Lo más importante: El amor

Sin amor, es imposible andar como Jesús. Pablo dijo que el amor es más importante que la fe o la esperanza, y el apoyo bíblico para eso es abrumador. Todos quieren ser amados, y casi todos quieren amar a alguien.

Pero, ¿qué es el amor?

La mayor parte de lo que se llama “amor” en las películas y la tele es pura emoción y lujuria. El apóstol Pablo escribió en el famoso capítulo 13 de 1 Corintios (versos 1 a 7, y 13):

Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso.

El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.  Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

Sí, el mayor es el amor.

Los dos mandamientos más importantes

Jesús hizo una declaración muy impresionante sobre el amor cuando respondió a esta pregunta de un experto en la ley:

―Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?

 ―“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente” —le respondió Jesús—. Este es el primero y el más importante de los mandamientos.  El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas (Mateo 22:36-40).

Si vamos a andar como anduvo Jesús, tenemos que amar como Él ama; el amor tiene que ser la característica sobresaliente de nuestras vidas. El amor no viene naturalmente al pecador; él solamente piensa en sus propios intereses, porque nuestra tendencia es ser egocéntrico y egoísta. Empezamos a amar verdaderamente solo después de experimentar el gran amor de Dios:

Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. Ese amor se manifiesta plenamente entre nosotros para que en el día del juicio comparezcamos con toda confianza, porque en este mundo hemos vivido como vivió Jesús. En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor.

Nosotros amamos porque él nos amó primero. Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto. Y él nos ha dado este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano (1 Juan 4:16-21).

Juan dice que el amor se manifiesta entre nosotros y nos da confianza porque en este mundo hemos vivido como vivió Jesús. ¡Allí está el tema de este libro en otras palabras! ¡Es posible en este mundo vivir como vivió Jesús! Y el vivir como vivió Jesús y andar como Jesús anduvo está íntimamente conectado con el amor. Dios es amor. Jesús es Dios. Si andamos como anduvo Jesús y vivimos como vivió Jesús, es imposible no manifestar y experimentar el amor de Dios. Su amor nos llena a rebosar con un amor sincero y profundo por Dios y otros. Permanecer en ese amor mantiene esa relación íntima con Dios.

Amarte a ti mismo

El mandato bíblico es: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” Pero aquí, a un nivel fundamental, puede haber un problema si no te amas a ti mismo. ¡Puede ser que te odies a ti mismo! ¿Por qué? Debido a los fracasos de tu vida, los errores que has cometido, y el daño que has hecho a tu familia, a otros y a ti mismo. Tal vez tu padre te abandonó, o fuiste burlado o maltratado por tu madre, una maestra u otra persona. Desde la infancia has creído que eres malo y no mereces nada, y como resultado, te odias a ti mismo. Ese odio puede llevarte a mutilarte o a pensar en quitarte la vida.

Parecer increíble, pero el amor de Cristo es el primer amor que algunos han experimentado en toda su vida. Y ese amor incondicional de Dios empieza a quitar ese auto odio y llenar tu corazón con amor. Ahora te das cuenta de que Dios te hizo, y todo lo que Dios hace, Él lo hace bien. Dios te acepta y te recibe tal como eres. Ahora puedes aceptarte a ti mismo con todos tus defectos. Por primera vez, tienes esperanza: En Cristo eres una nueva criatura, y Dios empieza el proceso de transformar al viejo hombre. Ahora puedes aceptar a otros tal como son y amarlos con el amor que has experimentado de Dios. Dios te ha liberado para amar a tu prójimo.

¿Quién es tu prójimo? (Lucas 10)

25 En esto se presentó un experto en la ley y, para poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta: Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?

Esta es una parábola muy conocida. Lo impresionante es que este experto en la ley da la misma respuesta que Jesús dio sobre lo más importante en la ley. Jesús, sabiendo el motivo de su corazón, no responde a su pregunta, sino le hace otra pregunta:

26 Jesús replicó: ―¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú?

27 Como respuesta el hombre citó: ―“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.

28 ―Bien contestado —le dijo Jesús—. Haz eso y vivirás.

