación con el conyugue.
  • El hecho que el conyugue no conoce a Jesús no es base para un divorcio; el creyente tiene que quedarse en el matrimonio con la fe que la persona aceptará a Jesús.
  • Muchos han creído que si el incrédulo deja al conyugue (verso 15), el creyente es libre para casarse de nuevo. Pero Pablo no dice eso; simplemente dice que el creyente es “sin obligación” para hacer un esfuerzo para mantener el matrimonio. Otra vez, este es un área de color gris, y no quiero ser dogmático. Pero en estas áreas (sobre todo cuando es una cuestión de mi salvación), más vale prevenir que curar, sobre todo porque no será posible curar después de la muerte.

Los eruditos del pasado que escribieron acerca de este versículo no eran tan listos a concedernos libertad para volver a casarse como la iglesia de hoy en día. Albert Barnes (un erudito bíblico del siglo 19 en los Estados Unidos) escribió:

“Un hermano o una hermana no está obligado”… Muchos han supuesto que esto significa que estarían en libertad de casarse de nuevo cuando la esposa o marido incrédulo se hubiese ido; pero esto es contrario a la cepa del argumento del apóstol. El sentido de la expresión “no está obligado” es que si se va, el que queda no está obligado por el lazo matrimonial a hacer provisión para el que partió. No se debe hacer actos que pudieran ser perjudiciales para la religión por un esfuerzo violento para obligar al marido o esposa que se marcha a vivir con el que está abandonado, sino que tiene la libertad de vivir separadamente, y debe considerarlo apropiado hacerlo.

El Nuevo Testamento Griego del Expositor dice del verso 15:

Si la libertad de los inocentes divorciados se extiende al nuevo matrimonio, no aparece: la Iglesia Romana toma la opinión negativa; la Iglesia Luterana dice “en vista de 1 Corintios 7:11, la inferencia de que el divorciado debe permanecer soltero es el más seguro.”

Y el teólogo Woodford escribió en 1881:

La separación aquí mencionada no es una separación que permita al hombre o la mujer cristianos casarse de nuevo durante la vida del cónyuge pagano. Es separación, no divorcio.

La “excepción” de Mateo

Muchos cristianos, basado en dos pasajes en Mateo, creen que Jesús ofrece una “excepción” que también permite el divorcio:

También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio (Mateo 5:31-32).

Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera (Mateo 19:9).

El argumento es que Jesús parece dar permiso para casarse con otra si es “por causa de fornicación.” El problema es que no dice explícitamente que el volverse a casar está bien si hay fornicación. Y el problema mayor es, ¿qué significa cuando Jesús dice “fornicación”? No es la palabra griega para adulterio, sino la griega “porneia,” que hace referencia a cualquier pecado sexual (obviamente la raíz de nuestra palabra “pornografía”). Algunos creen que esta “excepción” es para una pareja comprometida (como José y María), que en ese día requería un divorcio para terminarlo. Es obvio que Jesús no quiere decir que está bien divorciarse de un conyugue que se masturba o usa pornografía. Incluso en el caso de infidelidad, por supuesto la voluntad de Dios es el arrepentimiento, perdón, y restauración.

Dado que Jesús habla tan claramente acerca del peligro del adulterio en un segundo matrimonio, y el adulterio (si no se arrepiente y deja la relación adúltera) lo hace imposible entrar en el Reino, yo prefiero estar seguro, y no jugar con algo tan serio. Tradicionalmente, ni la iglesia Católica ni la evangélica han creído que estos versículos permiten a uno volver a casarse.

Crisóstomo, el padre de la iglesia primitiva, escribió: “Porque aquel que es manso, y pacificador, y pobre de espíritu, y misericordioso, ¿cómo despedirá a su esposa? Él que es usado para reconciliar a otros, ¿cómo estará en desacuerdo con aquella que es suya?”

¿Qué significa todo esto para ti?

¡Hay mucho aquí para reflexión y oración! Algunos pensamientos:

  • Obviamente el matrimonio es muy importante para Dios. Tenemos que compartir su concepto exaltado de ello, y dar gracias que Él es por buenos matrimonios. No hay ningún lugar para el matrimonio gay.
  • Si eres soltero, ora mucho antes de entrar en el matrimonio. Es un compromiso por la vida. Asegúrate de que la otra persona es un verdadero creyente.
  • Si tú aceptas la interpretación dada aquí, el divorcio está fuera de la cuestión. La única posibilidad bíblica para un segundo matrimonio es la muerte del conyugue. (Y ni siquiera pienses en ello – ¡el asesinato también está prohibido en los Diez Mandamientos!)
  • Si estás divorciado y ninguno de los dos se ha vuelto a casar, haz todo lo posible para reconciliarse. Dé a Dios la oportunidad de trabajar en ambos corazones.
  • Si tú te divorciaste y te volviste a casar, y te preocupa que Dios pueda considerar que estás en adulterio, ora por la sabiduría y la guía del Espíritu Santo. Por lo general parece que otro divorcio no es la solución.
  • Si estás en adulterio (o lo contemplas), cierra esa puerta ahora mismo. Arrepiéntete y acércate al Señor, y haz lo necesario para restaurar las relaciones dañadas.
  • Hay una multitud de situaciones individuales. Puedas pedir consejo a alguien que comparte este entendimiento de la enseñanza bíblica, y ora para que el Espíritu Santo te revele lo que debes hacer.
  • El adulterio y el divorcio no son pecados imperdonables, especialmente si el pecado ocurrió antes de tu salvación. ¡Todo es hecho nuevo en Cristo! Jesús fue compasivo con la mujer adúltera (Juan 8), y es compasivo con nosotros en nuestro pecado. Pero también le dijo a la mujer: “Ve y no peques más.”
  • Ciertamente no queremos excluir de la iglesia a alguien divorciado, pero tampoco podemos condonar el pecado. Al mismo tiempo que tenemos que volver a la verdad bíblica, necesitamos hacer todo lo posible para ayudar a los matrimonios a prosperar, y ayudar a la gente a vencer a los pecados que destruyen los matrimonios.