Mientras que el diablo tentó a Jesús en el desierto, Juan el Bautista estaba bautizando a los pecadores arrepentidos en preparación para la venida del Mesías. Ahora es el momento de presentar a esta persona desconocida. Hay mucho en estos primeros días de su ministerio que podemos aprender acerca de andar como Jesús y prepararnos para cumplir la gran comisión.
26 ―Yo (Juan Bautista) bautizo con agua, pero entre ustedes hay alguien a quien no conocen, 27 y que viene después de mí, al cual yo no soy digno ni siquiera de desatarle la correa de las sandalias.
Preparando el camino para Jesús: Arrepentimiento y humildad
¿Estás listo para una relación viva con Jesús? Por desgracia, muchos “cristianos” hoy nunca han experimentado un arrepentimiento genuino. ¿Por qué digo eso?
- No se han humillado a sí mismos, para reconocer y confesar la profundidad de su pecado y su necesidad de Dios.
- No están desconsolados por el daño que han hecho a sus seres queridos y a Dios.
- No odian el pecado; incluso toleran pecados que los separan de Dios.
- Vacilan entre el camino espacioso del mundo y el camino angosto (Mateo 7:13-14), pero la triste realidad es que muchos andan más en el camino ancho.
Dios quiere exaltarte, pero primero tienes que humillarte. Aquí vemos la humildad de Juan, algo que a muchos ministros les falta. En lugar de entender que no son dignos de servir al Rey de reyes, creen que son muy especiales, incluso indispensables, en el reino de Dios. Edifican grandes templos y predican prosperidad, pero no saben lo que es lavar los pies de la gente humilde. Puede ser que Dios te haya dado un ministerio lindo, fructífero y bendecido. Es fácil exagerar su importancia (y la tuya), pero solo eres un siervo del Maestro. Tal como Juan, estamos preparando el camino para su venida, cuando Jesús reinará con gloria y poder. No somos dignos del gran privilegio de ser sus embajadores y representantes en este mundo, pero por su gracia nos llama y nos capacita para servirle.
¿Eres consciente de que tenemos que preparar el camino para el regreso de Jesucristo? La parte más importante de esa preparación es nuestra obediencia a su Gran Comisión. ¿Predicas arrepentimiento y humildad para preparar a gente para recibir a Cristo? ¿Cómo está tu humildad? ¿Crees que has experimentado un arrepentimiento genuino?
Andar como Jesús es andar de incógnito
Jesús ya estaba entre ellos, pero no lo sabían. ¡El nombre de Jesús ni siquiera se menciona en los primeros 16 versos del Evangelio de San Juan! Él es tan grande que Juan Bautista no es digno de desatarle la correa de las sandalias, ¡pero su identidad es un misterio! Es natural que busquemos la aclamación del mundo para ser conocido como un pastor exitoso, pero Jesús no hizo nada para llamar la atención de los discípulos de Juan, ni hizo nada para disminuir el ministerio de Juan.
Dos veces (en los versículos 31 y 33) Juan también dice que “no lo conocía.” ¡Qué extraño! Porque el mismo Juan saltó en el vientre de su madre cuando escuchó la voz de María (Lucas 1:41). Eran primos, y supondrías que habrían pasado tiempos juntos en todos esos años. ¡Pero Juan dice que nunca lo conocía! Es posible estar muy cerca de Jesús y no conocerlo; es aún más común tener algún conocimiento de Jesús, pero no andar como Él anduvo. Jesús ya está entre nosotros también. ¡Qué triste tener a alguien tan especial tan cerca y no saber quién es! ¡Peor aún cantarle alabanzas, sin realmente conocerlo! Y tal como los líderes religiosos en el tiempo de Juan no conocían a Jesús, es posible tener un gran ministerio y nunca conocer a Cristo (Mateo 7:21-23).
Tú puedes tener una palabra o un llamado de Dios, pero puedes permanecer desconocido; tienes que andar de incógnito. Está bien. Nadie conocía a Jesús tampoco (¡ni siquiera su propia familia lo conocía a Él!).
Jesús revelado
28 Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del río Jordán, donde Juan estaba bautizando.
Los que estaban con Juan no tuvieron que esperar mucho tiempo para la revelación del Maestro:
29 Al día siguiente Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! 30 De este hablaba yo cuando dije: “Después de mí viene un hombre que es superior a mí, porque existía antes que yo”. 31 Yo ni siquiera lo conocía, pero, para que él se revelara al pueblo de Israel, vine bautizando con agua».
Andar como Jesús anduvo es someterse
Juan mismo dijo que Jesús era superior a él, pero Jesús se sujetó voluntariamente a Juan. Le dio preferencia para que Juan pudiera cumplir su ministerio, y se sometió al bautismo de Juan:
Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?
Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia (Mateo 3:13-17).
Cuando andamos como Jesús, nos sometemos a las autoridades que Dios ha establecido; primero a Dios, pero luego a los pastores o apóstoles que Dios ha puesto en nuestras vidas. La humildad se manifiesta en tomar el lugar más bajo y no buscar la posición.
Juan dice que vino bautizando con agua para que Jesús se revelara a Israel. Jesús no tuvo que arrepentirse, pero algo sobrenatural sucedió en ese bautismo que permitió la revelación de Jesús. El Espíritu Santo descendió sobre Él y recibió la aprobación del Padre.
Andar como Jesús es costoso
La sumisión de Jesús al propósito de su Padre era muy costoso. Suena bien ser el lindo “Cordero de Dios,” y muy noble “quitar el pecado del mundo.” Pero ser un Cordero significa ser un sacrificio. Jesús pagó el precio de nuestros pecados con su propia sangre. Murió en esa cruz como una propiciación para nosotros, para redimirnos y reconciliarnos con Dios.
¿Has pagado un precio alto por servir a Jesús? ¿Hay cosas que has tenido que sacrificar o negarte para seguirlo?
Andar como Jesús anduvo es enfatizar el perdón del pecado
Aquí tenemos el primero de los dos propósitos que Juan proclama para el ministerio de Jesús: Cristo quitó el pecado de todo el mundo, porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:16). Cuando hablas con alguien acerca de Jesús, ¿lo ayudas a entender la naturaleza y la gravedad del pecado? ¿Incluyes siempre el perdón de ese pecado como el fundamento de una vida que agrada a Dios? ¿Estás comprometido a llevar ese mensaje al mundo entero? ¿Te ha quitado Jesús tus pecados?
32 Juan declaró: «Vi al Espíritu descender del cielo como una paloma y permanecer sobre él. 33 Yo mismo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas que el Espíritu desciende y permanece es el que bautiza con el Espíritu Santo”. 34 Yo lo he visto y por eso testifico que este es el Hijo de Dios».
Andar como Jesús anduvo es esperar el tiempo del Señor
Jesús pacientemente (asumimos) esperó el tiempo indicado por su Padre para arrancar su ministerio; ya tenía casi 20 años de preparación. Tenía que esperar a otro ministro (Juan), quien preparó el camino para Él. Si tú estás en espera, puede ser que Dios ya tenga a alguien que te esté preparando el camino.
También hay ocasiones en que debemos reconocer y aceptar que el ministerio que Dios nos ha dado está terminando; es hora de retirarse y apoyar a otro, tal vez más grande, a quien Dios nos ha mostrado. Tenemos que ser obedientes en ese momento y ceder ante él. Juan no estaba en competencia con Jesús; sería muy feo para él mantener su ministerio de bautismo en agua mientras Jesús ya estaba bautizando con el Espíritu. Por desgracia, hay muchos que no quieren dejar algo que era de otra época. Andar como Jesús es confiar y descansar en la soberanía de su Padre: Él manda, Él lo sabe todo y tiene todo en sus manos.
Andar como Jesús anduvo es enfatizar el Espíritu Santo
Juan bautizó a las multitudes, pero ya sabía que algo mucho mejor estaba por venir: el Espíritu Santo. Bautizar con el Espíritu Santo es el segundo propósito de Jesús. Jesús nos mandó bautizar con agua como símbolo de nuestra identificación con su muerte y resurrección (Mateo 28:19). Ese bautismo es diferente del bautismo de arrepentimiento de Juan, y es importante como símbolo del nuevo nacimiento. Pero hay otro bautismo aún más importante, el bautismo del Espíritu Santo, para sumergirse en el amor y el poder de Dios, y ser lleno de la tercera persona de la Trinidad. Si vamos a andar como Jesús anduvo, tenemos que predicar y administrar ese bautismo en su Nombre. ¡Qué triste que muchas veces no le demos a ese bautismo el lugar que merece! Por desgracia, incluso en las iglesias pentecostales o carismáticas, poco se escucha hoy sobre el bautismo en el Espíritu, y hay muchos que nunca lo han experimentado. El Espíritu tuvo que descender y permanecer sobre Jesús. ¡Qué bueno cuando el Espíritu desciende sobre ti en un culto ungido! Pero aún mejor cuando permanece en ti. Es imposible andar como Jesús anduvo sin el bautismo del Espíritu Santo.
Andar como Jesús anduvo es formar discípulos
35 Al día siguiente Juan estaba de nuevo allí, con dos de sus discípulos. 36 Al ver a Jesús que pasaba por ahí, dijo: ―¡Aquí tienen al Cordero de Dios!
