Lo más importante: El amor

Sin amor, es imposible andar como Jesús. Pablo dijo que el amor es más importante que la fe o la esperanza, y el apoyo bíblico para eso es abrumador. Todos quieren ser amados, y casi todos quieren amar a alguien.

Pero, ¿qué es el amor?

La mayor parte de lo que se llama “amor” en las películas y la tele es pura emoción y lujuria. El apóstol Pablo escribió en el famoso capítulo 13 de 1 Corintios (versos 1 a 7, y 13):

Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso.

El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.  Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

Sí, el mayor es el amor.

Los dos mandamientos más importantes

Jesús hizo una declaración muy impresionante sobre el amor cuando respondió a esta pregunta de un experto en la ley:

―Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?

 ―“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente” —le respondió Jesús—. Este es el primero y el más importante de los mandamientos.  El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas (Mateo 22:36-40).

Si vamos a andar como anduvo Jesús, tenemos que amar como Él ama; el amor tiene que ser la característica sobresaliente de nuestras vidas. El amor no viene naturalmente al pecador; él solamente piensa en sus propios intereses, porque nuestra tendencia es ser egocéntrico y egoísta. Empezamos a amar verdaderamente solo después de experimentar el gran amor de Dios:

Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. Ese amor se manifiesta plenamente entre nosotros para que en el día del juicio comparezcamos con toda confianza, porque en este mundo hemos vivido como vivió Jesús. En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor.

Nosotros amamos porque él nos amó primero. Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto. Y él nos ha dado este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano (1 Juan 4:16-21).

Juan dice que el amor se manifiesta entre nosotros y nos da confianza porque en este mundo hemos vivido como vivió Jesús. ¡Allí está el tema de este libro en otras palabras! ¡Es posible en este mundo vivir como vivió Jesús! Y el vivir como vivió Jesús y andar como Jesús anduvo está íntimamente conectado con el amor. Dios es amor. Jesús es Dios. Si andamos como anduvo Jesús y vivimos como vivió Jesús, es imposible no manifestar y experimentar el amor de Dios. Su amor nos llena a rebosar con un amor sincero y profundo por Dios y otros. Permanecer en ese amor mantiene esa relación íntima con Dios.

Amarte a ti mismo

El mandato bíblico es: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” Pero aquí, a un nivel fundamental, puede haber un problema si no te amas a ti mismo. ¡Puede ser que te odies a ti mismo! ¿Por qué? Debido a los fracasos de tu vida, los errores que has cometido, y el daño que has hecho a tu familia, a otros y a ti mismo. Tal vez tu padre te abandonó, o fuiste burlado o maltratado por tu madre, una maestra u otra persona. Desde la infancia has creído que eres malo y no mereces nada, y como resultado, te odias a ti mismo. Ese odio puede llevarte a mutilarte o a pensar en quitarte la vida.

Parecer increíble, pero el amor de Cristo es el primer amor que algunos han experimentado en toda su vida. Y ese amor incondicional de Dios empieza a quitar ese auto odio y llenar tu corazón con amor. Ahora te das cuenta de que Dios te hizo, y todo lo que Dios hace, Él lo hace bien. Dios te acepta y te recibe tal como eres. Ahora puedes aceptarte a ti mismo con todos tus defectos. Por primera vez, tienes esperanza: En Cristo eres una nueva criatura, y Dios empieza el proceso de transformar al viejo hombre. Ahora puedes aceptar a otros tal como son y amarlos con el amor que has experimentado de Dios. Dios te ha liberado para amar a tu prójimo.

¿Quién es tu prójimo? (Lucas 10)

25 En esto se presentó un experto en la ley y, para poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta: Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?

Esta es una parábola muy conocida. Lo impresionante es que este experto en la ley da la misma respuesta que Jesús dio sobre lo más importante en la ley. Jesús, sabiendo el motivo de su corazón, no responde a su pregunta, sino le hace otra pregunta:

26 Jesús replicó: ―¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú?

27 Como respuesta el hombre citó: ―“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.

28 ―Bien contestado —le dijo Jesús—. Haz eso y vivirás.

