Mateo 7:13-27  Tres advertencias alarmantes

El Sermón del Monte contiene la enseñanza más extensa y rica de Jesucristo acerca de la vida de su discípulo (incluye las Bienaventuranzas, el Padre Nuestro y la Regla de Oro). Empieza con lo básico: Bienaventurados los pobres de espíritu, bienaventurados los que lloran. Pero durante el sermón Jesús va más y más profundo; al final, es obvio que la vida cristiana no es para la persona floja, o para aquellos que buscan a Dios solo por sus bendiciones. Y es aquí donde Jesús dirige sus palabras a los líderes, volviendo a cómo entrar en el reino. Estos versos sirven como una introducción a tres advertencias fuertes al final del Sermón:

13 »Entren por la puerta estrecha. Porque es ancha la puerta y espacioso el camino que conduce a la destrucción, y muchos entran por ella. 14 Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y son pocos los que la encuentran.

Solo hay dos opciones en esta vida, dos puertas. La puerta ancha es muy obvia. En esa puerta hay mujeres hermosas, muchas luces y letreros que anuncian todos los placeres del mundo. Por naturaleza, la mayoría entra por la puerta ancha, sin darse cuenta de la otra opción.

Pocos encuentran la puerta estrecha. Hay poco atractivo para llamar la atención sobre esta puerta. Las personas que entran allí llevan muy poco con ellas. Tienen que dejar atrás casi todas sus pertenencias.  Son personas humildes. No están vestidos a la última moda.

¿Has entrado por la puerta estrecha? ¿Cómo entras?

  • Ríndete radicalmente al señorío de Jesucristo. Él tiene que ser tu Maestro y Rey. Él manda. Él es tu dueño.
  • Arrepiéntete genuinamente, con un corazón quebrantado por la forma en que has lastimado a tus seres queridos y el corazón de un Dios que te ama tanto. Eso incluye el reconocimiento pleno de que tú eres un pecador, y sin Cristo y su poder no hay esperanza para ti. Puede ser que muchas veces ya hayas intentado cambiar en tu propia fuerza y ser una mejor persona, dejando tus malos hábitos. Ya sabes que no puedes, y lo confiesas abiertamente. Ahora, con la ayuda de Dios, estás decidido a renunciar a tus excusas y no pecar más.
  • Crucifica la carne, el viejo hombre. La puerta estrecha es la entrada al camino hacia la cruz. Naces de nuevo cuando entras por esa puerta con un corazón sincero. Eres una criatura nueva, un hombre nuevo. Todo lo viejo está sepultado (simbólicamente en las aguas del bautismo) y te levantas a una vida completamente nueva.
  • Jesús dijo: “Yo soy la puerta” (Juan 10:9). La entrada es por una relación con una persona, Jesucristo.

Si tú eres un pastor y has predicado lo fácil que es ser salvo y entrar en una vida nueva, puedes estar engañando a tu gente, y posiblemente a ti mismo. Si crees que al pasar por la puerta estrecha entras en una vida de bendición y prosperidad, Cristo tiene una sorpresa: Una vez que entras por esa puerta, un camino angosto te espera. No es fácil. Sin el poder del Espíritu Santo, es casi imposible caminarlo.

Jesús también dijo “Yo soy el camino” (Juan 14:6). El camino no es una vía sino una persona, y solo ese camino conduce a la vida. Caminar por el camino angosto es caminar unido a Cristo. Andas en la voluntad de Dios, pero eso no siempre te garantiza una vida sin problemas. La verdad es que muchos de los que toman la decisión de entrar por la puerta estrecha se dan la vuelta y regresan al camino espacioso. Esa es la única otra opción, pero lo que no es obvio es que ese camino conduce a la perdición. ¿En cuál andas?

Hay tres peligros mortales en el camino angosto que sirven para tropezar a muchas personas y devolverlas al camino ancho que conduce a la destrucción.

1: Falsos profetas

15 »Cuídense de los falsos profetas. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces. 16 Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los cardos? 17 Del mismo modo, todo árbol bueno da fruto bueno, pero el árbol malo da fruto malo. 18 Un árbol bueno no puede dar fruto malo, y un árbol malo no puede dar fruto bueno. 19 Todo árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al fuego. 20 Así que por sus frutos los conocerán.