37 Cuando los dos discípulos le oyeron decir esto, siguieron a Jesús.
Juan tenía discípulos; Jesús ahora tendrá sus primeros discípulos, y Él nos manda que hagamos discípulos, como ya hemos visto en la Gran Comisión:
Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo (Mateo 28:19-20).
Esta fue una prueba de la humildad de Juan: él proclamó a Jesús el Cordero de Dios, pero luego le perdió a dos de sus discípulos a Él. Es muy delicado para un pastor perder algunas de sus “ovejas” a otro pastor. Ser un “ladrón de ovejas” es muy feo, pero Jesús no los robó; Juan los soltó. Es duro, pero hay ocasiones en que tenemos que soltar a alguien en la iglesia para avanzar a otro ministerio donde él pueda hacer mucho más por la gloria de Dios.
38 Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les preguntó: ―¿Qué buscan?
―Rabí, ¿dónde te hospedas? (Rabí significa: Maestro).
Es tentador recibir de inmediato a alguien que sale de otra iglesia para ser parte del equipo ministerial, pero Jesús quiere conocer el motivo de sus corazones, y está bien que le preguntemos a alguien que viene a la iglesia: ¿Qué buscas?
Estos dos hombres no están buscando posición o poder; solo quieren saber dónde mora Jesús, ir a su casa y estar con Él. Eso agrada a Jesús. No lo buscamos por sus bendiciones, un milagro, éxito en el ministerio o prosperidad. Simplemente queremos estar con Él y morar en su presencia.
39 ―Vengan a ver —les contestó Jesús.
Ellos fueron, pues, y vieron dónde se hospedaba, y aquel mismo día se quedaron con él. Eran como las cuatro de la tarde.
¡Estos son sus primeros discípulos! ¡Qué emoción! Pero Jesús simplemente los invita que vengan a ver. No hay compromiso ni promesas de ser parte de un gran ministerio. Primero tienen que obedecer ese mandato para llegar a donde está Jesús, y luego observarlo. Y de esa manera invitamos a la gente interesada en la casa de Dios; les damos la oportunidad de ver a Jesús y les permitimos ver cómo su presencia impacta y transforma a otros. En este caso se quedaron con Él, y así debería ser cuando alguien entra en la morada de Jesús y lo ve en toda su gloria: quiere quedarse con Él. Cuándo alguien viene a tu iglesia, ¿ve a Jesús? ¿O solo ve una banda profesional, un gran predicador elocuente o un templo hermoso? Si no se queda, ¿es posible que le resulte difícil ver a Jesús entre todo el humo y la bulla?
Si tienes la oportunidad de invitar a alguien a tu hogar, esperamos que pueda ver un matrimonio Cristo-céntrico, hijos que honren a sus padres y la paz de Cristo. Si invitas a alguien nuevo a tu casa, asegúrate de que tu familia esté segura y de que los invitados no le quiten el tiempo que debes dedicar a ella.
Los primeros evangelistas
40 Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que, al oír a Juan, habían seguido a Jesús. 41 Andrés encontró primero a su hermano Simón, y le dijo: ―Hemos encontrado al Mesías (es decir, el Cristo).
42 Luego lo llevó a Jesús, quien, mirándolo fijamente, le dijo: ―Tú eres Simón, hijo de Juan. Serás llamado Cefas (es decir, Pedro).
Cuando tú encuentras algo tan hermoso como Jesús, tienes que compartir las nuevas con tu familia. Andrés fue el primer evangelista. Jesús no buscó ni llamó a Pedro, quien sería el más importante de los doce; su hermano lo buscó y, cuando lo encontró, compartió la noticia y se lo llevó a Jesús.
Jesús no vio a un pescador ni a un pecador; vio una roca, y el potencial de Pedro. Cuando andamos como anduvo Jesús, cada persona tiene gran importancia. Hay momentos en que tenemos que mirar fijamente a alguien, y en ese momento el Señor puede darnos una palabra de ciencia acerca de él. Esa palabra, si es dada por el Espíritu, puede tener un gran impacto en su vida. Cuando andas con Jesús, tú puedes soltar un destino y un llamado en la vida de un joven.
Andar como Jesús es andar de tal manera que puedes decir: Sígueme
43 Al día siguiente, Jesús decidió salir hacia Galilea. Se encontró con Felipe, y lo llamó: ―Sígueme.
Jesús está empezando algo que va a incluir a millones de personas, pero comienza con una persona a la vez. Ya hemos visto a algunos que mostraron interés en Jesús y donde Él moraba. Ahora Jesús toma la iniciativa y llama a Felipe: Sígueme. Ser un discípulo de Jesús es seguirlo. Cuando tomamos esa decisión, comenzamos una peregrinación en el camino angosto que nos lleva al cielo. Siempre tenemos que fijar nuestros ojos en Jesús y seguirlo a dondequiera que vaya.