A veces nosotros hacemos la vida cristiana muy complicada. Jesús afirma aquí que el verdadero amor para Dios y para otros es suficiente para heredar la vida eterna. Por supuesto, sabemos que tenemos que confiar en Jesús y nacer de nuevo (como vimos en Juan 3), pero el resto fluirá de este fundamento del amor. Jesús dice que si amamos de esta manera, viviremos. ¿Quieres vivir? Practica amar a Dios y a tu prójimo. Es allí donde encontrarás la vida.

29 Pero él quería justificarse, así que le preguntó a Jesús: ―¿Y quién es mi prójimo?

Siempre es peligroso intentar justificarse delante de Dios, pero Jesús ya le dijo “bien contestado” y el hombre quiere recibir más aprobación.

30 Jesús respondió:

―Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. 31 Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo. 32 Así también llegó a aquel lugar un levita y, al verlo, se desvió y siguió de largo. 33 Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. 34 Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. 35 Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del alojamiento. “Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva”. 36 ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?

37 ―El que se compadeció de él —contestó el experto en la ley.

―Anda entonces y haz tú lo mismo —concluyó Jesús.

No creo que el experto en la ley estuviera esperando esta explicación. A Jesús le encanta hacer el héroe alguien menospreciado (el samaritano), y el malvado alguien inesperado (el sacerdote y el levita).

  • El samaritano estaba en tierra extranjera, donde él sabe que la gente tiene prejuicios. Le sería difícil conseguir alojamiento allí en Judá, y probablemente tenía prisa para llegar a su casa en Samaria.
  • Sentía pena por el hombre herido – una característica importante del amor.
  • Lo montó en su propia cabalgadura.
  • Cuidó las heridas del hombre.
  • Perdió todo un día de su viaje – llegaría tarde a casa, posiblemente con su esposa enojada con él.
  • Proporcionó un seguimiento – volvería a ver como estuviera el hombre y pagar por su cuidado.

¿Cuántas veces te has desviado y seguido adelante cuando ves a alguien en necesidad? ¿Estás dispuesto a demostrar el amor extravagante y costoso que vemos en el samaritano? Demasiados cristianos son como el hombre de Santiago 2:15-16: Supongamos que un hermano o una hermana no tiene con qué vestirse y carece del alimento diario, y uno de ustedes le dice: «Que le vaya bien; abríguese y coma hasta saciarse», pero no le da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso?

Ama a tu enemigo

El amor al prójimo va más allá de ayudar a una persona necesitada o amar a los hermanos en la iglesia. Jesús tiene una expectativa radical para nuestra relación con otras personas, la cual va completamente contra la corriente de este mundo. Con esta cuestión del amor, no es solo amor por el hermano digno de ser amado; Jesús exige algo de nosotros que parece casi imposible:

»Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo” (Mateo 5:43)

Los judíos torcían y añadían a la Palabra de Dios (como muchos lo hacen en la iglesia de hoy en día), como este versículo de la ley:

»No busques vengarte, ni guardes rencor contra tus hermanos israelitas, sino ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor (Levítico 19:18, NTV).

¡El Antiguo Testamento nunca dijo que debes odiar a tu enemigo! Tampoco dijo la ley que tienes que amar a tu enemigo, pero Jesús revela las limitaciones e hipocresía de amar solo a alguien digno de ser amado – y declara que el amor de Dios (y el mandato de amar al prójimo) incluye amor por el enemigo:

Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen,  para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos.  Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán? ¿Acaso no hacen eso hasta los recaudadores de impuestos?  Y, si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué de más hacen ustedes? ¿Acaso no hacen esto hasta los gentiles?  Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto (Mateo 5:44-48).