El peligro

A lo largo del Antiguo Testamento, siempre hubo falsos profetas junto con los verdaderos siervos del Señor. Cristo nos advirtió que en los días postreros habría aún más falsos profetas (Mateo 24:11), y yo creo que la iglesia ya está llena de ellos. Es responsabilidad de cada pastor identificarlos y proteger a sus rebaños de ellos. Por eso es tan importante ser parte de una iglesia sana, pero aquí Cristo también llama a cada creyente a ser cauteloso con ellos. No es fácil. Satanás siempre se ha disfrazado muy bien. Ellos no vienen a la iglesia como lobos, sino como ovejas. Traen las palabras que tu carne quiere escuchar. Es muy fácil ser engañado, pero Cristo nos da la respuesta a este peligro.

El remedio

Examina sus frutos. Pueden hablar palabras muy elocuentes y espirituales. Pueden citar la Biblia. Todas las apariencias pueden ser muy hermosas, pero mira más allá de esas apariencias. Despiértate. Cristo dice que muchos de ellos son lobos.

¿Cuáles son los frutos que Cristo espera de sus siervos?

  • Vidas transformadas. Aquellos que reciben palabras del profeta y son parte de su ministerio deben demostrar el carácter de Jesucristo y andar cada vez más en santidad.
  • Los frutos del Espíritu Santo (Gálatas 5:22-23) deben ser evidentes en ellos y en sus seguidores.
  • Deben glorificar a Jesús y dirigir la atención a Él.
  • Su vida familiar y personal debe reflejar el amor y la presencia de Jesús.

Es muy difícil saber cómo es el fruto de un profeta que ministra en Internet o por televisión, o un profeta que viene a visitar tu iglesia (es responsabilidad del pastor analizar cuidadosamente sus frutos). Hay veces en que el fruto de un árbol puede verse bien, pero cuando lo pruebas, está lleno de gusanos o podrido. No todo lo que parece ser buena fruta es realmente buena.

Estas son algunas “frutas” que pueden indicar problemas y que requieren mucha atención de tu parte; frutas que en sí mismas pueden ser buenas, pero no necesariamente aprueban a un profeta como enviado por Dios:

  • Páginas lindas en Internet, llenas de mensajes supuestamente recibidos de Dios.
  • Programas en la televisión y apariencias en programas de ministros conocidos.
  • Una gran cantidad de ventas de libros y otros recursos.
  • Predicciones de cosas que van a suceder que nunca suceden.
  • Muchas solicitudes de ofrendas y énfasis en el dinero; en el peor de los casos, la venta de profecías personales.
  • Un estilo de vida extravagante.
  • Frutos de la carne (Gálatas 5:19-21).
  • Palabras que suenan bien pero no coinciden con la Biblia; poca referencia a la Biblia, o versículos sacados de contexto.
  • Problemas familiares, incluidos divorcios e hijos rebeldes.
  • Pecado sexual.
  • Iglesias divididas y vidas destruidas como resultado de su “ministerio.”

Obviamente no condenamos a alguien simplemente porque tiene una página linda en Internet, pero los frutos buenos deben predominar. Tampoco estamos cazando falsos profetas. Somos humanos, y todos tenemos nuestras debilidades. No hay ningún profeta o pastor perfecto, ni hay una iglesia perfecta o familias perfectas. Si el hijo de un profeta cae en algún pecado, no necesariamente descalifica a ese profeta.

La necesidad de una vida fructífera

Jesús incluye aquí algo que se aplica a cada cristiano. El discípulo de Cristo tiene que ser fructífero:

»Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.  Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la poda para que dé más fruto todavía.  Ustedes ya están limpios por la palabra que les he comunicado.  Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí. Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada.  El que no permanece en mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se queman (Juan 15:1-6).

El cristiano que no lleva buen fruto es inútil en el reino de Dios. Se corta, se echa al fuego y termina en el infierno. ¿Cómo son los frutos de tu vida? ¿Qué notan otros acerca de ti como resultado de tu influencia en tu hogar, trabajo e iglesia? ¿Estás permaneciendo en Jesús? Cristo nos promete que si permanecemos en Él, vamos a dar mucho buen fruto.