A veces nosotros hacemos la vida cristiana muy complicada. Jesús afirma aquí que el verdadero amor para Dios y para otros es suficiente para heredar la vida eterna. Por supuesto, sabemos que tenemos que confiar en Jesús y nacer de nuevo (como vimos en Juan 3), pero el resto fluirá de este fundamento del amor. Jesús dice que si amamos de esta manera, viviremos. ¿Quieres vivir? Practica amar a Dios y a tu prójimo. Es allí donde encontrarás la vida.

29 Pero él quería justificarse, así que le preguntó a Jesús: ―¿Y quién es mi prójimo?

Siempre es peligroso intentar justificarse delante de Dios, pero Jesús ya le dijo “bien contestado” y el hombre quiere recibir más aprobación.

30 Jesús respondió:

―Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. 31 Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo. 32 Así también llegó a aquel lugar un levita y, al verlo, se desvió y siguió de largo. 33 Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. 34 Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. 35 Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del alojamiento. “Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva”. 36 ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?

37 ―El que se compadeció de él —contestó el experto en la ley.

―Anda entonces y haz tú lo mismo —concluyó Jesús.

No creo que el experto en la ley estuviera esperando esta explicación. A Jesús le encanta hacer el héroe alguien menospreciado (el samaritano), y el malvado alguien inesperado (el sacerdote y el levita).

  • El samaritano estaba en tierra extranjera, donde él sabe que la gente tiene prejuicios. Le sería difícil conseguir alojamiento allí en Judá, y probablemente tenía prisa para llegar a su casa en Samaria.
  • Sentía pena por el hombre herido – una característica importante del amor.
  • Lo montó en su propia cabalgadura.
  • Cuidó las heridas del hombre.
  • Perdió todo un día de su viaje – llegaría tarde a casa, posiblemente con su esposa enojada con él.
  • Proporcionó un seguimiento – volvería a ver como estuviera el hombre y pagar por su cuidado.

¿Cuántas veces te has desviado y seguido adelante cuando ves a alguien en necesidad? ¿Estás dispuesto a demostrar el amor extravagante y costoso que vemos en el samaritano? Demasiados cristianos son como el hombre de Santiago 2:15-16: Supongamos que un hermano o una hermana no tiene con qué vestirse y carece del alimento diario, y uno de ustedes le dice: «Que le vaya bien; abríguese y coma hasta saciarse», pero no le da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso?

Ama a tu enemigo

El amor al prójimo va más allá de ayudar a una persona necesitada o amar a los hermanos en la iglesia. Jesús tiene una expectativa radical para nuestra relación con otras personas, la cual va completamente contra la corriente de este mundo. Con esta cuestión del amor, no es solo amor por el hermano digno de ser amado; Jesús exige algo de nosotros que parece casi imposible:

»Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo” (Mateo 5:43)

Los judíos torcían y añadían a la Palabra de Dios (como muchos lo hacen en la iglesia de hoy en día), como este versículo de la ley:

»No busques vengarte, ni guardes rencor contra tus hermanos israelitas, sino ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor (Levítico 19:18, NTV).

¡El Antiguo Testamento nunca dijo que debes odiar a tu enemigo! Tampoco dijo la ley que tienes que amar a tu enemigo, pero Jesús revela las limitaciones e hipocresía de amar solo a alguien digno de ser amado – y declara que el amor de Dios (y el mandato de amar al prójimo) incluye amor por el enemigo:

Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen,  para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos.  Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán? ¿Acaso no hacen eso hasta los recaudadores de impuestos?  Y, si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué de más hacen ustedes? ¿Acaso no hacen esto hasta los gentiles?  Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto (Mateo 5:44-48).

  • Amar a enemigos y perseguidores incluye orar por ellos.
  • Dios tiene un amor incondicional (ágape) para el más vil pecador.
  • Ese amor se manifiesta en lo que se llama “gracia común,” lo que significa que muchas cosas en la vida son regalos de Dios para toda la humanidad; Jesús menciona el sol y la lluvia.
  • Por supuesto, es importante amar a nuestros hermanos en Cristo y a nuestras familias, pero incluso los pecadores peores aman a quienes los aman. La prueba de nuestro amor es el amor por un enemigo.
  • En el diario andar, no saludes solamente a otros cristianos o amistades, sino también a gente muy diferente a ti.

