Hace unas semanas mi esposa dijo que sintió una llamada del Espíritu para estudiar las cartas de Pedro. Como toda la Escritura, ¡son muy ricas! Creo que hay mucho que el Señor quiere comunicar a nosotros en estos días de “La Roca,” el gran apóstol Pedro.
1Pedro, apóstol de Jesucristo, a los elegidos, extranjeros dispersos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, 2 según la previsión de Dios el Padre, mediante la obra santificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser redimidos por su sangre:
Que abunden en ustedes la gracia y la paz.
El autor no tiene que decir mucho para identificarse; todo creyente había oído de la relación especial de su Señor con este discípulo, ahora un apóstol (representante de Jesús y enviado por Él con su autoridad). Pedro escribió esta carta entre los años 62 y 64 d.C., posiblemente desde Roma. En esa época muchos cristianos fueron asesinados y torturados en la persecución del emperador Nerón; Pedro mismo sería crucificado (al revés) durante esa persecución.
Los receptores
Tres palabras describen los receptores de esta carta:
- Elegidos. Inmediatamente Pedro entra en una controversia que no ha sido resuelta en dos mil años de la historia de la iglesia: El libre albedrío versus la soberana elección de Dios. No es posible evitar o negar las muchas veces que la Biblia dice que Dios nos eligió. Hay varias maneras de entender esta doctrina, y las varias traducciones de este versículo nos ayudan:
- DHH: a quienes Dios el Padre había escogido anteriormente conforme a su propósito
- RVR: elegidos según la presciencia de Dios Padre
- NVI: elegidos…según la previsión de Dios el Padre
- NTV: Dios Padre los conocía y los eligió desde hace mucho tiempo
- LBA: elegidos según el previo conocimiento de Dios Padre
Una posibilidad es que Dios ya tenía conocimiento de quién le aceptaría y quién no. No vamos a resolver el debate aquí, pero ser elegido comunica una seguridad y un estatus para con Dios. Dios te conoce y te quiere en su familia. La mayoría de estos lectores eran judíos; ellos ya tenían un concepto muy claro de la elección de Abraham, y de Israel como el pueblo escogido de Dios. Ahora esa elección se extiende a los que confían en Cristo.
- Extranjeros. Somos peregrinos y extranjeros en este mundo, un tema que Pedro va a desarrollar más. Ellos también eran expatriados, viviendo fuera de su país natal. Con tanto movimiento en el mundo hoy en día, y muchos refugiados, es común tener la experiencia de un expatriado (yo soy un expatriado de los Estados Unidos, viviendo en Costa Rica).
- Dispersos. La dispersión empezó con la persecución que empezó con la muerte de Esteban (registrada en Hechos 7 y 8). Es cierto que Dios prometió la tierra de Canaán a Abraham y sus descendientes, pero también quería que su pueblo fuese sal y luz en todo el mundo. Ya sea mediante el envío de misioneros, o la dispersión a través de una persecución, Dios permitió esta dispersión de los judíos (y ahora los cristianos) para la difusión del evangelio. La famosa “pax romana” permitió el libre tránsito en una gran parte del mundo y facilitó esa difusión.
La única cosa segura para ellos (aparte de una medida de seguridad por ser parte del imperio romano) es su relación con Dios, ¡la que vale mucho! Vivimos con esa tensión de ser diferente, incluso en nuestro país natal. Somos una minoría (como cristianos), y sujetos a un sistema en este mundo que está bajo el dominio del maligno.
Pablo era el misionero más activo y el apóstol a los gentiles. Pablo plantó la iglesia en Galacia, pero es interesante que el Espíritu Santo no le permitió ir a Bitinia o Asia (Hechos 16:6 y 7). Todas estas iglesias estaban en lo que hoy en día es Turquía.
Cómo fueron transformados
En el verso 2 vemos la Trinidad: Padre, Hijo, y Espíritu Santo; es la obra santificadora del Espíritu que nos transforma.
La NTV dice: su Espíritu los ha hecho santos. Son santos, no en el sentido de ser alguien excepcional (como en la iglesia Católica), sino porque son separados del mundo en una comunidad nueva, y purificados por la sangre de Jesús. Desde el principio, cuando Dios primero nos llama y empieza a crear hambre y sed para una relación viva con Él, es el Espíritu Santo trabajando en nosotros que nos lleva a la salvación, nos guía, y nos preserva en medio de un mundo hostil.
Su obra santificadora es un proceso continuo, de por vida, que nos conforma a la imagen de Jesucristo. El Espíritu nos convence del pecado, nos a conseja en cómo vivir, y nos da el poder para resistir la tentación y vencer al pecado.
El propósito que Pedro nos da para nuestra elección
La Biblia nos da varios propósitos para nuestra salvación, pero Pedro tiene dos en mente cuando empieza a escribir esta carta:
- Obediencia a Jesucristo. Servir a Jesús como Señor de todo. Era una lección difícil para un hombre de carácter fuerte como Pedro, pero él puede testificar que vale la pena.
- Redención por la sangre de Jesús. Cristo pagó el precio por nuestra rebelión y pecado, y nos compró de nuestra esclavitud al diablo y los deseos de la carne. Así restaura nuestra relación con Dios y nos limpia de todo pecado.
¿Qué parte tienen estas dos cosas en tu entendimiento de qué es ser cristiano? ¿Estás agradecido por el sacrificio de Jesucristo que te redimió? ¿Es la obediencia a Jesús una meta en serio de tu vida? Lo que no está nombrado aquí (una vida más abundante, la felicidad, prosperidad, una familia bendecida o paz personal) es un indicio de lo que verdaderamente es importante en la vida cristiana.
La bendición
¡Toda esa es la salutación! Ahora Pedro nos bendice, un comienzo común para una carta, con palabras parecidas a las bendiciones de Pablo en sus cartas: gracia y paz.
- Gracia. El favor inmerecido de Dios. En una situación difícil nos consuela mucho saber que la vida cristiana no depende de nuestros esfuerzos y buenas obras, sino de la gracia de Dios. Él escoge a amarnos y derramar su favor y bendición sobre nosotros. Es libertador descansar en esa gracia y dejar a Dios hacer su obra mediante el Espíritu Santo.
- Paz. En un mundo lleno de conflictos y luchas interiores, la paz sobrenatural de Dios en medio de la tormenta nos sostiene. Primero, paz con Dios, entonces paz interior, y paz con otras personas, incluso nuestros enemigos.
El deseo de Pedro es que esa paz y gracia abunden en ellos, que sean multiplicadas. ¿Puedes decir que eso es tu experiencia? ¿O estás agradecido por unos momentos pasajeros de paz en un culto? Dios quiere que abunden para ti. Dios no solo quiere añadir a tu paz, sino multiplicar su paz y gracia en tu vida.