Juan 4:43-54; 5:1-18  Curación, a la manera de Jesús

Si vamos a andar como Jesús anduvo, vamos a ejercer nuestra fe para ministrar a otros, y también alentar su fe para soltar el poder de Dios. La fe no es algún concepto vago, sino algo que tenemos que poner en práctica.

Curación a larga distancia

43 Después de esos dos días Jesús salió de allí rumbo a Galilea 44 (pues, como él mismo había dicho, a ningún profeta se le honra en su propia tierra). 45 Cuando llegó a Galilea, fue bien recibido por los galileos, pues estos habían visto personalmente todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, ya que ellos habían estado también allí.

Dos días después de llegar a Samaria y hablar con la mujer samaritana. Dos días después de un ministerio impresionante entre un pueblo hambriento de la Palabra, un pueblo que honró a Jesús (42 “nosotros…sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo”). No pidieron señales; no hay registro de ningún milagro en Samaria. Sí, los galileos le recibieron, pero solo por los milagros que hizo. Muchos de ellos estaban en Jerusalén y vieron sus señales y prodigios allí; quieren ver lo mismo en Galilea.

Jesús comparte un principio que a menudo también se aplica a nosotros: ningún profeta recibe honra en su propia tierra (Marcos 6:4 añade: entre sus parientes y en su casa). En tu ambiente te conocen desde tu infancia. Conocen a tu familia. Estudiaron contigo. Trabajan contigo. Cuesta mucho más ganarse su respeto y honra. Si eres recibido en tu propio pueblo, da gracias a Dios. Si no, no te preocupes. Jesús tampoco fue honrado en su tierra.

Honra

El diccionario de la lengua española dice que honra es la “demostración de aprecio que se hace a una persona reconociendo su virtud y su mérito.” Honrar es “respetar a una persona o cosa” o “enaltecer o premiar los méritos de alguien.” El honor es muy importante en la Biblia:

  • Dios nos manda honrar a nuestros padres si queremos que nos vaya bien y tengamos una larga vida.
  • Jesús citó Isaías: Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres (Mateo 15:8-9, RVR). Posiblemente los galileos honraron a Jesús de labios, pero Él sabía que sus corazones estaban lejos. Es posible dar la apariencia de honrar a Dios (u otra persona), pero si no es de corazón, es en vano.
  • Jesús dijo: “A quien me sirva, mi Padre lo honrará” (Juan 12:26). ¡Qué bueno ser honrado por Dios! Si sirves a Jesucristo, tú puedes esperar ese honor.

¿Honras a Dios? ¿Sus sirvientes? ¿Tus padres? ¿Recibes el honor que mereces? Si verdaderamente honras a Dios, recibirás una bendición y el Padre te honrará.

Una petición de un oficial del rey

46 Y volvió otra vez Jesús a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Capernaúm. 47 Cuando este hombre se enteró de que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a su encuentro y le suplicó que bajara a sanar a su hijo, pues estaba a punto de morir.

Jesús fue directamente a un pueblo donde debe ser bien recibido. Todos ya sabían sobre el milagro del vino, y Jesús estaría como en familia. Pero no pudieron ver más allá del vino; a diferencia de los samaritanos, no lo aceptaron como el Mesías. Y si quisiera descansar allí por un tiempo, no tendría la oportunidad. La buena noticia es que un hombre importante sabía algo acerca de Jesús. ¡Un oficial del rey! ¡Qué contraste con la gente despreciada de Samaria! Pero Jesús no tiene prisa por aprovechar el apoyo de alguien influyente; Jesús no era un político. También fue un viaje bastante largo de unos 26 kilómetros (16 millas) de Caná a Capernaúm, justo después de caminar de Samaria.

48 —Ustedes nunca van a creer si no ven señales y prodigios—le dijo Jesús.

Pensamos en Cristo como amoroso, compasivo, y siempre listo para ayudar a nosotros. Y es verdad. Pero Jesús también tenía límites, y aquí, cuando escuchó que el hijo de este hombre estaba a punto de morir, responde con dureza. ¿Por qué?

Jesús acababa de ministrar entre gente supuestamente cerrada a la verdad (los samaritanos); ellos recibieron la palabra con mucho gozo y no pidieron ninguna señal. Jesús está harto con la gente porque siempre quieren algo de Él; no estaban interesados en simplemente escucharlo y conocerlo mejor. En este caso, el pobre hombre y su hijo enfermo son los objetivos de su frustración.