2: Ministros engañados

El segundo peligro es muy alarmante: la posibilidad de engañarte a ti mismo y creer que estás haciendo la voluntad de Dios y que estás andando por el camino angosto. Presentas todas las apariencias de un buen cristiano y ministro. Puede ser que no haya pecado obvio en tu vida, y todo lo que dices suena genial.

21 »No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino solo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo. 22 Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?” 23 Entonces les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!”

El peligro

En cada caso las apariencias son muy engañosas. ¡No confíes en tus ojos! ¡Sin discernimiento espiritual será muy fácil ser engañado!

En este caso todo se ve muy bien:

  • Él llama a Jesús “Señor.” Realmente cree que Jesús es su Señor. Puede tener muchos años en la iglesia. Por supuesto, confesar a Jesús “Señor” es muy importante, pero pueden ser meras palabras; tienen que ser confirmadas por las acciones.
  • Profetizan en el nombre de Jesús. Pueden creer que realmente están trayendo palabras proféticas del Señor.
  • Expulsan a los demonios. Pueden tener ministerios de liberación, y puede haber gente liberada.
  • Hacen milagros; de hecho, muchos. Pueden tener campañas y programas en televisión, y ser conocidos como hacedores de milagros.

Jesús dice que, igual a la mayoría de los que andan por el camino ancho, habrá muchos que caerán en esta decepción. Todas sus vidas hacen sus obras religiosas, y se presentan ante Jesús y el trono de juicio, confiados en que van a recibir una recompensa muy linda. Están totalmente sorprendidos cuando Jesús los condena. No se trata de cometer ningún pecado obvio que pueda costarles su recompensa o posición en el cielo; Jesús dice que nunca los conoció. Todos esos años fueron engañados, ministrando en el nombre de Jesús, creyéndose grandes ministros del Señor. Pero nunca conocieron a Jesús. Nunca entraron por la puerta estrecha. Siempre andaban por el camino ancho. Aún más, ¡Jesús dice que son hacedores de maldad! ¡Son enviados al infierno!

¿Cómo pueden ser tan engañados? ¿Qué pecado cometieron? Su vida no fue sometida a Jesús. Lo que hicieron (que puede ser bastante bueno en sí mismo) no fue lo que Dios tenía para ellos. Hacían todo a su manera. Nunca se les enseñó que para ser salvo uno tiene que hacer la voluntad de Dios; no es una cuestión de palabras, acciones religiosas, o incluso buenas obras para bendecir a otras personas.

El remedio

El remedio es muy sencillo: Hacer la voluntad de Dios. Tener una reverencia y temor de Dios para hacer las cosas a su manera. Profetizar en el nombre de Jesús, expulsar demonios y hacer milagros son cosas muy santas. No es un espectáculo o un juego para ser tomado a la ligera. Siempre examínate y espera para que el Señor te confirme algo que quieres hacer en su Nombre. Ser parte de una iglesia sana y someter tu ministerio a otro siervo de Dios es importante para protegerte.

¿Estás seguro de que estás haciendo la voluntad del Padre? ¿Hay algo que tengas que someter a Él? ¿Algo que tienes que abandonar porque tienes dudas sobre si es su voluntad?

3: Una casa sobre la roca

El último caso también puede ser muy engañoso. Las dos personas están en la iglesia, escuchan la palabra de Jesús y construyen casas. Durante mucho tiempo las dos casas parecen muy sólidas. Puede ser que la casa del hombre insensato fuera aún más impresionante que la casa del prudente.

24 »Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. 25 Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca. 26 Pero todo el que me oye estas palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena. 27 Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, soplaron los vientos y azotaron aquella casa. Esta se derrumbó, y grande fue su ruina».

El peligro

Escuchas la Palabra de Dios y no la pones en práctica. El hombre insensato nunca aprendió la importancia de obedecer y someterse a la voluntad de Dios. Dedicó muchos esfuerzos a la construcción de su casa, pero la construyó a su manera, y no prestó atención a las advertencias del peligro de construir en la arena. Puede ser más fácil construir en la arena que trabajar con la roca. Puede ser más atractiva en la playa. Todo puede estar bien por un buen rato. Probablemente la mayoría de la iglesia cree que este hombre es un buen cristiano, pero en la tormenta, en la prueba, no puede soportar la adversidad, y todo colapsa. Su vida se derrumba, y su ruina es grande.