  • Amar a enemigos y perseguidores incluye orar por ellos.
  • Dios tiene un amor incondicional (ágape) para el más vil pecador.
  • Ese amor se manifiesta en lo que se llama “gracia común,” lo que significa que muchas cosas en la vida son regalos de Dios para toda la humanidad; Jesús menciona el sol y la lluvia.
  • Por supuesto, es importante amar a nuestros hermanos en Cristo y a nuestras familias, pero incluso los pecadores peores aman a quienes los aman. La prueba de nuestro amor es el amor por un enemigo.
  • En el diario andar, no saludes solamente a otros cristianos o amistades, sino también a gente muy diferente a ti.

Nuestro amor se manifiesta en hechos, palabras, y oraciones. Es fácil decir y cantar que amamos a Dios, pero Juan dice que si no amamos al prójimo, somos mentirosos si decimos que amamos a Dios. Jesús sabe que nos da un estándar muy alto, pero nuestra llamada es muy alta: ser perfecto. No hay excusas para maltratar a otras personas, ni por una falta de amor. Jesús nos llama a ser perfectos, así como nuestro Padre celestial es perfecto. Eso exige mucha fuerza, autocontrol, amor – y ayuda de parte de Dios.

Otro resumen de la ley

Jesús dijo que toda la ley y los profetas dependen del amor a Dios y al prójimo. Ese enfoque en el amor hace la vida cristiana muy simple (¡pero no fácil!). Jesús hizo otra declaración igualmente impresionante, que llamamos la “Regla de Oro:” Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas (Mateo 7:12). ¡Imagina cómo este mundo (¡o tu iglesia o familia!) se transformaría si todos pusieran en práctica estos simples mandamientos! Pero empieza contigo. Esta semana, trata de vivir de acuerdo con esta Regla de Oro.

La prueba de nuestro amor por Dios (y un nuevo mandamiento)

El amor es un tema central de la rica enseñanza de Jesús en el aposento alto la noche de su arresto. El mandamiento no parece tan nuevo (el Antiguo Testamento ya nos mandó amar al prójimo), pero este es un amor radical: amar tal como Jesús nos ama.

»Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros» (Juan 13:34-35).

No es una elección que hacemos para amar a la gente más amable; es un mandamiento de Jesucristo. ¿Qué significa amar unos a otros? Tenemos que estudiar la vida de Jesús para aprender todas las maneras en que nos amaba. Es un amor muy costoso y auto sacrificial. Es la marca indispensable de un discípulo de Cristo, algo muy distinto de lo que vemos en el mundo.

El que ama a Jesús le obedece (Juan 14)

21 ¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los obedece. Y al que me ama, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».

23 ―El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra vivienda en él. 24 El que no me ama, no obedece mis palabras.

La prueba sencilla de nuestro amor por Dios es atesorar sus mandamientos y obedecerlos. No obedecemos por obligación, ni por temor ni para ganar el favor de Dios. Le amamos; queremos complacer a nuestro Salvador y nunca agraviarlo.

El Padre ama a la persona que ama a su Hijo y le obedece. Cuando obedecemos a Jesús, experimentamos más de su amor; si no le obedecemos, Él todavía nos ama. Su amor es incondicional, pero tal como un padre terrenal con su hijo, no vemos las manifestaciones de ese amor si estamos en rebelión. No sentimos su abrazo caluroso, y Jesús y su Padre no moran en nosotros. ¡Qué triste! Cristo quiere manifestarse a nosotros, pero muchas veces perdemos esa bendición a causa de nuestra desobediencia.

El que ama da la vida por sus amigos (Juan 15)

»Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. 10 Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. 11 Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa. 12 Y este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. 13 Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos. 

17 Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros.

¿Todavía no estás convencido de la importancia de amarse unos a otros? ¿Cuántas veces tiene Jesús que repetirlo?

Nuestro modelo es el amor del Padre por Jesús, y el amor de Jesús por nosotros. Ese amor le envió a la cruz; es un amor que da su vida por sus amigos.

¿Estás permaneciendo en el amor de Jesús? Si no sientes ese amor, ¿es posible que no estés obedeciendo sus mandamientos? ¿Tienes una alegría completa? Si no, ¿es posible que hay un problema con tu amor por Dios y por el prójimo?