Puede sentirse incómodo decirle a alguien: “sígueme.” Claro que es a Jesús a quien tienen que seguir, pero también necesitamos modelos humanos. Cuando andas como anduvo Jesús, puedes llamar a alguien para que te siga, creyendo que esa persona verá a Jesús en ti y buscará al Maestro. Y es apropiado llamar a alguien que Dios te ha mostrado para ser parte de tu equipo ministerial.
¿Cómo está tu vida? ¿Andas de tal manera que puedes llamar a alguien para que te siga?
44 Felipe era del pueblo de Betsaida, lo mismo que Andrés y Pedro. 45 Felipe buscó a Natanael y le dijo: ―Hemos encontrado a Jesús de Nazaret, el hijo de José, aquel de quien escribió Moisés en la ley, y de quien escribieron los profetas.
Cuando testificas a alguien, no necesitas un mensaje muy profundo ni un gran conocimiento de la Palabra (aunque ese conocimiento es muy útil, y debemos prepararnos). Puedes simplemente compartir lo que tú has encontrado. Por desgracia, no siempre recibirás una respuesta positiva:
46 ―¡De Nazaret! —replicó Natanael—. ¿Acaso de allí puede salir algo bueno?
No todos van a compartir tu entusiasmo por Cristo. Vas a encontrar diversos prejuicios entre la gente, ya sea de otra religión o iglesia, o debido a los hipócritas que han conocido. No tenemos que condenar, discutir o predicarles. Felipe respondió muy sabiamente:
―Ven a ver —le contestó Felipe.
Andar como Jesús anduvo es invitar a la gente a venir a Cristo y verlo
¡Felipe ya estaba andando como Jesús! ¡Dijo exactamente lo que dijo Jesús el día anterior! El Espíritu Santo es libre de revelar a Cristo cuando das ese paso de fe para ir y buscar a Dios. Si tienen ojos (y corazones) abiertos, verán maravillas.
47 Cuando Jesús vio que Natanael se le acercaba, comentó: ―Aquí tienen a un verdadero israelita, en quien no hay falsedad.
Puede ser que Jesús ya sabía que Natanael era un caso más complicado, pero Jesús sabe exactamente cómo entablar una conversación con él. Algunos dirían que Jesús está echando flores, pero decir algo positivo acerca de alguien (que también es la verdad) es una buena manera de llamar la atención.
Jesús era un experto en estudiar la gente. Además de la capacidad sobrenatural de ver lo que hay en alguien, estoy seguro de que Él pudo ver la duda en la cara de Natanael cuando se le acercó. Es fácil ignorar el lenguaje corporal, pero hay que prestar mucha atención a los ojos, a la expresión de la cara y la postura de una persona, y responder en consecuencia.
Andar como Jesús es operar en revelación sobrenatural
Dios puede dar a cada creyente el don de profecía o palabra de ciencia, para decir algo que solo Dios puede revelar. Mira más allá de las apariencias, al corazón, y espera para ver si Dios te revelará algo acerca de él.
48 ―¿De dónde me conoces? —le preguntó Natanael.
Jesús aún no ha ganado a Natanael; el tipo sigue a la defensiva. Pero ahora una revelación sobrenatural lo va a ganar:
―Antes de que Felipe te llamara, cuando aún estabas bajo la higuera, ya te había visto.
49 ―Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! —declaró Natanael.
¡Qué cambio tan drástico! Hay personas que son más difíciles de convencer, pero a veces son las personas que estarán más entregadas al Señor. Natanael no estaba cerrado, solo un escéptico.
50 ―¿Lo crees porque te dije que te vi cuando estabas debajo de la higuera? ¡Vas a ver aun cosas más grandes que estas! Y añadió: 51 ―Ciertamente les aseguro que ustedes verán abrirse el cielo, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.
Andando con Jesús verás el cielo abierto y la gloria de Dios
¿Estás listo para cosas más grandes? ¿Estás listo para un cielo abierto? ¿Crees que si caminas con Jesús tú también vas a ver maravillas?
¿Qué te llama la atención en el caminar de Jesús aquí? ¿Cómo puedes seguir su ejemplo? ¿Crees que Dios puede darte una palabra de ciencia acerca de alguien que podría llevarlo a los pies de Jesús? ¿Deseas andar como Jesús anduvo?