Nuestro amor se manifiesta en hechos, palabras, y oraciones. Es fácil decir y cantar que amamos a Dios, pero Juan dice que si no amamos al prójimo, somos mentirosos si decimos que amamos a Dios. Jesús sabe que nos da un estándar muy alto, pero nuestra llamada es muy alta: ser perfecto. No hay excusas para maltratar a otras personas, ni por una falta de amor. Jesús nos llama a ser perfectos, así como nuestro Padre celestial es perfecto. Eso exige mucha fuerza, autocontrol, amor – y ayuda de parte de Dios.

Otro resumen de la ley

Jesús dijo que toda la ley y los profetas dependen del amor a Dios y al prójimo. Ese enfoque en el amor hace la vida cristiana muy simple (¡pero no fácil!). Jesús hizo otra declaración igualmente impresionante, que llamamos la “Regla de Oro:” Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas (Mateo 7:12). ¡Imagina cómo este mundo (¡o tu iglesia o familia!) se transformaría si todos pusieran en práctica estos simples mandamientos! Pero empieza contigo. Esta semana, trata de vivir de acuerdo con esta Regla de Oro.

La prueba de nuestro amor por Dios (y un nuevo mandamiento)

El amor es un tema central de la rica enseñanza de Jesús en el aposento alto la noche de su arresto. El mandamiento no parece tan nuevo (el Antiguo Testamento ya nos mandó amar al prójimo), pero este es un amor radical: amar tal como Jesús nos ama.

»Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros» (Juan 13:34-35).

No es una elección que hacemos para amar a la gente más amable; es un mandamiento de Jesucristo. ¿Qué significa amar unos a otros? Tenemos que estudiar la vida de Jesús para aprender todas las maneras en que nos amaba. Es un amor muy costoso y auto sacrificial. Es la marca indispensable de un discípulo de Cristo, algo muy distinto de lo que vemos en el mundo.

El que ama a Jesús le obedece (Juan 14)

21 ¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los obedece. Y al que me ama, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».

23 ―El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra vivienda en él. 24 El que no me ama, no obedece mis palabras.

La prueba sencilla de nuestro amor por Dios es atesorar sus mandamientos y obedecerlos. No obedecemos por obligación, ni por temor ni para ganar el favor de Dios. Le amamos; queremos complacer a nuestro Salvador y nunca agraviarlo.

El Padre ama a la persona que ama a su Hijo y le obedece. Cuando obedecemos a Jesús, experimentamos más de su amor; si no le obedecemos, Él todavía nos ama. Su amor es incondicional, pero tal como un padre terrenal con su hijo, no vemos las manifestaciones de ese amor si estamos en rebelión. No sentimos su abrazo caluroso, y Jesús y su Padre no moran en nosotros. ¡Qué triste! Cristo quiere manifestarse a nosotros, pero muchas veces perdemos esa bendición a causa de nuestra desobediencia.

El que ama da la vida por sus amigos (Juan 15)

»Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. 10 Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. 11 Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa. 12 Y este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. 13 Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos. 

17 Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros.

¿Todavía no estás convencido de la importancia de amarse unos a otros? ¿Cuántas veces tiene Jesús que repetirlo?

Nuestro modelo es el amor del Padre por Jesús, y el amor de Jesús por nosotros. Ese amor le envió a la cruz; es un amor que da su vida por sus amigos.

¿Estás permaneciendo en el amor de Jesús? Si no sientes ese amor, ¿es posible que no estés obedeciendo sus mandamientos? ¿Tienes una alegría completa? Si no, ¿es posible que hay un problema con tu amor por Dios y por el prójimo?

 

Nada de lo que te propongas hacer te será imposible

Varios años después del diluvio, cuando la mayoría del mundo estaba viviendo en la misma área, descubrieron que podían construir edificios más grandes con ladrillos cocidos y asfalto. En Génesis 11:4 tienen una idea que les pareció muy buena: Luego dijeron: «Construyamos una ciudad con una torre que llegue hasta el cielo. De ese modo nos haremos famosos y evitaremos ser dispersados por toda la tierra».

Conocemos esa torre como Babel. Hay otro que quería llegar hasta el nivel de Dios; se llama Satanás. Él fue echado fuera del cielo, y Dios va a derribar este proyecto también.