¿Qué piensa Jesús hoy, con tantas personas que lo buscan solo por sus milagros o bendiciones? ¿Podría ser que Él anhela el verdadero honor, del corazón, y gente que viene a Él solo para estar con Él, y no siempre para pedir alguna señal o prodigio? Y tú, ¿requieres señales y prodigios, cultos emocionales o alguna experiencia espiritual para mantener tu fe en Jesús? ¿O puedes simplemente creer en Él por quién es?

Jesús da la palabra

49 —Señor —rogó el funcionario—, baja antes de que se muera mi hijo. 50 —Vuelve a casa, que tu hijo vive —le dijo Jesús.

A veces, cuando Jesús niega nuestra petición, podría ser una prueba: ¿Qué tan persistente sería el padre? Dios honra nuestra persistencia en la oración. Puede ser una cuestión de vida y muerte para tu hijo, o un amigo. ¿Estás dispuesto a dedicar el tiempo y el esfuerzo necesarios para persuadir a Jesús a actuar?

Jesús no tenía ganas de caminar 26 km más, después de viajar de Judea a Galilea, y no era necesario. ¡Jesús no tiene que estar presente, ni orar, ni tocar al enfermo! ¡Su palabra es poderosa! Con una palabra, ¡ya está hecho! ¿Crees que Jesús puede hacer lo mismo con los familiares en otros países u otras ciudades? ¿O en una prisión?

Sin embargo, como casi siempre, hay una condición, hay algo que el padre tiene que hacer: Ir. Eso es todo. No requiere mucha fe; simplemente exige obediencia. Gracias a Dios, El hombre creyó lo que Jesús le dijo, y se fue.

Si el padre no hubiese creído y no se hubiese ido, es muy posible que el hijo muriera. Si Jesús dijo algo (en la Biblia), o si Él dice algo hoy, simplemente tenemos que creer en su palabra. Quedarse allí y seguir pidiéndole a Jesús que lo acompañe sería dudar de su palabra, y el pobre muchacho podría pagar el precio.

¿Crees en la palabra de Jesús? ¿Hay una palabra simple que tú tienes que obedecer? Jesús puede mover montañas ahora mismo, en el Espíritu. No importa lo difícil (o lejos) que sea.

La primera curación

51 Cuando se dirigía a su casa, sus siervos salieron a su encuentro y le dieron la noticia de que su hijo estaba vivo.

¿Cómo estaba el hombre desciendo a su casa? ¿Alabando al Señor? ¿Luchando con dudas? ¿Andando con toda prisa? No sabemos. Pero tenía unas buenas noticias esperándolo: ¡Tu hijo vive!

¿Hay alguna buena noticia que tú estés esperando? ¿Que tu hijo es salvo? ¿Que tu mamá está sana? ¿Cuál es tu petición para el Señor? ¿Cómo está tu fe?

52 Cuando les preguntó a qué hora había comenzado su hijo a sentirse mejor, le contestaron: —Ayer a la una de la tarde se le quitó la fiebre. 53 Entonces el padre se dio cuenta de que precisamente a esa hora Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Así que creyó él con toda su familia.

Cuando el Señor se mueva de una manera tan maravillosa, toda la familia va a creer. ¿No crees que Jesús quiere glorificarse a sí mismo para que toda tu familia pueda creer?

54 Esta segunda señal hizo Jesús, cuando fue de Judea a Galilea.

Parece decir que ésta era la segunda señal después de volver de Samaria. Puede ser que ésta sea la segunda en Juan, después del vino en Cana.

Betesda

5:1 Algún tiempo después, se celebraba una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén.

No dice cuanto tiempo después, pero nuevamente Jesús está viajando. Regresa a Jerusalén, pero esta vez no dice que le era necesario pasar por Samaria; probablemente tomó la ruta al este del río Jordán.

Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. (RVR)

Cuando tú vas de viaje a una ciudad grande, ¿vas a los lugares turísticos? ¿Buenos restaurantes? ¿Sitios históricos? ¿Museos? ¿Iglesias conocidas?

Jesús fue a Betesda. Hay una fuente en el Parque Central de Nueva York llamada Betesda; tiene ángeles y es muy bonita. Al principio este lugar también suena bonito, con su estanque y cinco pórticos. Pero no era nada bonito; era un lugar muy feo. Apesta a excremento, orina, y úlceras de los enfermos. Hay gente llorando y gimiendo. Casi no se puede ver el estanque debido a la multitud de toda clase de gente necesitada.