El remedio

Tú eres responsable de todas las palabras que escuchas. Hay gente que pasa todo el día escuchando predicaciones en Internet, la radio o la televisión. Tienen mucho conocimiento, pero poca obediencia. Hay que desarrollar el hábito de siempre meditar y orar sobre toda enseñanza bíblica, y tomar las decisiones necesarias para ponerla en práctica.

¿Cómo es tu casa? ¿Tiene un cimiento firme? Otros pueden tener casas muy bonitas, pero pueden construirse en la arena. Puede ser que en esta temporada estés construyendo los cimientos de tu vida en la roca de la Palabra y en Jesucristo. Otros no pueden ver ningún progreso, pero en su tiempo Dios va a edificar una casa hermosa que permanecerá. ¿Hay vientos fuertes azotando tu casa? Puede ser por la misericordia de Dios, para revelar la calidad de tu fundamento y tu obediencia. Puede ser que Él te esté dando la oportunidad de arrepentirte y obedecerle antes de que tu vida, tu familia o tu iglesia se arruinen.

28 Cuando Jesús terminó de decir estas cosas, las multitudes se asombraron de su enseñanza, 29 porque les enseñaba como quien tenía autoridad, y no como los maestros de la ley.

No es de extrañar que se asombraron: Notaron la diferencia con la enseñanza de los maestros de la ley. Esta es la autoridad que necesitamos en la iglesia hoy; alguien que no predica solo para entretener y animar a la gente, sino que entra en las profundidades de la Palabra de Dios.

Cuatro pasos para una vida fructífera

La posibilidad de laborar y edificar una casa (o vida, familia o iglesia) muy bonita, solo para verla en ruinas, es muy alarmante. Igual la posibilidad de profetizar, expulsar demonios y hacer milagros, y acercarse al trono de juicio con gran expectativa de una recompensa y las palabras “bien hecho, buen siervo y fiel,” solo para escuchar que Cristo nunca te conoció y que vas al infierno. Pero no hay razón para alarmarte. Cristo nos da cuatro pasos sencillos para asegurar buenos frutos y una vida agradable al Señor:

  • Entrar a la familia de Dios por la puerta estrecha. Toma la decisión de dejar la vida vieja, arrepentirte de todo pecado y someterte al señorío de Jesucristo. Él es la puerta; únete a Jesús.
  • Caminar por el camino angosto. Después de pasar por la puerta estrecha, el camino no es fácil. Jesús no te obliga a caminar por el camino angosto. Siempre existe la posibilidad de volver al camino espacioso; siempre puedes ver las luces y todo lo atractivo de ese camino. Habrá muchas tentaciones y pruebas. Fija tus ojos en Jesús, busca a otros hermanos decididos a seguir a Jesús y sigue adelante. Recuerda que Jesús es el camino.
  • Leer, estudiar y escuchar la Biblia. La fe viene por el oír y el oír por la Palabra de Dios. Con tantas voces de Internet y televisión que llaman nuestra atención, es difícil escuchar la voz de Dios en su Palabra. Esa Palabra alumbra tu camino.
  • Poner la Palabra en práctica. Es muy peligroso escuchar una gran cantidad de la Palabra sin obedecerla. Dios te ayudará a ponerla en práctica.

Esa obediencia es el fundamento. Si caminas bien, cada día poniendo en práctica la Palabra que escuchas, aprenderás bien a discernir y hacer la voluntad de Dios. Siempre examínate y espera en el Señor para saber si las cosas que haces para servir a Dios son hechas a tu manera, o son la voluntad del Padre. En nuestro deseo de cumplir la Gran Comisión, no podemos pasar por alto estos peligros. Ahora más que nunca, tenemos que dejar que Jesús guie nuestros esfuerzos y hacer todo conforme a su voluntad. Hay que mantenerse la iglesia pura y libre de individualismo, desobediencia y profetas enviados por el maligno. Es muy importante establecer los discípulos que hacemos sobre estos fundamentos.

Haz estas cosas y podrás descansar en paz. Tendrás una vida fructífera, impactando a muchos y trayendo mucha gloria a tu Dios.