El Señor bajó para observar la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo, y se dijo: «Todos forman un solo pueblo y hablan un solo idioma; esto es solo el comienzo de sus obras, y todo lo que se propongan lo podrán lograrSerá mejor que bajemos a confundir su idioma, para que ya no se entiendan entre ellos mismos».

Para el verso 6 la Nueva Traducción Viviente dice: «¡Miren! La gente está unida, y todos hablan el mismo idioma. Después de esto, ¡nada de lo que se propongan hacer les será imposible

(Nota que el verso 7 dice “bajemos,” hay más de una persona en la deidad, quien conocemos como la Trinidad.)

Hay una capacidad que Dios ha dado a nosotros para hacer cosas grandes, incluso cosas que no sean su voluntad. Por desgracia, en muchos casos hemos usado esta habilidad para vanagloriarnos, hacernos famosos, y tratar de hacer algo que llegue hasta el cielo – sin Dios. Hay dos claves aquí que les permitió construir esta gran torre:

  1. La gente está unida y forma un solo pueblo. Cuando estemos unidos, podemos lograr cosas grandes para la gloria de Jesús. Por eso Cristo oró tan fervientemente por la unidad de la iglesia, y Satanás ha hecho todo lo posible para dividirnos.
  2. Hablan un solo idioma. No es una cuestión de todo el mundo hablando el español, o el inglés; lo importante es la comunicación. Todos pueden hablar español y no entenderse nada entre ellos mismos. Cuando estamos hablando el mismo idioma espiritualmente, cuando hay comunicación abierta, podemos hacer grandes proezas. Cuando entra la confusión, cuando no nos entendemos unos a otros, no podemos lograr nada.

¿Qué te propones hacer? ¿En tu vida, tu familia y tu iglesia? Dios dice aquí que lo puedes lograr. Lo importante es estar unánimes de corazón en la familia, con los hermanos en la iglesia y con Dios.

¿Ha sembrado confusión Satanás en la comunicación entre los miembros de tu familia o iglesia? ¿Qué puedes hacer para facilitar que se entiendan unos a otros? Cuando tienes esas dos claves, y especialmente cuando estés en la voluntad de Dios, ¡nada de lo que te propongas hacer te será imposible!

Jesús y el dinero

Andando como Jesús anduvo implica toda la vida, no solo la vida espiritual. Aquí Jesús enseña acerca de nuestras obligaciones financieras para con los menos afortunados, la iglesia y el gobierno. Cristo nunca manejó mucho dinero, y no era muy importante para Él. Judas Iscariote era su tesorero. No sabemos cómo llegó a tener esa posición, pero él robó dinero (Juan 12:6), y eso también nos puede pasar a nosotros si confiamos en la persona equivocada. Jesús entendió que el dinero era necesario para la vida en este mundo, pero la mayoría de nosotros le damos demasiada importancia.

La enseñanza del Nuevo Testamento sobre el dinero

El Antiguo Testamento presentaba las riquezas y cosas materiales como evidencia de la bendición de Dios. El Nuevo Testamento tiene una actitud bastante negativa hacia el dinero; existe principalmente para dar y ayudar a la gente necesitada. Será muy difícil encontrar un versículo en el Nuevo Testamento que diga que Dios quiere que tú seas rico. Ya hemos visto varios ejemplos en el capítulo anterior, y estos versículos son representativos:

  • No es necesariamente un pecado ser rico, pero hay requisitos para los ricos: A los ricos de este mundo, mándales que no sean arrogantes ni pongan su esperanza en las riquezas, que son tan inseguras, sino en Dios, que nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos. Mándales que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, y generosos, dispuestos a compartir lo que tienen. De este modo atesorarán para sí un seguro caudal para el futuro y obtendrán la vida verdadera (1 Timoteo 6:17-19).
  • Santiago tiene palabras más fuertes: Ahora escuchen, ustedes los ricos: ¡lloren a gritos por las calamidades que se les vienen encima! Se ha podrido su riqueza, y sus ropas están comidas por la polilla. Se han oxidado su oro y su plata. Ese óxido dará testimonio contra ustedes y consumirá como fuego sus cuerpos. Han amontonado riquezas, ¡y eso que estamos en los últimos tiempos! Oigan cómo clama contra ustedes el salario no pagado a los obreros que les trabajaron sus campos. El clamor de esos trabajadores ha llegado a oídos del Señor Todopoderoso. Ustedes han llevado en este mundo una vida de lujo y de placer desenfrenado. Lo que han hecho es engordar para el día de la matanza. Han condenado y matado al justo sin que él les ofreciera resistencia (Santiago 5:1-6).
  • Apocalipsis nos presenta con una contradicción:
    • Para la iglesia en Esmirna: Conozco tus sufrimientos y tu pobreza. ¡Sin embargo, eres rico! (2:9)
    • Y la iglesia en Laodicea: Dices: “Soy rico; me he enriquecido y no me hace falta nada”; pero no te das cuenta de cuán infeliz y miserable, pobre, ciego y desnudo eres tú (3:17).

Nuestra obligación para los menos afortunados: Lucas 16:19-31

19 »Había un hombre rico que se vestía lujosamente y daba espléndidos banquetes todos los días. 20 A la puerta de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas 21 y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa del rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas.

Yo puedo imaginar esta historia en la predicación de muchas iglesias modernas, con un final muy diferente. Muchos cristianos señalarían al hombre rico como bendecido por Dios y se identificarían con él. En la versión popular que se escucha en muchas iglesias, el hombre rico comparte las buenas nuevas de salvación, prosperidad y sanidad con Lázaro. El mendigo se salva, Dios lo sana y le bendice con un buen trabajo en la empresa del hombre rico. La historia termina con Lázaro vestido a la moda y disfrutándose de los espléndidos banquetes todos los días.

Pero la parábola de Jesús es radicalmente diferente. El rico, que vestía lujosamente, no tenía tiempo ni interés ni compasión por el pobre mendigo. No lo dice, pero probablemente nunca le dio nada, aunque tenía tanta abundancia que daba espléndidos banquetes todos los días para sus amigos ricos. No le ofreció a Lázaro ni lo que cayó de su mesa.

22 »Resulta que murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23 En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. 

Están en dos extremos: uno súper rico, y el otro indigente. Está claro que el mendigo es el héroe en esta historia, y el rico el maligno. Todos mueren, lo que hace a todos los hombres iguales. Lázaro estaba contento y libre de sus llagas, pero el rico llegó al infierno desnudo, sin sus vestidos lujosos ni un centavo de su riqueza. Jesús nunca menciona la fe o la práctica religiosa de Lázaro o del rico. No podemos asumir que todos los ricos van al infierno y los pobres al cielo, pero creo que Jesús quiere dar la impresión que podría ser así (en Marcos 10:25, en otra ocasión, Él dijo: Le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios).

Lo que sucedió después de la muerte es radicalmente diferente:

  • El mendigo fue llevado por los ángeles al lado de Abraham, una posición muy exaltada.
  • El rico fue sepultado, y sufre tormentos en el infierno.

En su parábola, Jesús permite que el hombre rico vea el cielo, pero eso no necesariamente significa que así es en realidad (aunque ciertamente aumentaría su tormento).

24 Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten compasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego”. 25 Pero Abraham le contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti, sufrir terriblemente. 26 Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá”.

Es muy posible que el rico rechazara muchas veces la petición de Lázaro de una miga; ahora le pide a Lázaro que lo alivie del fuego (la punta del dedo en agua). Antes, no necesitaba la misericordia de Dios en su vida, pero ahora la pide.

Otra vez, no podemos deducir que si te va bien durante tu vida aquí, irás al infierno, aunque Jesús también dijo: ¡Ay de ustedes los ricos, porque ya han recibido su consuelo! ¡Ay de ustedes los que ahora están saciados, porque sabrán lo que es pasar hambre! (Lucas 6:24-25) Tampoco podemos afirmar que si te va muy mal aquí, irás automáticamente al cielo. Pero lo mínimo que Jesús le exigió al rico es tener compasión y ayudar a los menos afortunados; existe una tendencia fuerte a que los ricos confíen en sus riquezas e ignoren a los necesitados que los rodean. Y hay consuelo para los pobres; Dios tiene gran compasión por ellos y los recompensa con mucho en el cielo. Si tú estás sufriendo ahora, Dios lo sabe, y hay esperanza de algo mucho mejor en el futuro. Por desgracia, hay mucha injusticia en este mundo, y muchas veces los ricos continúan con sus banquetes y la vida buena, e ignoran a los necesitados que los rodean. Puede parecer que Dios no hace nada, pero Dios sabe, y algún día tendrán que pagar. Ya es tarde, después de la muerte, para pedir alivio, misericordia o salvación del tormento del infierno.