Jesús fue directamente a Betesda, porque a Él le encanta sanar y ministrar a la gente abandonada y desesperada. ¿Dónde está Betesda en tu ciudad? ¿Algún hospital? ¿Un parque? ¿Un albergue?

Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. (RVR)

Ésta fue la leyenda. No sabemos exactamente lo que pasaba allí, pero era la única esperanza de esta multitud de enfermos. Hay muchas historias de supuestas curaciones en varias iglesias, por agua bendita o en un peregrinaje a algún lugar. Puede ser que debido a su fe sincera alguien reciba un milagro en esos lugares. La Biblia ni afirma ni condena esta historia del ángel (que probablemente no descendía físicamente).  Betesda podría ser una superstición, pero no había otro remedio para esta gente.

Entre ellos se encontraba un hombre inválido que llevaba enfermo treinta y ocho años. 

Treinta y ocho años enfermo; este  hombre podría ser uno de los más viejos allí en Betesda. ¿Cuánto tiempo llevas tú batallando con algún problema en tu vida?

¿Quieres ser sano?

Cuando Jesús lo vio allí, tirado en el suelo, y se enteró de que ya tenía mucho tiempo de estar así, le preguntó: —¿Quieres quedar sano?

Había una multitud de enfermos en Betesda ese día, pero Jesús solo se fijó en este hombre. (No siempre sana a todos; en un culto de sanidad puede ser que Él elija solo a uno para sanar.) Jesús no predica a la multitud, ni invita a ellos a recibir una curación, y no pasa por en medio de la multitud para tocarlos y sanarlos. Parece que no fue por revelación divina, pero Jesús sabía algo de la circunstancia de este hombre, y le hace una pregunta que parece obvia: ¿Quieres ser sano? Pues, ¿cómo no? ¿Quién no quiere ser sano? Pero a veces hemos pasado tanto tiempo enfermo que hemos perdido toda esperanza y el deseo de una vida mejor.

Puede pasar en tu matrimonio, con algún pecado o hábito en tu vida, o una situación económica. Parece que nadie te ve; Dios no sabe cuánto estás sufriendo, y ya no tienes fe para un milagro. Puede ser que tengas una esperanza falsa, en algún movimiento de las aguas, en algo que no ha sucedido en 38 años. Tal vez es hora de un cambio. Puede ser que hoy sea tu día.

¿Cuál es tu excusa?

—Señor —respondió—, no tengo a nadie que me meta en el estanque mientras se agita el agua y, cuando trato de hacerlo, otro se mete antes.

Otro desciende antes que yo.” Otra persona siempre recibe la profecía. Otro recibe el milagro. El evangelista siempre ora por otro. Siempre hay alguien antes que yo.

Las excusas nos ciegan con sus argumentos lógicos. El hombre no sabe cómo responder a la pregunta de Jesús: ¿Quieres ser sano? Solo puede ver todas las razones por las cuales sería imposible.

El cojo dijo: “No tengo quien me meta.” No tengo a nadie que me apoye. Ni mi madre ni me padre me ayudan. Me siento solo.

¿Cuál es tu excusa? ¿Cuál es tu circunstancia que hace que parezca imposible recibir un milagro?

La segunda curación

—Levántate, recoge tu camilla y anda —le contestó Jesús.

Jesús no responde a sus excusas, y, gracias a Dios, no le niega al hombre un milagro por su falta de fe. La fe no siempre es necesaria para recibir un milagro; ésta es la soberana elección de Jesucristo. La verdad es que este hombre no tenía fe; no sabía absolutamente nada acerca de Jesús. Pero hay tres cosas que ese hombre tiene que hacer para recibir su milagro:

  • Levantarse
  • Tomar su lecho (tomar esa cosa que simboliza su vergüenza y dolor)
  • Andar

Son cosas sencillas para la mayoría de las personas, pero durante 38 años este hombre no había andado. Jesús no ora por él. No le toca. No toma su mano. El cojo tiene que actuar en fe y hacer lo que toda su vida no ha podido hacer. ¿Te parece que el Señor te llama a hacer algo imposible? ¿Puedes creer que con un pequeño esfuerzo por tu parte Él hará el resto?

La primera curación sucedió a larga distancia por una palabra sencilla de Jesucristo, y la obediencia de un padre. Esta curación es un mandato dado en fe y en el conocimiento soberano de la voluntad de Dios.