27 »Él respondió: “Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28 para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento”. 29 Pero Abraham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso a ellos!” 30 “No les harán caso, padre Abraham —replicó el rico—; en cambio, si se les presentara uno de entre los muertos, entonces sí se arrepentirían”. 31 Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos”».

Los últimos versículos del pasaje no tienen mucho que ver con el tema del dinero, pero hablan de lo difícil que es para la gente que se siente cómoda en este mundo creer las buenas nuevas y ayudar a los necesitados. Tenían el Antiguo Testamento, pero no lo hacían caso, e incluso la resurrección de Jesús no sería suficiente para cambiarlos.

Nuestra obligación para la obra de Dios: Marcos 12:41-44

En el templo no tenían una colecta como la tienen en muchas iglesias; había unas alcancías donde la gente podía depositar su ofrenda en cualquier momento. Nadie sabía cuánto alguien depositó, y así es como debería ser también en la iglesia. Pero un día Jesús estaba observando a la gente; parece que estaba sentado solo, y luego llamó a sus discípulos:

41 Jesús se sentó frente al lugar donde se depositaban las ofrendas, y estuvo observando cómo la gente echaba sus monedas en las alcancías del templo. Muchos ricos echaban grandes cantidades. 42 Pero una viuda pobre llegó y echó dos moneditas de muy poco valor.

Nuevamente, como en el ejemplo anterior, Jesús menospreció a los ricos y convirtió a una viuda pobre en una heroína.

43 Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Les aseguro que esta viuda pobre ha echado en el tesoro más que todos los demás. 44 Estos dieron de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento».

Dios tiene un concepto diferente de lo que es importante. Él mira el corazón y el motivo, y no la cantidad. La viuda dio todo; la mayoría de nosotros damos lo que nos sobra. ¿Podrían estar equivocados aquellos que con cuidado dan su 10% y creen que es un gran logro y Dios está feliz? Entonces, ¿siempre tenemos que dar todo lo que tenemos? No lo creo, pero es importante ser generoso, y entregar todo lo que tenemos a Jesús, ser guiado por Él en cómo usarlo, y de verdad vivir por fe.

Nuestra obligación con el gobierno: Mateo 22:15-22

Aunque su pueblo estaba oprimido por el gran imperio romano, Jesús habló muy poco acerca de la política o nuestras responsabilidades para con el gobierno. Aquí habló solo porque los fariseos le obligaron:

15 Entonces salieron los fariseos y tramaron cómo tenderle a Jesús una trampa con sus mismas palabras. 16 Enviaron algunos de sus discípulos junto con los herodianos, los cuales le dijeron:

―Maestro, sabemos que eres un hombre íntegro y que enseñas el camino de Dios de acuerdo con la verdad. No te dejas influir por nadie porque no te fijas en las apariencias. 17 Danos tu opinión: ¿Está permitido pagar impuestos al césar o no?

Los fariseos se opusieron a los romanos; los herodianos eran un partido político que apoyaba a Herodes Antipas. Los dos grupos siempre eran enemigos, pero aquí se unieron contra Jesús. (Lucas dice que enviaron espías que se simulasen justos.) Para gente con malas intenciones, hablan muy bien de Cristo. ¿Son sinceros, o están echando flores? Dicen que Jesús es un hombre:

  • Integro
  • Que enseña el camino de Dios según la verdad
  • Que no se deja influir por nadie
  • Que no se fija en las apariencias

Es cierto, pero ten cuidado con la adulación; Dios puede ayudarte a detectar y mantenerte alejado de esa trampa. Ellos saben que si Jesús dice que no se tiene que pagar los impuestos, pueden acusarle de rebelión ante las autoridades. Pero puede perder su apoyo popular y ser visto como traidor a su país y su religión si simpatiza con los romanos. Muchos estaban resentidos que los impuestos ayudaron a mantener los templos paganos y la vida lujosa de las altas clases de Roma.