¿Por qué es tan difícil para nosotros seguir este modelo de Jesús? ¿No dijo Él que haríamos las mismas obras, y aún mayores? ¿Por qué tenemos que orar y declarar y agonizar horas y días para recibir una curación? ¿Y todavía no ver a muchos sanados? ¿Podría ser por nuestra falta de fe?

Al instante aquel hombre quedó sano, así que tomó su camilla y echó a andar. Pero ese día era sábado. 

Con el primer paso de fe, cuando el hombre obedeció a Jesús y se levantó, fue sanado. En un momento su vida se transformó. Después de 38 años paralizado, parecería que una persona requeriría terapia y tiempo para fortalecer las piernas antes de andar, pero cuando Cristo sana, es una sanidad total. ¿Conoces a alguien que necesita una transformación total? ¿Eres como ese hombre, con muchas excusas?

  • “No he visto ese tipo de curación.”
  • “Eso fue Jesús, nosotros no podemos esperar lo mismo.”
  • “Es muy rara, una curación como ésta.”
  • “No quiero dar una esperanza falsa ni jugar con los sentimientos.”

Ambas curaciones incluyeron movimiento. A veces simplemente tenemos que dejar las cosas del pasado que nos han paralizado y levantarnos de la cama, salir de la casa, dejar el Internet y andar con Jesús.

¿Es lícito sanar en el día de reposo?

Hay solo un pequeño inconveniente con este milagro: Jesús lo hizo en el sábado.

10 Por eso los judíos le dijeron al que había sido sanado: —Hoy es sábado; no te está permitido cargar tu camilla.

Por desgracia, hay algunos cristianos como estos judíos; siempre buscan algo para señalar o criticar. En vez de regocijarse con el chico, lo condenan.

¿Significa eso, entonces, que el sábado no era importante para Jesús? ¡No! Él guardaba el sábado. Pero la religión existe para bendecir al hombre. El hombre no existe para servir la religión, y no había ninguna prohibición de sanar en el sábado en la ley de Dios. Hay veces que, debido a nuestra religión, podemos robar a otros de un milagro.

11 —El que me sanó me dijo: “Recoge tu camilla y anda” —les respondió. 12 —¿Quién es ese hombre que te dijo: “Recógela y anda”? —le interpelaron. 13 El que había sido sanado no tenía idea de quién era, porque Jesús se había escabullido entre la mucha gente que había en el lugar.

Alguien que no tiene fe busca muchos detalles, pero ¡el chico ni siquiera sabía quién fue que le sanó!

14 Después de esto Jesús lo encontró en el templo y le dijo: —Mira, ya has quedado sano. No vuelvas a pecar, no sea que te ocurra algo peor.

¡Qué bueno que fue directamente al templo para dar gracias a Dios! Pero la palabra de Jesús suena dura. Parece que es posible que su condición fuera el resultado de algún pecado. Dios ha sido misericordioso y lo sanó, pero ahora tiene que arrepentirse, o algo peor puede suceder. Esto pasa con muchas personas: Dios lo sana, lo salva, lo restaura, pero no se arrepiente, y algo peor puede llegar a su vida. Es como una persona liberada de demonios; tiene que ser llena del Espíritu Santo, o el demonio puede volver con otros peores.

La Palabra de Dios para ti

Creo que hay cosas importantes que Dios quiere decirte en esta porción:

  • ¿Tienes algún familiar enfermo, tal vez en otro lugar? ¿Tienes la fe que Dios puede sanar o tocar su vida?
  • ¿Hay algún paso de fe que tú sabes que Dios está llamándote a tomar?
  • ¿Es hora de que te levantes y dejes el rencor, resentimiento, y excusas? ¿Es hora de que dejes la vida aislada, para levantarte, y mover en el poder de Dios?
  • ¿Hay alguna enfermedad, algún pecado o hábito que te parece imposible de superar? Puede ser que llevas mucho tiempo batallando con el problema. ¿Estás esperando por algo equivocado, como el movimiento de las aguas?
  • ¿Quieres ser sano? Honestamente, ¿quieres ser salvo, sano, y libre?
  • ¿Estás jugando con Dios? ¿Ha hecho el Señor milagros en tu vida, pero no te has arrepentido? Todavía estás en algún pecado. Ya es hora de arrepentirte, o algo peor puede venir a tu vida o familia.