18 Conociendo sus malas intenciones, Jesús replicó: ―¡Hipócritas! ¿Por qué me tienden trampas? 19 Muéstrenme la moneda para el impuesto.

Y se la enseñaron.

20 ―¿De quién son esta imagen y esta inscripción? —les preguntó.

21 ―Del césar —respondieron.

―Entonces denle al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios.

Jesús los obliga a responder su propia pregunta con una respuesta obvia, y en el proceso confirma nuestra responsabilidad de pagar impuestos. Sirvió perfectamente para callar a sus enemigos y escapar de su trampa. Nos da un principio general: tenemos que ser íntegros en el pago de impuestos y no infringir la ley para evitarlos. Igualmente, tenemos que dar a Dios lo que le pertenece. Hay una separación entre los dos, y es importante mantener esa distinción. La verdad es que somos ciudadanos tanto de un reino terrenal como de un reino celestial.

Jesús nunca tuvo la intención de que ésta fuera una enseñanza integral sobre el dar. Así que nos deja con unas preguntas:

  • Todo el dinero tiene la inscripción del gobierno. ¿Es para decir que tenemos que darles todo nuestro dinero? ¡Claro que no!
  • No hay dinero con la inscripción de Dios. ¿Es para decir que no le damos nada de ese dinero a Dios? ¡Claro que no!
  • ¿Cómo determinamos lo que corresponde a Dios? ¿Quién dice si cumplimos con nuestra obligación o no? Somos nosotros los que llevamos la imagen de Dios; tenemos que ofrecerle toda la vida a Él.

22 Al oír esto, se quedaron asombrados. Así que lo dejaron y se fueron.

¡Jesús es tan maravilloso! Sin discutir ni condenar, siempre tuvo exactamente las palabras adecuadas para responder a cualquier situación. ¡Qué Él nos ayude a hacer lo mismo!

Dios también puede suministrar el dinero que necesitamos para pagar impuestos y obedecer las leyes. Hay una historia muy interesante en Mateo 17:24-27:

Cuando Jesús y sus discípulos llegaron a Capernaúm, los que cobraban el impuesto del templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: ―¿Su maestro no paga el impuesto del templo?

―Sí, lo paga —respondió Pedro. Al entrar Pedro en la casa, se adelantó Jesús a preguntarle: ―¿Tú qué opinas, Simón? Los reyes de la tierra, ¿a quiénes cobran tributos e impuestos: a los suyos o a los demás?

―A los demás —contestó Pedro.

―Entonces los suyos están exentos —le dijo Jesús—. Pero, para no escandalizar a esta gente, vete al lago y echa el anzuelo. Saca el primer pez que pique; ábrele la boca y encontrarás una moneda. Tómala y dásela a ellos por mi impuesto y por el tuyo.

En este caso fue el impuesto del templo (algo que Jesús implica que no deberían cobrar a creyentes). Jesús, característicamente, ya sabe lo que le dijeron a Pedro, y tiene una provisión inusual: una moneda en la boca de un pez. Pagar impuestos es importante para Dios (aunque Jesús no parece estar entusiasmado con la idea), y podemos confiar que Él va a suplir el dinero para pagarlos.

¿Cómo te va en estas tres áreas?

  • ¿Te identificas más con Lázaro, o el hombre rico? ¿Hay un Lázaro cerca de ti que debes ayudar?
  • Si hay hombres como el rico en tu congregación, ¿cómo deberías tratar con ellos? ¿Cuál de las dos versiones que describí de esta parábola está más cerca a lo que estás acostumbrado a escuchar en tu iglesia?
  • ¿Te sientes satisfecho porque das mucho de la gran cantidad de dinero que tienes? ¿Requiere fe? ¿Sabes lo que es dar todo, sacrificialmente, hasta que duele? (No porque alguien en la televisión te lo obliga, sino porque Dios lo pone en tu corazón.)
  • ¿Puedes decir con confianza que le estás dando a Dios lo que es de Dios? ¿Le estás robando a “Cesar” porque no pagas todos los impuestos que te corresponden?